aperturas psicoanalíticas

aperturas psicoanalíticas

revista internacional de psicoanálisis

Número 035 2010

El duelo en los procesos de pérdida amorosa. Reflexiones a propósito de la película "No sos vos, soy yo"

Autor: Olivares Paret, Almudena

Palabras clave

duelo, Duelo patologico, Narcisismo primario, Narcisismo secundario, Perdida de objeto, enfoque modular-transformacional.


Este artículo pretende ahondar en uno de los procesos psíquicos por el que inevitablemente, de un modo u otro, todo ser humano pasa: el duelo. El duelo se manifiesta en la experiencia vital de muy diversas formas desde el momento en que nacemos, de situaciones traumáticas (menos frecuentes) a microduelos cotidianos para todos, permitiendo o estancando la capacidad de superación y abordaje de nuevos duelos posteriores en curso de la vida de la persona.

Implícitamente el duelo es protagonista en nuestra sociedad, está presente en canciones, películas, prensa rosa, novelas, culebrones, poesías, dramas amorosos que terminan en tragedia, etc. Y sin embargo qué poco se prepara ni se enseña explícitamente, cuando incluso desde la sociología y la antropología podemos ver como el duelo tiene un lugar y un trato diferente en las distintas culturas.

Pero hay situaciones y personas en las que lejos de superarse el duelo se produce un estancamiento, acarreando sufrimiento y bloqueo en la vida cotidiana, llegando a producirse la aparición de enfermedades. Es aquí donde las aportaciones del psicoanálisis resultan imprescindibles para la comprensión y la elaboración de duelos que se convierten en patológicos, y donde la psicoterapia es la herramienta que permite ahondar internamente para descubrir los factores y condiciones que hacen que se bloquee lo que sería un proceso normal de despedida.

En este trabajo emplearé como hilo conductor los diálogos de la película “No sos vos, soy yo” a modo ilustrativo de un tipo de duelo, el que sobreviene a la pérdida de la pareja, pero que mucho tiene en común intrapsíquicamente con los procesos de pérdida en general. Partiremos de extractos de la película, siempre redactados en cursiva, que servirán de contexto para la explicación teórica pertinente a la luz de las aportaciones fundamentales de autores relevantes en este tema como S. Freud, M.Klein, las teorías actuales de H. Bleichmar desde el Enfoque Modular Transformacional y otros. Cabe indicar que no entraremos en la genialidad del guión, ni mucho menos en la adecuación de la técnica psicoanalítica en las escenas de consulta pues, aunque seguramente asesorado, no creo que fuera esta la intención del guionista.

1. Ficha técnica de la película 

NO SOS VOS, SOY YO

Dirección y guión: Juan Taratuto.
Países:
Argentina y España.
Año: 2004.
Duración: 105 min.
Género: Comedia.
Interpretación: Diego Peretti (Javier), Soledad Villamil (María), Cecilia Dopazo (Julia), Marcos Mundstock (Analista), Luis Brandoni (Padre de María), María Eugenia Tobal (Lola), Mariana Brisky (Laura), Hernán Jiménez (Martín), Roly Serrano (Etchepare).
Producción: Hernán Musaluppi, Juan Taratuto y Antón Reixa.
Música: Diego Grimblat.Jorge Drexler
Fotografía:
Marcelo Iaccarino.
Montaje: César Custodio.
Dirección artística: Daniel Gimelberg.
Vestuario: Connie Balduzzi.
Estreno en Argentina: 28 Octubre 2004.
Estreno en España: 27 Mayo 2005

Sinopsis

Javier (Diego Peretti) tiene 30 años largos, es cirujano y, en su tiempo libre, disc-jockey. Decide irse a Estados Unidos junto con su novia María (Soledad Villamil). Ella viaja primero para hacer contactos, mientras él desarma su vida. Camino al aeropuerto, recibe una llamada de María. Está confundida, estuvo con otro hombre. Sin casa, sin trabajo y sin novia, Javier vuelve a convivir con unos padres un poco ausentes y a frecuentar a un psicoanalista que termina borracho. Para combatir la soledad, se compra un perrito que acaba siendo un gran danés e intenta salir de su depresión conociendo a nuevas chicas. Cuando intenta deshacerse del perro, conoce a Julia (Cecilia Dopazo) y, poco a poco, va alineando su vida: se busca un apartamento y consigue trabajo como médico en una clínica de cirugía estética. Sin embargo, cuando todo parece estar en orden, llama María, que vuelve al país. María lo necesita y quiere tener la seguridad de que van a volver a estar juntos, que la va a perdonar. Y Javier debe tomar una decisión. Julia también lo espera, y él ya no es el mismo.

enlaces:

Web oficial: www.nososvossoyyo.com

2. Fases del duelo

2.1.        El momento de la pérdida

Shock: Camino del aeropuerto, Javier se va a reunir con María en Miami después de dejar su trabajo en Buenos Aires, vender el piso y todas sus cosas (ella fue una semana antes, justo después de casarse).

Ella llama al móvil del amigo que lleva a Javier al aeropuerto:

Mª- Estuve pensando mucho y estoy un poco confundida

J- ¿Confundida?

Mª- Sí

J- Pero si el jueves eras la mujer más segura del mundo, ¿qué pensás?, ¿qué mierda pasa?, ¿estás mal?

Mª- No…cosas muy íntimas

J- Que me empiezo a calentar

Mª- estoy rara

J- ¿qué significa?

Mª- Que siento cambios profundos, internos, que no tienen una explicación racional como a vos te gustaría, estuve pensando en nosotros, Javi, no te enojes pero no quiero que vengas

J- ¿Qué?

Mª- perdóname, a mi también me hubiera gustado que fuera de otra manera pero estoy mal, muy mal, no quiero que me veas así, estoy haciendo todo lo posible para que podamos estar mejor

J- ¿podamos?

Mª- sí, estoy tan confundida, presionada por el casamiento, el viaje, ahora no puedo hablar

J- no! Hablá!, María, hablá!

Mª- no sé qué me pasa, te extraño, pero hay cosas que antes nos encandilaban del otro que ahora…

J- me volvés loco, no entiendo cómo pasamos de un te quiero de la semana pasada a un no sé qué me pasa

Mª- vos no sentís también que estamos perdiendo cosas, me lías a la noche, nos bañábamos juntos, hacíamos el amor en cualquier parte

J- perdóname para mi tampoco es fácil

Mª- No estoy en Miami, ¿Cómo te puedo hacer todo esto?, soy una hija de puta,

J- ¿Qué hiciste?, qué mierda hiciste!

Mª- nunca pensé que podía pasar algo así

J- ¿te cogiste al amigo de tu tío?, ¿a ese viejo hijo de puta?

Mª- soy una mierda, no te merezco mi amor

Javier va a casa de los amigos, no come… no habla…

… no puede dormir por la noche…

… decide ir a casa de sus padres, regresa a su antigua habitación…mira en el corcho sus recuerdos de infancia… fotos…fotos con María…

… se mete en la bañera… quiere evadirse… deja de respirar…                                           … ¿morir?...

2.2.        Negación de la realidad 

[Consulta del psicoanalista]

J- ¿Ud. cree que va a volver?

Ps- No lo sé, no es lo importante

J- Ud. me escucha, para mí es lo único importante, va a volver o no!

Ps-no es la ausencia de ella lo que le tiene tan mal sino su propia incapacidad de manejar todo, no podemos saber qué va a hacer ella

J- Pero ud. tiene pacientes mujeres, sabe cómo se comporta una mujer de esta edad , debe haber un patrón, una estadística de mujeres recién casadas

Ps- cada caso es diferente, no podemos saber qué va a hacer ella, quizá ni ella lo sepa, acá lo importante es qué le pasa a ud.

J- ¡A mi!, ¡a mi no me pasa nada!, yo estoy bien, ¡bárbar!o, es a ella a quién le pasa

Ps- vamos a ver, no se paga cualquier precio por la compañía por buena que sea, si la condición es ella o la muerte estamos en problemas. Una relación sana no debería basarse en la necesidad sino en el placer, en el goce, en el disfrute. Por lo que ud. dice se había convertido en el último tiempo en el único fogonero de la relación, ¿no le molesta eso?

J- yo tan mal no estaba, yo lo que digo es: yo la perdono

Ps- ¿ella quiere ser perdonada?

J- no sé, ella lo que dice es que habíamos perdido la pasión. Que si la recuperáramos.

Ps- eso de la pasión no tiene ningún sentido, no hay nada más dañino para una auténtica relación que la pasión… el que el asado se hace con las brasas, el fuego lo quema, una relación es igual, se consume en el día a día, hay días muy buenos que son pocos, otros malos que afortunadamente son pocos y hay días normales que son la mayoría.

J- Está bien, me parece inteligente su teoría, pero yo necesito saber qué pasó, por qué se acostó con otro tipo, yo me levanto por la mañana y no está y tengo ganas de subir a la terraza y saltar

Ps- su vida no se puede limitar a María, su vida está llena de cosas que debe preservar, ella es sólo una parte, una parte importante, pero sólo una parte, no todo, ¿a caso no tiene amigos, un trabajo?

Intenta volver al trabajo, está descentrado, comete fallos graves, distraído. Con los amigos no para de hablar preguntando si no la veían venir, si creen que va a volver, si tiene noticias, etc… Sale su profundo enfado en situaciones que le muestran su soledad, en la cola del cine.

Vuelve a hablar con ella, él sigue empeñado en que vuelva, en que la perdona y empiezan de nuevo, ella le dice si no veía que estaba insatisfecha, que estaba mal y necesitaba cambiar, encontrar algo que le hiciera sentir bien, se fueron distanciando. El se enfada, se revela, no entiende cómo se lió con otro. Cortan la comunicación.

Javier se empieza a desesperar aún más, aumenta la angustia, la realidad le va mostrando que ella no vuelve pero sigue aferrándose a la espera. Pierde su trabajo. Cuando los amigos le instan a salir, fijarse en otras mujeres, Javier insiste obcecadamente en María.

Esta historia, como la de tantas pérdidas, comienza por el shock de la sorpresa inesperada de la ruptura, se alteran los referentes espacio temporales y la comprensión racional y lógica de la trayectoria vital hasta ese momento se vuelve inaccesible, el organismo entero se revela dominado por una ansiedad que busca significados más en nombre de la supervivencia que del entendimiento. En este momento nuestro personaje se siente enloquecer, reinterpreta señales de declive en lo que antes era cotidiano, intenta restablecer un presente destrozado con un perdón heroico y una explicación sin consuelo. ¿Qué sucede en los entresijos de la psique humana cuando se produce una pérdida?

En todo proceso de duelo existe un riesgo de fijación en ese primer momento devastador de la pérdida al que van a  sucederse una serie de acontecimientos que van modificando al sujeto. El psiquismo se debate entre el duelo normal y la tendencia al duelo patológico poniendo a prueba el sistema de defensas para lograr superarlo con éxito.

Javier ubica en María la representación de la mujer capaz de proporcionarle la felicidad; en un primer momento cuando acaece la ruptura de la relación, aparece la pérdida del objeto interno para Javier, que no puede situarlo en ninguna otra mujer.

Como vemos en el diálogo con el psicoanalista, el protagonista fantasea con posibilidades de futuro que no son reales expresados en un tiempo condicional “y si…” (“y si volviera, y si la perdonara, y si regresara la pasión”) que favorecen la fijación al objeto. Se manifiesta también una ofensa narcisista, la pérdida provoca un malestar en el sentimiento de coherencia mental, de unidad psíquica y de identidad, donde el objeto contribuía a sostenerlo.

Siguiendo a Bleichmar (2010) hay dos tipos de fijación al objeto perdido; primaria y previa a la pérdida, donde la aproximación a un nuevo objeto se ve imposibilitada por el recuerdo, la idealización o los sentimientos de culpa hacia el objeto perdido; y fijación secundaria a un objeto fantaseado construido desde el presente, causante de la supuesta felicidad pasada y del dolor ante su ausencia, provocando el fracaso en el contacto con la realidad y en el encuentro con nuevos objetos sustitutivos.

De acuerdo con Klein (1940), la idealización es una de las causas de la fijación, la pérdida del objeto externo que proporcionaba la felicidad y a la cual uno queda fijado hace que quede inactivada la representación interna del objeto bueno. Aparece entonces la ansiedad paranoide que impide hacer buenos vínculos por fijación exclusiva al objeto malo sin dejar que el sujeto se fije en otra cosa. Cuanto mayor sea la expectativa depositada en el objeto externo mayor será la frustración que produzca.

Este sentimiento de frustración genera a su vez agresividad, para Klein la causa fundamental del duelo. Según la autora, el sujeto va deformando  hostilmente la representación del objeto seleccionando lo negativo, evitando lo positivo y proyectando la propia agresividad. Para Sandler (1987) lo que se busca es una experiencia idealizada, un estado de felicidad ideal que supuestamente otorga el objeto, empleado como un instrumento; fantasía difícilmente accesible en su totalidad porque siempre hay áreas donde no llega, generadoras por tanto de frustración.

Según van pasando los días Javier va quedando adherido a María (objeto del pasado) perdiendo la oportunidad de relacionarse con nuevos objetos buenos que aparecen en su momento presente, se va desarrollando una angustia paranoide con la realidad. Esto genera frustración y hace que idealice el pasado aun más, todo lo vivido con María es lo único que puede darle felicidad, como forma compensatoria. El objeto perdido se reconstruye en el presente de forma idealizada y se ve a los objetos actuales como inadecuados, por ello tiene que volver una y otra vez al pasado alejándose de las posibilidades que el presente puede brindarle. El objeto interno idealizado impide que el sujeto conecte con los objetos de la realidad externa y los pierde.

2.3.        Victimismo: riesgo de duelo patológico

[Consulta del psicoanalista, se presenta el domingo]

Ps- Que ella no va a volver por el momento, eso es seguro, veamos si nos queda algo más

J- No queda nada más, por eso estoy viniendo; no sé qué hacer, ud. qué haría en mi lugar?

Ps- No limitaría mi universo a María.

J- Intento pero no puedo, tengo una angustia que no me deja pensar en otra cosa, es una diapositiva que se me cruza en la cabeza en todo momento y en cualquier lugar, lo único que quiero es estar con María y el solo hecho de pensar que quizás yo la voy a perder…. ¿ud. pasó por esto alguna vez?

Ps- Eso no tiene la mayor importancia.

J- ¿era su mujer la que estaba en la puerta?

Ps- sí

J- Qué fácil es hablar cuando uno sabe que tiene trabajo, que vuelve a casa y está su mujer esperándolo, que llega el fin de semana y pueden ir al cine o hacer lo que les guste hacer…

Ps- A ver Javier, ud. por algo no se suicida!

Un amigo intenta que salga, Javier se quita la alianza. Se focaliza en ligar, se compra  un perro para ello, llama a antiguas amigas y queda…en el fondo prevalece la angustia, la tristeza y la búsqueda de María.

Consulta del psicoanalista:

Ps- “No nos une el amor sino el espanto”, cuando Borges dice…

J- a mi Borges me chupa un huevo, lo que me importa es que estoy obstinado en fracasar y eso a mi antes no me pasaba, no aguanto más, o puedo seguir, la perdí

Ps- La perdió, la perdió…

J- La perdí, sí, necesito una fórmula, una pastilla, una bruja, lo que mierda sea, alguna razón para no quedarme en la cama, necesito sacar su imagen de mi cabeza, voy a arruinarlo todo… (psicoanalista aburrido, harto)

Ps- Basta ya con todo eso, ya caducó la impunidad del abandono, acá no hay soluciones mágicas, acá lo que hay que ver es qué necesidad tiene ud. en involucrarse en situaciones que hicieran crónica de un fracaso anunciado. Uno no se enamora de una mujer, se enamora de una situación, de nada sirve vivir esclavo de un recuerdo, qué es un recuerdo, es algo que uno tiene o que perdió, el amor y la obsesión son dos cosas muy diferentes, lo que pasa es que a veces logran confundirnos, engañarnos, ¡no me rompa más las pelotas con María, y esa hija de puta que se vaya a la mierda!

Va a buscar a su amigo que está trabajando:

A- Búscate un laburito, parecés ama de casa con tiempo libre, dejate de joder!, hace seis meses que se fue María, ¡ya está!

J- Si yo ya me olvidé de María, tengo muchos problemas (rostro compungido, andar pesaroso, sigue a su amigo mientras carga y descarga cajas)

A- Ya! Pensás que el mundo es una fiesta y a vos no te invitaron! Tengo una señora y una nena que no veo en todo el día, ¿Por qué este reclamo entonces?. No puedo creer el grado de ingenuidad que manejás, yo no puedo hacer nada para cambiar tu vida, vas a seguir estando solo, aunque volvás con María, aunque vayas a bailar todos los sábados, es la adolescencia la que se terminó!, no la amistad!..(…)…dentro de uno hay que encontrar las respuestas, ni yo ni nadie te va a sacar ese dolor, vos solo tenés que hacer el clic para correrte de ese lugar, ¿por qué no dejás ya la lástima? ¿por qué no le perdés el gusto a eso?, quizá así empieces a salir adelante poco a poco…Las cosas no son así como nos las contaron cuando éramos chicos, es así Javier!, andá a la concha de tu madre!!

Sus padres no le dejan seguir con ellos en casa con el perro.

Quizá sea en este punto en el que, ante la situación de pérdida, el organismo empieza a emitir señales de agotamiento psíquico y físico. Una personalidad equilibrada empieza a desplegar recursos instrumentales, tanto comportamentales como psíquicos, capaces de gestionar la angustia y de propiciar el cambio; sin embargo otras personalidades no lo logran, desatienden esas señales tanto internas como ambientales y se instalan en la melancolía, el victimismo, prolongando el proceso del duelo, volviéndose patológico.

En el duelo patológico predominan de forma invasiva en el psiquismo los sentimientos de indefensión y desesperanza; la persona se resiste consciente e inconscientemente a disminuir el dolor y la tristeza como testimonio de su amor y bondad. Esta forma de echar de menos al objeto, por culpa, es diferente en el duelo normal, donde no existe la obligación de seguir penando como forma de aplacar a un superyó culpabilizador. El sentimiento de culpa impide que el sujeto acepte la pérdida. (Bleichmar, 1997,2010)

Estamos ante un duelo no resuelto cuando el objeto externo es más amplio que el objeto interno. La fusión, la fijación con él, impide la elaboración del duelo. Javier pierde además de la pareja, la representación interior de una buena pareja, por lo que proyecta desesperanza, inestabilidad, temor…, que dificultan la sana realización del proceso de duelo.

Una de las cosas que impide a Javier aceptar la pérdida es el sentimiento de “no tendría que haber ocurrido”, la injusticia de que le pase a él, culpa por no haberse dado cuenta antes. El sustento de la culpa es la heteroconservación y el amor al objeto; podemos encontrar dos tipos de culpa patológica: persecutoria y depresiva; la primera se parece más a la caso de Javier (ligada a la angustia persecutoria citada anteriormente) “qué hice para que te fueras, te perdono por temor a que no regreses nunca (castigo)”, la segunda sería un pensamiento más parecido a “me siento mal porque tú sufres”.

En Javier encontramos también la presencia de otro sentimiento característico: la rabia, rabia como expresión de la impotencia para cambiar la situación, que sirve más para salvar en parte el narcisismo herido que como medio de elaboración. Según Freud (1917) la rabia no expresada es introyectada; hay ambivalencia hacia el objeto perdido y el conflicto externo se vuelve interno. La expresión de la rabia tiene por fin disminuir el trauma narcisista.

Aparece la agresividad cuando en el duelo se perpetúa el victimismo, con la pretensión de que los demás sostengan al sujeto. Como vemos en el guión de la película, Javier se encuentra con el enfado del amigo cuando pasados los meses sigue con que no tiene trabajo, está triste, María no vuelve, todo le va mal, etc. Por fortuna el amigo le corta, no consiente en sostener más tiempo su penuria y le confronta con la realidad, le descentra de sí mismo mostrándole que también es dura para los demás.

Podemos entender la rabia ante el objeto perdido como un intento del psiquismo de desprenderse de la representación idealizada, desvalorizándolo. Bien resuelto daría lugar a una representación más realista y completa del objeto donde también se incluyen las partes negativas que antes no se veían; pero existe el riesgo de que la cantidad de agresividad sea excesiva y se llegue a dañar también la representación interna del yo. Reconocer el daño del otro provoca también daño en uno mismo “cómo es que estuve con alguien así”, el superyó castiga al sujeto atrapándolo en una culpa reiterativa.

Esto queda reflejado en la película cuando los amigos de Javier aluden a que un poquito de despecho no viene mal para recuperar el orgullo perdido, pues María tampoco era tan fantástica y también tenía sus fallos. Sin embargo en Javier es mayor el sentimiento de desvalía y no se puede desprender tan fácilmente del objeto que al tiempo le genera culpa y rabia cayendo en un estado depresivo.

Observamos que Javier manifiesta sintomatología depresiva (se descuida, no quiere levantarse de la cama, llora, está abstraído por sus pensamientos, fantasea incluso con la idea del suicidio). La depresión aparece desde la necesidad de apego; por narcisismo ama y rechaza y por necesidad de apego se entristece y deprime.

El proceso de duelo viene acompañado normalmente de un estado de ánimo depresivo y no necesariamente de un cuadro de depresión clínica. Los sentimientos depresivos se relacionan con el sentimiento de impotencia; en una primera fase el sujeto siente que hay metas que no puede alcanzar, esto da paso a una segunda fase donde se activa e intenta luchar, si fracasa en su sentimiento de potencia o de eficacia en la consecución de lo que necesita aparece la depresión, narcisista cuando se relaciona con el sentimiento de impotencia del sujeto sobre sí mismo, o bien culposa, cuando queda fijada en el objeto y se culpa por perderlo. En ambos casos se activará la relación con experiencias anteriores traumáticas o condiciones de la infancia predisponentes a la impotencia en etapas posteriores de la vida, latente como un duelo no elaborado. Para Freud serían series complementarias donde existe un antecedente traumático y un consecuente actual que evoca la situación anterior; Brown y Harris (1989) señalan su relación con los progenitores, el sentimiento de “no poder” procede del abandono y la incapacidad de hacer nada para superarlo.

Desde el Enfoque Modular Transformacional observamos que hay varias condiciones motivacionales que se ven afectadas profundamente en situaciones de pérdida, pudiendo provocar la sintomatología depresiva (entre otras) ante el desequilibrio y ante la angustia resultante. En las rupturas de pareja queda afectado en primer lugar el vínculo de apego, de modo transversal la pérdida afecta a todo lo que este sistema supone dejando un vacío que ha de manejar el sujeto solo; paralelamente se ven afectados el resto de los sistemas motivacionales en mayor o menor medida según la importancia que tuvieron en la construcción y mantenimiento de la relación intersubjetiva: el narcisismo, la sexualidad/ sensualidad y la regulación psicobiológica (Bleichmar, 1997).

El duelo es una situación que genera reacciones y síntomas depresivos según el grado de afectividad ligado a lo que se pierde. Esta pérdida entronca con toda la condición psíquica previa y la estructura básica de personalidad del sujeto que puede predisponer al desarrollo y sostenimiento de la depresión. La pérdida de objeto es algo connatural al ser humano desde su nacimiento, por eso el modo en que se hizo frente a las primeras pérdidas, la historia previa de experiencias de duelo, la identificación con figuras significativas, los recursos yoicos desarrollados y la estructura de personalidad, son factores fundamentales en el afrontamiento posterior.

En la pareja se puede generar un “falso self” de forma que el sujeto incorpora un estado emocional del otro con el fin de estar en contacto con él. Como estudió Ana Freud (1965), una forma de apego con el otro se produce compartiendo un estado de ánimo. Por eso, tal y como afirma Bollas (1987) en la función que cumple el objeto transformacional, para referirse a una persona capaz de transformar el estado afectivo del otro: cuando se produce una pérdida no se añora al otro en sí sino el estado emocional que proveía (los planes que aportaba, la energía que sacaba de la inercia, etc…)

En la depresión existe un sentimiento de impotencia con mantenimiento del deseo generador de fantasías que activan experiencias pasadas placenteras. Cuando se hace un juicio de realidad y se aceptan las limitaciones el deseo deja de mantenerse. Hay apatía, no falta de deseo, lo cotidiano no lo provee y deja de tener atractivo. Cuando en el duelo se idealiza al otro los momentos felices pasados impiden ver el presente. El duelo es el momento de la herida, la infección, la pus y la cicatrización, el cuerpo se revela igual que el psiquismo exigiendo un cambio, un crecimiento. Lo que saca de la depresión es que el deseo va cambiando, aumenta la tolerancia a que el deseo con el objeto perdido no se realizará pero no es un drama, aparecerán otros deseos en la vida.

En la película Javier tiene unido su deseo a María y no quiere nada más que a ella, progresivamente este deseo empieza a “ceder” ante la realidad de la pérdida sin vuelta atrás y al tiempo a otras posibilidades que van ganando espacio psíquico y fuerza. Como diría J.L.Pinillos, en un principio se vuelve manifiesta la locura transitoria del enamoramiento ajena a todo indicio de realidad, para dar paso después a la realidad sin tapujos. María ya no está.

2.4.        Proceso de aceptación de la realidad: inicio de reconstrucción de la propia vida

Javier empieza a salir de la depresión y la angustia:

-          Sale con una chica que conoce paseando al perro, se da cuenta de que no funciona.

-          Se apunta a un gimnasio.

-          Intenta buscar trabajo de cocinero.

-          Llama a la veterinaria y se involucra en el cuidado de la perra y el parto de las crías.

-          Busca trabajo relacionado con su profesión como cirujano.

-          Busca apartamento y se independiza de nuevo.

-          Sale con Julia, la veterinaria, y cambia su actitud, ya no quiere contar su historia pasada, habla de su presente, quiere saber de ella, incluso se atreve a contarle cómo se siente con ella, y del freno que puso por protegerse afectivamente.

En este momento Javier recupera su capacidad interna de enamorarse, no por las características del objeto externo en sí, sino por el restablecimiento de la propia potencia personal y por la recuperación del objeto interno bueno  desenganchado del odio. Ahora es capaz de animarse a salir, de buscar un trabajo, de fijarse en otras mujeres que le llaman la atención sin la rémora del odio, el resquemor e incluso la venganza hacia su anterior pareja. Estos sentimientos dejan de estar ahora enganchados al establecimiento de nuevos vínculos placenteros.

Aun no entendiendo las razones de la marcha de María, Javier es capaz finalmente de reparar la pérdida y empezar a superar el duelo. Comienza progresivamente a disminuir la atención hacia María y los sentimientos negativos ligados a ella, para dar paso a su día a día, al desarrollo de recursos propios como el compromiso con su salud yendo al gimnasio, el desempeño profesional en el nuevo empleo, su terapia, etc que le proporcionan experiencias gratificantes en el contacto con nuevos objetos. Empieza también a elaborar la rabia narcisista cuando separa su sentimiento de valía del comportamiento de María, disminuye la idealización y es capaz de ver también los atributos negativos de María que antes no veía.

Siguiendo a Klein (1940), Javier empieza a compensar el daño sufrido recuperando el objeto bueno y dejando la fijación al objeto malo, constatando en la nueva relación con la veterinaria que puede volver a ser feliz.  Ahora queda patente y claramente diferenciado el objeto interno idealizado y el objeto externo que encuentra en la realidad. Klein trabaja la recuperación del objeto interno para asumir la separación del objeto externo; se puede perder la especificidad del objeto externo y conservar características del interno que pueden reubicarse nuevamente en otros objetos.

En esta fase son muy importantes las condiciones previas del psiquismo que posibilitan elaborar la pérdida: experiencias anteriores de duelo y cómo se resolvieron, la personalidad del sujeto y su sistema defensivo, manejo de sentimientos como el odio y la culpa, condiciones del narcisismo, idealización previa del objeto, capacidad de elaboración y aceptación de que uno también puede ser objeto de daño y de agravio sin permanecer fijado a ello, confianza en la propia capacidad para reencontrar un objeto en la realidad.

El discurso parental durante la infancia y en la historia de aprendizajes del sujeto también juega un papel importante, en el caso de Javier observamos unos padres capaces de transmitir esperanza en la reparación y de animar a su hijo a movilizarse sin favorecer situaciones de dependencia. Si en la infancia se han vivido experiencias donde los padres no reparaban en situaciones adversas, se complica la resolución del duelo por identificación con figuras parentales impotentes (melancólicos, psicóticos, alcohólicos por ejemplo), creando desconfianza en la propia posibilidad de reparar.

Klein (1940) considera que un duelo está superado cuando disminuye la ansiedad paranoide y desaparece el odio (impulsado por el narcisismo herido) y la reivindicación. Aparece también la confianza en la capacidad de reparar, de recuperar el objeto bueno o compensar el daño vivido. Elaborar significa dejar de estar fijado a algo y recuperar la capacidad de transformación.

Aceptar que María ya no está desbarata la culpa depresiva, permite recuperar la representación valiosa de uno mismo y del deseo dirigiéndolo hacia otros objetos.

3.  El tratamiento del duelo en psicoterapia desde el enfoque Modular-Transformacional (EMT)

Desde el EMT el terapeuta busca en un primer diagnóstico qué condiciones están manteniendo el duelo: si son necesidades o deseos de apego, de regulación psicobiológica, narcisistas o bien sensual-sexuales. Observaremos la modalidad defensiva que emplea el sujeto y si dispone de recursos yoicos para enfrentar la situación y satisfacer sus necesidades y deseos.

Con respecto a la fijación en el objeto perdido, es importante determinar si es primaria o secundaria a la pérdida y desentrañar a lo largo del proceso terapéutico cómo fue la relación que hubo, así como la naturaleza de las dificultades que presenta el sujeto para encontrar y vincularse a un objeto sustitutivo: tipo de angustias, déficit en los recursos yoicos emocionales, cognitivos e instrumentales, confianza personal en sí mismo para afrontar la pérdida y existencia real de objetos sustitutivos.

Dado que la representación idealizada se basa en gran medida en una descompensación narcisista y un sentimiento de seguridad básico, es importante trabajar si hubo también esta idealización durante la relación de pareja, si se idealizó para negar atributos negativos y qué funciones cumplía el objeto para que la persona le siga añorando. Para elaborar la rabia narcisista es importante separar la valía personal del comportamiento del otro y la tendencia a atribuirse la responsabilidad de la pérdida. Es muy importante reforzar la seguridad en el vínculo terapéutico para permitir la desidealización y la restauración del equilibrio narcisista, examinando el ciclo de ansiedades paranoides, sentimientos de culpa y agresividad defensiva (Bleichmar, 1996), favoreciendo así la disminución de la sintomatología depresiva.

Otro foco de trabajo terapéutico es el intento de transformación de la relación con el deseo para que este vaya cambiando, aumente la tolerancia a aceptar que el deseo con el objeto perdido no se realizará nunca pero sí los deseos con otros objetos de la realidad.

Respecto a la sintomatología que presenta el paciente podemos hacer intervenciones que establezcan una relación que él no hizo antes entre sus emociones, la reacción de su cuerpo y su conducta, con el fin de que se represente una experiencia y pueda desarrollar recursos para autorregularse. Ej. “Cuando se queda solo aparece la tristeza, apatía, desgana vital...es como su mente y su cuerpo reaccionan ante la soledad”.

Para conocer qué construcciones han ido forjando las creencias actuales sobre sí mismo, es imprescindible la reconstrucción histórica que el propio paciente hace de su pasado, revisar su biografía, su historia de duelos, la identificación con los progenitores (estilos de afrontar pérdidas), los recursos yoicos adquiridos. La existencia de pérdidas en el pasado en periodos de inmadurez evolutiva y emocional pudo hacer que el paciente se viera impotente y sometido a la situación, y que ante la pérdida actual se reactive ese mismo sentimiento que se vivió en el pasado. Por eso las intervenciones deben dirigirse hacia el sentimiento y las fantasías catastrofistas con el fin de favorecer un cambio en la representación interna y crear un nuevo sentimiento de potencia personal.

Es conveniente que el terapeuta considere la importancia de especular al modo Kohutiano (Kohut, 1971), es decir, que active la empatía con el sufrimiento del paciente, lo que siente y vive, y le devuelva una imagen de sí mismo con mayor potencia progresiva sobre su vida. Como vemos en las intervenciones del psicoanalista de la película son más bien confrontaciones que intervenciones especularizantes.

Otro de los factores que potencia en la terapia la capacidad de reparar es la transmisión inconsciente de la confianza del terapeuta de que el paciente es recuperable (igual que ocurriría en el caso contrario).

En un trabajo terapéutico sofisticado, siguiendo la teoría de Bollas (1987) sobre el objeto transformacional, el terapeuta por un tiempo es ese objeto capaz de proveer apoyo y orientación, manteniendo proyectos y prestando provisionalmente utilidad al paciente para salir del momento agudo de la depresión y descubrir progresivamente la iniciativa hacia fuentes de interés propio. El trabajo terapéutico sería así como una buena crianza.

4. El final del duelo: capacidad de elección de un nuevo objeto interno

Prueba de la fortaleza de su cambio: vuelve María y quiere volver con él

Sus sentimientos han cambiado: “Antes nos mirábamos a los ojos y nos sentíamos la misma persona, (…) y no sé qué pasó ni cómo, pero gracias a Dios la angustia se transformó en dolor y después de meses pude despertarme un día sin sentir que me faltabas y que estaba todo bien. María, lo que pasamos no lo vamos a volver a pasar, yo te quiero y daría por arrancar de cuajo todo el dolor que tenés pero hoy de esa manera no estoy. NO SOS VOS, SOY YO.”

Vuelve a ver a Julia:

Ju- Estás triste, ¿pasó algo?

J- Nada que vaya a cambiar lo nuestro.

Bibliografía

Bleichmar, H. (1996). Some subtypes of depression and  their implications for psyhoanalytic therapy. International Journal of Psychoanalysis, 77, 935-961.

Bleichmar, H. (1997). Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una técnica de intervenciones específica. Barcelona. Paidós.

Bleichmar, H. (2010).  Rethinking Pathological Mourning: Types and Therapeutic Approaches).. Psychoanalytic Quarterly, 1.

Bollas, C. (1987). The shadow of the object. Psicoanálisis of the unthought known. Londres, Free Association Books, Ltd.

Brown, G.W,  Harris, T.O. (1989). Life events and illness. New York. Guilford Press.

Freud, S. (1917). Duelo y melancolía. Buenos Aires. Amorrortu.

Freud, A. (1965). Normality and pathology in childhood. New York, International Universities Press.

Klein, M. (1940). Mourning and its relation to maniac-depressive states”. The writings of Melanie Klein, vol.I. Londres, Hogarth Press (1985). (trad. castellano: “El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos”. Obras completas de Melanie Klein. Vol.1. Barcelona. Paidós.(1990) pp.346-371)

Kohut, (1971). El análisis del self. Buenos Aires. Amorrortu.

Sandler, J. (1987). From safety to super ego. London. Karnac Books.