aperturas psicoanalíticas

aperturas psicoanalíticas

revista internacional de psicoanálisis

Número 022 2006 Revista Internacional de Psicoanálisis en Internet

Cervantes y Don Quijote

Autor: Lichtenberg, Joseph D.

Palabras clave

Experiencia vital/acto creador, Cervantes, D. quijote.


Traducción: Marta González Baz

Revisión: Ramon Riera

 

En contraste con la mayoría de los estudios psicoanalíticos previos sobre la creatividad, el enfoque que recomiendo se centra en las transformaciones estéticas que el artista creativo hace para relatar de forma significativa sus experiencias y su visión a una audiencia. Con anterioridad los productos creativos tales como novelas, poemas, composiciones musicales, pinturas y esculturas han sido utilizados para corroborar las teorías psicoanalíticas y para ilustrar las conexiones entre los conflictos de los artistas creativos y sus trastornos patológicos. Los personajes de cuentos y novelas han sido “analizados” para ilustrar teorías concretas sobre los conflictos o trastornos en la cohesión del self. El acto de la creatividad en sí mismo se ha considerado como una forma de sublimación por la cual escritores y artistas externalizan, con mayor o menor éxito, sus trastornos internos mediante el acto de crear un producto estético. Yo creo que un estudio extenso de los artistas creativos revela que como individuos se mueven, por factores de personalidad, caracterológicos e individuales, en un amplio espectro de grados de propensión a distintos grados de salud mental y trastornos emocionales. Lo que tienen en común es la capacidad de transformar sus experiencias reales e imaginarias en una obra de arte que es una variante estética de todas aquellas cuestiones que en su vida como individuos procuran sobrellevar. Por esta razón, yo abogo por centrarnos en la transformación estética del acto creativo más que en su relación con cualquier teoría psicoanalítica o formación patológica específica.

Como analista de la psicología del self que trabaja con pacientes, escucho temas o historias que muestran la búsqueda de integración por parte de mi paciente entre sus motivaciones actuales y sus experiencias vividas. La historia del paciente cobra vida en la forma de su mensaje y en cómo me percibe, en cómo percibo yo al paciente y en mi historia, y en la historia que creamos juntos. De forma parecida, cuando abordo la literatura, presto atención a los temas de la obra literaria y a su conexión con la experiencia vivida por el autor, y a mi comprensión del autor tal como es procesada por mi experiencia vital (presente y pasada), especialmente por mis experiencias como lector. Pretendo enfocar mi exploración de Don Quijote a través de tres cuestiones: en primer lugar, ¿cómo crea Cervantes, a partir de su experiencia, una experiencia imaginaria estéticamente transformada abierta a la apreciación empática por parte del lector? En segundo lugar, ¿cómo lucha Cervantes con el marco de su oficio para lograr una forma adecuada a su objetivo estético y a la comprensión de su lector? En tercer lugar, ¿qué sabiduría insertó Cervantes en un libro repleto de tópicos de su tiempo para hacer que mantuviera una significación perdurable para los lectores cuatro siglos después?

 

Experiencias vitales

En el momento de la publicación de la primera parte de Don Quijote en 1604, Miguel de Cervantes tenía 57 años de experiencias vitales, muchas de ellas horribles. Sus antepasados tenían privilegios y contactos con la nobleza española y vivían holgadamente. Las generaciones más recientes habían trabajado como abogados dando origen a la especulación de que eran conversos, es decir judíos convertidos al cristianismo para escapar de la Inquisición. Los años buenos terminaron cuando el abuelo de Miguel abandonó a su esposa y al padre de Miguel, Rodrigo, dejando que se las arreglaran por sí mismos. Mientras fue joven, Rodrigo continuó con su vida privilegiada, se casó y tuvo varios hijos. Cuando el dinero se terminó, Rodrigo, sin estar preparado, tuvo que ganarse la vida como cirujano, con un estatus mucho más bajo que el de un médico o un abogado. Cuando Miguel tenía 5 años, su padre, que nunca fue bueno ganando dinero, estaba preso por deudor y amenazado con la confiscación de sus propiedades al tiempo que nacía el cuarto hijo. Usando el engaño y recurriendo a los antiguos contactos fue liberado de la prisión y comenzó 15 años de vagabundeo, mudándose de ciudad en ciudad para escapar de los acreedores. Durante todo este tiempo, Leonor, que provenía de una familia de  terratenientes rurales, acompañó a su esposo. Al contrario que Rodrigo, Leonor parece haber tenido un sentido práctico. Cuando él estaba en prisión, ella “vendía y compraba bienes, firmó contratos y préstamos con comerciantes y recibió alquileres por las casas” (p. 35) manteniendo a flote a la familia. De modo que tenemos a Rodrigo, un antiguo niño rico, siempre luchando y siempre fracasando, desilusionado y abandonado, en el camino de sitio en sitio (pensemos en el Caballero de la Triste Figura) acompañado por su esposa Leonor, siempre leal y devota, con sentido común y recursos, (pensemos en Sancho Panza).

¿Qué fue de Miguel durante este vagabundeo? De algún modo fue educado, probablemente por los jesuitas y seguramente ayudado por parientes acomodados. Emerge en un momento de gloria con cuatro poemas publicados en un famoso libro conmemorativo. Se hablaba de él “como un poeta extraordinario y precoz” (p. 45) a la edad de 22 años. Y entonces sucedió su primer desastre: se vio obligado a huir de España a Roma. Había herido en duelo a un constructor rico y bien relacionado, probablemente defendiendo la reputación de su hermana (pensemos en varias series pastoriles con el tema de proteger a una mujer del deshonor causado por un hombre que hizo promesas que no mantuvo). En Roma está al servicio de un prelado, donde se le introdujo en el mundo del protocolo (pensemos en el extenso episodio con el duque y la duquesa en la segunda parte). Incansable como siempre, pronto se dirige al sur para enrolarse en la flota que iba a luchar contra el Imperio Otomano. En Lepanto, a pesar de sufrir malaria y de ser instado por su capitán a permanecer a cubierto, insistió en luchar. A cargo de doce soldados en un esquife, Cervantes -¿heroicamente?, ¿imprudentemente?- se situó a la cabeza. Recibió tres disparos que resultaron en la pérdida total del uso de su brazo izquierdo y en profundas heridas en el pecho que tardaron años en curar. Su valor le supuso reconocimiento y cartas de recomendación de Don Juan de Austria, hermano del rey y oficial al mando. A pesar de sus heridas, sirvió otros cuatro años en campañas importantes.

Y ahora comienzan de nuevo las caóticas experiencias de Cervantes. Tras haber abandonado España en desgracia, ahora puede regresar con cartas de recomendación, una recompensa económica por sus servicios y su hermano menor Rodrigo, compañero inseparable durante sus años como soldado. Siguieron diez meses en Nápoles, dando lugar a una conjetura, basada en escritos posteriores, sobre un amor apasionado que terminó en amargos celos. Navegando desde Nápoles en un convoy español con buen viento, los hermanos tenían esperanzas de un viaje rápido cuando unas violentas tormentas alejaron su barco de la escolta. A escasa distancia de Barcelona, fueron capturados por piratas y llevados como prisioneros a Argel, un mundo de intriga, conspiraciones, codicia y violencia. Las cartas de recomendación de Miguel y sus esperanzas de restauración inmediata de su reputación le fueron arrebatadas y utilizadas como prueba de que valía la pena secuestrarlo y pedir un rescate por él.  Por supuesto esto era malo, pero lo salvó de la alternativa, ser un esclavo en galeras o en una casa. En espera del rescate pasó cinco años en prisiones, pero no de forma sumisa, como atestiguan sus cuatro intentos de fuga.

Podemos seguir los siguientes años como una serie de episodios análogos a la organización del Don Quijote de Cervantes. Episodio uno: Miguel encabeza un grupo de 8 personas guiado por un moro sobornado para huir cruzando un terreno semidesértico poblado por tribus hostiles. Episodio dos: su hermano Rodrigo es rescatado con el escaso dinero que la familia puede reunir y se trama un plan para que regrese en una fragata a rescatar a 14 importantes cautivos ocultos en una gruta en el jardín del alcalde. Son capturados tras ser traicionados por uno del grupo. A pesar de la amenaza de cortarle las orejas y la nariz, Miguel asume la responsabilidad declarando que los otros seguían sus instrucciones. Durante los cinco meses siguientes fue castigado con las condiciones carcelarias más duras. Episodio tres: escribe una carta a un general español pidiéndole ayuda, todo para que el mensajero fuera arrestado y empalado y la carta revelada. Episodio cuatro: 18 meses después, cuatro años después de su captura, planeó escapar con 60 cautivos en una fragata alquilada, siendo traicionado por un compañero español celoso. Le ofrecieron un rescate personal, que él rechazó estoicamente. Con una soga en torno al cuello y maniatado, permaneció impertérrito. Episodio cinco: un año más tarde, Cervantes es apresado a bordo de un barco turco y atado a un banco con cadenas y grilletes para ser trasladado como esclavo a Estambul. Y entonces, un sacerdote sube a bordo y junta el dinero de la familia de Cervantes con dinero para rescatar a un joven aristócrata y Cervantes es liberado. Episodio seis: de vuelta en España, Miguel, desesperado por conseguir algo de dinero, apela a la corte de Felipe II para que restaure su buen nombre y le ofrezca una compensación. Se da cuenta de que tiene escasa influencia en el mundo maquiavélico de cortesanos y favoritos. Se le ofrece arriesgar de nuevo su vida como espía en Orán, acepta, vuelve sano y salvo y su informe es ignorado. Pero hay buenas noticias. Durante todo el tiempo que ha pasado en cautividad, ha continuado escribiendo y obtiene suficiente dinero con su historia de Galatea unido a sus ingresos por su misión de espionaje, como para decidir convertirse en escritor profesional. Episodio siete: con 37 años, Cervantes es ahora un autor teatral exitoso y reconocido en los círculos literarios. Tiene un hijo ilegítimo con una bella mujer casada de 20 años y, al mismo tiempo que el nacimiento del niño y la muerte de su padre, se casa con una joven de familia de hidalgo con tierras y muchas deudas. Episodio 8: un largo episodio de 20 años. Cervantes pasa dos años en la oscuridad rural con su novia y la familia de ésta, bloqueado su éxito en el teatro por la eminencia de Lope de Vega, el más popular dramaturgo español. Siempre necesitado de dinero e incansable para la acción, busca de nuevo empleo al servicio de la corona, dedicada ahora al monumental gasto de crear una armada para conquistar la Inglaterra protestante. Obtiene el puesto de comisionado para la obtención de aceite, trigo y cebada en apoyo a la guerra. Su destino es en Andalucía, lejos de su mujer que se queda en Castilla. Celoso colector, primero de cereal y más tarde de impuestos, cayó en desgracia con un clero reticente, siendo excomulgado, y con otras autoridades, siendo acusado de malversación de fondos y encarcelado. Siempre intentó mantenerse como escritor y siempre, aun en sus trabajos al servicio del gobierno, un pequeño paso por delante de sus acreedores. Así su vida comenzó con un penoso vagabundeo, se abrió a la aventura heroica y volvió al penoso vagabundeo. Pero su identidad era la de un culto artista creativo.

 

Transformación estética

Patrón uno: vagabundeo. Cervantes toma sus dos motivaciones para andar en los caminos y las divide en dos gemelos inseparables: Don Quijote en busca de aventura, acciones heroicas y reconocimiento y Sancho en busca de beneficio material. El Quijote permanece inalterado; su vagabundeo es una búsqueda espiritual y como tal permanece. Sancho cambia de una preocupación limitada a la comida, el alojamiento y dormir para establecer un vínculo de apego en el que se desarrollan los ideales de lealtad, sabiduría y buen gobierno.

Patrón dos: peligros, peleas y caídas. “Wily Coyote” es un personaje de dibujos animados visto por millones de niños americanos. Corre en busca de aventura o comida. Se lanza tan precipitadamente hacia el peligro que, en su entusiasmo, no lo identifica o lo ignora hasta que es demasiado tarde. Es aplastado para luego volver a reponerse a tiempo para la siguiente aventura. Al igual que el creador de dibujos animados, Cervantes en Don Quijote utiliza la estructura de subidas y bajadas que tiene sorprendentes analogías con su vida. ¿Qué hace tan atractiva a esta línea argumental? En primer lugar, contrarresta el miedo del niño (y del adulto) al dolor y la muerte. En segundo lugar, describe la resiliencia como una característica admirable. En tercer lugar, como sucede con Wily Coyote o con Charlie Chaplin en su interpretación del vagabundo, describe la ingenuidad del “inocente” como entrañable y que se hace querer. El lector puede sentirse superior, parental, y preocuparse cada vez más por el bienestar de aquellos maltratados por las desventuras de la vida.

Patrón tres: Autenticidad de identidad. A lo largo de su vida, Cervantes fue instado a demostrar su pureza social y racial en el mundo paranoide y hitleriano de la expulsión católica de los judíos y los moros fuera de Castilla. Esto requirió que Miguel recurriese interminablemente a las autoridades para que documentasen la relación de su familia con la nobleza, la pureza de su raza y su inocencia de las múltiples acusaciones que recibía. Como artista y humanista, el desprecio de Cervantes por la hipocresía generalizada de su época encuentra su expresión en Don Quijote bajo disfraces variados, comenzando con la negación de la autoría de la obra. El manuscrito fue supuestamente escrito en árabe por Cide Amete Benengeli (el Sr. Hamid Berenjena, alimento de moros y judíos) y traducido por un musulmán de Toledo. Afirmando que merece favores y fortuna, Sancho asegura que él cree firmemente en todo lo que la Iglesia católica romana sostiene y puesto que él es un “enemigo mortal de los judíos” los historiadores deberían tratarlo bien. La persistencia de estos desmentidos a lo largo del texto transmite la visión sardónica que el autor tenía de que eran necesarios. En la parte dos, Sancho se encuentra con un viejo amigo y vecino, un moro exiliado que regresa para intentar recuperar su propiedad. Para transmitir lo absurdo de la situación, Sancho le pregunta cómo es que viene disfrazado de payaso, cuando lleva las ropas de un francés. Otro juego con la autenticidad se da cuando Don Quijote “es armado caballero” por un posadero granuja. Cervantes contrasta los cortesanos que no hacen nada por nadie con el pseudocaballero que se dedica en cuerpo y alma a ser una fuerza del bien. Don Quijote es un idealista entregado independientemente de lo absurdo de su vagabundeo, al igual que Cervantes siguió siendo un artista entregado independientemente de la búsqueda económica que motivaba su vagabundeo.

Patrón cuatro: La pareja cómica. Al crear el contraste entre el caballero alto y adusto y el sirviente bajo y regordete, Cervantes recurre a las tradiciones cómicas que van desde la época griega hasta el Abbot y Costello de nuestro tiempo. El sentido práctico motivado por el hambre de Sancho ofrece el complemento ideal para la mezcla de errores idealistas y crédulos de Don Quijote. El contraste es obvio, más sutil es la capacidad de Cervantes para transmitir que ambos son leales hermanos de sangre verdaderamente unidos independientemente de sus muchos altercados. Buscadores incansables, representan las diferentes facetas de su autor pero también una comprensión de la proximidad de los verdaderos compañeros, tal vez Miguel y Rodrigo en la batalla y la cautividad.

Patrón cinco: el humor y el mensaje. Los escritores desde mucho antes de Cervantes reconocieron que las afirmaciones demasiado directas sobre la moral y la ética dan lugar a sermones soporíferos. Consecuentemente, la súplica de un final para la guerra está codificada con ironía en Lisístrata, la sabiduría para buscar en los corazones en lugar de creer las declaraciones vacías en boca del bufón en Lear, y ser honesto con uno mismo en las palabras del viejo y pomposo Polonius en Hamlet. En toda la obra de Don Quijote las interacciones se retroalimentan para producir un giro irónico. La defensa más elocuente que Cervantes hace de la épica se sitúa en boca del canónigo hipócrita que quemó los libros de Don Quijote mientras se apropiaba de otros. Liberar a los cautivos, una tarea encomiable obviamente querida para Cervantes, se vuelve absurdo cuando los cautivos liberados no son honorables soldados y viajeros, sino criminales, uno de los cuales regresa para robar a Don Quijote y a Sancho. Un episodio fundamental en la segunda parte le da al Caballero de la Triste Figura un nuevo nombre: el  Caballero del León. Don Quijote pide que abran la jaula de un león para que él pueda matar al león-monstruo-dragón como un auténtico caballero andante. El absurdo humorístico le da a Cervantes la oportunidad de contrastar el caballero loco que él parece ser una y otra vez con el sabio idealista que es: “el acometer los leones que ahora acometí derechamente me tocaba, puesto que conocí ser temeridad exorbitante, porqué bien sé lo que es valentía, que es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad; pero menos mal será que el que es valiente toque y sube al punto de temerario que no que baje y toque en el punto de cobarde” (p. 599). Así escribía el héroe de Lepanto que rechazó la oferta de permanecer a cubierto y fue herido cuando iba al frente de un esquife.

Patrón seis: la locura como estado patológico y/o estrategia. Durante el Renacimiento aumentó el interés por el estado de “demencia” o “locura”. Los primeros asilos europeos fueron Bedlam (Benthlehem) en Londres y uno en Granada. Shakespeare describía una demencia traumáticamente inducida en Lear y una demencia pretendida en Edgar. Describía el uso estratégico de la demencia cuando le hace decir a Hamlet: “Yo estoy loco con el viento norte-noroeste; con el viento del sur distingo un halcón de un serrucho”. Cervantes utiliza claramente la locura del Quijote como recurso para presentar su desafío idealista a las inmoralidades de su época. Pero ¿quiere realmente Cervantes que el lector crea que el Quijote está loco? La cuestión es debatida una y otra vez por un personaje detrás de otro, a menudo comparando la gran sabiduría del Quijote con sus absurdas acciones y sus errores. El Quijote, tal como se presenta, no está simulando su locura, sino viviendo profundamente en el estado de lo imaginario con ogros y encantadores. Cervantes presenta a menudo a Don Quijote como reconociendo la realidad aun cuando elija actuar sobre el error o, más bien, sobre una percepción imaginaria. En el libro 2, Don Quijote afirma: “Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, o si es fantástica o no es fantástica; y éstas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo. Ni yo engendré ni parí a mi señora, puesto que la contemplo como conviene que sea una dama que contenga en sí las partes que puedan hacerla famosa en todas las del mundo”. La entrada de Don Quijote en un estado de percepción imaginaria permite a Cervantes instruir al lector sobre lo que “debe ser” buscado en un mundo en el que existe la belleza verdadera y donde aquellos en apuros son socorridos.

Patrón siete: parodias sobre el amor. La principal parodia ridiculiza la idealización platónica caballeresca del amor devoto no correspondido. Mediante esta creación de Dulcinea, Cervantes contrasta los olores y hábitos terrenales de la campesina con el vacío del ideal, que tampoco sale muy bien parado. Sin embargo  el retrato de Dulcinea se usa para favorecer en los libros el recurso cómico usado reiteradamente de los encantadores imaginarios a los que Quijote o Sancho apelan cuando necesitan salir de un aprieto. Una segunda parodia es sobre la historia de amor pastoril, un recurso que Cervantes inserta como entreactos para interrumpir las desventuras de los molinos de viento y otras palizas. En estos cuentos, hombres o mujeres rompen su promesa, los amantes se separan y luego se reúnen inesperadamente, y la aflicción de los amores fracasados vuelve locos a los hombres o convierte a las mujeres en pastoras aisladas. La pauta formal de estas narraciones permite a su autor representar las experiencias propias de su amor de juventud en Nápoles, su joven esposa, su matrimonio, su separación y su posterior reunión. La tercera parodia no es un cuento narrado en un encuentro, sino que le sucede al propio Don Quijote cuando en la segunda parte una joven sirvienta de la Duquesa finge estar enamorada de él para ver si él la acepta y abandona a Dulcinea. En este episodio, una inversión del hombre joven cortejando a una amada, el Cervantes de casi 60 años refleja cómicamente un asunto amoroso entre un hombre mayor y una chica joven. En respuesta a un Sancho estupefacto, el Quijote explica “el amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos, y tiene la misma condición que la muerte: que así acomete los altos alcázares de los reyes como las humildes chozas de los pastores, y cuando toma entera posesión de una alma, lo primero que hace es quitarle el temor y la vergüenza”. Pero Sancho objeta “no teniendo vuestra merced [hermosura] ninguna”. Don Quijote contesta: “hay dos maneras de hermosura: una del alma y otra del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la liberalidad y en la buena crianza, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo” (p. 877-878).

 

Elegir (crear) una forma estética

El drama había alcanzado una forma moderna en la antigua Grecia para más tarde ser revisado y enriquecido en la época de Felipe II y Elizabeth I por Lope de Vega y Shakespeare. En los cuentos de Chaucer, el Decamerón y las historias de amor pastoriles se narraban acontecimientos episódicos. Las secuencias más largas de acontecimientos se contaron en la poesía épica desde Homero a Beowulf y Cervantes hizo una aproximación antes de escribir el Quijote. ¡Pero no existía la novela tal y como la conocemos hoy día! Por decirlo sencillamente, no existía un método para presentar múltiples personajes en un tapiz de sucesos integrados con desarrollos complejos del argumento y cambios en la personalidad. Cervantes era un poeta de corazón, que adoraba los ideales clásicos de sus ancestros para revelar el destino y la providencia y el amor como una fuerza espiritual. En la segunda parte de Don Quijote, habla de que la poesía está hecha de una alquimia tan rara que cualquiera que conozca su secreto puede convertirla en el oro más puro y valioso. Pero la poesía, no importa lo bien que la escribiera, nunca le reportó fama ni fortuna y el drama, independiente de lo prometedor que fuera, le estaba vetado por la represión competitiva de Lope de Vega y el cierre de teatros por parte de las autoridades.  Pragmatismos aparte, Cervantes reconoce que lo que él quería decir y los personajes que quería usar para decirlo no encajaban en ninguna de las formas existentes. Don Quijote y Sancho Panza son personajes de prosa con un mensaje poético. Un viejo hidalgo y un sirviente son tan de este planeta como lo son La Mancha, los molinos de viento, los cautivos, las posadas y los posaderos, los arrieros y las criadas. De modo que Cervantes necesitaba un modo de contar una historia con caminos, viajantes, árboles, caballos, burros, y la alquimia de un giro poético que cree a una Dulcinea a la que adorar y un yelmo mágico a partir de la bacía de un barbero. A primera vista el libro parece poco más que una sucesión de episodios hilados sin excesivo rigor con cuentos intercalados sobre amantes afligidos y extensos diálogos entre Don Quijote y Sancho. Vemos la estructura emergente de una novela en la táctica inicial del discurso sobre los libros de caballería y los personajes locales del cura, el barbero y el joven bachiller. Esta tríada reaparece en varios episodios cruciales para la trama, ofreciendo una integración característica de la novela moderna.

La comparación entre la primera y la segunda parte revela el progresivo dominio por parte de Cervantes de la forma que había creado. En la primera parte los episodios de desventura se suceden hasta que el lector no puede creer que nadie pudiera sobrevivir a otro golpe como ese. Cervantes comienza entonces a sembrar las subidas y bajadas al estilo de “Wily Coyote” antes mencionado con las historias de amor intercaladas que van tomando más peso. Pero Cervantes no pierde de vista en ningún momento la frescura y la novedad de su par tragicómico mientras ambos se dirigen a través de sus tribulaciones hacia la ignominiosa captura y enjaulamiento de Don Quijote. La primera parte termina con la descripción cómica por parte del autor de la “loca” resistencia de Don Quijote; un paralelo de la resistencia del autor cuando estuvo cautivo.

La parte dos está escrita con más cohesión, los episodios son más largos y más complejos con la implicación del ama de llaves del duque y la duquesa ocupando gran parte del texto. Para aumentar la integración general, reaparecen los personajes de la primera parte y se comenta lo acaecido con anterioridad. La sensación de que Cervantes controla plenamente su argumento también se transmite por la implicación directa de Quijote y Sancho en la mayoría de los episodios en lugar de permanecer como observadores mientras otros cuentan su historia.  Además está más desarrollado el conocimiento que cada uno tiene de sí mismo y la apreciación del otro.

Don Quijote es mucho más que un libro de aventuras, contratiempos y diálogos ente dos de los más memorables personajes de la literatura. Es la invención de la voz el autor que controla la atención del lector y, por tanto, la primera novela. Cervantes provoca al lector con los comentarios del pseudoautor Benengeli y luego comenta las elecciones y significados del mismo. Yo creo que Cervantes se presenta al lector como un escritor con pleno control sobre su autovalía, su egoísmo, para aceptar el papel de creador del deux ex machina en la forma de un narrador que domina los giros irónicos.

 

Mensajes de sabiduría para la posteridad

Cervantes ataca y ridiculiza a una extensa lista de contemporáneos: poetas menores olvidados de quienes él consideraba que estaban degradando la poesía, Lope de Vega y sus seguidores, el impostor que escribió una segunda parte para aprovecharse de la popularidad de la primera, sacerdotes de mente estrecha, la Inquisición, posaderos deshonestos y especuladores, estudiantes pretenciosos, gobiernos que consentían barcos esclavos repletos de cautivos, cortesanos perezosos y amantes que se autoflagelaban. Afronta varias cuestiones que están tan presentes en nuestros días como en la España de Felipe II: los peligros de la censura, las exigencias de pureza racial o religiosa, la persecución de las minorías y la desigualdad económica y social. Algunas cuestiones son tan humorísticas hoy como entonces: las pretensiones de nueva rica de la esposa de Sancho como potencial esposa de un gobernador y la locura del rico holgazán tal como se le describe en las trampas y teatralidades de la corte del duque y la duquesa. Cervantes revela su verdadera actitud sobre la pureza de la duquesa que “parece… que va derramando salud donde pasa” cuando se refiere a las “dos fuentes que tiene en las dos piernas, por donde se desagua todo el mal humor” del que está llena (p. 811).

Yo usaré la triada de Kohut de especularización, gemelaridad e idealización para ayudar a explicar las perdurables cualidades de Don Quijote. En cada encuentro de Don Quijote y Sancho, Cervantes cambia continuamente la perspectiva, lo que le permite revelar el lado bueno y el malo de todo. Mediante las múltiples perspectivas y los giros irónicos, Cervantes permite al lector sentirse dentro de una panoplia de la vida: el hombre principalmente común y corriente en la primera parte y el rico en la segunda. Cervantes no logra la profundidad psicológica de Henry James o James Joyce, es más la especularización empática de una cultura en una época de tensión.

La gemelaridad nos acerca más a la longevidad de la novela. Aparentemente polos opuestos al principio, Don Quijote y Sancho revelan su semejanza esencial según progresan sus aventuras y sus diálogos. En la segunda parte, tras un ingenioso comentario de Sancho, Don quijote dice: “Cada día, Sancho […] te vas haciendo menos simple y más discreto”. Sancho replica: “Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced … la conversación de vuestra merced ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caído”. El narrador añade “Rióse don Quijote de las afectadas razones de Sancho” (p. 558). Más adelante, Don Quijote expresa su creencia en la capacidad del sirviente para llegar a ser un gobernador capacitado para la “isla” y Sancho cree en la valía de la misión de Don Quijote y no en su juicio práctico. Se convierten en hermanos que disfrutan de la compañía del otro al igual que nosotros como lectores llegamos a apreciarlos a ellos, a sus diálogos e incluso a los horribles refranes.  Una base principal para que Don Quijote esté casi en el primer puesto de las diez novelas más importantes es la idealización que provoca en el lector. Admiramos profundamente al Quijote visionario que expresa los más altos ideales, al Quijote “loco” que tiene el coraje de desafiar a los demonios de su época o de cualquier otra, y al genio creador que pudo expresar ese idealismo con tanta inteligencia que evitó la censura religiosa y gubernamental a la que está desafiando y ridiculizando. “Los extraordinariamente afligidos y desconsolados, en casos grandes y en desdichas enormes no van a buscar su remedio a las casas de los letrados, ni a la de los sacristanes de las aldeas, ni al caballero que nunca ha acertado a salir de los términos de su lugar… el remedio de las cuitas, el socorro de las necesidades, el amparo de las doncellas, el consuelo de las viudas, en ninguna suerte de personas se halla mejor que en los caballeros andantes” (p. 738-739) y la intrépida determinación de su aguerrido espíritu.

A lo largo tanto de su vida como de la novela, existe una tensión dialéctica entre el ideal y la realidad. Estos mismos factores en contraste aparecen al final de la segunda parte. Al final de la parte uno, Cervantes deja una puerta abierta para que el Quijote se recupere y la pareja andante vuelva a los caminos. Y entonces un autor impostor produce su falsa versión de la segunda parte. Al final de la segunda parte, Cervantes podía haber dejado de nuevo vivo a su héroe en lugar de la decepción del triste final con la muerte del caballero. Provoca al lector con la promesa de una breve existencia pastoril mientras Don Quijote cumple su “sentencia” de permanecer en casa durante un año. La muerte, sin embargo, tiene el pragmático efecto de cerrar la historia frente a otra versión falsa.

Más allá de esta utilidad pragmática, la muerte del Quijote encaja con la visión del ideal de Cervantes. Derrotado por el bachiller haciéndose pasar por el Caballero de la Blanca Luna, Don Quijote ya no puede mantener su afirmación grandiosa de ser invencible. Obligado por el honor, debe abandonar su búsqueda, pero el golpe aplastante le trae la desintegración y la vergüenza. Como Caballero loco, está protegido de la desilusión del efecto de luchar en justa con molinos de viento y otros golpes; como Caballero derrotado, está sujeto a la razón de la pérdida aplastante de la idealización y de su propósito vital. Así, Cervantes combina una trágica muerte de la psique – la pérdida de sentido de un noble que se llama caballero andante- con la muerte física de un hombre enfermo, viejo y despojado. A los lectores se nos deja que lloremos al anciano hidalgo ahora cuerdo, mientras que consagramos al loco caballero errante y a su fiel compañero a la posteridad.

 

Bibliografía

Cervantes, M. (1605, 1615) Don Quixote, Penguin Classics, USA; 2003.

McCrory, D. (2002) No Ordinary Man – The Life and Times of Miguel de Cervantes. Peter Owen, London, UK.

 

Sponsored Links : Best Buy Flyer, Staples Canada Flyer, Factory Direct Flyer, Saturn Prospekt, Media-Markt Prospekt