aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 046 2014 Revista Internacional de Psicoanálisis

Aportaciones de Edith Jacobson a la psicodinámica de la depresión

Autor: Ferrández Payo, Miguel

Palabras clave

Jacobson e., Psicodinamica de la depresion, depresión, estados de ánimo.


Resumen
Edith Jacobson trató de integrar en la teoría psicoanalítica los aspectos instintual, estructural, de las relaciones objetales y del desarrollo y esbozó la psicología del self. Se pretende plasmar su pensamiento en torno a la depresión, trastorno en el que se especializó, especialmente la evolución endopsíquica del episodio agudo melancólico, sobre una maqueta adaptada al modelo médico y analizar sus contribuciones al conocimiento de su psicodinámica en búsqueda de las aportaciones efectuadas desde las vertientes del narcisismo y la culpa. A valorar, el esfuerzo de clarificación diagnóstica llevado a cabo desde el psicoanálisis entre estados depresivos, depresión neurótica y depresión psicótica. A lamentar, la desvalorización de la obra de Abraham a la que subrepticiamente se adhería.  
I) Edith Jacobson (1897-1978), nacida en la Alta Silesia alemana, estudió medicina y se graduó en Munich (1922). Tras un internado en pediatría en el hospital universitario de Heidelberg y la residencia en medicina interna en el hospital universitario de Munich efectuó las correspondientes a psiquiatría y neurología en el Hospital Charité y en la clínica Oppenheim de la capital alemana, respectivamente (1925-8). Simultáneamente inició su formación psicoanalítica en el Instituto de Berlín analizándose con Otto Fenichel. Al año de ejercicio como didacta fue arrestada por la Gestapo por negarse a declarar acerca de un paciente (1935), al parecer, en contra de la política de discreción alentada por la organización. Escapó a Praga y después a Nueva York (1941) en donde se desempeñó como miembro de la Asociación Psicoanalítica de dicha ciudad. Analizó, entre otros, a Fritz Wittels y Martin Bergmann y reanalizó a Phyllis Greenacre. Su obra se caracterizó por el intento de integración en la teoría psicoanalítica de las vertientes instintual, del ego, de las relaciones objetales y del desarrollo y dio esbozo a la psicología del self. Estudió a fondo las representaciones mentales y el trastorno depresivo. Me centraré en éste último aspecto que prontamente encaró (en los años 20 y en sus pioneras publicaciones de 1930 y 1937) y sobre el cual influyó durante “casi” cincuenta años (Bemporad 1978). Constituye el eje conductor sobre el que he desarrollado recientemente (2013) el libro “De Abraham -vía Jacobson- a Bowlby. Contribuciones psicoanalíticas a la psicodinámica de la depresión melancólica (1945-1983)-II”.   
II) Introducción
Después del breve resumen biográfico (I) transcribiré el pensamiento de Edith Jacobson acerca de la depresión plasmado en letra cursiva en una maqueta ajustada al modelo médico y a la literalidad salpicada de comentarios propios enmarcados entre corchetes.
Será fundamentalmente a partir de su libro “Depresión” (1971), una recopilación de artículos, algunos de ellos pioneros que se preocupó en actualizar, citados por las fechas originales siguiendo a la inicial de su apellido. Me centraré en los siguientes, Los estados depresivos: problemas nosológicos y teóricos”, “La teoría psicoanalítica de la depresión ciclotímica” y “Las identificaciones psicóticas”.
Luego de esta introducción (II) expondré la concepción de la psicoanalista alemana con respecto al desarrollo psíquico (III), los estados de ánimo (IV), la depresión (V) y la depresión psicótica (VI). Tras un resumen general (VII) y una revisión bibliográfica (VIII), procederé a extraer las que considero aportaciones a la comprensión de la psicodinámica de la depresión (IX) seguidas de unas conclusiones generales (X).
Jacobson partió de la psicología del yo de Hartmann y de su concepto de self, que, para Assoun (2009), designa una individualidad vital y psíquica. A efectos de clarificación utilizaré el término sí-mismo, tal como aparece en alguna traducción de Kohut al español (1977), y en ciertos momentos el de imagen en lugar de representación, tal como figura en algunos trabajos traducidos de la propia autora.  
III) El Desarrollo
Para la autora el desarrollo psíquico infantil sigue un curso que dividía en cuatro fases (1971{1954}):
1ª) Las imágenes buenas y malas de sí-mismo y de los objetos de amor que han comenzado a formarse durante la fase pre-edípica temprana “aun no se diferencian con claridad” y “tienden a fusionarse o escindirse reiterada y fácilmente”. Por algunos años el niño “participa de la omnipotencia imaginada” maternaa modo de una “mera prolongación” de ella, o a la inversa, siente que ella “forma parte” de su sí-mismo omnipotente. En su fantasía [citando a Klein] tiende a “igualar o combinar” ciertas partes importantes de los cuerpos materno y paterno como los senos y el falo,asignar este ultimo a la madre y forjar “imágenes parentales unitarias” buscando “evadir” la intrusión dolorosa de la realidadpor la vía de “mantener o restablecer” la perdida unidadcon el objeto de amor.
Durante el primer año la imitación activade los padres indica el “comienzo” del proceso de formación del yo, componiendoel núcleo de su ideal (ideal delyo) a base deimágenes “idealizadas” de ellos “fusionadas” con otras “arcaicas y engrandecidas” de sí-mismo [anticipando claramente a Kohut].
2ª) Renuncia gradual al deseo de unidadcon los objetos de amor, buscando “parecerse a ellos en el futuro” con el paso de una identificación totala otra “parcial”.
3ª) “Fusión parcial” de las imágenes de sí-mismo con las del objeto, ejercida sobre la base de “semejanzas realistas”, si bien llevará “varios años” desarrollar otras “más o menos realistas”.
4ª) Constitución del superyó, la solución “definitiva” a los complejos edípicos y la promoción de la neutralizaciónde las fuerzas libidinales y agresivas.  
IV) Estados de ánimo y estados depresivos
Diferenció de los afectos, a los estados de ánimo y a los estados depresivos(J-1971{1957}):
A)   Estados de ánimo
Son “estados yoicos” caracterizados por “modificaciones generalizadas” de las descargas pulsionales, provocadas interna o externamente sin “plena” conciencia por parte del individuo. Influyen de manera “temporaria” sobre las cualidades de los “sentimientos, pensamientos y acciones”. Al representar un “corte transversal” del estado general del yo, colorean sus manifestaciones a modo de “barómetro”. No están sujetos a la cualidad placer-displacer que aparecerán con el moldeamiento de las descargas por parte del yo y el superyó.
Los diferenciaba de los afectos (que Freud “equiparó” con las fuerzas energéticas y posteriormente con la expresión “conscientemente percibida” del proceso pulsional) en que constituyen sus “representantes-representación”.
Tipos, distinguía tres:
·                    Tristeza: es una respuesta emocional derivada de tensiones dentro del yo ante el sufrimiento causado por experiencias de pérdida o destitución. Predomina en la depresión “solo” para mantener la investidura libidinal en el mundo objetal mediante la “desviación de la agresión hacia el sí-mismo”.
·                    pena: si la tristeza es prolongada y profunda. Sus identificaciones sirven para “preservar” la relación interior con el objeto perdido
·                    estados hostiles.  
Origen: los provocan “experiencias intensas” y derivan de tensiones agresivas que expresan un “conflicto” (neurótico, psicótico o con la realidad) debido a una ofensa, una decepción o bien de tipo narcisista(culpa, fracaso, errores). En este último caso la “discrepancia” entre la imagen de sí-mismo y el ideal del yo(superyó)posibilita en “menor” grado el adecuado examen de realidad dado que las imágenes de nosotros mismos son “menos realistas aún” que las del objeto.
Los diferentes estados de ánimo pueden ser “intensificados” porconflictos narcisistas infantiles, experiencias realistas de fracaso, ineptitud o transgresión moral en dependencia de la intensidad de la hostilidad, la gravedad y la duración de la frustración o la decepción. Su duración “no constituye” un criterio que determine un carácter patológico yuna experiencia los modificará solamentesi puede causar “cambios cualitativos” en las imágenes de sí-mismo y del mundo objetal.
[Concordaba con Anna Freud en cuestionar a Bowlby que se experimente el duelo a corta edad].  
B) Estados Depresivos
Tanto los estados propiamente depresivos como los de exaltación pueden desarrollarse “dentro de los límites” de las condiciones normalesdel ánimo sin necesidad de vincularlos con mecanismos introyectivos, proyectivos y graves conflictos de ambivalencia [tal como señalaba habían sugerido Freud, Abraham, Rado, Klein o Lewin]. La inhibición subsiguiente dependerá dela “intensidad y naturaleza” de los conflictos de ambivalencia subyacentes. Estos estados se producen cuando el yo, incapaz de alcanzar la satisfacción de la agresión en un “conflicto narcisista” situado dentro del yo entre la imagen deseada de síy otra “insuficiente” quele hace sentir “desvalorizado”, “se vuelve” contra ellacon la “consiguiente” pérdida de autoestima [parecen corresponder con la tensión intrayoica de Bibring que tanto criticaba].  
V) Depresión
Una vez expongamos los variados y confusos tipos de depresión que Jacobson presentaba (V. 1) así como sus aspectos diferenciales (V. 2), hablaremos del duelo infantil (V. 3), la depresión infantil (V. 4) y la depresión neurótica del adulto (V. 5). Quedará el camino despejado para abordar el apartado fundamental dedicado a la depresión psicótica.  
V. 1) Tipos
Distinguía los siguientes tipos de depresión:
A)        Normal
B)        Neurótica: subdividida en:
·                    Sin culpa.
·                    Con predominio de tristeza: cuanto se logra mantener la investidura libidinal objetal mediante la “desviación de la agresión” hacia sí mismo.  
C)        Reactiva: término “conveniente” ante un acontecimiento precipitante.
D)        Fronteriza: con reproches de “núcleo más realista” que el de las depresiones “melancólicas”.
E)        Ciclotímica: a la que adscribía los casos “verdaderos” acompañados de hipoergia (“solo se quejan de agotamiento”) y retardo psicomotor (Widlocher 1983) en los cuales “parecen tener conciencia” de una “cualidad somática” que, al igual que la exaltación, experimentan como “algo extraño a su naturaleza”. Entre ellas incluía a la maniaco-depresiva en ciclos alternantes [que correspondería a la bipolar del DSM(Am. Psyc. Ass. 2000)], con síntomas a diferenciar entre dos tipos:
·                    que expresan el “proceso” psicótico.
·                    que representan “defensa y restitución” con culpa [reconociendo seguir a Radó].  
F)          Simple: relacionada con la hipótesis freudiana de perturbación primaria del yo causada por una herida narcisista o por motivos tóxicos somáticos, constituye una “unidad nosológica” dividida en dos subtipos [y que entiendo engloba a la melancolía clásica unipolar del DSM a la que nombra reiteradamente].
·                    Psicótica aguda: en la cual “procesos neurofisiológicos constitucionales” ofrecen la “posibilidad” de determinarla.
·                    Endógena: que muestra “de manera predominante” la perturbación yóica que expresa el proceso psicótico. Se caracteriza por insomnio, anorexia, amenorrea, pérdida de eso, perturbaciones vegetativas y metabólicas y síntomas gastrointestinales o cardiovasculares, retardo psicomotor, etc. [enfin, los rasgos melancólicos del DSM].  
G)         Involutiva.   
V. 2) Diagnóstico Diferencial
Según Jacobson a los tipos neurótico y psicótico les diferencia “no solo el contenido, sino también la cualidad” que descansa en “procesos neurofisiológicos constitucionales”. Las identificaciones psicóticas surgen con el “derrumbe y la desintegración” de las representaciones realistas (del objeto y del self) que “cambian la naturaleza” de las relaciones objetales (1971{1954}).
Para la autora alemana la tendencia a “esfumar” las “estrictas líneas” de demarcación entre ellas y los casos fronterizos [para entonces estrictamente delimitados por su discípulo Otto Kernberg (1975)] había estorbado el logro de una orientación clínica “sólida” en el campo de las psicosis. En algunos pasajes expresaba que la evolución hacia la maniaco-depresión o hacia la psicosis esquizoparanoide o esquizofrenia [que hacía equivaler] se debe a la regresión; no solamente en cuanto a su profundidad sino en cuanto a su “naturaleza” [por tanto las diferenciaba claramente]. En otros, hablaba de melancolía haciéndola equivaler a la depresión bipolar, la psicosis maniaco-depresiva.
Encaramada a la triunfante atalaya de la psicología del yo, Jacobson criticaba, injustamente, a Abraham de:
a) No detectar las “conspicuas” diferencias entre las reacciones melancólicas y las identificaciones en la pena normal (J-1971{1954}).
b)        Abandonar la “estricta” línea de demarcación entre ambos tipos.
c) Interpretar los casos “esencialmente” como psicogenéticos por haberlos tratado [según ella a diferencia de Freud] “como si fueran neurosis”.
d)        No centrarse en el yo, el superyó y las defensas si bien reconociendo que “llamó la atención” sobre el desarrollo de las relaciones objetales.
e)        Diferenciar las depresiones (por duelo, normal, neurótica y psicótica) atendiendo al contenido.
f) No considerar las perturbaciones de la oralidad desde el punto de vista de las necesidades defensivas del yo (J-1971{1954,1956).
g) Calificar de actitudes compulsivas las manifestadas en los intervalos libres de enfermedad [sin citarle específicamente]. No es “del todo suficiente” ya que para recuperar su equilibrio narcisista el paciente “se apoya simultánea o alternativamente en un objeto de amor idealizado y en su propio superyó” y además muestra una mezcla de pseudoindependencia y dependencia.
h) Vincular a los estados normales depresivos y de exaltación con mecanismos introyectivos, proyectivos y graves conflictos de ambivalencia.
i) Conceder importancia al material del ello y a las fantasías de incorporación canibálica y de eyección sádico-anal, para la autora, desdeñables por su “menor importancia” y darse en “todos” los sujetos psicóticos.  
Manifestaba desacuerdo con Freud (1917[1915}) en la identidad de los mecanismos económicos intervinientes en el penar normal y en la depresión psicótica.  
Como hemos visto la reclamada clarificación diagnóstica la llevó a cabo a medias pero al menos diferenció claramente entre estado depresivo o depresión normal, depresión neurótica y depresión psicótica o melancólica.  
V. 3) Duelo Infantil
La pérdida de un progenitor en la temprana infancia es experimentada por el niño, no solo como una pérdida de amor o de un objeto de amor [Freud] sino como una “grave herida narcisista, una castración” [en su momento (2008, 2009, 2010) remarqué la clara conexión con el Edipo que efectuaba Abraham y que advirtiera Ebtinger (1976, 1976{1999}) siendo “muy común” su “glorificación” y el desvío de los sentimientos hostiles suscitados hacia el otro padre (J-1971).  
V. 4) Depresión Infantil (“Básica”, Infantil O Primaria)
Psicoetiogenia
Una “falta de comprensión y aceptación materna” que “reduce la autoestima” del niño [vemos de nuevo suanticipación a Kohut].  
Psicopatogenia       
Se trata de un “conflicto agresivo”.  
Evolución  
Considero que, según Jacobson, seguiría el siguiente proceso de forma escalonada:
·         falta de comprensión y aceptación maternas
·         disminución de la autoestima
·         conflicto agresivo
·         disminución de autoestima
·         depresión infantil.   
V. 5) Depresión Neurótica Adulta
Psicoetiogenia
Conflictos de ambivalencia.  
Psicopatogenia
Una “incapacidad del yo de lograr una satisfacción narcisista, con el consiguiente desprecio de sí mismo y pérdida de la autoestima” (1971{1947}) [o sea, se desprecia por su fracaso]. Tras sentir cólera ante las tentativas hostiles por alcanzar una meta, que por razones externas o internas se salda con una “experiencia de fracaso” -el “meollo” de la perturbación (1971{1957})-se origina un conflicto narcisista entre una imagen deseada de sí-mismo y otra “insuficiente”. Se “expresa” en la pérdida de autoestima y provoca el “desvío” de la agresión dirigida contra el objeto (el mundo objetal) hacia sí mismo quedando el sujeto, conceptuado como “moralmente malo” en su imagen y “merecedor de un castigo” (J-1971{1947}) [parece referida al concepto que describió Bibring y carecer de trastorno neuroquímico].  
Evolución
Planteada de manera escalonada seguiría el proceso siguiente:
·         deseo de lograr una satisfacción narcisística
·         incapacidad yoica
·         cólera
·         fracaso
·         conflicto narcisista
·         autodesprecio
·         pérdida de la autoestima
·         reversión de la heteroagresión
·         autoimagen moralmente mala
·         necesidad de castigo
·         depresión adulta.  
Resumen
El fracaso en el deseo de lograr una satisfacción narcisística en presencia de incapacidad yoica provocaría cólera y un conflicto narcisista con la pérdida de la autoestima por autodesprecio debido al fracaso con reversión de la heteroagresión que incidiría en la necesidad de castigo.   
VI) Depresión Psicótica
Abordaré el aspecto conceptual, los motivos desencadenantes y su etiogenia, psicopatogenia y posibles complicaciones.  
Concepto
La perturbación “primaria” consiste en una “doble desvalorización: de sí-mismo y de su objeto”.  
Desencadenantes
Un “menosprecio” por parte del objeto excita la agresividad, trastorna un precario equilibrio narcisista, reactiva los conflictos infantiles centrados “sobre todo” en los objetos de amor parentales o sus sustitutos y provoca regresión.  
Etiogenia
Una conjunción de factores, comenzando por la constitución seguido de un conflicto narcisista en un yo defectuoso bajo cierta predisposición y una personalidad prepsicótica conducen a un proceso de regresión.
A)        Constitución: determinada “patología neurofisiológica subyacente”, ausente en la neurótica.
B)        Un “conflicto narcisista” primario debido a una fase temprana de “excesiva indulgencia parental seguida de experiencias de desilusión y abandono” (1971{1966}) [Kohut (1971) no solo no se molestó en señalarnos los antecedentes en la literatura de sus propuestas acerca de la empatía sino tampoco las que afectan al self].  Estas “destituciones emocionales y excesivas estimulaciones y/o frustraciones” pulsionales junto al factor constitucional provocan una “insuficiente” neutralización de las fuerzas libidinales y agresivas. Se estorba el “desarrollo” de unas imágenes de sí-mismo y del objeto “duraderas”, unas relaciones objetales “estables” y unas identificaciones de yo y superyó “firmes” (1971{1953}).
C)        Un yo “defectuoso” con “empobrecimiento primario y endógeno”.
D)        Determinada predisposición: conducente al “agotamiento” de las pulsiones libidinales y “posiblemente” a una producción excesiva de las agresivas lo que provoca una neutralización “insuficiente” de ambas.
E)        Unapersonalidad “prepsicótica” (1971{1953}) provista de las siguientes características:
1ª) Separación “insuficiente” entre unas inmaduras” representaciones de sí-mismo y del objeto: sus ambiciones y actividades “claramente separadas” del ideal del yo “solo giran” en torno a “sobrevalorados” objetos de amorparentales debido a que conservan “atributos” de las primitivas imágenes infantiles.
2ª) El superyó no “totalmente integrado”: que tiende a asumir “excesivo control sobre el yo o a desintegrarse, disolverse o fusionarse” con las imágenes y “se lo reproyecta fácilmente”.
3ª) Imágenes y superyó propensos a “fragmentaciones regresivas”: ante conflictos objetales no se recurre a defensas yóicas contra ansias inaceptablessino a “retraimientos y desplazamientos de la investidura libidinal y agresiva”, biensea “de un objeto a otro”, ode un objeto personal a imágenes de cosas.
4ª) Rasgos caracteriales
a) Ya descritos por otros autores(1971{1954,1956}):
                                                            
·                    Una “vulnerabilidad narcisista”: Ante la menor ofensa, tienden a reaccionar con un “profundo” conflicto de ambivalencia “inestabilidad de la autoestima” causada por la excesiva dependencia del cariño y alimento narcisista por parte de un objeto de amor “sobrevalorado” (1971{1954}).
·                    Fácil regresión a la identificación narcisista [descrita por Rank y adoptada por Freud].            
·                    Tendencia a establecer una relación de amor “peculiarmente” simbiótica,  referida a Mahler (1966, 1975), en la que “se alimentan el uno del otro”.  
b) Originales (1971{1953}):
·                    Fijación “demasiado fuerte” a unos “sobrevalorados” objetos de amor parentales sobre los que giran “todas” sus ambiciones y actividades debido a una “insuficiente” separación entre las representaciones del objeto de amor y de sí-mismo.
·                    Una “calidez conmovedora” en la cual los rasgos histéricos “nunca predominan”, acompañada en ocasiones con un aferramiento insólito [omitiendo el origen de éste último en Abraham].
·                    Que “viven esperando o temiendo el futuro”.  
Y después (1971{1954,1956}) añadiría:
·                    “Se enorgullecen de sus idealizaciones” lo queles hace sentir valiosos y “viven de sus ideales o de sus compañeros idealizados”.
·                    El objeto de amor (externo) les representa “sobre todo” una figura del superyó.
·                    Efectúa una “elección masoquista” de los compañeros o causas.
·                    Vive y “necesita al cónyuge para mantener su equilibrio mental”, quien se acaba volviendo cada vez más dependiente y exigente.
·                    “Nunca fallan” en lograr que su cónyuge y “sobre todo” sus hijos se sientan culpables.              
F)        Proceso de regresión.   
Psicopatogenia
A fin de evitar la desvalorización propia y del objeto el maniaco-depresivo efectúa un complejo proceso de desarrollo del proceso depresivo que conduce a la perturbación narcisista primaria (A), “discernible” de los intentos secundarios de defensa y restitución seguidos de regresión y conducentes al retiro del mundo real (C) (J-1971{1953}),
Lo muestro de forma escalonada para facilitar la comprensión de su transcurso tal como hice con otros autores en el libro en que revisé las contribuciones psicoanalíticas a la depresión durante el transcurso 1911-1945 (Ferrández 2010).  
A) Desarrollo del estado depresivo 
1º) Desmentida del displacer y de la destrucción.
2º) “Menosprecio” al objeto de amor (externo) con vuelco de la investidura agresiva sobre la imagen del objeto y de la libidinal sobre la imagen del sí-mismo.
3º) Mantenimiento de “cierta” distancia con el objeto (externo) a fin de protegerle de la desvalorización.
3º) Temor a la pérdida de objeto (externo) que significa la “absorción destructiva de la imagen buena y poderosa” del sí-mismo del otro por la imagen de sí-mismo.
4º) Hipersensibilidad hacia sus propios logros con el objetivo de restablecer el valor del objeto (externo).
5ª Nueva desvalorización del objeto (externo).
6º) Nueva desmentida.
7º) Agresión del objeto (externo) a la imagen de sí-mismo.
8º) Imposibilidad por vacío de reinvestir al objeto (externo).
9º) Desvalorización de sí-mismo y del objeto (externo) que equivale a la “perturbación narcisista primaria”.  
B) Intentos secundarios de defensa y restitución, tal como señalara Radó (Ferrández 2010,2012) para reparar la “herida narcisista” de la que habló Freud.  
1º) Mediante mecanismos de introyección y proyección tomar prestados el yo y el superyó de otras personas y proyectar partes del sí-mismo en otras.
) Búsqueda de apoyo en el mundo objetal “real” en una “súplica desesperada” [indisimulable la presencia de Radó] a la persona a la que ha “endosado” su imagen de objeto ideal con el fin de estimular una “declinante” capacidad de amar [expuesta por un descaradamente omitido Abraham de 1911] con el propósito de restablecerlade forma que “no pueda ser desvalorizada ni destruida”. Es la que se observa en la transferencia terapéutica.
3º) La “patología de las funciones” del superyó consiste en el “reemplazo” delos desvalorizados objetos de amor por una “introyección en el superyó” delasimágenes “omnipotentes y glorificadas” de unos progenitores punitivos “ya sean buenos o malos” en contrade otros “malos, indignos y desvalorados” introyectadosen la imagen del sí-mismo[señalaba la diferencia con la introyección doble de Radó para quién el objeto bueno en el superyó se enoja con el yo] buscando un “castigo” que le haga ser “perdonado, amado y recompensado” por el superyó o por su objeto de amor.
Los intentos restitutivos “lógicamente” fracasarán y la hostilidad vuelta contra el sí-mismo podrá conducir a la autodestrucción (J-1971{1943,1946}).  
C) Retiro al mundo interno. Una vez efectuada la regresión se produce:
1º) Retiro de la investidura “de la parte realista” de las representaciones de objeto (introyección).
2º) “Escisión de las imágenes de objeto” arcaico(interno) deseadas:débil-malo/poderoso-punitivo.
3º) Fusión de la imagen débil con las representaciones de sí-mismo y absorción por el superyó de la imagen poderosa.
4º) Distanciamiento de la imagen deseada de sí-mismo de la denigrada (para protegerla de los impulsos destructivos).
5º) El sí-mismo, investido por las fuerzas agresivas contenidas en el superyó ataca al débil yo.
6º) El yo cede ante el superyó.
7º) Salvación del poderoso objeto de amor a costa de la desvalorización o destrucción del sí-mismo.
8º) Las autoacusaciones son a la vez “una desmentida y una confesión de culpa por el crimen de haber destruído el valioso objeto de amor” [parece referirse al externo al decir objeto de amor pero entiendo que se referirá al interno. Una vez más es Abraham, al que no cita, ya que Freud nunca habló de crimen. La autora intentaba aunar, sin éxito, la desvalorización freudiana con el crimen destructivo abrahamiano]. Logra restaurar, “al menos”, la imagen de objeto poderosa incorporándola al sí-mismo.
Si en la identificación normal o neurótica las representaciones del objeto se mantienen dentro del yo, en la introyección melancólica [tan meticulosa ella, vemos que no distinguía entre introyección e identificación] la insuficiente separación entre la imagen deseada del objeto y el ideal del yo facilita la absorción por el superyó de la imagen del objeto idealizada-poderosa-punitiva junto a las representaciones buenas de objeto (procedentes del yo) y, por otro lado, en el yo, la imagen desvalorizada del objeto se funde con la imagen del sí-mismo.
Otra forma de explicarlo es la siguiente:
1º) Ante la imagen en el yo de un objeto idealizado poderoso y “punitivo” que se “derrumba” el sujetoconstruye en el superyó otra de tipo reactivo (se mantienen las imágenes buenas dentro del sistema yóico y se funden con él) mediante una introyección especial que difiere de las identificaciones “normales o neuróticas” [tal como estableció Abraham]
2º) Fusiona la imagen desvalorizada del objeto con la de sí-mismo, sin asunción por el yo de ninguna característica suya.
3º) El superyó se trata a sí mismo como un desvalorizado objeto de amor.
4º) Se retira la investidura de la parte realista de las imágenes del objeto con la escisión entre éstas.
5º) Se distancian las imágenes deseada y desvalorizada como protección de los impulsos destructivos contra ésta que se refugian en el superyó y la invisten.
6º) El yo “cede” y “logra salvar” al objeto de amor “a costa” de la propia desvalorización o destrucción con un “crimen”.
·           7º) La culpa deriva de la “gran” ambivalencia hacia “todos” los objetos y la condena moral es a si-mismo (a “todo el sí-mismo”, no soloalimpulso prohibido) pasando a “ser una persona malvada”. Los autorreproches representan una “confesión”: la destrucción del valioso objeto de amor [contra sí mismo como Abraham, no contra el objeto como Freud]. Jacobson aseguraba que ya en 1943 hizo saber su opinión de que la culpa como núcleo del conflicto depresivo no apreciaba “debidamente todos los casos” (J-1971{1947}).
Si en la depresión neurótica no solo el impulso prohibido sino todo el sujeto, su self, quedaría conceptuado, de moralmente malo y merecedor de castigo, en la depresión psicótica la culpa vendría derivada de la ambivalenciageneral hacia todos los objetos, los autorreproches representarían la confesión de haber destruído alvalioso objeto de amor y la búsqueda de castigo pretendería el perdón del superyó [para Jacobson representaba la confesión de la destrucción abrahamiana del objeto interno de amor en busca del perdón del superyó].  
Resumiendo, bajo determinada patología neurofisiológica, la repetida indulgencia parental seguida de abandono que ha provocado un conflicto narcisista infantil, con el derrumbe de una imagen propia y del objeto sobrevaloradas omnipotentemente, induce a una introyección de índole especial en la fase edípica con fusión de autoimágenes buenas con la desvalorizada del objeto constituyendo un superyó desvalorizante que disminuye la autoestima y alcanza el crimen de la imagen del objeto.
Si nos centramos en el factor narcisismo entiendo que el proceso descrito en pasos escalonados sería el siguiente:  
·         patología neurofisiológica
·         indulgencia parental seguida de abandono
·         conflicto narcisista
·         derrumbe de la imagen objetal megalómana
·         introyección especial
·         fusión de autoimágenes buenas con la desvalorizada objetal
·         el superyó desvaloriza a la autoimagen
·         disminución de autoestima
·         crimen del superyó a la imagen objetal
·         menosprecio por parte del objeto
·         agresividad
·         regresión
·         autodesvalorización propia y de la imagen del objeto
·         disminución de autoestima
·         depresión psicótica
Adjunto además un modelo sinóptico del proceso evolutivo implicado confeccionado por mí, a partir de los textos, tal como efectué en relación a Abraham y a Radó (Ferrández 2008, 2010,2012) (ver cuadro).  
EVOLUCIÓN DEL PROCESO MELANCÓLICO
Abreviaturas: Oj: objeto-s, R: representación-es,ROj: representación del objeto, RSf: representación del self, Sf: self o si mismo,Sj: sujeto, SY: superyó, Y: yo
A)         FASE PRODRÓMICA
a)     “Reactivación de los conflictos infantiles” centrados sobre todo “en torno de los Oj de amor parentales” o sus sustitutos
b)    Desplazamiento de la investidura libidinal y agresiva “de las ROj a las RSf”
c)     Esfuerzo por “reinvestir los Oj”
d)    Se “incrementa las fusiones de las imágenes de Oj/Sf”
e)  “Distorsión regresiva” de las R
f)  “Colapso” de las R
g)  La “identificaciones de Y y SY se desintegran” en “imágenes primitivas”
h)   “Identificaciones narcisistas” (“fusiones regresivas de imágenes de superyó-Sf-Oj”)
i)  “Experiencias de fin de mundo, pérdida de identidad y sentirse muerto”
B)         FASE DE LUCHA
a)     “Parecería que las RSf han asumido las mismas cualidades que el paciente atribuye inconscientemente a su Oj de amor”
b)    “apoyo externo”: “toma prestados Y y SY de otras personas” o “proyecta partes de su propio SY en determinados Oj”
c)     “Se retira del mundo objetal”
d)    Irrumpen en la conciencia “imágenes primitivas de Oj y del Sf”
e)     “Nuevas unidades” por fusión de “restos de conceptos realistas”
f)     “Se establecen poco a poco ROj y RSf delirantes”
g)    Proyección “hacia el mundo exterior”
h)     “Regresión narcisista conducente a una desmezcla pulsional”: “diferente”, “reversible”, que “no acarrea una desintegración completa de la personalidad”. Aunque “se siente amenazado” no se disuelven las representaciones y el idealismo es menos abstracto, “vinculado a un Oj representativo personal”. No ocasionan un retorno a la etapa simbiótica temprana de las identificaciones totales”, “Se trata sí mismo como si fuera el Oj”, con” tendencia a aferrarse, someterse o reconciliarse con él”  
C)         FASE AGUDA
a)     “Menosprecio del Oj”
b)    “Vuelco de toda la investidura agresiva sobre la imagen de Oj y de la investidura libidinal sobre la imagen del Sf” con “desvalorización de si mismo y de su Oj de amor” (“perturbación depresiva primaria”)
c)     “Intentos secundarios de defensa y restitución”
1º) “Súplica desesperada” hacia el “mundo objetal real”
2º) “Evasión” del “mundo real de los Oj”
3º) “Retiro de investidura de la parte realista de las ROj”
4º) “Escisión de las imágenes de Oj”
5º) La “imagen desiderativa arcaica de un Oj de amor poderoso pero punitivo” que se ha ido creando, se engrandece y “es absorbida por el SY”
6º) La otra imagen del Oj “desvalorizada, se fusiona con las R”
7º) Intento de “mantener su imagen desiderativa a una distancia inalcanzable” de la otra para protegerla de sus impulsos destructivos
8º) “Las fuerzas agresivas se acumulan dentro del SY e invisten la imagen del sujeto”
9º) El Y “cede”
10º) Autoacusaciones: “desmentida y una confesión de culpa por el crimen de haber destruido el valioso Oj de amor"
D)         FASE DE REMISIÓN
a) “La “imagen poderosa” derrumbada “en tanto ROj dentro del Y” ha sido “reconstituida en el SY”
b)“Se salva al Oj de amor” pero solo “a costa de desvalorización completa del Sf o aun de su destrucción
                        .
Complicaciones
A) Personalidad compulsiva: en los intervalos libres la personalidad del maniaco-depresivo se diferencia en que “se apoya” en un objeto de amor idealizado y en su propio superyó y adolece de una mezcla de dependencia/pseudoindependenciasi bien el esquizofrénico paranoide puede adoptar algunas actitudes.
B) Hipomanía: en unos casos se trata de la “ilusión” de poder del yo aliándose con el ello pero renunciando a sus funciones y en otros de una “victoria del amor” sobre la destrucción que puede acaecer en los intervalos libres (J-1971{1943,1946}).
C) Manía: la “participación prolongada del sí-mismo en la omnipotencia imaginada del objeto de amor”, mecanismo de desmentida [elogia a Lewin] que cuando falla conduce al “menosprecio del objeto”, que habrá buscado evitar manteniendo “cierta distancia” (J-1971{1953}).
D) Esquizofrenia, el trastorno esquizoide: aunque reconoce que estos trastornos presentan tambiénfantasías canibalísticas y de eyección sádica, asegura, “no creo” en la continuidad entre los estados maniaco-depresivo y esquizofrénico. Este “imita” al objeto, “se comporta como si fuera él” y tiendea “destruir la imagen” yreemplazarla por la de sí (“la del sí-mismo”) o a “dejar que esta sea aniquilada y reemplazada por aquella” (J-1971{1954}) [sin embargo la autora dice en otro artículo del mismo libro recopilatorio que en estos casos la regresión es mayor].  
E) Suicidio: “nunca” abandona la esperanza “incluso cuando llega”, la “victoria última, aunque fatal” del superyó.   
VII)      RESUMEN GENERAL
A partir de una patología neurofisiológica subyacente constitucional, un conflicto narcisista secundario a determinadas experiencias (sobreindulgencia paternal seguida de desilusión y abandono) sucedidas en un yo predispuesto (endógenamente defectuoso y débil debido a insuficiente neutralización pulsional que impide generar investiduras estables de objeto y del self e identificaciones firmes de yo y superyó) en presencia de un tipo concreto de personalidad (con insuficiente separación de las representaciones, de objeto y self, los objetos parentales sobrevalorados y el superyó tendente a fusionarse con su representación)ybajo la propensión asufrirfragmentaciones narcisísticas regresivas, produce una herida narcisista. De carácter desvalorizador, tanto del sí-mismo como del objeto, provoca regresión a una etapa postsimbiótica (paso de la investidura agresiva a la representación objetal y de la libidinal a la representación de sí-mismo) caracterizada por unas imágenes delirantes-omnipotentes, (introyectadas en el superyó) castigando a otras malas-delirantes-desvalorizadas (introyectadas en la imagen de sí mismo) en búsqueda de la obtención del perdón por parte del objeto externo de amor o del superyó, por medio de autoacusaciones que confiesan culpa por un crimen cometido sobre el valioso objeto de amor.   
VI)                  RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
Dado que cualquier revisión acerca del tema dedica un espacio a la abstracta obra de Jacobson expondré únicamente los comentarios que me parecen de mayor interés.   
·           Lewin (1950) señalaba la importancia atribuida a las primeras frustraciones en la depresión primaria y que para ella habría una hipomanía en la que impera el ello y otra en la cual lo hacen los ideales.
·           Bellak (1952) fijaba su atención en el carácter secundario de la culpa con respecto a la rotura del yo, resultado del colapso de su relación con el objeto. Subsiguientemente, en un intento recuperador, el superyó desarrolla funciones destructivas.
·           Bibring (1953{1951}) destacaba los primeros desencuentros con la omnipotencia paternal y la subsiguiente devaluación de sus imágenes que destruyen al self infantil con el resultado de una depresión primaria y hacía referencia al tipo endógeno que caracterizaba por la debilidad del yo (Weiss 1944) y la secundariedad de la culpa.
·           Zetzel (1953) resaltaba que las primeras introyecciones pregenitales y los primeros desacuerdos entre ambos padres toman una parte decisiva en la formación del superyó, así como en la posibilidad de prematuridad, de importancia para la activación por la regresión.
·           Lebovici (1955) destacó la importancia asignada a las frustraciones edípicas.
·           Para Rosenfeld (1959) el superyó es precoz con la introyección de imágenes parentales idealizadas si bien sus puntos de vista respecto de que es sádico pero bueno y la sumisión para su aplacamiento los veía idénticos a los de Radó y Klein. La decepción demasiado precoz transforma a los padres omnipotentes en malos y castrados, lo que influye en su identificación y en un superyó depresivo. Remarcaba la introducción del concepto de representación del self con libido narcisística. En el comienzo de la formación del superyó, el self está confundido con la imagen del objeto, por lo que conlleva fusiones de imágenes de los dos. Se trata a sí mismo como si fuera el objeto malo. Encuentra similitud entre las representaciones del self y la fusión de éste con los objetos en relación a la identificación proyectiva de Klein, pero para ésta última no sólo habría lucha entre las figuras superyoicas y el self, sino también en las primeras, entre buenas y malas.
·           Mendelson (1960) remarca que la representación del objeto la creó por analogía con la del yo de Hartmann. Si ésta tiene catexis libidinal conlleva la autoestima elevada y si es agresiva, resulta disminuida con depresión. La culpa proviene de la tensión agresiva entre el superyó y la representación del self.
·           Wisdom (1962{1961}) encontraba que su aportación fundamental, que en la regresión oral la borrosa discriminación entre las representaciones de objeto y persona (objetos introyectados orbitales/nucleares) hace confundir una pérdida objetal con la nuclear, se adecúa más a la esquizofrenia. Refutaba la crítica a Klein de no distinguir entre introyección en el yo y en el superyó.
·           Beres (1966) destacaba el énfasis en la herida narcisística y encontraba insostenible que la culpa por la agresión pueda disminuir la autoestima.
·           Ostow (1975) hablaba de una teoría en relación a una defectuosa función del yo y de maniobras de conservación de la autoestima.
·           Bergeret (1975) la relaciona con Abraham en que la decepción edípica refuerza los sentimientos pregenitales de fracaso.
·           Bemporad (1978) señala que a pesar de su deseo de purificar la conceptualización en los casos clínicos no siempre se adhería a ello, pecaba de cierto antropomorfismo y quizá su síntesis entre las teorías del yo, de los instintos y de las relaciones objetales no sea posible en el terreno real.
·           Bowlby (1980) creía que no habló de duelo sino de desilusión o desengaño.
·           Glatzel (1982) lo explica así: al no conseguirse por la fijación narcisista el objetivo deseado, la agresión se vuelve contra la autoimagen y la desvalorización de ésta provoca un conflicto narcisista entre una parte de ésta, determinada por el propio deseo, y la claudicante.
·           Para Haynal (1987) lo central es la pérdida de autoestima -concebida como inferioridad, debilidad, empobrecimiento e impotencia- pero que en la depresión psicótica existe, además, regresión ante predisposición debida a defectos en yo y superyó por fijación preedípica de ambos, por la herencia y primitivas frustraciones emocionales, en el sentido de decepciones parentales precoces que lo hacen intolerante a las futuras, o reaccionando con negación maniaca. La melancolía consiste en una disolución regresiva de las precarias identificaciones con la consiguiente confusión de buenas y malas imágenes objetales con el self y el superyó.
·           Mendilaharsu (1987) diferencia su concepto de superyó del kleiniano en que, aunque retenga las características pregenitales precursoras, aparece, siguiendo a Freud, con el culmen del Edipo. Resaltan el papel de la desilusión temprana con imágenes de self y objeto no bien establecidas si la madre no prepara, desde el estado simbiótico, para la individuación.  
·           Olié y cols. (1990) reseñan el que acentúe el empobrecimiento del yo y la pérdida de autoestima sobre la culpabilidad y que se defina positivamente a la duda de Freud de si es suficiente una pérdida en el yo sin tomar en cuenta al objeto.
·           Stolorow y Atwood (1992) califican de “idolatría” de la mente autónoma hartmanniana que la formación del superyó garantice la estabilidad ulterior de la autoestima y resaltan que Kohut la mantuvo en su teoría de inicio, la formación progresiva de un self autorregulador a través de frustraciones óptimas e internalizaciones transmutadoras.
·           Bleichmar (1997) da cuenta de la multiplicidad de tipos depresivos que describe y encuentra discutible el término de representación, la necesidad de interpretar la agresividad y sus causas.
·           Contreras (2000) prioriza la autoestima y que ante una pérdida ambiental en un sujeto con carga agresiva en la autorrepresentación aquella se vuelve contra ésta en concurrencia con una pobre separación de la objetal y un superyó mal diferenciado. Valora que mantuviera el criterio clínico sindrómico. La depresión psicótica ante el quebrantamiento defensivo daría a luz la relación sadomasoquista hacia el objeto amado por ambivalencia.
·           Perlow (1995) resalta la falta de estructura del superyó por encima del papel de la agresividad, el uso representacional y el yo defectual.
·           Gabbard (1995,2000) resume su aportación en que el melancólico actúa por identificación con los aspectos negativos como si fuera el objeto de amor perdido y sin valor hacia el que existiría ambivalencia, aun sin asumir esas características, por lo que el self se experimenta como el objeto malo que en ocasiones se transforma en el superyó sádico torturador que le victimiza (o bien lo hace el objeto de amor externo). En cuanto a la manía, la entiende como una negación de la agresividad por la reunión o fusión mágica del self con un superyó idealizado amoroso.
·           Thompson (2002) destaca su esfuerzo por integrar las teorías instintual, estructural y de las relaciones objetales.
·           Kernberg (2004), discípulo suyo, considera que en su modelo, creado de manera independiente al de Fairbairn, la crueldad y perfección del superyó de la depresión psicótica es por la fusión regresiva en él de las representaciones objetales persecutorias/idealizadas en contra del self agresivo fusionado y las representaciones objetales del yo, pasando la culpa a una devaluación delirante del self identificado con el objeto.
·           Blatt (2004) remarca su centramiento sobre la autoestima y, en línea con Abraham y Freud, el temor al abandono por parte de un objeto del que es ambivalentemente dependiente.
·           Winograd (2005) señala la importancia que concede a las regresiones profundas que suceden.
·           Assoun (2009) contempla su teoría como un intento de síntesis entre la teoría del yo y la relacional, entre las que incluye la del desarrollo de Spitz.
·           Ferrández (2010) reflejaba que tras un conflicto narcisista primario por desmezcla de pulsiones y un yo defectuoso, la agresividad es vuelta contra la imagen del self. Los autorreproches reflejarían la culpa por el crimen de haber destruido el valioso objeto de amor. A diferencia de Radó, los progenitores punitivos o ensalzados (sean buenos o malos) se introyectarían en el superyó, y los malos en la imagen del self.
·           Para Williams (2012) su énfasis en lo fenomenológico era implícitamente de índole relacional.
·           Luyten, Mayes, Target y Fonagy (2012) la emparejan con Loewald en la tradición de las teorías de los instintos y del ego pero acentuando la importancia de los procesos relacionales e intersubjetivos y particularmente la importancia de la internalización en el proceso del desarrollo.   
IX) APORTACIONES
1ª) Un yo pobre y defectuoso endógenamente.
2ª) Un conflicto narcisista por experiencias infantiles de sobreindulgencia parental seguidas de abandono y desilusión.
3ª) Una insuficiente separación entre las representaciones de sí-mismo y del objeto.
4ª) Representaciones y superyó propensos a regresión a la identificación narcisista.
5ª) Ataque de imágenes delirantes omnipotentes introyectadas (en el superyó) contra otras malas y desvalorizadas (en la imagen de sí- mismo).
6º) La personalidad caracterizada por un carácter cálido, el temor al futuro y la elección masoquista de los compañeros sentimentales.
7ª) El menosprecio al objeto (en la manía).   
X) CONCLUSIONES
Mi impresión es que Edith Jacobson pretendió fundir su propia concepción teórica -en la línea de las relaciones objetales y de sorprendente parecido con la obra de Melanie Klein surgida al otro lado del Atlántico- no sólo con la teoría freudiana clásica de los instintos y con la psicología del yo estadounidense de Hartmann, Kris y Loewenstein avalada por Anna Freud sino que, además, esbozó la base de la psicología del self que Kohut diseñó en Estados Unidos centrada en el narcisismo. Al parecer, y según ratifica Kernberg, Bela Grunberger (1964), un estudioso de Abraham, la teorizó en Francia de forma independiente en relación a la depresión. Y Chazaud (1979) en su caso asegura lo mismo.
Los primeros escarceos teóricos de Edith Jacobson en Europa parecen testimoniar su independencia de los desarrollos teóricos de Klein. Kernberg, en opinión no neutral por tratarse de un discípulo suyo, lo corrobora. En 1954 Jacobson aseguraba concordar con ella respecto a los mecanismos de doble identificación mágica. Guntrip (1971{1968}), ferviente discípulo de Fairbairn (1952), tenía la impresión de que en la década del cincuenta la analista alemana desconocía los trabajos del escocés.
Concuerdo con la sensación de Irving Paul (1985) de que su compleja obra sufre de la ausencia de un sello e implicación personales que se patentiza en la sensación de distanciamiento que transmite en la transcripción de los casos clínicos. Como si temiendo mostrar su propia personalidad la protegiera parapetada en una barrera de cemento teórico.
El esfuerzo de Jacobson en pos de clarificación, síntesis y precisión diagnóstica rigurosas del campo depresivo merece un encendido elogio pero su tendencia a la ampulosidad y falta de didactismo lo complicaron innecesariamente. A valorar su concepción de la autoestima y la culpa. Desde Nueva York cargó injustamente contra el vienés afincado en Boston, Edward Bibring, otro protagonista de la época, quien ahondó en el tema de la depresión neurótica dejando bien claro que sus proposiciones se hallaban al margen de la depresión psicótica o melancolía.
Deseo mostrar mi desacuerdo también con la distribución de méritos que efectuó, por ejemplo al desdeñar a Abraham en favor de Freud, siguiendo probablemente motivaciones de oportunismo político de cara a la organización.
El enfoque de gran parte de la obra de Jacobson iba dirigido a renovar la panorámica acerca del tema de la depresión a través de centrarse en la psicología del yo, lo que en aquel momento pudo suponer un avance. Para mí no logró superar lo establecido por Abraham, al que subrepticiamente seguía sin explicitar pero hacía objeto de inmerecidas críticas mientras en todo momento elogiaba a Freud, un buen resguardo frente a la ortodoxia. Acaso acertara en su empeño de diseñar las perspectivas necesarias para el abordaje del tema, pero de una forma innecesariamente compleja. Me parece pertinente la adecuada valorización que promovía de la agresividad en la melancolía, la debilidad yoica, la conflictiva narcisista entroncando con Kohut y la introyección, pero probablemente se complicara excesivamente con su concepto de representación, al contrario que Klein, quien siempre pretendía simplificar la complejidad de su rica teoría. La abstracta obra teórica fundamental de la analista alemana, “El self y el mundo objetal” (1964), redactada a los 67 años de edad, da fe de ello.            
Erróneamente, Jacobson adjudicaba a Radó y no a Abraham la noción de doble introyección, si bien parece más acertada la proposición de su contenido. Aseguraba que Abraham no detectó diferencias entre la identificación normal y melancólica y Freud sí, cuando sabemos que no es así (Ferrández 2008, 2010) y que la que se produce en este caso es específica, bien al contrario que Freud.  
A valorar, que criticase la tendencia a esfumar la estricta línea de distinción entre la patología neurótica, la patología psicótica basada en procesos neurofisiológicos constitucionales subyacentes, y la, por entonces reconocida, patología fronteriza. A lamentar, que desvalorizase las demás contribuciones del psicoanálisis al estudio de la depresión, especialmente la de Abraham.   
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