aperturas psicoanalíticas

aperturas psicoanalíticas

revista internacional de psicoanálisis

Número 061 2019 Monográfico. Abordaje psicoanalítico del trauma I

Ver en PDF

Abordaje psicoanalítico del trauma I

Psychoanalytic approach to trauma I

Autor: Díaz-Benjumea, Lola J.

Para citar este artículo

Para citar este artículo: Díaz Benjumea, L. J. (junio, 2019) Editorial. Aperturas Psicoanalíticas, (61). Recuperado de: http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001072

Para vincular a este artículo

http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001072


Dedicamos este número 61 a un primer monográfico sobre el trauma psíquico. Dada la cantidad de trabajos con que contábamos se hizo necesario dividir el monográfico original en dos números, el 61 y el 62, de modo que el próximo número será la continuación con un segundo monográfico sobre este tema.

Es posible abordar el trauma psíquico desde muchas dimensiones. En los trabajos aquí presentados se enfocan temáticas esenciales surgidas en los últimos años: el trauma en tanto ruptura de la confianza básica, como pérdida de sentido que nunca vuelve a recuperarse del todo; el trauma como trastorno prototipo de la intersección cuerpo-psique; el trauma como disparador de la disociación patológica y de la autoinculpación en forma de identificación con el agresor, que emerge como objeto perseguidor interno producto del miedo y de la rabia del otro y hacia el otro. En cuanto al tratamiento, los trabajos de este número abordan el trauma como experiencia que provoca resistencia en el propio analista, que la pasa por alto para no infectarse del afecto abrumador y, sin embargo, cuyo abordaje supone necesariamente para el clínico una profunda inmersión emocional, rompiendo la neutralidad entendida en su dimensión más conservadora; y a la vez el trauma como trastorno en el cual las actuaciones por parte de paciente y analista en los procesos transferencia-contratransferencia son ineludibles y una vía necesaria para la recuperación y la comprensión de lo traumático.

María Isabel Castillo Vergara nos da la oportunidad de conocer el tratamiento grupal llevado a cabo por ella y otra psicoterapeuta con mujeres que fueron víctimas de tortura en Chile durante la dictadura militar, las cuales no habían hablado de su experiencia hasta entonces, más de 25 años después. Para la autora, la tortura provoca un trauma extremo que se caracteriza por la intensidad, la duración en el tiempo y la interdependencia entre lo social y lo psicológico y sostiene que la construcción de la memoria social es una tarea indispensable para la recuperación de las víctimas. Enmarcándose en el pensamiento del psicoanálisis relacional, rechaza la neutralidad y la abstinencia en el tratamiento del trauma, considerándolas incompatibles con el reconocimiento que necesitan los pacientes. De hecho, Castillo resalta que es necesaria no solo una comprensión cognitiva, sino una verdadera comunión emocional para que las pacientes lleguen a sentir por primera vez el reconocimiento de su sufrimiento. Nos describe el recorrido emocional en paralelo de pacientes y terapeutas, plagado de procesos de disociación conjunta necesarios para acceder a los recuerdos aterradores de un modo que no sea una repetición traumatizante sino terapéutica.

El trabajo de Carlos Mingote Adán, Francisco Menjón Beltrán y Belén Mingote Bernard es un estudio extenso y muy completo sobre el trastorno de estrés postraumático en el adulto, que cuenta con las aportaciones empíricas de la última década. En este número publicamos la primera parte del trabajo, del cual la segunda, dedicada al tratamiento, será editada en el monográfico de octubre. Los autores hacen un recorrido por las fuentes de trauma más importantes en nuestra sociedad actual, y presentan el TEPT como un cuadro complejo con componentes genéticos, psicosociales y transgeneracionales. Analizan distintas dimensiones esenciales al trastorno, como la disociación, diferenciando la disociación neurofisiológica y la psíquica defensiva. Profundizan en el aspecto neurobiológico del trauma al aportar los avances en el conocimiento de las alteraciones neuropsicológicas, cognitivas y de la memoria. Pero, en base a su amplio marco empírico y teórico, transmiten una concepción del trastorno no reduccionista, sino como una enfermedad sistémica que afecta múltiples dimensiones humanas: biológica, biográfica, psicológica, social y moral.

José Antonio Gallastegui Galán nos ofrece la descripción del caso clínico de un paciente traumatizado con síndrome de Tourette tratado en el ámbito de la sanidad pública. Previamente a su abordaje, el autor nos introduce en la teoría de Peter Levine, en la cual se basará para explicar la conceptualización de lo ocurrido en el caso. Gallastegui resalta la importancia del cuerpo en el trauma, y en la línea de Levine, la necesidad de partir del cuerpo para llegar a la elaboración psíquica, observando la postura y movimiento del paciente y dirigiendo la atención de este a esas manifestaciones corporales, para llegar a la toma conciencia de la carga de significado que encierran. En el caso hay un interés particular porque lo que en principio es un tic, síntoma neurológico, al hacerlo objeto del foco terapéutico y asociaciones posteriores se revela cargado de contenido significativo emocionalmente intenso, que al verbalizarse provoca en el paciente pleno sentimiento de ser reconocido y comprendido, tanto a nivel intersubjetivo como internamente.

Marcela Lockett Destri aporta un caso clínico de trauma complejo, muy ampliamente relatado, que fue abordado desde un dispositivo público de atención a víctimas de violencia de género. La autora enmarca su estudio de caso en la teoría del apego y en los desarrollos sobre el género. Vínculos de apego deficitarios y/o traumatizantes, que dejan la secuela de un self vulnerable, a la vez necesitado y temeroso de la dependencia, y mandatos de género facilitadores de psicopatología por la transmisión de ideales identitarios de idealización de la dependencia, del amor romántico y de un cuidado del otro que implica la renuncia a las propias necesidades. Nos muestra con detalle el tratamiento, en el cual la terapeuta usa técnicas diversas integradas dentro de una posición psicoanalítica. Se relata su esfuerzo por acompañar a la paciente en la fase de su vínculo dependiente con el agresor mientras trabaja para fortalecer su self, lo que es potenciado a través del vínculo terapéutico y también a través de la puesta en común de la transferencia y la contratransferencia, porque esta apertura y diálogo constituyen en sí mismos, además de autoconocimiento, reparación.  

En el apartado de artículos ya publicados contamos con un trabajo de Werner Bohleber y Marianne Leuzinger-Bohleber dedicado a la intervención psicoanalítica en los casos de trauma, en el que ofrecen diversas viñetas clínicas muy ilustrativas. Los autores sostienen que la disociación de diferentes estados del self en el trauma nunca es completa y que al mantener ciertas conexiones se posibilita la recuperación. Esta recuperación en su visión pasa necesariamente por recuperar los recuerdos, pero no únicamente, ya que estos suelen estar confusamente entretejidos con interpretaciones defensivas, y esta red debe deshacerse para esclarecer lo que se vivió y lo que posteriormente se asumió que había ocurrido. Los Bohleber acuden al concepto de recuerdo encarnado que, en coherencia con los desarrollos sobre el funcionamiento de la memoria, supone que la recuperación del recuerdo nunca es solo cognitiva, sino que también hay una activación de las vías sensoriomotoras que estuvieron implicadas en la vivencia original. Por último, muestran en sus viñetas clínicas la importancia de las actuaciones del paciente y del analista como vía para recuperar lo disociado, lo que llaman la historización del trauma.

Lisa Farley y Amarna Mishra Tark desarrollan sus reflexiones sobre el dibujo libre de un niño en un campo de refugiados afectados por la guerra en Sudán. Los dibujos de los niños de esos campos fueron recogidos y posteriormente usados como testimonio en un juicio por crímenes contra la humanidad. A partir del análisis de este dibujo, más allá de la interpretación de los elementos proyectivos reflejados, las autoras reflexionan sobre lo que sugiere a quienes lo contemplan, pensándolo como contratransferencia. Si bien el dibujo muestra las atroces experiencias traumáticas sufridas por el niño y es usado para demostrar la objetividad de los hechos acontecidos ante un tribunal, ellas insisten, siguiendo a Melanie Klein y a Winnicott, en la importancia de la interpretación del adulto que observa, que en sí misma acarrea las propias ideas del adulto sobre la niñez. El uso judicial del dibujo para demostrar la objetividad de los hechos, aunque necesario, es aquí considerado defensivo por aportar una ilusión de control frente a la angustia que evoca por no poder cumplir la obligación de proteger a los niños.

Brisch y sus colaboradores nos muestran un enfoque terapéutico realizado con niños con trastornos severos de apego temprano, llamado trauma evolutivo, con síntomas físicos como retraso en el desarrollo y psíquicos a nivel cognitivo, afectivo y de vinculación. Los autores trabajan en una “Unidad psicoterapéutica de cuidado intensivo” para estos niños que incluye una escuela, unidad en la que viven y donde se realiza un verdadero maternaje con ellos, con personal suficiente para que haya una atención individualizada, formado en la teoría del apego y del trauma y continuamente supervisado. Los niños reciben psicoterapia individual y grupal integrando muchas dimensiones creativas además del juego, como psicodrama, música, pintura y modelado, pero para los autores lo realmente importante para la recuperación es la integración de estas terapias en un contexto terapéutico con orientación de apego. Además de mostrar el estudio de un grupo de niños de 6 a 13 años que pasaron por esta experiencia, se muestra la evolución de un caso.

Entre los trabajos reseñados contamos con la revisión del último libro de Pat Ogden y Janina Fisher, realizada por Jesús Pinedo e Inma Menés, un volumen en el que además de explicar con detalle los fundamentos del enfoque de la terapia sensoriomotriz, contiene también los niveles y técnicas de intervención. Carola Higueras reseña con minuciosidad el libro sobre la psicoterapia para los trastornos disociativos persistentes de Richar Chefetz, autor que es figura central en la teoría y el trabajo con la disociación en psicoanálisis y cuya obra es manual de referencia en este tema. Diana Torres Ruíz reseña un conjunto de artículos en el que el primero es la descripción de un proceso psicoanalítico llevado a cabo por Rina Lazar con una mujer traumatizada, tras el cual otros autores comentan el caso, abordando temas como el concepto de regresión frente al de disociación en psicoanálisis y la importancia, pero también las dificultades, de la implicación emocional de la analista.

Hemos introducido en este número un nuevo apartado titulado “Los clásicos”, dedicado a reseñas sobre trabajos de figuras importantes que son verdaderos padres y madres para el psicoanálisis, autores que ofrecieron conceptos y enfoques que no solo tienen plena actualidad, sino que se han convertido con el tiempo en planteamientos clínicos ampliamente aceptados, e incorporados incluso fuera del mundo psicoanalítico, con el peligro de que la autoría de los autores pioneros quede disminuida, cuando no olvidada. En este caso, Joaquín Ingelmo reseña el trabajo de Fairbairn de 1943, en el cual por primera vez se describen las dinámicas de la autoinculpación en los niños traumatizados.

Finalmente, estrenamos en este número nuestro apartado de videos con una excepcional entrevista realizada a Efrain Bleiberg realizada por Javier Ramos. Tenemos la oportunidad de escuchar de primera mano un relato sobre el contexto original en que surgió la teoría de la mentalización, sus bases psicoanalíticas, una explicación de lo que constituye la esencia de este concepto y otros relacionados, como el de la confianza epistémica, y la aplicación de la mentalización a la psicoterapia con atención especial a los traumatizados.