aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 028 2008 Revista Internacional de Psicoanálisis en Internet

Abraham y la melancolía: la teoría biológica

Autor: Ferrández Payo, Miguel

Palabras clave

culpa, depresión, Diferencias de abraham con freud, duelo, Fase oral, Introyeccion mania, Melancolia maniaco-depresiva, regresión, Tendencias anal-sadicas.


  RESUMEN

Desde el campo de la Psiquiatría se busca demostrar que el conjunto de aportaciones de Abraham a la psicogénesis de la melancolía constituye una teoría diferente a la freudiana, que tanto él mismo como las sucesivas revisiones han subsumido dentro de ésta. La exposición de su obra, las diferencias halladas así como en la correspondencia son objeto de discusión tras una revisión de autores con aportaciones originales. Se conjetura que la presión de Abraham a Freud hacia la aceptación de lo que consideraba sus contribuciones esenciales, sadismo y erotismo oral, pudo haber alcanzado lo personal. Según Ebtinger el único descuido que acepta del maestro, en el aspecto tópico, podría ser infundado dado que el investimento objetal de un representante inconsciente apenas habría sido explicitado por él mismo. Se subraya la importancia del factor constitucional en consonancia con Freud. El deseo criminal infantil retaliatorio tras castración simbólica en el abandono del destete alcanzaría el crimen (primario) a reeditar en cada episodio agudo. Su principal aportación, según Rosenfeld y Gabbard, la génesis de un superyó patológico en la fase oral-sádica, junto a la tendencia a un tipo de identificación que considera patognomónica sugieren la inevitabilidad del estallido agudo en un momento vital de confrontación consigo mismo. Se pone en cuestión la hipótesis de una depresión primaria, sustentadora de una misma calidad de afecto con la melancolía ulterior, que además, junto a la desconsideración de Klein del concepto de estructura clínica habría contribuido a difuminar la delimitación de una entidad clínica ancestral.

Introducción

Tal como Freud temía, la psiquiatría ha engullido conocimientos proporcionados por el psicoanálisis con olvido de su procedencia. Expondremos algunas de las primeras aportaciones fundamentales del psicoanálisis a la psicopatología: las relacionadas con la psicosis maniaco-depresiva por parte de Karl Abraham. Desde la psiquiatría deseamos reivindicar su extraordinario aporte pionero en ideas propias condensadas de valor, creatividad y originalidad extraídas con rigor de la clínica. Englobadas usualmente en la teoría freudiana, buscaremos remarcar sus particularidades a través de la obra y la correspondencia con el objetivo de intentar demostrar que constituyen una teoría unitaria diferenciada: la denominada teoría biológica (Dio Bleichmar 1996), según Mitchell una de las tres grandes tendencias básicas subyacentes en el pensamiento y en la praxis del psicoanalista actual.

Efectuaremos la exposición de una forma diseñada por nosotros que abundará en frases literales en bastardilla con el fin de respetar al máximo las ideas originales que estructuraremos así:

A) Karl Abraham

1) Sinopsis biográfica y psiquiátrica

2) Depresión

3) Manía

B) Diferencias con Freud.

C) Discusión.

 

A) KARL ABRAHAM

1) Sinopsis biográfica y psiquiátrica

Abraham (1877-1925) trabajó cuatro años en el Hospital Municipal de Psiquiatría de Dalldorf, próximo a Berlín, y los tres siguientes (1904-1907) en el psiquiátrico suizo de Burgholzli bajo la dirección de Bleuler y Jung. En la 1ª Guerra Mundial tuvo a su cargo patología psiquiátrica grave, lo cual le proporcionó una experiencia de la que carecía Freud.

Con los únicos antecedentes en el psicoanálisis de la depresión de Maeder, Brill y Jones citaremos sus contribuciones para, a continuación, ir desgranando su contenido cronológicamente:

-1911: “Preliminares a la investigación de la locura maniacodepresiva”.

-1916: “El primer estadio pregenital de la libido”.

-1924: “Un breve estudio de la evolución de la libido, considerada a la luz de los trastornos mentales”.

Habló de “afecciones cíclicas” bajo el vocablo kraepeliniano manish-depressives Irresein, así como Freud usó el término melancholie en Duelo y melancolía en referencia a “estados melancólicos francos” (Widlocher 1986) que para Gero y Tellenbach corresponderían a melancolías bipolares, a diferencia del typus melancholicus de éste último que como él mismo -inquirido por Ebtinger- se ocupó de delimitar, correspondía sin embargo a unipolares (delimitación entrevista por Pichot como el único gran avance de la clínica psiquiátrica de los trastornos afectivos del siglo xx, Stagnaro 2006) Nos referiremos por tanto a la melancolía del trastorno bipolar. Si tanto él como Freud se cuidaron bien de ocuparse de casos clínicos bien diferenciados, y por tanto no sujetos a descrédito desde la psiquiatría clásica, entendemos que no ha sido así por la mayoría de sus continuadores (Ey y col., 1980), a pesar de haber requerido la atención de los psicoanalistas con mayor experiencia psiquiátrica. Será objeto de otro trabajo revisar la vacilante proposición de Widlocher (1986) de emprender la vuelta a la distinción clásica entre depresión melancólica y las formas neuróticas con el protagonismo respectivo de la agresión y la herida narcisista, “concepción frecuentemente defendida desde que la psiquiatría existe por haber nacido en y por el descubrimiento mismo de la melancolía” (Ey y col. , 1980).

Si se ha hablado de una escuela de la depresión de Abraham, es porque destacados psicoanalistas que se ocuparon de ella fueron analizados suyos o se imbuyeron en Berlín de sus conceptos: Rado, que analizó a Fenichel (éste analizó a Jacobson, a Gero y supervisó a Garma quién a su vez analizó a Raskowsky –y éste a su vez a Grinberg- y a  Pichón Riviere -que analizó a Liberman-), Helene Deutsch (que analizó a Mahler), Melanie Klein (a Scott y a Rosenfeld), Reik( que analizó a Garma). De Sachs lo fueron Alexander, Fromm-Reichmann, Benedek -que supervisó a Mahler-, Zilboorg y Masserman. Miembros, Spitz (que analizó a Nacht, éste a su vez a Grunberger y éste a Nicolás Abraham y a María Torok).

 

 

 

2) Depresión

1er trabajo (1911): “Preliminares a la investigación de la locura M-D”

Basa su observación en análisis de seis casos, tres de depresión ligera por ciclotimia, uno de melancolía y tres de psicosis depresiva. Concluye que el psicoanálisis debería iniciarse “en los intervalos libres entre los ataques maniacos o depresivos”.

Factores desencadenantes

Toda situación que requiera una decisión definida en el campo de la libido”.

Estado predepresivo

Ante la inminencia de la emergencia del episodio depresivo agudo los pacientes pueden buscar sublimar una libido que no pueden dirigir hacia un fin verdadero” siendo “más enérgicos que lo acostumbrado en sus ocupaciones y modo de vida”,para cerrar los ojos ante el conflicto que hay en su interior y para evitar el estado de ánimo depresivo que está pugnando por aparecer en la conciencia”.

Tipos

Diferenció entre depresión neurótica y psicótica.

-Neurótica (o usual): a diferencia de la tristeza o el pesar ordinario “tiene una motivación inconsciente y es una consecuencia de la represión”. Aparecería cuando la persona “tiene que abandonar su objetivo sexual sin haber conseguido gratificación. Se siente no amado e incapaz de amar” . Se resuelve cuando “su causa deja de operar, sea por un cambio real en la situación o por una modificación psicológica de las ideas poco placenteras con las que se enfrenta”.

-Psicótica: su desarrollo “es distinto, en este caso a la represión sigue un proceso de proyección” y “se oculta un conflicto diferente” por derivarse “de una actitud de la libido en la cual predomina el odio” que es dirigido “contra los familiares más cercanos y luego se generaliza. Puede ser expresada con la fórmula siguiente “no puedo amar a la gente, tengo que odiarla”.

La “percepción interna” de dicha actitud de odio, aunque sería reprimida, le originaría “sentimientos de insuficiencia” que Abraham intuyó que en gran medida “favorece “la formación de estados depresivos”. El contenido de dicha percepción sería “proyectado al exterior” permutándose por la “idea de que no es amado por su contorno sino odiado”.

El enfermo, mediante el mecanismo de desplazamiento, buscaría explicación para ello y, probablemente, también una salida para la posible consecuente bajada de autoestima de la que más tarde hablará Rado, en que se debería a “defectos físicos o psíquicos” suyos “innatos” y no “a su sadismo imperfectamente reprimido” razón justificatoria para decirse a sí mismo “por eso soy desgraciado y estoy deprimido”.

Deseo criminal y culpa

Ello justificará un deseo de venganza que le generará culpa con autorreproches. El melancólico “adoptará una actitud pasiva y obtendrá placer de su sufrimiento” por “refuerzo de las tendencias masoquistas” ante la obstrucción de “una fuente de placer tan importante como aquella de donde surgen los instintos activos”. La culpa resultará pues según Abraham de “la supresión de esos frecuentes impulsos de odio y venganza” que “cuanto más violentos” sean mayor será la “severidad del estado depresivo” y “tanto más marcada” será porque habrá “sido reprimido en el inconsciente un insaciable sadismo dirigido contra todos” por el que se “originan la depresión, la ansiedad y los autorreproches”.

Esta “idea de culpabilidad contiene el cumplimiento de un deseo, el deseo reprimido de ser un criminal”, tal como Freud había descrito para la neurosis obsesiva, lo que resulta “en extremo dolorosa para su conciencia”.

En resumen: diferenció la depresión neurótica de la tristeza en que se debía a la frustración del objetivo sexual que había sido reprimida al inconsciente y la psicótica en que preexiste un predominio del odio con la consiguiente incapacidad de amar que se proyecta lo que generaría un deseo criminal que se reprime y convierte en culpa.

 

2º trabajo (1916) “El primer estadio pregenital de la libido”

Existirían “impulsos canibalísticos inconscientes”, “en las personas adultas normales” y en la persona melancólica serían tales sus “deseos reprimidos más profundos” por su especial disposición -licantropía en la psiquiatría clásica- que viviría como “sus pecados” a saber un “comer prohibido” lo que le conduciría a evitar comer para impedirse “llevar a cabo los impulsos reprimidos. Al mismo tiempo se amenaza con el único castigo que está en armonía con sus impulsos canibalísticos inconscientes: la muerte por inanición”.

Teorizó que en el melancólico existe una regresión a la etapa oral del desarrollo descrita por Freud y “dirige hacia su objeto sexual el deseo de incorporarlo. En lo profundo de su inconsciente hay una tendencia a devorar y destruir a su objeto”. Vemos como para Abraham la incorporación conllevaría destrucción.

Resumiendo: en una persona con mayor cantidad de odio y tendencia canibalística y bajo la presencia de regresión, un deseo criminal hacia el objeto de amor se concretaría en incorporarlo por devoración a fin de destruirlo.

 

3º trabajo (1924) Un breve estudio de la evolución de la libido. . . ”

Trabajo no precisamente breve; junto a las otras dos obras diseccionadas previamente constituye según E. Jones (1976) “la contribución más sistemática e importante a la psicopatología llevada a cabo por Abraham” y “el estudio que a sí mismo le fascinó más de todos los suyos”. Basó su observación en el análisis de otros dos casos “de curso circular” que “habían sido examinados por eminentes especialistas en enfermedades mentales” así como de análisis fragmentarios. Según él, resultaba “extraordinariamente difícil establecer una transferencia con estos pacientes”, quienes “en su depresión se han apartado del mundo” obstáculo que habría conseguido superar el método psicoanalítico, “única terapéutica racional para aplicar a las psicosis maniaco-depresivas”. Actualmente (Kaplan-Sadock, 2004) la psicoterapia psicoanalítica es el método de tratamiento mas común para el trastorno distímico en el que podemos incluir gran parte de las depresiones llamadas endógenas.

Partía de las deducciones que había extraído de trabajos precedentes de que la depresión psicótica se produciría en una persona con fuerte tendencia canibalística y predominio del odio sobre el amor -con la consiguiente incapacidad de amar, consciente, que se proyecta- que generaría un deseo criminal de destrucción devoradora hacia el objeto de amor que se reprimiría y convertiría en culpa. Añade como descubrimiento de Freud, la introyección, sin diferenciarla de la incorporación, de la que había hablado y sigue haciéndolo.

Carácter en intervalos libres y bifase anal

En su “fascinante estudio” (Tellenbach, 1975) del carácter del melancólico durante los intervalos libres de enfermedad, vio que era similar al del neurótico obsesivo. Amor a la limpieza, orden compulsivo, escrupulosidad –más en el terreno de la omisión que en el de la acción (C. del Pino 2002), etc. derivarían de sublimaciones de instintos sádicos o de formaciones reactivas contra tendencias coprofílicas y tendencias de dominio.

En suma, se trataba de cavilaciones inconscientes acerca de retener o expeler al objeto ante su ambivalencia frente al mismo y en suma sobre mantener el control sobre él ya que en los dos trastornos se “expresa su actitud positiva hacia su objeto en la forma de una retención de su propiedad y su actitud negativa en la forma de un rechazo de ella”. El componente instintivo del sadismo para Abraham manifestaba dos tendencias opuestas:

-“destruir el objeto (o al mundo externo)”.

-“controlarlo”: de preservación del objeto que “se ha desarrollado por medio de un proceso de represión a partir de la tendencia destructora mas primitiva”.

Ello le permitió conjeturar la existencia de dos periodos en la fase anal freudiana del desarrollo:

a) retentivo o posesivo en el que se anclaría el obsesivo -con su duda entre destruir o no al objeto- pero en el que “predominan las tendencias de retención y control del objeto”.

b) expulsivo, “más temprano, en el que ocupan el primer plano las hostiles hacia el objeto que se proponen destruirlo y perderlo” periodo al que habría quedado fijado el futuro melancólico.

El paso de uno a otro periodo “coincide con la clasificación de neurosis y psicosis que hace la medicina clínica” aunque el autor advierte que entre las afecciones de los dos tipos “el psicoanálisis no intentará establecer una separación rígida”.

Será, pues, en el contexto mental sádico-anal, accedido por regresión, en el que se producirá la expulsión de objeto melancólica ya que se trata de una etapa del desarrollo libidinal en la que el individuo en su elaboración mental “considerará a la persona que es el objeto de su deseo como algo sobre lo que ejerce un derecho de propiedad y que en consecuencia trata a esa persona del mismo modo a como a su primera propiedad privada, es decir, el contenido de su cuerpo, sus heces”. Así “cuando el neurótico obsesivo se ve amenazado con la pérdida de objeto y cuando el melancólico lo pierde en realidad, eso significa para el inconsciente de ambos una expulsión de ese objeto, en el sentido de una expulsión física de excrementos”.

Abraham entendió que se produciría la melancolía “si triunfan las opuestas tendencias anal-sádicas-las que se proponen destruir y expulsar al objeto” pero por otra parte dice que del conflicto de sentimientos ambivalentes”,solo puede escapar dirigiendo hacia él mismo la hostilidad que originariamente sentía hacia su objeto,”dado que lo son también “hacia su ego” (Freud (1923) habría dicho ya “mientras más un ser humano sujete su agresión, tanto más aumentará la inclinación de su ideal a agredir a su yo”.

Fase oral

Tras conocer Abraham que “la tendencia a abandonar el objeto amoroso tiene su fuente en la fijación en la primera fase anal sádica” o expulsiva llegó a la hipótesis de que el melancólico retrocedía todavía más: al nivel oral que había descrito Freud; en el que distinguió dos periodos:

a) Periodo del succionar: ligado a este acto existiría un “nivel” que sería “de incorporación pero que no pone fin a la existencia del objeto” En él “el niño todavía no puede distinguir entre el propio yo y el objeto externo”-niño y madre que amamanta- ni de “odio y amor” y por tanto de ambivalencia.

b) Periodo de mordedura: lo denominó sádico-oral por su aparición coincidiendo con la aparición de la dentadura y porque habría ambivalencia hacia el objeto, ante la facultad de incorporar y destruir por primera vez.

Para Abraham “el melancólico está tratando de escapar a sus impulsos oral-sádicos”.

Aseguraba que en la melancolía hubo “algún particular objeto introyectado al que se le trató como una porción de alimento que ha sido incorporada”. Resulta inequívoco entender que habría habido introyección en la época oral. “El paciente ha introyectado su objeto amoroso original sobre el cual construyó su ideal del ego”, de modo que este objeto ha asumido para él el papel de la conciencia, si bien de forma patológica, efectuando “el crimen primario, que en realidad no se habría cometido”. Claramente nos habla de un crimen primario; el del episodio melancólico agudo sería el segundo.

Existiría además la posibilidad de un “doble proceso de introyección […] su objeto amoroso original, sobre el cual construyó su ideal del ego”, efectuando “una despiadada crítica del objeto introyectado”.

Aunque consideraba que “la ambivalencia se aplica del mismo modo a ambos padres”, señalaba “todo el caudal de su ira se dirige un última instancia contra una sola persona”: “contra el primer objeto” amoroso, “en la melancolía todo el proceso psíquico se centra en lo principal en torno de la madre”. Existiría en la personalidad del melancólico una tendencia inconsciente a sentirse dominado por parte de esa madre interior que habría sido vivida como castrante, término de Starcke con el que Abraham parece hablar “explícitamente” (Ebtinger, 1999) de complejo de castración y castración simbólica, posibilitada por la ligazón fase anal-Edipo de la que hablaremos (para Lacan (1984) dicha castración materna afectaría al melancólico en no renunciar a ser el falo -o en buscarlo-, no pasando por la castración simbólica en el momento del retiro del pecho).

Como respuesta conjeturó una respuesta de carácter ambivalente:

a) “un “deseo positivo” a saber “una incorporación total o parcial de la madre”. Veremos como en otro momento hablará de que la incorporación que efectúa el melancólico es completa, y no parcial.

b) “un deseo negativo tendente a su destrucción” por el que buscaría “su “destrucción o su muerte” lo que exponía así: “el melancólico desea vengarse de su madre castrándola a su vez, quitándole sea sus pechos o su pene imaginario. En su imaginación siempre escoge el mordisco como medio”.

Resumen: existiría un deseo sádico oral retaliatorio de castrar, destruir o matar a su madre, introyectada patológicamente en su conciencia, con el fin de liberarse de su acoso, que habría sido vivido imaginaria o simbólicamente como crimen realizado.

Fase postedípica

Incorporando ya el concepto freudiano de superyó, Abraham afirmaba “el niño forma su superego introyectando en el ego los objetos de su libido”. Aquel, mediante una de sus funciones denominada “conciencia”, “instruye al ego sobre lo que debe y no debe hacer, del mismo modo que solían hacerlo anteriormente las personas que ejercían autoridad sobre él”. Se deduce que habría habido posteriores introyecciones una vez formado el superyó y por tanto superada la etapa edípica. “En la melancolía vemos que el superego ejerce su función de crítica con excesiva severidad, efectuando “una despiadada crítica del objeto introyectado”.

Etiología

En Un breve estudio… estableció que “sólo” aparecía una depresión de tipo melancólico si se hallaban presentes la totalidad de cuatro factores, junto al desencadenante, a saber:

1) Factores constitucionales:

a) “acentuación del erotismo oral”.

A este punto fundamental hemos añadido lo que hemos extraído de su obra:

b) De carácter innato: “solo sucede en una pequeña parte de los casos”.

c) “Grado de ambivalencia desusadamente alto”.

d) “sentimiento de superioridad” junto a “desprecio hacia las demás personas”.

e) “sobreestimación del ego y una subestimación de él”.

f)Desarrollo especialmente pobre” de “la capacidad de amar”.

2) “Fijación de la libido en el nivel oral”: personas con gran sentido del placer desde bebés en el ejercicio de la succión y la alimentación.

3) “Sucesivas decepciones afectivas” infantiles, que califica de “experiencias traumáticas” que “provocaron experiencias de carácter penoso”, a las que quedarán “ligados” “los intentos reiterados” “por obtener el amor de una persona del sexo opuesto”.

4) “Primera decepción afectiva importante antes de que los deseos edípicos infantiles hayan sido superados”; se establecerá una asociación permanente entre el complejo de Edipo y la etapa canibalística”, lo que “facilitará una subsiguiente introyección de sus dos objetos amorosos, es decir, de su madre en primer lugar, y luego de su padre

Habría que añadir un quinto factor:

5) un tipo patognomónico de identificación narcisista, del que hablaremos más tarde.

Motivos desencadenantes

“Repetición en el adulto de la decepción primaria”: tal como parece sugerir Abraham, inducida por el propio paciente “en ninguna otra forma de neurosis opera tan fuertemente la tendencia compulsiva a repetir una experiencia como en las afecciones maniaco-depresivas”.

Diferencias con el duelo

En los dos se realizaría mediante el mecanismo de introyección (noción original de Ferenczi ausente en Duelo y melancolía, Strachey 1979), que “tiene el carácter de incorporación física por la boca”, pero existirían “importantes diferencias” ya que en el pesar normal se produciría:

1)     una momentánea introyección”

2)     ante “una pérdida real (muerte)”

3)     con el fin principal de “mantener las relaciones de la persona con el objeto desaparecido o compensar su pérdida”

4)     “el conocimiento consciente de la pérdida nunca abandonará a la persona sana”

5)     “los sentimientos de afecto desalojan a los hostiles”

Sin embargo en la melancolía:

1) existe un conflicto de “sentimientos ambivalentes

2) del que solo puede escapar “dirigiendo hacia si mismo la hostilidad que sentía originariamente hacia su objeto”

3) “todo sentimiento de amor es amenazado de inmediato por la emoción opuesta”

4) “una frustración, una decepción por parte del objeto amado puede desencadenar en cualquier momento una ola poderosa de odio que barrerá los sentimientos de amor, débilmente arraigados”

5) se llegará entonces “al abandono del objeto”. Deducimos nosotros que de una forma activa y voluntaria, no como asunción ante lo irreversible.

En resumen, en la melancolía la hostilidad hacia su objeto (externo) suprime el amor que siente por él, no puede evitar dirigirla contra sí y decide abandonar al objeto. En el momento de la aparición de su enfermedad el paciente depresivo habrá “roto por completo todas las relaciones con el objeto”. Lo hará de manera expulsiva anal. “Si cae enfermo, su tendencia a incorporar el objeto de una manera canibalística obtiene el predominio, hecho que coincidirá con una regresión a la segunda etapa” de la fase oral. Aquí parece afirmar que al enfermar aparece predominio del impulso canibalístico a la par que regresión.

Regresión

Al acontecer la decepción del objeto amoroso, la ira producida reactivaría la del enfermo hacia su objeto original “a quien era más afecto en la infancia”. Tras su pérdida por evacuación excremental, identificaría "al objeto amoroso que ha perdido y abandonado con el producto mas importante de su evacuación corporal -con sus excrementos- y lo reincorpora dentro de su ego”, “forma de identificación específicamente narcisista”, “específicamente melancólica”, vehículo de la pulsión coprofágica por medio del proceso que hemos llamado introyección” que sería “en su totalidad”, (en el paranoico sería parcial) y continuaría “ejerciendo desde dentro su poder despótico”. Como decía Fenichel, si para Freud era la sombra del objeto la que descendía sobre el yo, para Abraham era la de la madre.

Desenlace del episodio

-La culpa habría juzgado un papel inhibitorio, por sufrimiento moral ante la agresividad, pues según Abraham en el niño “el proceso de superación de los impulsos canibalísticos esta íntimamente asociado con un sentimiento de culpa que pasa al primer plano como típico fenómeno inhibitorio” aunque por otra parte vimos que señalaba que la culpa en el melancólico era debida a la represión de la venganza.

-Habría habido además “apaciguamiento” en la agresividad debido a la “autotortura” por los autorreproches continuos y dicho objeto, provocador del episodio depresivo, podría “salir de su escondite” y reponerse en el mundo exterior con lo que se habría “apartado al objeto amoroso del peligro de ser destruido”.

De esta manera se habría dado fin al ciclo de “metabolismo psicológico” y en cada episodio agudo el melancólico- y también el maniaco- lo “ejecuta de tiempo en tiempo, en un plano psicológico”.

En resumen, en 1924 concluyó que se produciría la melancolía en una persona predispuesta por intensa impulsividad y ambivalencia, introyección sádica materna, tendencia a una identificación narcisista especial y una historia de decepciones infantiles (una de las cuales, importante, antes de la superación de los deseos edípicos por lo que los asociará con la etapa canibalística lo que facilitará la introyección criminal patológica materna y posteriormente del padre). El triunfo del deseo de venganza sobre el objeto interno reactualizado en el externo producirá regresión con expulsión del objeto por evacuación anal-identificación peculiar-introyección narcisista oral-expulsión destructiva anal (Strachey ratifica que así lo entendía Jones), segundo crimen (tras el primario) por devoración que protegería de llevarlo a cabo con el motivador de la afrenta. Se podría entender igualmente que un yo masoquista buscaría apaciguar a un superyó sádico mediante el automartirio (lo que después explicará Rado).

 

3) MANÍA

1º trabajo (1911): señalaba Abraham que “ambas fases están dominadas por los mismos complejos” y la manía aparece “cuando la represión no puede resistir más el asalto de los impulsos reprimidos”, “el componente sádico es liberado de sus grilletes” y se produce “la eliminación de las inhibiciones” y “la libido positiva y la negativa (amor –odio, deseos eróticos-hostilidad agresiva) surgen a la conciencia con igual fuerza” retornando “a una época en la que los impulsos no habían sucumbido a la represión”.

Se obtendría placer mediante:

1) El “ahorro de energías en la inhibición”.

2) La accesibilidad a “viejas fuentes de placer”.

3) Lo que denomina “técnica de producción de pensamientos maniaca” que consiste en la “pérdida de vista” de la meta comunicativa a través de “la abolición del control lógico y el jugar con las palabras” que permite:

a) “resbalar por medio de ligeras alusiones a ideas que son penosas para la conciencia, por ejemplo, las ideas de insuficiencia

b) “una juguetona alusión a cosas placenteras que generalmente están suprimidas”.

Existiría una semejanza con la mentalidad del niño y el rapport con su psiquiatra sería “el mismo que se establece con un niño de 5 años”.

Resumen: en el trabajo de 1911 la manía aparecería cuando la represión no puede resistir más el asalto de los impulsos reprimidos.

2º trabajo (1916): en este trabajo no habló de la manía.

3º trabajo (1924): Para Abraham sin embargo bajo el “aspecto de un frenesí de libertad” por “emancipación placentera” de una “relación penosa”con su objeto introyectado”, no habría la liberación de la que hablaba Freud. “Las fantasías del paciente maniaco” irían “en su mayor parte contra su madre” y el ciclo de “metabolismo psicológico” “también el maniaco- lo “ejecuta de tiempo en tiempo, en un plano psicológico”.

Pensamos que con la frase “en la manía pura, que frecuentemente ocurre con periodicidad, me parece que el paciente no se está liberando de esa paratimia primaria, sin haber tenido ningún ataque de melancolía en el sentido clínico” estaría diciendo que en los casos en los que hace eclosión el episodio maniaco sin otro previo de melancolía habría existido, pero habría pasado desapercibido.

Parece deducirse que el supuesto éxito del maniaco sobre el objeto se revelará efímero ante la depresión aguda que acostumbra a sobrevenir a continuación. Habría acaecido lo contrario: una cesión en los diques de contención de la personalidad ante el arrollador barrido del impulso depresivo.

Resumen: en la manía no habría la liberación del objeto de la que hablaba Freud sino que también se ejecutaría el citado crimen interno materno en cada episodio.

 

B) DIFERENCIAS CON FREUD

Millon unifica ambas teorías y habla de introyección de la agresión al igual que Gabbard (1997) en su modelo de la ira introyectada, cuya persistente popularidad se debería al modo de ver de Akiskal a la observación clínica de “agresividad dirigida al exterior en muchos pacientes deprimidos”.

Nos abstendremos de exponer Duelo y melancolía y los aportes de Freud sobre el tema diseminados en su obra por considerarlos conocidos y en atención al espacio contentándonos con un breve resumen, las diferencias que hemos encontrado en relación a Abraham y un extracto de la correspondencia en el que ambos dirimen sus diferencias.

Diferencias en la obra

Para Freud, el futuro melancólico habría buscado tomarse a sí mismo como objeto a amar como protección para, ante cualquier contrariedad amorosa, conseguir retroceder a la fase infantil del narcisismo. En el episodio agudo se produciría una pérdida real de un objeto amoroso (en la melancolía pudiera tener un significado más ideal) sin conciencia de su importancia.

Con el fin de lograr desprenderse de él sin cancelar el amor hacia él efectuaría una doble regresión:

a) Refugiarlo en el interior del yo con lo que se efectuaría una identificación por la cual se viviría la pérdida como sucedida dentro del sí mismo (mecanismo de introyección). El superyó furioso tomará al yo alterado por la identificación, y renuente a expresar su agresión, como objeto sometido a ser juzgado.

b) La ambivalencia le conduce a la regresión a la fase sádico-anal con aparición del deseo de devorarlo.

La culpa significará temor a haber perdido el amor del objeto originario por lo que se efectuará un requerimiento de perdón a la conciencia (superyó). Los autorreproches representarán el castigo a los objetos frustrador y originario y a sí mismo por haber deseado su muerte, con goce por superioridad moral. Para la aparición de la melancolía se precisaría pues:

a) Constitución con marcada ambivalencia.

b) Fijación frágil al objeto primario por ser de tipo narcisista con el fin de, ante una frustración con un objeto, poder devolver con facilidad el amor hacia sí mismo.

c) Pérdida de objeto (real o significante) al que se estaría fuertemente fijado.

d) Regresión.

En ocasiones podría aparecer melancolía en las situaciones siguientes:

a) Enfermedad del superyó, sin necesidad de pérdida objetal alguna.

b) Afrenta narcisista al yo.

c) Trastorno neuroquímico.

Las diferencias que encontramos entre Abraham (A) y Freud (F) en cuanto a su obra son, expuestas de forma esquemática en orden alfabético, las siguientes (nos referiremos a Duelo y melancolía si no especificamos otra referencia):

-Agresividad: Deseo criminal a objeto y objetos originarios (A) / Deseo de devoración. Se refiere la madre (A). Martiriza a los familiares por la agresividad que porta / Desea hacerlo con objeto perdido actual (F).

-Angustia de muerte: Correspondería con la de castración (F).

-Autocrítica: Del superyó materno a objeto en yo (A) / De conciencia moral a yo escindido. Particular severidad del ideal del yo (F).

-Autoestima: ambos disminución.

-Autorreproches: Del sadismo criminal (A) / Acusaciones al objeto vueltas contra el yo con culpa por haber deseado su muerte (F).

-Configuración clínica: En psicosis (A) / Intermedio entre neurosis y psicosis: psiconeurosis narcisistas (F en Neurosis y psicosis).

-Constitución: erotización oral, impulsos-sádico orales y ambivalencia (A) / Freud enfermiza, se señala a la última (F).

-Culpa: Dolor moral ante deseo criminal (A) / Por haber deseado la pérdida, temor a haber pedido el amor del objeto y debido a ataque sádico una vez introyectado. Posteriormente: (1923) percepción (en gran parte inconsciente por su ligadura al complejo de Edipo) de crítica de instancia moral (F).

-Empobrecimiento del yo: Por imposibilidad de satisfacer deseo agresivo hacia objeto (A) / Por la introyección de éste (F).

-Escondite al objeto: En yo a fin de protegerlo, aunque se cortaría todo lazo con él (A) / A fin de proteger capacidad de amar (F).

-Etiología: Decepción del objeto y obligación de definición (A) / Conjetura añadir al primer motivo: pérdida en yo, patología del superyó y empobrecimiento libidinal del yo (F).

-Herida en el yo: (F)

-Incapacidad para amar: percepción interna (A). El odio superaría al amor (A) / etapas ambivalentes según herencia o bien rechazo a objeto originario tras odio narcisista primordial a mundo exterior (F).

-Identificación: específica (A) / no específica (F 1923)

-Incorporación: “devorar y destruir a su objeto” (A) / “supresión de la existencia del objeto como algo separado” (F 1915)

-Introyección: “recoge en su interior los objetos ofrecidos en la medida en que son fuente de placer” (F 1915).

-Introyecciones primarias: Doble introyección de los dos padres pero la patológica sería la materna de tipo superyoico que le dominaría. Deseo de vengarse castrándola. Habría efectuado un crimen primario (A) / La paterna la fundamental (no se habla de venganza ni de castración ni de crimen, sólo de deseo) (F)

-Introyecciones patológicas: Superyó materno somete (A) / Ideal del yo condena al yo (F).

-Manía: Incapacidad del yo para contención sadismo (A) / Rebelión con emancipación del yo, y en la psicógena-reactiva esta misma por identificación con objeto rechazado ante su maltrato. (F 1921).

-Mecanismos de defensa: para Abraham en el proceso se emplean sublimación, represión, proyección, desplazamiento, regresión, incorporación, identificación y para Freud regresión, introyección, escisión e identificación.

-Motivación para odiar: retiro del pecho (A).

-Motor del conflicto: para ambos la ambivalencia constitucional. Con deseo de destrucción (A).

-Odio a la madre: para ambos. Decepción preedípica (A).

-Placer: masoquista (A) / automartirio gozoso (Freud).

-Regresión: A etapa sádico-oral (A) / A etapa sádica más próxima al conflicto. (Rosenfeld 1959 siente que tiene “en la mente más la etapa anal que la oral”).

-Relación amorosa: relación con objeto actual zanjada al desencadenarse el episodio depresivo, se entiende que de forma activa (A) / el amor preservado. Cuando se interrumpe el vínculo con un objeto de amor la regresión a la etapa sádica previa garantizaría la continuidad (F 1923).

-Relación de objeto narcisista: al existir incapacidad de amar, parece deducirse que únicamente puede establecer este tipo (A) / Requiere fuerte fijación al objeto y sin embargo débil resistencia del investimento. Su establecimiento provocaría dicha incapacidad (F).

-Resolución: Descarga de agresividad por autotortura junto a culpa (A) / La primera y el goce por degradación al objeto (F).

Diferencias en la correspondencia

Esta comprende medio millar de cartas. Abraham presenta su trabajo inicial al III Congreso Psicoanalítico Internacional de Weimar. Al año siguiente habla de un caso de “ciclotimia, especialmente instructiva” por ser “plenamente consciente de su incapacidad para el amor”. Freud reconviene al alumno a que persista su trabajo con mayor tranquilidad, considera que “la fórmula no está bien asegurada y los elementos no quedan interconectados aún convincentemente”. En marzo de 1915 asegura éste último: “he encontrado corroborada mi explicación de la melancolía en un caso” a lo que responde Abraham (31-03-15) exponiendo su propia teoría.

Abraham

Con la posible finalidad de lograr acercamiento, asegura que ambos coinciden en “los puntos fundamentales”, cinco, que deberían “mantenerse con seguridad absoluta”, a los que adjuntaremos sus propios comentarios acompañados de los nuestros:

1º) “el melancólico ha perdido algo, pero no sabe qué”: dado que “el yo no recibe”, “para comérselo, lo que desearía”, “ha perdido su contenido, es decir, lo que quería incorporar”; “no puede soportar su pérdida” e “incapaz de amar como es, quisiera a toda costa apoderarse de su objeto amoroso”. ¿Por qué no puede soportar la pérdida si no es capaz de amar? ¿Será la razón el no ser capaz de amar? Parece hablar de una relación de dominio (sádico-anal) en lugar de amorosa.

2º) “empobrecimiento del yo”: En 1918 objetará al maestro que los “delirios de insignificancia de los melancólicos son tales sólo en apariencia. Muchas veces” lo son “de grandeza”.

3º) “identificación con el objeto amoroso”: de la que hemos destacado que para él era específica.

4º) “localización del proceso del duelo en las catexias del yo”: reivindica la prioridad en la comparación, algo que el maestro aceptará aunque ya la había conjeturado en sus manuscritos a Fliess y en las Actas (Nunberg, 1980).

5º) “anulación de las catexias objetales en la identificación narcisística: no recalca el parecido como motivo de deseo de devoración.

A continuación propone consenso con lo que considera esencial de su propia tesis, los dos puntos siguientes:

6º) “sadismo”: basándose en haber encontrado “demasiada violencia y criminalidad”, se reafirma en la importancia de su intensidad considerando debería recalcarse más que lo que hace Freud. Es lo que impediría desarrollar la capacidad de amar y de esta incapacidad derivaría la depresión. Los autorreproches -así como la inhibición motora y el atormentar a su entorno- indicarían emociones hostiles reprimidas” que se abrirían paso en la fase maniaca. Los podemos dividir en primarios y secundarios; comenzaremos por éstos últimos:

-Secundarios: serían los referidos por Freud: hacia otra persona y vueltos hacia el yo por identificación, por lo cuál el sujeto se hallaría en duelo por haberlo devaluado para pasar a hacerlo después consigo mismo y que Abraham explica como debidos a que al ser “hipersensible a la más mínima actitud no amistosa”, se habría dejado “atormentar por la persona amada en una autopunición masoquista”.

-Primarios: debidos a que “inconscientemente le ha causado un daño mucho mayor “a su objeto a través de “omnipotencia del pensamiento”, mediante la comisión de un “delito” “causado realmente al objeto con el cual se identifica” merced a “una tendencia canibalística”,que surgiría con la regresión, en la cual “el niño quisiera incorporar su objeto amoroso; para decirlo con mas brevedad devorárselo” de manera “ambivalente: muestra de amor y destrucción” debido a su temor “a morir de hambre”. Jones (1976) valorará la distinción y la mayor importancia de éstos últimos.

En 1918 añadirá, objetando, “aun cuando los autorreproches se aplican también al objeto amoroso tienen al mismo tiempo el significado de una sobrevaloración narcisística de la propia capacidad criminal”.

7º) “erotismo oral”: destaca su importancia a la par que disminuye la del erotismo anal, “punto de separación” con la neurosis obsesiva.

Freud

Freud pospone la contestación por un mes. Asegura (4-05-15) haber “incorporado sin vacilar” sus “muy valiosas” observaciones a su propio ensayo “Duelo y melancolía”, destacando:

-la “referencia a la fase oral de la libido”, no especifica el sadismo.

-la “vinculación con el duelo”.

A continuación pasa a efectuar su crítica:

1º) “no marca suficientemente lo esencial de su hipótesis, es decir,

a) el aspecto tópico

b) la regresión de la libido

c) el abandono de las catexias objetales inconscientes”

2º) “pone en primer plano, en lugar de ello el sadismo y el erotismo anal”: este segundo aspecto, el sadismo anal, en realidad no lo criticaría dado que precisa “en esto tiene usted razón”.

Y le señala que “la verdadera explicación” del trastorno “sólo puede darla el mecanismo, considerado dinámica, tópica y económicamente” dado que “el erotismo anal, el complejo de castración, etc., son fuentes ubicuas de excitación, que necesariamente intervienen en cualquier enfermedad” a la vez que le anuncia el fin de su propio trabajo acerca del tema “hace un cuarto de hora”.

Abraham

Contesta (3-06-15) que únicamente está “enteramente de acuerdo” con él “en un punto”: no haber “valorado suficientemente el mecanismo, lo tópico” y que no está “convencido” de que“los reproches dirigidos contra el propio yo corresponden en realidad a otra persona”, como hemos mencionado antes. Nos parece entender que, tras el respeto y la cortesía, se halla prácticamente en franco desacuerdo.

Freud

Alega que en su tardanza en responder (3-07-15), “hubo la intención de imitarle a usted en su largo silencio, que me había causado ya preocupación” y que como consecuencia del “hiato producido” no recuerda qué artículos le ha enviado”. No contesta a la explicación requerida, “sólo sería posible hacerlo fructuosamente en una discusión oral”, y le refiere a su escrito.

Abraham

En 1918 dice “he comprobado con alegría que mi fantasía (fantasma en otra traducción, einverleibungsphantasie) de incorporación puede ser incluida en el marco más amplio de su teoría”. Asegura no tener “objeciones importantes” pero mientras tanto parece laborar en pro de su propia teoría que publicará en 1924.

En 1922 afirma que la regresión en el melancólico cumple la finalidad de “arrancar a mordiscos el pene o el pecho”. Confirma la concepción freudiana de incorporación del objeto amoroso y dice que él sí ha encontrado un proceso que corresponda al paso de la melancolía a la manía: la “intensificación de la libido” tras un duelo que “parece llevar con relativa frecuencia por ejemplo a concebir un hijo”. Freud (1921), a su vez, le preguntará“¿por qué razón no ha tomado mi última sugerencia acerca de la naturaleza de la manía tras la melancolía?. Abraham contestará “no veo donde reside mi error” y le inquirirá el que no mencione “un estado reactivo después del duelo comparable con la irrupción de la manía (después de la melancolía)”. Freud se disculpará: “lo he entendido enteramente mal”.

En 1923 Abraham, tras asegurar haber ratificado su “hipótesis” acerca de “dos estadios en la fase anal sádica” nombrará otra, “una proto-depresión en la infancia como paradigma de la melancolía ulterior”, que habría corroborado Melanie Klein; a la que cita por dos veces, y le habla de “incorporación parcial”. En ese mismo año agradece la revisión de Freud a su trabajo cumbre sobre el que habría incidido en “el punto débil”, la manía, y asegura haber efectuado correcciones.

En 1924 comenta acerca de un análisis en el cual “la leche resultó ser una alusión a la madre y la carne una alusión a la típica fantasía de castración a mordiscos del padre”.

Analizando la correspondencia Abraham-Freud en torno a la depresión observamos que existen profundas discrepancias:

- Para Abraham la depresión derivaría de un elevado sadismo, que en una personalidad de alto erotismo oral, generaría incapacidad de amar que le llevaría, además de atormentar a los demás, al deseo de apoderarse por devoración del objeto de amor con el que se habría identificado de manera ambivalente –delito- el cual generaría autorreproches y el no poder satisfacerlo empobrecería al yo. Debido a no soportar la pérdida de su objeto, sería hipersensible a la más mínima actitud inamistosa, pudiendo llegar a dejarse atormentar por él en una autopunición masoquista, lo que le generaría reproches que dirigiría contra si mismo, o sea secundarios.

El fin de la regresión sería arrancar literalmente a mordiscos el pene o el pecho.

Hipótesis de una proto-depresión.

-Freud: reconoce la vinculación con el duelo, asegura valorar esencialmente la referencia a la fase oral pero le reprocha centrarse en el sadismo y el erotismo anal en lugar de en el aspecto tópico, la regresión y el abandono de las catexias objetales.

 

C) DISCUSIÓN

Disensión personal

Sin necesidad de argüir especulaciones como la de Rado (Roazen, 1974), podemos entrever indicios de una disensión teórica importante, aunque larvada, que pudo llegar a afectar a lo personal y explicar el distanciamiento de los encuentros que el discípulo reprocha continuamente. Se debería, en el caso de Abraham, a haberse sentido ofendido por no haber obtenido la apreciación que esperaba viéndose obligado a encubrir su teoría, que consideraba divergente, o al menos distinta. Jones (1976) en su biografía oficial da fe, lamentándolo, que al final de la vida de Abraham las relaciones entre los dos hombres eran tensas pero lo atribuye a discrepancias acerca de un film divulgativo. Sus trabajos sobre la psicosis maniacodepresiva, estudio que “lo fascinó más que cualquier otro” constituyen para él la contribución más sistemática, “y probablemente la más importante”, a la psicopatología aunque considera que queda oscurecida por el ensayo de Freud y por el hecho de que en éste no citara sus dos trabajos. Lo justifica vagamente aseverando que en ese momento no se podía hacer aunque reconoce que se acabó publicando un año después que las dos primeras aportaciones de Abraham. Glover admite que en 1921 le reconoció dificultades para la aceptación de determinadas ideas freudianas. Para Ebtinger el trabajo cumbre de Abraham de 1924 habría dejado “en tal estado la cuestión de la melancolía” que “es difícil decir que las ulteriores aportaciones lo hayan superado”; todavía hoy consigue suscitar interrogaciones. Crespo encuentra el trabajo de Abraham “más sistemático y preciso” que el freudiano.

Discrepancias en la correspondencia

En tono condescendiente el maestro elogia la referencia a la fase oral y a la comparación con el duelo, pero no especifica el sadismo. Acepta que, según él, coloque en primer plano el erotismo anal, a pesar de que a la vez viene a decir que no tendría importancia por intervenir en cualquier proceso, pero no que lo haga con el sadismo. Parece claro que es el sadismo oral, la idea genuina, lo que él considera su verdadero aporte, lo que no acepta y soslaya aunque sí admitiría la regresión del investimento objetal a la fase oral, “que pertenece todavía al narcisismo”, si se demostrase la hipótesis del predominio de una elección narcisista del objeto (Duelo y melancolía). Le reprocha no haber contemplado los tres aspectos, tópico, dinámico y económico, cuya síntesis define la metapsicología.

Abraham únicamente aceptará descuido en el primer aspecto del segundo punto, el tópico, pero como dice Ebtinger, en el reproche de Freud se refleja claramente que el investimento objetal (besetzung)) sería de un representante inconsciente, algo apenas explicitado por el maestro en su obra, “lo que aparece con menos claridad en los escritos de Freud publicados” alcanza a decir. Podemos suponer que el primero pudo haberse sentirse molesto por entender que se presuponía.

El que Abraham señale que se le ha hecho un daño real al objeto externo de amor podría significar que éste sería víctima pasiva del estallido agudo inevitable del melancólico en el momento de elección amorosa, debido a que su incapacidad previa únicamente le habrá permitido establecer un tipo peculiar de identificación narcisista o bien al odio acumulado.

Diferencias teóricas en su obra

-La importancia concedida al factor constitucional, por parte de Abraham, al igual que en Freud, es neta pero solo habla de un incremento del erotismo oral, no del sadismo oral o de la ambivalencia (Rosenfeld 1959). A lo cuantitativo o económico igualmente, coinciden. No por ello Abraham ha dejado de ser revindicado como “el primer objetalista” (Sanfeliú, 2002). El mismo Freud habla de que las pulsiones aspiran al “placer de órgano” en 1915, (Pulsiones y destinos de la pulsión), año en que escribe Duelo y melancolía. La necesidad de un goce materno modulador en el apaciguamiento de la necesidad fisiológica del niño (debido a que éste cumpla una meta del ideal del yo de aquella y por tanto haya goce de ésta) para que éste sea capaz de inscribir su placer y alcanzar su valor fálico (Dio Bleichmar, 1978) excede a Abraham y a Freud y remite a Lacan.

-En la etiología Abraham no menciona lo que para Rosenfeld (1959) y Gabbard (1997) sería la principal razón que sin embargo ofrece: la génesis de un superyó patológico en la fase oral-sádica, así como tampoco la tendencia a un tipo de identificación narcisista que considera patognomónica.

-Según Gabbard (1997), Abraham configuraba claramente el proceso de la conciencia crítica y de la enfermedad alrededor de la figura materna pero tenemos la impresión de que no se atrevía a contradecir a su maestro. Consideramos que la ira que aquel autor juzga introyectada por deficiencias de maternaje sería ante todo primaria y secundariamente por el abandono en el destete vivido como castración que provocaría el deseo de castrar a la madre introyectada atacar su integridad sin destruir su existencia”, y no pareciendo suficiente, de matarla; crimen vivido como realizado ¡de ahí la culpa! pero ¿imaginario como pensaba Nicolás Abraham o simbólico como asevera Ebtinger? El castigo retaliatorio retornará sobre el sujeto en forma de castración simbólica manifestada en una “torturante conciencia de sus defectos físicos o psíquicos”.

-Cuando escribe Abraham que el fin de la regresión, (defensa “ante situaciones intolerables” [Chemama 2004]) es arrancar –literalmente- a mordiscos el pene o el pecho habría que entender se refiere a los padres internalizados, atacando a los que considera culpables de su inmadurez psicológica, que siguiendo a Kernberg (2000) pudieran ser imagos deformadas y modificadas por la propia agresión, así como cumplir el fin adaptativo de preservar la vida del objeto amoroso externo.

-La, para Fenichel, fundamental aportación abrahamiana, una depresión primaria, que no deja de ser una mera hipótesis, parece sustentar un mismo tipo de afecto en la melancolía ulterior. Alimentada por la desconsideración de Klein del concepto de estructura clínica (que Abraham y Freud delimitaron y Lacan remarcó), habría contribuido a desdibujar los límites de una afección clínica documentada detalladamente desde la antigüedad y a aproximarnos al mundo del melancólico, posiblemente de forma errónea.

 

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