aperturas psicoanalíticas

aperturas psicoanalíticas

revista internacional de psicoanálisis

Número 014 2003 Revista Internacional de Psicoanálisis Aperturas

Algunas consideraciones sobre el abuso de la interpretación transferencial en el aquí y ahora

Autor: Mollon, Phil

Palabras clave

Historia evolutiva, Ilusion de transferencia, Interpretacion de la transferencia, Modelos de funcionamiento internos, Tecnica relacional, Transferencia aqui y ahora, Transferencia objetoself.


Traducción: Marta González Baz
Supervisión: Hugo Bleichmar

 
A lo largo de numerosos años, escuchando detalladas explicaciones clínicas del trabajo psicoanalítico (en Gran Bretaña) tanto como estudiante como desde que me gradué, a menudo me he sentido desconcertado y preocupado por tres ideas relacionadas. La primera es que a menudo el trabajo parece carecer de ciertos elementos (como la reconstrucción de la historia evolutiva) que me parecen importantes para lo que yo considero que constituye el psicoanálisis. La segunda es que, aunque el trabajo clínico descrito pueda parecer extremadamente cualificado técnicamente, muchas veces he sido incapaz de discernir la teoría subyacente del proceso terapéutico. La tercera es que muchas veces los comentarios del analista no se basan en una posición empática, de comprensión del mundo desde el punto de vista del paciente, sino que se centran en hipótesis relativas a la actividad inconsciente del paciente en relación con el analista.

Por supuesto, me estoy refiriendo a la tendencia generalizada de interpretación incesante de la denominada “transferencia” relativa a la actividad en el aquí y ahora del paciente en relación con el analista, un estilo de trabajo que, si bien estuvo particularmente asociado al grupo de Klein, en realidad sobrepasa el ámbito grupal y puede observarse en el trabajo de numerosos analistas dentro del Grupo Independiente. Esta moda en la técnica se asocia con ciertas suposiciones: que sólo son “mutativas” las interpretaciones de la “transferencia” relativas a las angustias inmediatas experimentadas en relación con el analista; que los comentarios interpretativos fuera de la transferencia inmediata son demasiado intelectuales y es probable que impliquen un escape de la ansiedad compartido por analista y paciente; que la reconstrucción de las experiencias tempranas de relación no es fiable dado que la percepción que el paciente tiene de los padres ha sido distorsionada por la fantasía proyectiva; que la idea de la “alianza de trabajo” y sus conceptos relacionados es engañosa dado que toda la relación del paciente con el analista está dominada por la transferencia; que todas las comunicaciones y actividades del paciente en el consultorio son inconscientemente una expresión de la transferencia. Por todas estas razones, generalmente se considera que la única clase de actividad analítica útil es la de comentar la actividad de la transferencia inconsciente del paciente en relación con el analista.

Yo creo que estas suposiciones y su técnica asociada pueden ser confusas, aunque en parte estén motivadas por una preocupación por el rigor. Es más, me temo que este trabajo puede carecer a tal punto de una base evidencial y de unas razones plausibles que incluso tendría el potencial de construirse como una práctica errónea (y una formación errónea). Si bien seguimos careciendo de una buena investigación que nos diga qué formas de técnica psicoanalítica son más útiles y cuáles pueden ser más perjudiciales, existen estudios que sugieren que las interpretaciones transferenciales excesivas se asocian con un pobre resultado en la psicoterapia psicoanalítica. Por ejemplo, Hogland (1993) informó que su equipo de investigación halló que la psicoterapia asociada a escasas interpretaciones transferenciales llevaba a un resultado mejor que la terapia con una elevada frecuencia de interpretaciones transferenciales, cuando se hizo un seguimiento de los pacientes a los dos y cuatro años. También comenta:

“Uno puede especular que un análisis insistente de la interacción paciente-analista da lugar a un deterioro momentáneo pero a largo plazo (años) da lugar a un mayor insight y a su correspondiente repercusión en una acción creativa y un cambio conductual adaptativo sostenido. Este estudio no ofrece ningún apoyo a esta teoría de origen popular” [p. 504].

Piper y cols. (1990) informaron acerca de una “relación inversa significativa entre la proporción de interpretaciones transferenciales realizadas por el terapeuta y las mediciones tanto de la alianza terapéutica como del resultado de la terapia [p. 951].

También añaden:

“Los defensores del uso de las interpretaciones transferenciales, como Strachey, se han identificado a veces con la posición extrema de que sólo deberían hacerse interpretaciones transferenciales o que cuantas más interpretaciones transferenciales, mejor; esta no era la posición de Strachey. Él sostenía que el curso normal de los acontecimientos durante la terapia es una oscilación entre las interpretaciones transferenciales y extratransferenciales y que las interpretaciones transferenciales pueden ocupar sólo una pequeña porción del tratamiento”. [p. 952]

Connolly y cols, (1999) de forma similar encontraron que “unos niveles de interpretación transferencial relativamente altos pueden dar lugar a un pobre resultado en el tratamiento para algunos pacientes”. [p. 491]

Por supuesto, debemos ser cautos al sacar conclusiones para la práctica psicoanalítica a partir de estos estudios: no fueron revisiones de análisis de cinco sesiones por semana, y el contenido de las interpretaciones transferenciales puede variar considerablemente según la propia teoría psicoanalítica y la localización geográfica. No obstante, suscitan cuestiones sobre el valor terapéutico de la interpretación transferencial y la cualidad de los ropajes usados por el “Emperador” del aquí y ahora.

¿Cuáles son las fuentes de esta técnica británica? En parte parece provenir de una mala lectura y una distorsión de la posición de Freud y la de Strachey, los cuales enfatizaron la importancia de la interpretación de la transferencia pero no la concibieron como el foco exclusivo del análisis. Una segunda fuente parece haber sido la aplicación directa de la técnica analítica de niños al trabajo con adultos, especialmente cuando se combina con la perspectiva kleiniana del mundo interno de fantasía y el modelo proyectivo de transferencia. La tercera influencia parece haber sido el concepto de los Sandler de distinción entre el inconsciente pasado y el inconsciente presente, enfatizando que es imposible tener acceso al inconsciente pasado original y que el analista debe sólo hacer frente al inconsciente presente tal como se despliega en la transferencia. Así, el grupo de Klein y los freudianos contemporáneos han constituido, en efecto, un movimiento de tenaza que ejecuta cualquier trabajo analítico que no sea la interpretación de la transferencia del aquí y ahora. El Grupo Independiente no ha conseguido sostener una alternativa coherente. Tal vez todo esto es resultado de las cuestiones no resueltas en las “discusiones controversiales”.

La moda contemporánea en técnica dentro de la Sociedad Psicoanalítica Británica es muy diferente del enfoque original del análisis. Arthur Couch (2002) describe su análisis con Anna Freud como sigue:

“En muchas sesiones, cuando yo hablaba de recuerdos de la infancia o explicaciones de mi vida presente, intercaladas con asociaciones y reflexiones, Anna Freud permanecía silenciosa hasta que hacía una observación penetrante. Yo deducía de estos largos silencios que ella le daba un gran valor a mis esfuerzos por obtener insight sin su ayuda. Esta posición reflejaba una fe en el propio proceso psicoanalítico como un factor curativo. … Anna Freud era una compañera que escuchaba acerca de mi vida pasada. Ella nunca comentó nada sobre la interacción aquí y ahora entre nosotros. Tales interpretaciones sobre las comunicaciones continuas habrían parecido muy ajenas a un análisis focalizado en nuestra tarea de trabajar juntos. Habrían parecido como una violación de la integridad y la autenticidad de nuestra relación analítica si la significación de mis comunicaciones sobre la vida interna y externa se reinterpretase en términos de referencias a la transferencia en el aquí y ahora”.

En un reciente artículo en el Journal of the American Psychoanalytic Association, Jacob Arlow señala:

“He observado repetidamente cómo la concentración exclusiva en posibles derivados de la transferencia desvía el modo en que los analistas escuchan a sus pacientes. Como resultado parece imponerse una insensibilidad artificial en el discurso de la situación psicoanalítica. No están escuchando al material; están escuchando en busca de material, material de transferencia. En un taller sobre técnica escuché una presentación de un caso en la que se pasaba por alto la consideración de algunas de las experiencias más dolorosas del paciente y en su lugar se centraba la atención entre cierta cuestión sin importancia relativa a la transferencia”. [p. 1141]

Continúa ofreciendo varios ejemplos en los que el foco sobre la transferencia es en realidad defensivo contra los sentimientos más inquietantes relativos a los padres reales. En estos ejemplos, si el analista persigue excesivamente la interacción aquí y ahora, se amputa el material de su contexto genético. Aquí el punto crucial es que del mismo modo que el volverse hacia la historia evolutiva puede ser un vuelo defensivo frente a las dificultades del aquí y ahora, la preocupación por la interacción en el aquí y ahora puede ser una evitación defensiva del dolor del pasado.

Cuando escucho presentaciones de trabajo analítico, a veces me pregunto cuál parece ser la teoría implícita del analista sobre el proceso analítico. Mi impresión es que la teoría implícita que hay detrás de la técnica moderna del aquí y ahora es que el paciente mejora cuando es capaz de restablecer una relación saludable con el analista (véase mi revisión del trabajo de Betty Joseph sobre transferencia [figura más adelante, en la Parte 2]). Irónicamente, esto llega a ser, como ha señalado Peral King (artículo no publicado y comunicación personal) una especie de psicoterapia relacional más que psicoanálisis como se entiende tradicionalmente. Lo crucialmente importante es que hay una pérdida de la perspectiva “como si” relativa a la transferencia. Aquellos que usan la técnica moderna hablan y escriben como si fuera la relación real con el analista, aunque con sus conflictos y ansiedades inconscientes, la que constituye el vehículo del proceso analítico. Existe una pérdida de distinción entre la relación real y la transferencia, todo se denomina transferencia. Por el contrario, en el modo clásico de trabajo analítico es la coexistencia de la relación real y de transferencia la que dirige la atención a esta última.

Creer que todo lo que el paciente dice tiene que ver con el analista, aunque sea inconscientemente, es claramente una suposición disparatada. Por dar unos ejemplos obvios: el paciente puede estar preocupado por una crisis en su vida, el dolor de una pérdida, un momento significativo en una relación, el recuerdo de un acontecimiento importante de la infancia. Los pacientes que no se están formando como analistas pueden encontrar muy extraña la atención excesiva que algunos analistas prestan a la transferencia, y pueden percibir a aquél, inconsciente cuando no conscientemente, como paranoico y narcisista.

La relación objetal no siempre se encuentra en el centro de las preocupaciones conscientes e inconscientes del analizando. En su lugar, pueden ser importantes las funciones del analista y el marco del análisis. Estos son denotados por el concepto de Kohut (1971) de objetoself, el énfasis que Balint (1968) puso en el analista no demasiado prominente, y el concepto de Winnicott (1958) de “estar solo en presencia de otro”. Si el analista está continuamente arrastrando al paciente a una relación de objeto, no se permite que se desarrollen estas transferencias silenciosas de objetoself. No hay espacio para que el paciente explore significados y aspectos de la experiencia que no tienen nada que ver directamente con la relación que mantiene con el analista, significados que se relacionan más con la experiencia de self.

En la técnica británica moderna existe también una falta de atención en la historia evolutiva. Este es un tercer elemento ausente que deja al paciente atrapado en la díada con el analista. La indiferencia hacia la historia puede dar lugar a serias distorsiones en la comprensión del paciente. Por ejemplo, puede pasarse por alto la significación de un abuso severo u otro trauma en la infancia de un paciente si el foco se halla exclusivamente en la interacción en el aquí y ahora.

Mi hipótesis de trabajo en relación con la transferencia tiende a ser como sigue. La transferencia consta de dos componentes: es un vehículo para explorar el pasado evolutivo y es una oportunidad para una nueva experiencia relacional y de objetoself en el presente. Así, cuando el paciente intenta llevar a cabo una iniciativa evolutiva que contiene una carga de ansiedad (y a menudo una carga de vergüenza), existe el miedo a la repetición de la respuesta traumática original y la esperanza de encontrar una respuesta nueva y más benigna. Estas dos tendencias de la transferencia están entremezcladas. Me parece que no funciona encarar una prescindiendo de la otra; yo sostengo la hipótesis de que lo curativo es el movimiento continuo entre el pasado y el presente.

Técnica psicoanalítica racional

Me gustaría presentar ahora algunas reflexiones sobre lo que constituiría una técnica psicoanalítica racional (y, por supuesto, el hecho de que el psicoanálisis pueda encarar los aspectos irracionales de la mente no significa que el método en sí sea irracional). A continuación expongo algunos de los factores de un método psicoanalítico que me parecería justificado ofrecer al público, tanto dentro del Sistema Nacional de Salud como en la práctica privada. Por el bien de la claridad y la argumentación, expresaré estos factores bastante dogmáticamente.

 En primer lugar, creo que el trabajo debería estar basado (o al menos informado) en la investigación y las pruebas, en la medida de lo posible. Sus suposiciones evolutivas deberían también ser compatibles con los hallazgos de los investigadores evolutivos, especialmente en el campo de los estudios de apego.

Las comunicaciones que el paciente hace de conflicto inconsciente se expresarán en el lenguaje del inconsciente, el cual debe ser cuidadosamente decodificado, elaborado y explicado al paciente. Debería explicarse la naturaleza del proceso inconsciente y psicoanalítico al paciente de forma explícita.

Los significados y conexiones inconscientes se revelarán en lugar de imponerse. Esto implica una cualidad reveladora, acompañada de un sentimiento de sorpresa placentera y (para el paciente) un sentimiento de liberación (de un elemento de aprisionamiento inconsciente en la neurosis infantil). El analista experimentará un continuo sentimiento de aprendizaje del paciente y, particularmente, del inconsciente.

El objetivo del trabajo es ayudar al paciente a revisar y modificar sus estructuras internas de expectativa (modelos de funcionamiento internos) relativas a la expresión de la necesidad o el deseo en relación con los otros.

Este proceso implica a tres componentes:

a.    Revelar el conflicto inconsciente en relación con el analista y los otros.

b.    Revelar las ilusiones de transferencia (por ejemplo, los miedos o las expectativas poco realistas de dolor emocional o de cumplimiento de deseos infantiles) en relación con el analista (y los otros).

c.    Reconstrucción de los orígenes evolutivos de los modelos de funcionamiento internos: las experiencias de la infancia que han modelado las expectativas inconscientes de la persona.

La interpretación toma la forma de presentar hipótesis, ideas a tener en cuenta, más que “mostrar” algo al paciente.

Esto también requerirá una explicación del método, del modelo de la mente y de los procesos mentales. Así, la educación es un componente importante del trabajo. [Los psicoanalistas pueden dejar de lado con facilidad la importancia de este componente educacional porque su propio análisis personal estuvo acompañado de un amplio conocimiento de la teoría psicoanalítica].

La transferencia se pone claramente de relieve por su existencia junto a la relación real.

No se supone que el análisis de la transferencia sea el único vehículo terapéutico. El procesamiento de la experiencia pasada dolorosa puede producirse esencialmente de forma intrapsíquica, cuando la función del analista es una presencia respaldadora de fondo más que un objeto de relación.

Los estudios de investigación han mostrado de forma repetida que resulta útil una atmósfera de apoyo y ánimo amistoso. No hay razón por la que esto oscurezca necesariamente la transferencia negativa.

Es probable que el paciente comunique más si se siente comprendido empáticamente (esto es, desde su propia perspectiva subjetiva). Esta posición empática también puede facilitar el incremento de la empatía del paciente con su propia experiencia.

Ninguna de estas condiciones se halla en la moda actualmente prevalente de una técnica que focaliza casi totalmente en la interacción aquí y ahora. En realidad, el concepto de transferencia pierde su significado dentro de esta técnica –o, más bien, su significado pasa a ser simplemente la relación con el analista. La técnica pasa a ser trabajar con la relación y, en mi opinión, esto no es en esencia psicoanálisis.

Por supuesto, el estilo de trabajo de cada analista será único, dado que sólo podemos trabajar de un modo tal que sintamos como una expresión auténtica de nuestra propia personalidad.

Parte 2.

Comentarios al trabajo de Betty Joseph: Transferencia. La situación total. 1985 [publicado de nuevo en Psychic Equilibrium and Psychic Change. Selected Papers of Betty Joseph. Routledge, 1989]

He elegido comentar ciertos aspectos de este trabajo por dos razones: Joseph es posiblemente la profesional más influyente del enfoque técnico que privilegia un foco sobre la acción inmediata entre paciente y analista en contraste con el foco más amplio del psicoanálisis tradicional; en segundo lugar, este trabajo en concreto parece haber sido bastante influyente y se considera la tipificación del enfoque de Joseph (yo lo he oído citar con aprobación incluso por analistas que no se situarían dentro del grupo kleiniano).

Joseph comienza:

“Mi intención en este capítulo es discutir cómo estamos utilizando el concepto de transferencia en nuestro trabajo clínico de hoy en día. Me centraré en la idea de la transferencia como marco de trabajo en el que siempre está sucediendo algo, donde siempre hay movimiento y actividad”. [156]

Luego se refiere a la contribución de Strachey, de la que dice que describía

“el modo en que la proyección y la introyección tiñen y hacen crecer los objetos internos del individuo, [y] mostraba que lo se está transfiriendo no son principalmente los objetos externos del pasado del niño, sino los objetos internos, y el modo en que se construyen estos objetos nos ayuda a comprender cómo el proceso analítico puede producir el cambio”. [156]

Así, Joseph expresa su suposición de que la transferencia tiene que ver esencialmente con la transferencia proyectiva de los objetos internos del paciente. Dentro de un marco derivado de Abraham y Klein, es posible suponer que la fantasía innata, determinada por la vida instintiva del niño, es el determinante principal de los objetos internos –dejando en un lugar secundario los aspectos de la realidad externa. Una vez que se hace esta suposición, el carácter real de los cuidadores de la infancia se hace relativamente irrelevante. Esto puede explicar en parte la actitud desdeñosa y desconfiada que muchos analistas influenciados por Joseph y otras figuras del grupo kleiniano mantienen hacia la reconstrucción. Sin embargo, aunque muchas veces se le atribuye a Strachey haber sido el primero en enfatizar la naturaleza “mutativa” de las interpretaciones de la transferencia en comparación con las extratransferenciales, el método de trabajo analítico de Joseph difiere claramente del suyo. Strachey no creía que el analista debiese hacer sólo interpretaciones transferenciales 1 -como él dice: “no se puede hacer un pastel sólo con pasas…”. Es más, la visión que Joseph tiene de la transferencia marca una profunda desviación de la de Strachey y Freud, como indico más abajo.

Para explorar el estilo técnico que defiende Joseph, me gustaría examinar su explicación del trabajo con un paciente al que ella llama N, del que dice que estuvo en análisis con ella durante muchos años. Su descripción ilustra lo que ella entiende por transferencia, su uso de la contratransferencia, su enfoque hacia los sueños, sus suposiciones sobre la naturaleza de la psicopatología y su modo participar de focalizar sobre la interacción entre paciente y analista. Primero, Joseph describe una experiencia de contratransferencia con N, un sentimiento “vagamente agradable… como si me gustaran bastante las sesiones con este paciente”. Explica que decidió que esto debía corresponder a “una convicción interna por parte del paciente de que independientemente de lo que yo interpretase, en cierto modo él estaba muy bien… que ocupaba un lugar muy especial… que yo, la analista, tenía un particular apego o amor hacia él y que por mi propio bien no lo dejaría marchar…” [159]. Joseph no cuenta demasiado de la historia de N, excepto que fue “el niño más pequeño, el favorito de su madre, la cual tenía una relación muy desgraciada con su padre, un hombre bastante cruel, aunque los padres permanecieron juntos durante toda su vida”.

Joseph afirma que habría sido fácil unir el sentimiento de N de ocupar un lugar especial con la historia de haber sido el favorito de su madre. Sin embargo, sostiene: “Pero si yo hubiese hecho esto, en la mente de mi paciente se habría representado de nuevo que las interpretaciones eran ‘sólo interpretaciones’ y que yo no me creía realmente lo que estaba diciendo” [160]. Este comentario no es infrecuente entre los analistas contemporáneos de la Sociedad Británica, donde existe (o a mí me lo parece) una desconfianza generalizada de que cualquier conversación con el paciente pudiera considerarse como “intelectual” en lugar de abarcar el impacto crudo de la ansiedad en la “transferencia” –en realidad es muy común que puedan pasarse por alto sus extraordinarias implicaciones. Joseph parece estar diciendo que si uniese la experiencia del paciente en el consultorio con experiencias de la infancia, entonces el paciente pensaría que la transferencia no era real; el paciente percibiría sus interpretaciones como “sólo interpretaciones”. El argumento parece ser que la transferencia debe ser sentida como real y no sólo “como si”. Esta postura es precisamente la contraria de la mía, que yo considero arraigada en el análisis clásico: que una de las tareas de la investigación analítica es identificar los deseos, las ansiedades y las fantasías en relación con el analista, pero luego liberar al paciente del control de estas ilusiones revelando que son meras transferencias basadas en la experiencia infantil. La transferencia no es real; es ilusión; la teoría del análisis es liberar al paciente de la ilusión de la transferencia. Como lo expresa Strachey:

“Si todo va bien, el yo del paciente se hará consciente del contraste entre el carácter agresivo de sus sentimientos y la naturaleza real del analista, que no se comporta como sus objetos arcaicos “buenos” o “malos”. Es decir, el paciente se dará cuenta de una distinción entre su objeto de fantasía arcaico y el objeto externo real” 2. Me parece que este punto relativo a la ilusión de transferencia a veces se pasa por alto en los enfoques analíticos contemporáneos de la Sociedad Británica. Pienso que la postura defendida por Joseph consiste en mantener al paciente en las fantasías de la infancia y ayudarle a alcanzar una mejor relación con el analista dentro de este marco de trabajo de fantasía de la infancia. Una cuestión relacionada es la ausencia, en gran parte de la técnica moderna, de preocupación por lo que se consideraba clásicamente la relación “real” junto con la transferencia. Es como si toda la interacción entre paciente y analista se contemplara ahora en términos de “transferencia”  -pero, entonces, si no existe el concepto opuesto de la relación real (y de la alianza terapéutica) el concepto de transferencia pierde su significado (de ilusión) y se vuelve concreto: la transferencia se vive como algo real.

Joseph relata un sueño, bastante importante en su explicación. No nos ofrece las asociaciones del paciente ni la sesión completa. El sueño es el siguiente:

“Había una especie de guerra. Mi paciente acudía a una reunión en una sala a la orilla del mar. La gente estaba sentada alrededor de una mesa cuando escucharon un helicóptero fuera y por el sonido supieron que algo iba mal. Mi paciente y un comandante abandonaron la mesa donde se estaba celebrando la reunión y se asomaron a la ventana. El helicóptero tenía problemas y el piloto se había tirado en paracaídas. Había dos aviones como cuidando del helicóptero, pero estaban tan altos que parecían demasiado pequeños e incapaces de prestar ninguna ayuda. El piloto cayó al agua, mi paciente se preguntaba si tendría tiempo de inflar su chaleco, si ya habría muerto, etc.”

Joseph afirma a continuación: “Le mostré cómo podíamos observar la guerra que constantemente se libra entre el paciente y yo, que se muestra en el modo en que él tiende a dar la espalda, en el sueño, a la reunión que se está celebrando en la mesa, al trabajo que se desarrolla aquí de sesión en sesión”. Ella interpreta los dos aviones como la analista con dos brazos y pechos cuidando de él, pero incapaz de ayudar puesto que él está absorto en la fascinación que siente por su propio masoquismo prefiriéndolo a un disfrute de la ayuda ofrecida por la analista: “Aquí quiero decir que muestra su preferencia por estar sumido en situaciones de colapso doloroso en lugar de cambiar y disfrutar de la ayuda y el progreso” (161).

Al día siente, el paciente dice que se siente molesto por el trabajo de la sesión anterior sobre el sueño. Después de hablar de varios aspectos de la sesión, comenta que suceda lo que suceda en el análisis, de algún modo él parecía atrapado en este rechazo y esta lucha [161]. Habla un poco más sobre los sucesos del día, pero Joseph le dice que todo lo que él está diciendo está “siendo utilizado contra el progreso dentro de la sesión, como si se estuviera llevando a cabo algún tipo de guerra silenciosa contra mí, lo cual le mostré”. El paciente responde con voz lúgubre que pareciera que no hubiese parte de él dispuesta a trabajar y cooperar. Joseph afirma entonces que la situación entre ellos refleja el modo en que el sueño se está viviendo ahora en la transferencia.

En este punto, comentaré lo que Joseph ha narrado. Lo primero de todo, ella interpreta todo el sueño en términos de la interacción en la sala de consulta. Si bien esto puede tener una cierta validez, puede parecerle bastante arbitrario al lector que no esté convencido de lo correcto de la posición técnica de Joseph. Por ejemplo, el sueño podría referirse parcialmente a experiencias infantiles, tales como la guerra entre los padres, el self vulnerable del niño en una posición muy precaria, incapaz de ser rescatado por los dos padres demasiado lejanos, preocupados por su propia guerra. ¿Podría estar el niño buscando contacto con un padre (el comandante)? La alarmante situación infantil podría ser revivida en la transferencia: una analista-madre que está preocupada por su propia necesidad de que el paciente la necesite y no se vaya con el comandante-padre, mientras que el problema real del niño se niega por la implicación de los padres en su propia guerra. Joseph no recoge la comunicación del paciente de sentirse molesto por la sesión como una indicación de que ella podría hallarse en un camino erróneo, sino que parece considerar esto como una confirmación más de su construcción. Ella interpreta sus comentarios sobre otros sucesos como una “guerra silenciosa” contra ella. Tal vez lógicamente, la voz del paciente suena “lúgubre”. Afirma que parece no haber parte de él que realmente quiera trabajar -¡y quién puede culparle cuando la analista parece tan insistente en su opinión particular de lo que está sucediendo! Este comentario parece dócil, como si se hubiera aprendido la teoría de Joseph. Así puede ser que el sueño se refiera en realidad en parte a la interacción entre analista y paciente, pero puede ser el comentario inconsciente del paciente acerca de su forma de sentir el estilo de Joseph como una repetición angustiante de sus problemas de la infancia con su posesiva madre y la guerra entre ambos padres.

Joseph continúa su explicación de la sesión tras sus interpretaciones del sueño. Nos cuenta que el paciente recordó repentinamente ocasiones de la infancia, en el internado, cuando había sido desgraciado, ocasiones en las que escondía un paquete de tabaco y salía por su cuenta al campo y se lo fumaba; este fue el comienzo de su hábito de fumador, aunque no parecía hallar un placer real en los cigarrillos. Joseph le dice al paciente que esto se relaciona con cómo él le tiende trampas con comentarios sobre cómo no hay parte de él que quiera cooperar y cómo se ha hecho adicto a la excitación de esta lucha con ella; sin embargo, le dice que tiene dificultades para reconocer su mejoría (la reducción de su adicción) porque esto significaría abandonar el placer de vencerla; le dice que todavía no está preparado para disfrutar haciendo uso de las dos manos de ayuda de los aviones en el sueño. El paciente “tendía a estar de acuerdo con esto”, pero luego sugería que tal vez sentía resentimiento y tristeza porque la analista hubiera abandonado tan rápidamente el recuerdo de la caja de cigarrillos, que a él le parecía tan vívido y tan importante. Joseph dice “volví al recuerdo de la caja de cigarrillos, y eché un vistazo a sus sentimientos de que había pasado por alto algo de importancia”. Sin embargo, también le dice de nuevo que esto tiene que ver con la excitación y el placer de derrotarla, y el resentimiento que sentía porque sus sentimientos hubieran cambiado como resultado del trabajo de la terapeuta. N está de acuerdo, pero le dice que sigue pensando que ella se alejó demasiado rápidamente del recuerdo. Le explica que fue como si la analista se hubiera convertido en una especie de Flautista de Hamelin y él se hubiera dejado seducir por ella. Entonces, Joseph afirma: “Le señalé que sonaba como si él sintiera que realmente yo no había analizado el problema de que estuviera atascado, sino que le hubiera empujado y seducido para sacarlo de su posición”. Notemos que aquí Joseph supone que el paciente sentía que ella le había atraído para sacarlo de un problema concreto, el de estar atascado. Sin embargo, esto no era lo que el paciente había dicho. Había dicho que ella le había alejado del importante recuerdo del sufrimiento y la soledad de su infancia y cómo se consolaba fumando. Era Joseph quien estaba preocupada con la idea de que el paciente estuviese “atascado” y (para este lector) pareciera que el estar atascado fuese un resultado iatrogénico del perseverante foco interpretativo de la analista sobre un aspecto de la interacción entre ambos. En este punto, el paciente añadió que también estaba preocupado por verse atrapado en excitantes sentimientos de afecto. Joseph le dice que estas eran viejas angustias que estaba utilizando en ese momento ”para poder proyectarlas en mí y no tener que contener, sentir y expresar los sentimientos buenos y reales, particularmente la calidez y la gratitud…”, lo que ella vinculó con lo que consideraba una cualidad de ayuda en los aviones que sobrevolaban en el sueño.

Sorprendentemente (para este lector), Joseph describe a continuación todo esto como “material bastante sencillo”. Afirma de nuevo que el sueño fue vivido en la sesión “donde podemos ver la implicación específica y voluntaria del paciente con el sufrimiento y los problemas en lugar de encontrar sus objetos alegres y de ayuda, los aviones, que eran minimizados, pequeños”. Más aún, afirma que “su propia capacidad de dirigirse afectuosamente a un objeto es rápidamente distorsionada y proyectada en mí: soy yo quien atrae y seduce”. Así, la comunicación por parte del paciente de su actividad de Flautista de Hamelin al llevarle al huerto analítico alejándole de su propia historia se interpreta como la proyección que hace el paciente de sus propios sentimientos de afecto. Unas líneas más abajo, Joseph afirma “ahora podemos ver cómo la transferencia está llena de significado e historia”, pero luego da el ejemplo siguiente: “Podemos obtener una indicación en un sentido en el cual, proyectando su amor en su madre y distorsionándolo, se había ayudado a consolidar la imagen de la madre como muy seductora…”. Luego reconoce y descarta a la vez la experiencia temprana real del paciente añadiendo: “Por supuesto, podemos añadir que ella pudo ser una mujer seductora con su hijo pequeño, pero podemos observar cómo él ha utilizado esto”.

Mientras que un analista arraigado en la tradición clásica podría considerar que la psicopatología (la formación de síntomas) es un intento inconsciente de evitar la angustia asociada con las necesidades, los deseos y las emociones infantiles y podría considerar el proceso terapéutico como aquel en el cual el paciente descubre, por medio de la transferencia, que los deseos y las ansiedades de la infancia ya no son adecuadas para el presente, llama la atención que Joseph no parezca focalizar en la ansiedad. Por ejemplo, ella une el sueño con lo que considera la “preferencia [de N] de ensimismarse en situaciones de colapso doloroso en lugar de dar la vuelta y disfrutar de la ayuda y el progreso”. ¿Qué tipo de hipótesis psicodinámica es esta? ¿Dónde está el conflicto, incluyendo un deseo o necesidad, una ansiedad y un compromiso neurótico? En lugar del conflicto psicodinámico, Joseph se refiere a la “preferencia” del paciente. Al resumir el trabajo que presenta con N, afirma: “El paciente consigue un insight, creo yo, en lo que casi es una elección entre dirigirse a un objeto de ayuda o permitirse la desesperación – se movilizan sus defensas y elige esto último…”. A pesar de usar a menudo el lenguaje del conflicto psicodinámico al hablar de “defensas”, Joseph no afirma en ningún momento contra qué ansiedad están actuando estas “defensas”. Cuando el propio paciente se refiere a sus (ahora conscientes) ansiedades (que tienen que ver con los aspectos que la analista tiene de Flautista de Hamelin y sus preocupaciones sobre sus excitantes sentimientos de afecto), Joseph parece desestimarlas: “Pensé que estaban siendo utilizados en ese momento de modo que no tuviese que contener, sentir y expresar los sentimientos buenos y reales, particularmente la calidez y la gratitud…” [163]. Así, Joseph parece considerar que su tarea es mostrar al paciente su preferencia por modos destructivos de relacionarse emocionalmente con la analista, para que él pueda abandonarlos y desarrollar un modo más saludable de relacionarse con ella.

La lectura del trabajo de Joseph me parece en cierto modo sorprendente. Retomando los comentarios del principio que unían sus ideas con las de Strachey, hace numerosas afirmaciones generales sobre la transferencia y la recreación de situaciones tempranas que no parecen polémicas en conjunto. Luego ofrece un breve ejemplo clínico (previo a la discusión sobre N) en el cual la dificultad que encuentran la analista y un grupo de seminario para comprender la interacción analítica podría ser la recreación de un aspecto de la experiencia temprana del paciente: “cómo sería tener una madre que no sintonizara con el niño y… tampoco pudiera interpretar los sentimientos del niño, pero se comportase como si pudiera, como estábamos haciendo nosotros, el seminario” [158]. Este ejemplo, basado en ideas de identificación proyectiva y transferencia, parece convincente, y la observación parece liberar potencialmente a la analista, al seminario y al paciente. La situación problemática entre el analista y el paciente se clarifica por un vínculo reconstructivo con la experiencia de la infancia, es decir, cambiando del presente al pasado. Sin embargo, el resto del artículo de Joseph no sigue esta línea. Los ejemplos posteriores focalizan totalmente en la interacción “aquí y ahora” y evita explícitamente considerar la historia y los recuerdos del paciente como pistas de lo que se repite en el presente. Cuando se refiere a los recuerdos de la infancia del paciente, descarta la posibilidad de que se relacionen con una experiencia real basada en algo externo. Por ejemplo, afirma que la percepción de N de su madre como seductora se basa en la “proyección de su propio amor sobre su madre y su distorsión”. Así, aunque Joseph dice que “la transferencia está llena de significado e historia” y que “se basa esencialmente en el pasado del paciente y en la relación con sus objetos internos o sus creencias sobre ellos y cómo eran” [164], la comprensión del presente neurótico, en términos de imágenes, creencias, deseos y angustias de la infancia pasada, no se refleja en sus explicaciones clínicas. Dado que se considera que el paciente ha creado la experiencia original mediante fantasías proyectivas (y, en el caso de N, mediante su alejamiento del pecho alimentador debido a su preferencia por los afectos masoquistas), entonces no existe razón para buscar esclarecimiento en los recuerdos y las reconstrucciones de la historia y las experiencias con los cuidadores reales; no hay nada que encontrar. El drama del mundo interno del paciente está sucediendo sólo en el presente, en la interacción con el analista, y eso es lo que debe encararse. Por implicación, si el paciente puede encauzar de forma correcta su relación con el analista (mediante el alimentarse y una gratitud adecuadas) la psicopatología está resuelta, pero esto no es el psicoanálisis tal como se concibe clásicamente. La búsqueda incansable de la interacción, característica del enfoque británico moderno, parece muy distinta del estilo más relajado del analista clásico (Couch, 2002) que permitía que la transferencia se desplegase junto a la relación real, e interpretaba las distorsiones en las percepciones que el paciente tenía del presente como resultado de las intrusiones de la transferencia en las imágenes, deseos y ansiedades de la infancia. Dado que se consideraba que la transferencia era un fenómeno “como si”, una ilusión más que una realidad, el analista clásico contemplaba su importancia en el proceso como más limitada, consistente en la yuxtaposición reiterada de la realidad con la obra del teatro de la transferencia.


Notas

1. No debe suponerse que puesto que estoy atribuyendo estas cualidades especiales a las interpretaciones transferenciales, estoy defendiendo que no debería hacerse ninguna otra. Por el contrario, es probable que una amplia mayoría de nuestras interpretaciones sean ajenas a la transferencia, aunque debería añadirse que a menudo sucede que cuando uno está ofreciendo una interpretación extratransferencial esté ofreciendo implícitamente una interpretación transferencial. No se puede hacer un pastel sólo con pasas; y, aunque es cierto que las interpretaciones extratransferenciales no son en su mayoría mutativas, y no ocasionan por sí mismas los resultados cruciales que implican un cambio permanente en la mente del paciente, no por ello son menos esenciales. Si se me permite tomar una analogía de las trincheras en la guerra, la aceptación de una interpretación transferencial corresponde a la conquista de una posición clave, mientras que las interpretaciones extratransferenciales corresponden al avance general y a la consolidación de un frente, lo cual es posible por la conquista de la posición clave. Pero cuando este avance general va más allá de un cierto punto, se hará una nueva revisión, y será necesario conquistar una nueva posición clave antes de que pueda reanudarse el progreso. Una oscilación de este tipo entre las interpretaciones transferenciales y extratransferenciales representará el curso normal de los acontecimientos en un análisis.

2. Strachey consideraba que el analista funcionaba como un “superyó auxiliar”, sobre el cual el paciente transfería su riguroso superyó derivado en parte de su propia agresión. Según el paciente descubre, mediante las interpretaciones del analista, que el superyó auxiliar no es hostil hacia sus impulsos del ello, se reintroyecta un superyó más benigno:

“La característica más importante del superyó auxiliar es que su consejo al yo está basado en consideraciones reales y contemporáneas y esto sirve en sí mismo para diferenciarlo de la mayor parte del superyó original”.

Strachey apunta además:

“La situación analítica amenaza continuamente con degenerar en una situación real. Pero esto realmente significa lo contrario de lo que parece. Significa que el paciente está siempre a punto de convertir el objeto externo real (el analista) en el arcaico; es decir, está siempre a punto de proyectar sobre él sus imagos primitivas introyectadas. En la medida en que el paciente haga esto realmente, el analista se vuelve como cualquiera que el paciente se encuentre en la vida real: un objeto de fantasía”.



Bibliografía


Arlow, J.S. (2002). Transference as defense. Journal of the American Psychoanalytic Association. 50 [4] 1139-1150

Balint, M. (1968). The Basic Fault. London. Tavistock.

Connolly, M.B., Crits-Christoph, P., Shappell, S., Barber, J.P., Luborsky, L., & Shaffer, C. (1999). Relation of transference interpretations to outcome in the early sessions of brief supportive-expressive psychotherapy. Psychotherapy Research. 9. [4] 485-495.

Couch, A.S. (2002). Extra-transference interpretation: a defence of classical technique. The Psychoanalytic Study of the Child. 57. 63-92.

Høglend, P. (1993). Transference interpretations and long-term change after dynamic psychotherapy of brief to moderate length. American Journal of Psychotherapy. 47. [4] 494-507

Kohut, H. (1971). The Analysis of the Self. New York. International Universities Press.

Piper, W.E., Hassan, Azim, H.F.A., Joyce, A.S., McCallum, M. (1990). Transference interpretations, therapeutic alliance, and outcome in short-term individual psychotherapy. Archives of General Psychiatry. 48. 946-953

Sandler, J. & Sandler, A-M. (1983). The ‘second censorship’, the ‘three box model’ and some technical implications. International Journal of Psychoanalysis. 64. 413-425.

Strachey, J. (1934). The nature of the therapeutic action of psycho-analysis. International Journal of Psycho-Analysis. 15. 127-59.

Winnicott, D.W. (1958). The capacity to be alone. In The Maturational Processes and the Facilitating Environment. 29-36. London. Hogarth.

 

 

 

Sponsored Links : Freshco Flyer, Giant Tiger Flyer, Loblaws Flyer, Kaufland Prospekt, Netto Marken-Discount Angebote