aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 029 2008 Revista de Psicoanálisis en Internet

Regulación emocional. Influencias del cuidador y socialización de la regulación emocional en la familia

Autor: Ribé, José Miguel

Palabras clave

Cuidador, Familia.


Reseñas: Capítulo 11. Las influencias del cuidador en el emerger de la regulación emocional. Transacciones ambientales y biológicas en el desarrollo temprano. Chapter 11. “Caregiver influences on emerging emotion regulation. Biological and environmental transactions in early development.” Susan D.Calkins y Ashley Hill, En: James J.Gross, Handbook of Emotion Regulation, New York-London, Guilford Press, 2007, pp.229-248.

Capítulo 12. La socialización de la regulación emocional en la familia. Chapter 12. “Socialization of emotion regulation in the family.”. Ross A.Thompson y Sara Meyer. En: James J.Gross, Handbook of Emotion Regulation, New York-London, Guilford Press, 2007, pp. 249-265.

El asunto de la regulación emocional vuelve a estar en auge. Aparecen nuevamente libros, artículos y conferencias relacionados con la regulación emocional. James J. Gross, profesor asociado al Departamento de Psicología, miembro del Programa de Neurociencias, Director de la Universidad de Stanford y eminente investigador en las áreas de la emoción y la regulación emocional nos presenta su nuevo libro “Handbook of Emotion Regulation”. En los 30 capítulos del libro se revisa el actual saber de este tema y se describen los nuevos métodos y líneas futuras de investigación. Los colaboradores del libro, expertos en el campo, centran su atención en las bases neurobiológicas y cognitivas de la regulación emocional: cómo manejamos y desarrollamos estrategias reguladoras a lo largo de nuestra vida, las diferencias individuales en la regulación emocional, los avances en psicología social y las implicaciones que esto supone, tanto para la  psicopatología, como para las intervenciones clínicas.

CONSIDERACIONES CONCEPTUALES Y DEL DESARROLLO

1. Definiendo el constructo de la regulación emocional

Resulta imposible empezar esta reseña sin definir el término regulación emocional. Para los autores, “los procesos de regulación emocional constituyen comportamientos, habilidades y estrategias, sean conscientes o inconscientes, automáticas o con esfuerzo, que se hallan al servicio de modular, inhibir y enlazar experiencias con expresiones emocionales”.

Siguiendo con una línea integradora, distinguen dos elementos que formarían parte del constructo de regulación emocional: una dimensión control y otra de reactividad emocional. Aunque ambas se alternan en los procesos de regulación emocional, la dimensión control refleja los esfuerzos por manejar la reactividad emocional. Esta última se encuentra presente y funcionando en la fase neonatal, estando muy influenciada por los factores genéticos y biológicos. Ambas dimensiones son imprescindibles a lo largo de la vida en las relaciones interpersonales y en el ajuste socioemocional.

Aunque la regulación emocional ha sido estudiada en los diferentes estadíos del desarrollo temprano, los autores destacan que uno de los momentos más críticos del desarrollo sucede en la infancia más temprana (fase neonatal). Es en este periodo donde el neonato progresará desde una dependencia de sus cuidadores a una independencia en su regulación emocional, donde integrará los elementos estratégicos y comportamentales usados por sus cuidadores en la propia interacción diádica.

2. Estructura de la propia regulación en la comprensión del desarrollo de la regulación emocional.

Los autores sostienen que los procesos de regulación emocional se basan en diferentes dominios, situados en diferentes niveles como son el fisiológico, el atencional, el cognitivo y el comportamental. Para tal afirmación proponen un ejemplo muy clarificador donde un niño debe afrontar la tarea de posicionarse  con uno de sus amigos cuando estos tienen una disputa. La resolución se basa en la propia regulación de varios procesos que se suceden en diferentes niveles de funcionamiento, incluido el fisiológico (regulación del latido cardíaco ante el distrés que le produce el desacuerdo entre sus amigos), el atencional (observando y procesando las ideas que ambos amigos sostienen), comportamental (tratando de controlar con su propia conducta que ninguno trate de dañar al otro) y cognitivo (analizando e imaginando el futuro de su relación dependiendo del resultado del desacuerdo).  En este ejemplo se demuestra cómo  el trabajo emocional puede ser desglosado a través de diferentes niveles de funcionamiento.

Desde esta perspectiva, se entiende cómo las habilidades de la regulación emocional  emergen desde la infancia  como elementos basados en procesos muy rudimentarios que supondrán el núcleo del desarrollo de una propia y compleja regulación en el comportamiento y en la cognición en etapas posteriores del desarrollo del niño.

A continuación, y a partir de los más recientes avances en neurociencias, los autores identifican  diferentes áreas del cerebro que desempeñarían  un papel fundamental en los niveles de atención, cognición, comportamiento y regulación de la emoción. A nivel de la corteza prefrontal se encuentran varias áreas implicadas en los procesos de regulación emocional. El córtex se halla conectado a través del cíngulo con dos subdivisiones de éste: una primera subdivisión que se encarga de los procesos de cognición y atención y la segunda de procesos emocionales mediante conexiones con el sistema límbico, visceromotor, autónomo periférico y endocrino. A través de la conexión de estas estructuras se establece un mecanismo biológico que integra los diferentes procesos que actúan en el desarrollo de la propia regulación emocional en la edad temprana.

Resulta, pues, importante, para conceptualizar el sistema de regulación, entender que ante diferentes circunstancias de la edad temprana el control adaptativo debe ser observado en sus diferentes niveles de integración (atencionales, fisiológicos, comportamentales, cognitivos, fisiológicos e interpersonales) de una forma conjunta y no aislada. Es importante, para los autores, que todos los niveles se vayan desarrollando a través de todas las etapas del desarrollo. La adquisición del control y desarrollo de estos procesos, en la regulación temprana, favorecerá nuevas competencias de regulación y posteriores desarrollos en las habilidades de la temprana infancia. Esto es fundamental ya que alteraciones en distintos niveles producirán alteraciones del comportamiento.

3. Desarrollo normativo en la temprana autorregulación y regulación emocional.

En esta sección los autores citan a Kopp como un investigador que ofrece una buena visión de los desarrollos tempranos de la regulación emocional. Se describe cómo los bebés desarrollan y usan un gran repertorio de estrategias para reducir, inhibir y balancear las diferentes respuestas afectivas. Una gran variedad de dominios no-emocionales, incluido el motor, lenguaje, cognición y desarrollo social están implicados en estos cambios.

Así, por ejemplo, hacia alrededor de los tres meses de edad se utilizan mecanismos innatos basados en la reactividad del “estímulo” y “acercamiento físico”, del “placer” y “aversión”. En esta etapa, los procesos primarios operantes como son los movimientos motores, el chupeteo de un dedo, el llanto ante el malestar emocional… funcionan de forma independiente a la interacción del cuidador. Entre los 3-6 meses de edad es donde se produce una mayor transición en el desarrollo del bebé. Aparecen los ciclos de sueño y vigilia, los procesos de alimentación, eliminación y, lo más importante, simples acciones  motoras para modificar los niveles de excitación. En este estadío el incremento de control depende del desarrollo de los mecanismos atencionales y de los movimientos motores intencionales. Al final del primer año de vida los bebés llegan a ser muy activos y con capacidad para regular su alteración emocional. En esta etapa reconocen a sus cuidadores y a otros miembros que pueden ayudarles en la regulación de sus estados emocionales.

Una vez más, los autores insisten en que el éxito del bebé en el desarrollo de su regulación en sus capacidades motoras permitirá la transición desde una forma pasiva, con regulación directa de los cuidadores, a una autorregulación activa. Esta transición se completa durante el  segundo año de vida y pueden apreciarse todavía dificultades para controlar sus propios estados afectivos. Este cambio se apuntala en el desarrollo del dominio motor  y en las propias habilidades del lenguaje. La maduración del cerebro contribuye también en el desarrollo de habilidades de tipo ejecutivo que permiten al niño regular sus estados emocionales en diferentes contextos.

LA EMERGENCIA DE LA REGULACIÓN EMOCIONAL: INFLUENCIAS INTRÍNSECAS y EXTRÍNSECAS

En este apartado los autores exploran los diferentes factores extrínsecos e intrínsecos implicados en el desarrollo del control emocional.

1. Factores intrínsecos implicados en el desarrollo de la regulación emocional.

Uno de los principales factores es el propio temperamento, que se relaciona con la ya mencionada dimensión de reactividad. Los mecanismos del recién nacido implicados en la reactividad se fundamentan en su fisiología y en sus propias reacciones de comportamiento ante los estímulos (respuestas afectivas caracterizadas por expresiones faciales y vocales).

Otra área de investigación de los factores intrínsecos relacionados con la emergencia de la regulación emocional se basa en el sustrato neurobiológico; sus procesos y funcionamiento pueden jugar un papel importante en la etiología de formas de control temprano. Para ejemplificar esto los autores citan a Fox, quien ha encontrado diferencias de especialización en los lóbulos frontales para los fenómenos de “acercamiento” y “retirada” del bebé. Porges, otro autor citado, argumenta que la maduración del sistema nervioso parasimpático juega un papel importante en el estado de regulación, actividad motora y en la emoción.

A pesar de que el desarrollo de la regulación emocional está muy supeditado a las bases neurobiológicas y al funcionamientos de diversos sistemas biológicos, los autores transmiten la idea de que dichos desarrollos ocurren en un contexto social, incluso en el más temprano momento del desarrollo. Un contexto social donde los autores ponen el acento  en los cuidados parentales. De tal forma que los cuidados de los padres podrán favorecer o alterar el desarrollo de la regulación emocional contribuyendo a la observación de diferencias individuales en las habilidades de control emocional. Es en este punto a partir del cual los autores desarrollan de forma más extensa la idea principal de su capítulo que se enlazará con el siguiente.

2. Influencias extrínsecas en la emergencia de la regulación emocional.

Los autores exploran a continuación la influencia del cuidador en la adquisición de habilidades para la reducción del estrés emocional. Principalmente se centran en la relación de apego como un elemento primordial en la regulación emocional. A continuación se apoyan en varios autores como Bowlby  y Ainsworth para desarrollar sus ideas acerca de la influencia de las  relaciones de apego suficientemente buenas en la adquisición de habilidades en la regulación emocional.

Bowlby,  mediante su teoría del apego, sostiene que una buena relación de apego en el primer año de vida provee al niño de un sentimiento de seguridad que le permitirá adaptarse a varias situaciones estresantes en su desarrollo. Mediante las interacciones tempranas entre el cuidador y el niño se establece la noción bowlbiana de “modelo de trabajo interno”, por la cual el niño internaliza, a través de sus interacciones con figuras de apego, una estructura representacional que lo guiará en su funcionamiento afectivo y emocional.  Ainsworth, fiel discípula de la perspectiva etológica de Bowlby, demuestra las teorías de éste mediante su experimento observacional de la “Situación Extraña”. A través de tal procedimiento trata de comprobar la calidad de la relación entre el bebé y su cuidador/a o madre, por lo que durante la observación son de especial interés las reacciones del niño al separarlo de la madre y cuando vuelve a reunirse con ella. De este experimento, Ainsworth, basándose en los comportamientos y respuestas  de los niños establece tres grupos -seguro, ambivalente-inseguro y evitativo-inseguro- que reflejan las diferentes formas de vínculo entre madre e hijo.  Los autores del capítulo aprecian en sus investigaciones que, diferentes tipos de apego en la infancia pueden predecir diferentes formas de afrontamiento de los procesos emocionales.

Cassidy, Hofer y Schore  también son citados como autores que desarrollaron las ideas de Bowlby, destacando el papel psicobiológico de las interacciones en el papel del mayor desarrollo de estructuras cerebrales como el córtex prefrontal. A pesar de ello, los autores sostienen que las representaciones mentales son más importantes como guías de la conducta del niño que los propios componentes fisiológicos y sensoriales que le permiten responder ante situaciones de mayor estrés.

INTERACCIONES ENTRE CUIDADOR-NIÑO Y EL DESARROLLO DE LA REGULACIÓN EMOCIONAL

1. Efectos del cuidador en los sustratos biológicos de la regulación emocional.

En edades muy tempranas, el bebé sólo dispone de sus procesos fisiológicos para el control y regulación emocional. Una vez más, los cuidadores resultan imprescindibles para favorecer este control fisiológico. En este apartado los autores muestran cómo los procesos de interacción tienen sus correlatos biológicos y efectos en el correcto funcionamiento de la regulación emocional.

El hecho de que en la etapa de embarazo existan altos niveles de estrés puede desembocar en el feto alteraciones que le lleven a tener hiperactividad, déficits de atención y conductas sociales de mala adaptación. Altos niveles de estrés pueden producir alteraciones a nivel del desarrollo del eje hipotálamo-pituitario-adrenal del feto, produciendo alteraciones en el sistema de respuesta frente al estrés. Los cuidadores también pueden afectar el propio sistema nervioso parasimpático. Sin embargo, más allá del periodo prenatal, “los cuidadores tienen numerosas oportunidades para influir en los procesos de regulación emocional a través de los efectos en el funcionamiento biológico”, ya que el proceso de maduración de la unidad biológica se realiza a lo largo del primer año de vida.

En las investigaciones de los autores se menciona cómo el tacto, la vocalización y el balanceo del propio niño constituyen elementos que sirven para reducir el distrés y son fundamentales para la correcta maduración de los sistemas fisiológicos del bebé y de su normal desarrollo. Se apoyan en Kopp para recalcar la idea de que es esencial que exista una buena interacción temprana, ya que es el momento de mayor maduración del sistema biológico. Existen evidencias científicas de la activación de la corteza frontal en los contextos en donde el sistema de apego se activa. En la región frontal existirían regiones que se activarían de forma diferenciada durante situaciones de separación maternal.

2. Indicadores de la conducta en la regulación emocional como efecto de los cuidados.

Muchas de las investigaciones actuales están centradas en la adquisición de habilidades en la regulación emocional a través de los procesos de apego.  Los autores sostienen, basándose en los hallazgos del experimento de la “Situación Extraña”, que dependiendo de si se trata de niños seguros o inseguros se reaccionará de formas bien distintas ante situaciones estresantes. Desde la temprana infancia se puede apreciar patrones de regulación emocional en función de los procesos vinculares. A pesar de la escasez de estudios que demuestran la relación directa entre el apego y las habilidades en la regulación emocional los autores muestran tres estudios que aportan resultados similares a los obtenidos en el paradigma de la “Situación Extraña”. Sobretodo se centran en el de Kochanska que aporta la explicación de cómo los procesos vinculares en edades tempranas están íntimamente relacionados con índices de gran adaptabilidad.

Los autores comentan, para acabar, cómo desde los procesos de vínculo se llega a un desarrollo de la regulación emocional en varios niveles:  los procesos de apego pueden intervenir en el desarrollo y funcionamiento de los procesos fisiológicos que sostienen la regulación emocional, asimismo pueden ser predictivos de específicas respuestas emocionales en distintos contextos y durante el desarrollo de los procesos vinculares se pueden desarrollar y utilizar estrategias específicas fuera del contexto de una relación de apego. Terminan sugiriendo, con estas conclusiones, múltiples y futuras líneas de investigación.

 

Capítulo 12. La socialización de la regulación emocional en la familia. Chapter 12. “Socialization of emotion regulation in the family.”. Ross A.Thompson y Sara Meyer, pp. 249-265, James J.Gross, Handbook of Emotion Regulation, New York-London, Guilford Press, 2007.

En este capítulo, los autores Thompson y Meyer se centran en la influencia familiar en el desarrollo de la regulación emocional desde la temprana infancia. Consideran que, aunque la influencia social ocurre en muy diversos contextos, la familia lo hace desde el principio, constituyendo la base  donde irá desarrollándose la regulación emocional.

PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO EN LA REGULACIÓN EMOCIONAL

Según los autores, la regulación emocional tiene dos fundamentos teóricos que se superponen: uno basado en el estudio del estrés, la capacidad de afrontamiento y los procesos psicológicos defensivos; otro, en el que los autores se encuentran más cómodos, que reconoce el “funcionalismo” de las emociones dentro de una estructura biológica, constructivista y relacional en el crecimiento de la regulación emocional. En esta última visión, la regulación emocional es entendida como un elemento en continuo desarrollo que recibe múltiples influencias, entre ellas la temperamental, las relaciones significativas y el propio desarrollo del niño en el manejo del estrés. Cada aporte teórico contribuye de forma muy relevante en el estudio de la regulación emocional.

1. Definiendo regulación emocional

Una vez más,  como en el anterior capítulo, los autores dan mucha importancia a la definición de la regulación emocional puesto que implica una mirada bien distinta a la hora de usar una metodología específica en la investigación, comprender las diferencias individuales en la regulación emocional y los factores que influyen en su desarrollo. Desde la perspectiva del desarrollo, los autores reconocen los fundamentos biológicos que organizan la regulación emocional en el niño, sin embargo prestan mayor importancia a las múltiples influencias externas en su desarrollo. Los autores proponen su propia definición, “la regulación emocional consiste en una serie de procesos extrínsecos e intrínsecos responsables de controlar, evaluar y modificar reacciones emocionales, especialmente sus características de intensidad y temporalidad para alcanzar un objetivo”. Dentro de la propia definición, establecen unas variantes:

a)     La regulación emocional permite mantener un nivel emocional continuo ante emociones positivas y negativas.

b)     Desde un enfoque funcional, no existirían estrategias de regulación emocional maladaptativas u óptimas. Las estrategias de regulación emocional deben valorarse según la propia finalidad de las mismas. Resulta interesante apreciar con esta perspectiva funcional el desarrollo de la psicopatología. A continuación, los autores ponen varios ejemplos. Los niños con trastornos de ansiedad que, de forma típica, están hiperalertas, con cogniciones temerosas y con un sistema vegetativo permanentemente activo pueden anticiparse y evitar situaciones estresantes. Estas estrategias, que serían beneficiosas a corto plazo para el niño al proporcionar cierto alivio, resultarían  dañinas al reforzar la vulnerabilidad de los niños y perpetuar su psicopatología.

c)     El concepto de regulación emocional incluye también la idea de cómo uno se maneja personalmente con sus emociones en función de expectativas y cánones culturales que constituyen elementos nucleares en el desarrollo de la regulación emocional.

2. Implicaciones metodológicas.

Tras la definición y las variantes de la regulación emocional, los autores destacan las dificultades metodológicas en la investigación de la regulación emocional, sobre todo por las dificultades en la interpretación de la conducta de los niños. La conducta que reflejan los procesos de regulación emocional es multideterminada y, en ocasiones, resulta muy difícil distinguir entre reacciones emocionales y procesos de regulación emocional. Otro elemento que dificulta la metodología en los estudios es el desconocimiento de los objetivos o motivaciones de las estrategias de regulación en determinadas situaciones.

3. Diferencias individuales en la regulación emocional

Como ya se menciona en el capítulo anterior, las raíces de la regulación emocional están basadas en múltiples factores externos (socialización) e internos (biológicos) que confluyen en los procesos del desarrollo de la regulación emocional. Es por ello que su estudio debe ser integrativo y que las diferencias individuales en la regulación emocional pueden forjarse por diversas influencias en los distintos estadíos del desarrollo.

INFLUENCIA FAMILIAR EN EL DESARROLLO DE LA REGULACIÓN EMOCIONAL

Los procesos de socialización generan una gran influencia en cómo los niños aprenden a apreciar sus sentimientos, a adquirir habilidades específicas para manejar y regular sus emociones en muy diversos contextos sociales. Los autores hacen hincapié, en este apartado, en la atmósfera familiar como maestra en el desarrollo de formas de manejo de las emociones. Para ello estudian: 1) la calidad de las interacciones parentales en el manejo de las emociones de sus hijos; 2) la influencia que ejercen los padres al evaluar las emociones de sus hijos; 3) el efecto emocional de un buen clima familiar en los niños; 4) el cómo conversan padres e hijos y los efectos que esto tiene en el desarrollo de la regulación emocional, 5) la relación entre padres e hijos como fuente de apoyo y progreso.

1. Intervenciones directas en el manejo de la emoción

Dicen los autores que “la forma extrínseca más básica de regulación emocional es cuando alguien interviene directamente sobre la emoción de otro”, hecho que sucede de forma temprana. Las formas más frecuentes de distrés emocional en niños son el hambre, la fatiga y el disconfort. Los cuidados de los padres a edades tan tempranas favorecen la emergencia de formas de conducta adaptativas en los bebés. A continuación, los autores se apoyan en diversos ejemplos para favorecer la comprensión de estos hallazgos. Así, por ejemplo, a los 6 meses de edad los bebés bajo condiciones de distrés emocional se mantienen quietos poco antes de la llegada de sus padres al oír los pasos de estos al acercarse a ellos. También pueden gritar si los adultos se les acercan a sus cunas pero no los arropan. El aprendizaje de la asociación entre distrés, aproximación del adulto y el consecuente resultado de calmar tiene efectos a nivel de la regulación emocional.

Los padres pueden también intervenir en el manejo de los sentimientos en situaciones positivas, contribuyendo en gran medida a la emergencia de capacidades de regulación emocional en el control de los niveles emocionales. Existen, sostienen los autores, otras formas de intervención en el manejo de las emociones como son la capacidad de distracción paterna sobre la atención de los niños en eventos desagradables o temerosos y el uso de palabras como  “di cómo te sientes” facilita en los niños el manejo del lenguaje en el momento de transmitir y manejar las emociones. En contextos sociales fuera del entorno familiar, en los que el niño pueda sentirse inseguro o incómodo, el uso de expresiones faciales o el simple tono vocal por parte de la familia favorece en el niño comportamientos más sociables. Todas y cada una de estas intervenciones ejercen en los bebés formas de afrontamiento a la hora de resolver problemas o situaciones estresantes.  Sin embargo, los autores recalcan que se sabe poco acerca de cómo contribuyen estas intervenciones a la hora de producir diferencias en las capacidades de regulación emocional y consideran que es un punto de interés para futuras investigaciones.

Los autores mencionan también el hecho de cómo madres con depresión  son menos responsables y emocionalmente más disfuncionales, influyendo de forma negativa en el tono emocional del niño. Estos hallazgos sugieren a los autores que interacciones prolongadas con madres depresivas pueden entorpecer el funcionamiento de la “salud emocional”, la emergencia de conductas favorables y alterar el correcto desarrollo neurobiológico.

Terminan esta sección con una idea muy interesante. Dicen que, a pesar de que las intervenciones parentales disminuyen a medida que el niño adquiere estrategias, las intervenciones directas en la temprana infancia se mantienen como una importante fuente de influencia extrínseca en la regulación emocional que se verá complementada por otras influencias sociales.

2. Evaluaciones que realizan los padres de las emociones de los niños.

La regulación emocional puede verse favorecida o agravada dependiendo de cómo los demás evalúan nuestros propios sentimientos. La respuesta de los demás  frente las emociones de los niños puede producirles mayor malestar o hacerles sentir mejor. Así mismo, una conducta peyorativa hacia las emociones de los niños puede dificultar las oportunidades de aprender a manejar dichas emociones. Los autores nos explican cómo los niños desarrollan su regulación emocional  al internalizar las evaluaciones explícitas e implícitas de sus propias emociones en función de las de los otros. Posteriormente evalúan por sí mismos sus propias emociones.

Se basan en varios estudios para destacar la gran importancia que tiene la evaluación que realizan los padres de las emociones de sus hijos, el tipo de apoyo que les ofrecen en situaciones de estrés y cómo, dependiendo de las evaluaciones hechas los niños  pueden desarrollar una mayor o menor regulación emocional y una mayor capacidad de evaluar las propias emociones.

Para terminar, los autores comentan que en algunas familias existe un patrón de interacción que incluye una intensa crítica y/o una excesiva involucración emocional. Es lo que se ha llamado “expresión emocional” con sus distintas intensidades. Esta expresión emocional puede, fácilmente, deteriorar el funcionamiento emocional del niño. Incluso se ha visto implicada en el inicio de alteraciones de la conducta en niños y se investiga su influencia en enfermedades como la esquizofrenia, la depresión y el trastorno bipolar. Puede, por tanto, contribuir esta “expresión emocional” en el desarrollo de alteraciones psicopatológicas en forma de dificultades en la propia regulación emocional.

3. Clima familiar en el entorno familiar

Dependiendo del clima emocional en la familia, el manejo de las emociones resultará más sencillo o difícil. Este factor de influencia en la regulación emocional es fundamental, como sostienen los autores, en los modelos de regulación emocional en el sentido de que la familia estructura los esquemas y patrones de funcionamiento emocional en el niño. A pesar de que este factor resulta poco investigado, los autores aportan estudios -en concreto los de Eisenberg- que muestran cómo las competencias sociales de los niños están influidas por el hecho de cómo las madres transmiten sentimientos positivos o negativos en el hogar. Estos hallazgos sugieren a los autores que climas familiares con altos niveles de emociones positivas entre los miembros de la familia contribuyen en el desarrollo de la regulación emocional hacia modelos de aprendizaje de habilidades para el manejo del estrés. Por otro lado, los autores destacan que, a día de hoy, no existen suficientes estudios  que reconozcan de forma evidente la influencia de la expresividad de la emoción negativa en la familia, el papel de los hermanos como elemento regularizador en el clima emocional de la familia ni las consecuencias, en el desarrollo y manejo de la emoción, que puede resultar de aquellas familias con bajos niveles de expresividad emocional tanto de las emociones negativas como positivas.

Sin duda, la influencia del clima emocional en la familia sobre el desarrollo de la regulación  es multifactorial. Los autores prestan gran importancia a cómo los padres evalúan y responden ante las emociones de sus hijos. La familia evaluará tales emociones bajo unas creencias preestablecidas que concederán diferentes valores a las emociones. Mediante estas creencias, los padres establecerán una “meta-filosofía de la emoción” que ejercerá un papel estructurante en el clima familiar y, por tanto, una influencia en cómo deben ser expresadas y percibidas las emociones en la familia. Para desarrollar esta idea, los autores se apoyan en la definición de “meta-filosofía de la emoción” que dan Gottman y colaboradores. Para Gottman  la “meta-filosofía de la emoción” constituye “un conjunto de sentimientos y pensamientos sobre las propias emociones  y las del niño”. Basándose en los estudios de Gottman, los autores comentan que existirán dos tipos de estilos en las figuras paternas, uno de tipo estructurante, que ofrece un apoyo emocional (emotion coaching) y otro que perjudica (emotion dismissing). Los primeros se tratarían de padres que consideran sus propias emociones como las de sus hijos y que piensan que los momentos de expresividad emocional de los niños son oportunidades para enseñarles cómo afrontar situaciones difíciles y a aprender de sus emociones y para poder acercarse más íntimamente a ellos. Los segundos, por el contrario, son padres que tienden a ignorar los sentimientos de sus hijos no prestándoles atención alguna.

4. Conversaciones entre padres-niños y el desarrollo de representaciones emocionales.

Los autores comentan que no existen grandes estudios sobre la influencia de las conversaciones entre padres-hijos y el desarrollo de la regulación emocional. Sin embargo, bajo la experiencia de ellos se destaca cómo las creencias paternas influyen en el desarrollo de las propias representaciones emocionales. En ambientes familiares donde los padres hablan de forma habitual sobre sus emociones, se favorecen conceptos más sofisticados de las emociones. Los autores sostienen que las conversaciones entre los padres e hijos facilita a estos últimos la comprensión de los procesos psicológicos de las emociones. Para los preescolares, resulta difícil adquirir una buena comprensión de las emociones de forma individual y sin ayuda. Las conversaciones con sus padres, de alguna forma, proveen a los hijos de una cierta estructura o base en el entendimiento progresivo de sus “propias” emociones. Cada familia tiene sus propias creencias y valores, que muchas veces se ven influenciados por la cultura y contexto social en el que viven.

Aunque existe todavía menos información, los autores destacan también la importancia que tienen las conversaciones e interacciones entre los niños con sus hermanos o pares en el desarrollo de la comprensión emocional. En ocasiones, sostienen, pueden resultar más significativas que las de los padres pues algunos niños hablan de forma temprana más frecuentemente con sus amigos que con sus padres. A medida que los niños maduran, las conversaciones con sus amigos resultan la principal fuente de entendimiento en las habilidades para manejar y comprender sus emociones. Sin embargo, recalcan los autores que las habilidades de autorregulación emocional adquiridas en el entorno familiar pueden no resultar óptimas en ambientes donde el niño se relaciona con sus pares, pues son otros contextos con otros “códigos” o normas en los procesos emocionales. Ambos son, según nos transmiten los autores, esenciales en el crecimiento y desarrollo de la regulación emocional y deben ser más ampliamente investigados en el futuro.

5. La calidad en la relación padres-niños.

En general, la influencia por socialización en la regulación emocional sucede en un contexto relacional que obedece a la intervención temprana y a la relación de los padres con los hijos. La forma en la que los niños reciban las iniciativas de cuidado de los padres dependerá en gran medida de la confianza que éstos tengan en ellos. Los autores citan a Cassidy y Thompson en la supuesta explicación del desarrollo de la regulación emocional en dependencia con los lazos de seguridad entre padres e hijos. Una vez más, los autores sostienen que los niños que tienen relaciones de apego seguras tienen madres sensibles que aceptan tanto las emociones negativas como positivas y que están abiertas a hablar de los sentimientos con sus hijos. Aquellos niños con vínculos inseguros tendrán más limitadas sus capacidades en la comprensión de las emociones y se verán más afectados a nivel emocional ante situaciones estresantes.

A pesar de lo obvio del tema, no existen muchos estudios que demuestren la mejor capacidad de los niños para manejar niveles de estrés en relaciones de apego seguras. Los autores terminan este apartado mencionando que las actuales líneas de investigación en la regulación emocional basadas en las relaciones de apego seguras y las conversaciones entre los padres-niños son imprescindibles para averiguar a qué nivel de importancia  está influido el desarrollo emocional por las relaciones tempranas.

 

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