aperturas psicoanalíticas

aperturas psicoanalíticas

revista internacional de psicoanálisis

Número 069 2022

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Las relaciones en el desarrollo. Primera infancia, intersubjetividad y apego [Seligman, 2021]

Relationships in the development. Early childhood, intersubjectivity and attachment [Seligman, 2021]

Autor: De la Cruz, Pilar

Para citar este artículo

De la Cruz, P. (2022). Las relaciones en el desarrollo. Primera infancia, intersubjetividad y apego [Seligman, 2021]. Aperturas Psicoanalíticas (69). Artículo e7. http://aperturas.org/articulo.php?articulo=0001173

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Stephen Seligman es profesor Clínico de Psiquiatría en la Universidad de California, San Francisco; codirector de la revista Psychoanalytic Dialogues; Analista de capacitación y supervisor en el Centro de Psicoanálisis de San Francisco y el Instituto Psicoanalítico del Norte de California; Profesor Clínico en el Programa Postdoctoral de Psicoanálisis de la Universidad de Nueva York. El Dr. Seligman es coeditor de Infant and Early Childhood Mental Health: Core Concepts and Clinical Practice, publicación de American Psychiatric Press. Miembro destacado de la IARPP (The international Association for Relational Psychoanalysis and psychotherapy). Es autor de múltiples artículos publicados en revistas especializadas desde hace más de cuarenta años, varios de ellos disponibles en español en Aperturas Psicoanalíticas y en CEIR (Clínica e Investigación Relacional).

Ha desarrollado su práctica profesional en la clínica psicoanalítica con adultos y con niños, en salud mental infantil aplicando el modelo de Selma Fraiberg para trabajar con pacientes con problemas psicosociales y económicos. La integración de la investigación sobre el desarrollo infantil en la primera infancia y las aportaciones de otras disciplinas (neurociencias, sociología, teoría de sistemas no lineales) con la teoría y la práctica psicoanalítica, incluyendo aportaciones de la salud mental comunitaria y el giro relacional, ha estado siempre entre sus objetivos. 

En este libro Stephen Seligman realiza un trabajo de integración de los avances en el estudio del desarrollo temprano y el apego con el psicoanálisis y la práctica clínica de las diferentes corrientes psicoanalíticas, tanto clásicas como contemporáneas. Partiendo del actual giro intersubjetivo-relacional revisa la historia del psicoanálisis, hace un interesante ejercicio al mostrar cada corriente en su contexto histórico, plantea las principales propuestas, junto con su evolución y aclara los conceptos básicos y las cuestiones clínicas implicadas. La observación e interacción con los bebés y sus padres, así como de los terapeutas con sus pacientes, son los ejes transversales para la revisión de conceptos teóricos complejos (identificación proyectiva, Intersubjetividad, entre otros) con la intención de que resulten accesibles y vinculados con la experiencia.

Teniendo en cuenta los avances en la comprensión del bebé en base a los hallazgos producidos en los últimas décadas en el apego, en la interacción padres-hijos, en neurociencia del desarrollo, en trauma, integrados con los modelos actuales de Intersubjetividad y con la teoría de sistemas de desarrollo no lineales, propone redescubrir lo que para él sigue siendo de gran importancia en las principales tradiciones psicoanalíticas: los modelos originales Freud, el psicoanálisis y psicoterapia infantil, las relaciones de objeto propuestas por Klein, Bión y otros grupos independientes y la psicología del Yo angloamericana, con su giro psicoanalítico del desarrollo. En sus propias palabras: 

Mi objetivo es proporcionar una visión panorámica moviéndome entre los maravillosos mundos de los niños reales, por un lado, y la teoría psicoanalítica y la práctica clínica por otro. Creo que esta integración puede fortalecer las ideas analíticas originales sobre la mente profunda, inconsciente e irracional, poniéndolas en contacto con los mundos evocadores, inmediatos y afectivamente vividos de la infancia (Seligman, 2020, p. 28)

Para el autor, las investigaciones sobre el desarrollo infantil han fundamentado en gran medida a las escuelas analíticas relacionales e intersubjetivas, aunque todas las escuelas freudianas se han visto afectadas y han cuestionado las suposiciones psicoanalíticas clásicas fundamentales, especialmente las relativas a la imagen del bebé como solipsista y caótico, a los instintos libidinosos y agresivos primitivos endógenos y a las analogías entre infancia normal y psicopatología grave. Paralelamente la técnica clínica se ha ido flexibilizando hacia una visión de la situación analítica como un sistema interactivo creado por el paciente y el analista; al igual que el bebé y el progenitor, cada pareja paciente-analista crea su propia relación única y mutuamente regulada, en la que la comprensión y el crecimiento pueden mantenerse como una empresa conjunta. En consonancia con estos elementos comunes entre el desarrollo del bebé y el proceso psicodinámico, considera que la acción terapéutica puede seguir diversas vías, tales como la reactivación de los potenciales de adaptación bloqueados, los afectos directos de las nuevas experiencias, la refutación de las hasta ahora rígidas expectativas sobre las relaciones, etc. Esto contrasta con la posición clásica de que es necesario comprender tras haber interpretado para que exista una verdadera acción terapéutica; en su propuesta, la interpretación sigue siendo importante pero no es la única vía de acción terapéutica.

Tanto dentro como fuera del psicoanálisis contemporáneo, Seligman señala que han surgido otras perspectivas influyentes: el feminismo y la teoría queer, la entrada de las mujeres en la profesión analítica, la teoría crítica, los estudios culturales, la neurociencia, la psicofarmacología y los factores históricos y político-económicos. El autor desarrolla la tesis de que las facetas históricas, sociales, familiares, biológicas y psicológicas individuales, se transforman entre sí a medida que evolucionan en el tiempo. Esta visión supone un giro en el sentido de que las relaciones son los motivadores y organizadores fundamentales del comportamiento humano.

El autor considera que todas las orientaciones analíticas con las que ha trabajado le resultan útiles y las utiliza según lo requiere su trabajo clínico. Estas orientaciones incluyen la freudiana clásica, el modelo estructural centrado en las defensas y el conflicto psíquico, el énfasis kleiniano en las fantasías inconscientes y las profundas relaciones de objetos internos, la corriente orientada al desarrollo del Middle Group, la psicología del self y la visión relacional contemporánea.

Seligman adopta un enfoque sintetizador que descarta las orientaciones que considera desfasadas y conserva los conocimientos en su opinión más valiosos. Considera que la vitalidad del psicoanálisis surge de la interacción entre el análisis de adultos, la investigación del desarrollo, el psicoanálisis de niños y el trabajo clínico infantil: Este proyecto integrador exige un equilibrio de reconciliación y confrontación entre las diferentes concepciones del proyecto analítico, algunas de las cuales pueden ser contradictorias” (Seligman, 2020, p. 40).

Para el autor la aplicación de la investigación sobre el desarrollo temprano al psicoanálisis ha contribuido a su avance y ha permitido nuevas prácticas efectivas en los campos de la prevención y de la intervención en infancia maltratada.

Seligman pretende que el lector se adentre en los diferentes marcos, controversias y síntesis que han surgido y han desaparecido a medida que los analistas han conceptualizado las relaciones entre la infancia y la niñez y la personalidad adulta y entre la psicopatología y la terapia.

El libro se estructura en cinco partes y veinte capítulos.

PARTE I: Cómo hemos llegado hasta aquí: una hoja de ruta para las teorías psicoanalíticas de la infancia y el desarrollo

En esta primera parte Stephen Seligman expone el papel que han ocupado la infancia y el desarrollo evolutivo en el psicoanálisis, desde el descubrimiento de Freud de que la experiencia en la infancia determina la personalidad del adulto y su teoría de la sexualidad infantil, hasta la expansión del psicoanálisis en los Estados Unidos tras la segunda guerra mundial. Desarrolla la visión de cada grupo analítico en relación con su concepción de la mente del bebé. Para el autor, recoger e integrar los diferentes aportes, considerando los contextos históricos en los que se elaboraron, permite ampliar nuestra perspectiva y nuestros registros en el trabajo clínico.

Capítulo 1. La infancia tiene un significado propio: Freud y la invención del psicoanálisis

Para el autor, el psicoanálisis puso en marcha una de las grandes revoluciones culturales del siglo XX:  la infancia como fuente clave del sufrimiento emocional y de la salud mental de los adultos, la imbricación de las fases del desarrollo mental con las etapas del desarrollo de la libido, la vida inconsciente irracional orientada a la gratificación, la regresión y la fijación a los traumas de la infancia como núcleos de la psicopatología y de la acción terapéutica. Freud, al hacer visible la experiencia emocional y física, cambió tanto el pensamiento popular como el clínico; sus planteamientos son la fuente de la mayoría de las actuales innovaciones y controversias, ya anticipadas en su obra. El autor considera que Freud estableció las bases del psicoanálisis del desarrollo, pero no elaboró un modelo completo porque se basó en un método retrospectivo en el tiempo y hacia abajo en la mente, sin considerar los aspectos más adaptativos y orientados al progreso.

Aunque Seligman, en sucesivos capítulos, expone la evolución de los diferentes enfoques analíticos del desarrollo, considera que la principal contribución de Freud al psicoanálisis del desarrollo fue la formulación de una teoría de la sexualidad infantil en la que la motivación y la experiencia de la infancia están dominadas por pulsiones instintivas organizadas en fases endógenas y predeterminadas, asociadas a zonas corporales (oral, anal, fálica) que se interrumpen con la calma de la latencia y se reactivan en la adolescencia. Para Freud el bebé era “primitivo”, fusionado psíquicamente con el ambiente externo y con otras personas, desorganizado internamente, en un estado de narcisismo primario; los instintos son la fuente básica de la motivación humana, emergen del cuerpo como tensión y buscan la descarga a través de cualquier camino disponible (personas, cosas, imágenes) siguiendo el principio del placer/displacer. Construye una perspectiva dinámico-económica, en la línea de los modelos científicos físicos predominantes en su época.

Según Seligman, Freud establece que los factores intrapsíquicos, inconscientes e instintivos, son los determinantes del comportamiento y de la experiencia. Los procesos de adaptación, orientados al crecimiento, mediante los cuales el mundo social y el cuerpo se integran a lo largo del tiempo, se consideran secundarios; por tanto, no es un modelo desarrollista. Cuanto más severa es la patología, más temprano es el punto de fijación instintiva. Freud realizó pocas observaciones de niños y el interés por la observación directa y la investigación se desarrolló con posterioridad, a medida que evolucionaba el psicoanálisis. Para Freud el momento clave en la socialización es la dominación del impulso, con la resolución del complejo de Edipo: el niño interioriza la autoridad de sus padres para reprimir las fuerzas instintivas, agresivas y primitivas.

Sostiene el autor que estos planteamientos teóricos implican las siguientes consideraciones clínicas:

  • La acción terapéutica consiste en desentrañar, mediante la interpretación, tal y como se analiza un compuesto químico, los elementos de fijación a partir de las fantasías y recuerdos problemáticos para elaborarlos y así liberar la energía ligada a los impulsos y ponerla a disposición de propósitos más flexibles y adaptados a la realidad externa.
  • La abstinencia de intervención para conseguir el desapego emocional del terapeuta y maximizar la frustración de los impulsos del paciente, de modo que regrese al hecho intrapsíquico y a los conflictos que le rodean.
  • La atención se centra en la mente del paciente (psicoanálisis unipersonal)

El psicoanálisis infantil aparece en la década de 1910, de la mano de mujeres que pasaban tiempo en contacto directo con los niños, tanto en sus consultas como en la vida cotidiana. La interacción y la observación directa permitieron que aparecieran nuevos métodos de investigación. Se ocuparon de los estados mentales de la teoría psicoanalítica aunque se centraron, en lugar de en reconstrucciones e hipótesis sobre los recuerdos y fantasías de los pacientes, en la presencia física, en el lenguaje y en la imaginación de los niños, en sus juegos y fantasías. El autor considera que quienes trabajan con niños no pueden evitar ser conscientes de la importancia del cuidado físico directo y de los diferentes entornos sociales en los que se encuentra el niño. Este primer psicoanálisis infantil fue el origen del psicoanálisis del desarrollo y respaldó muchas de las ideas freudianas pero también desplazó el enfoque de la visión retrospectiva y psicosexual de la infancia.

La tradición analítica infantil ha sido muy influyente en Seligman y le ha permitido combinar la visión analítica profunda con una sensibilidad pragmática y vital hacia las preocupaciones reales de los niños y de sus familias. Considera el desarrollo infantil como consecuencia de la interacción entre muchos dominios: familiar, individual, educativo, afectivo y cognitivo. La intervención en la infancia requiere sinergias de intervención en varias áreas.

Capítulo 2. Teoría I. Prefiguraciones. Los temas centrales y controversias en las primeras teorías freudianas

Seligman plantea lo que denomina su “teoría I”, las líneas de la teoría de Freud que han sido centrales en el desarrollo del psicoanálisis:

Las relaciones de objeto

Freud usó este término no para referirse a las relaciones interpersonales sino a la predisposición de los instintos a utilizar lo que tuvieran disponible para su descarga, incluyendo objetos inanimados, ideas, partes o contenido del cuerpo y personas. Seligman está de acuerdo con Greenberg y Mitchell en que su importancia clínica ha constituido un problema conceptual central en las controversias y desarrollos posteriores de la teoría freudiana.

Los psicólogos del Yo dieron más peso al papel de las realidades y relaciones, aunque manteniendo la importancia de los instintos. El Middle Group británico y los psicólogos del self americanos dieron más relevancia a las motivaciones sociales y a las relaciones reales, incluyendo la relación terapeuta-paciente. Los analistas interpersonales y relacionales plantearon el intercambio mutuamente influyente entre la subjetividad del analista y del paciente. Seligman se define como un freudiano de las relaciones intersubjetivas-objetuales.

Desde el inicio del psicoanálisis se planteó esta controversia. Ferenczi, miembro del círculo original de Freud, destacó el impacto de los acontecimientos reales, de la reciprocidad y de la autorrevelación, afirmando que la actividad del analista es parte del proceso terapéutico, en lugar de ser algo que debía evitarse. Se abrió a una perspectiva del desarrollo al considerar que el análisis puede volver a poner en marcha los progresos en el desarrollo que se habían paralizado. Sus planteamientos han influido en el Middle Group, en la psicología del self y en la psicología relacional. Fue el primer psicoanalista bipersonal.

El cuerpo y los objetos (humanos) en la teoría del instinto

Freud mantiene el dualismo mente/cuerpo, al igual que el psicoanálisis clásico. La investigación sobre infancia pone de manifiesto, según Seligman, que las posturas corporales, las emociones, los gestos, las vocalizaciones, el tacto y las miradas, organizan y comunican estados mentales. Debemos entender lo mental y lo físico como profundamente entrelazados, tal y como Winnicott lo entendió al crear el término psicosomático. Disciplinas tan diversas como las neurociencias, los estudios somáticos, los estudios del trauma o los filósofos fenomenológicos, han puesto de relieve la inmediatez de la emoción y de la sensación, influyendo en la clínica psicoanalítica, especialmente en los círculos relaciónales y en la psicología del self.

Fantasía, realidad y trauma

El papel de los hechos reales en el desarrollo y la terapia. Freud abandonó la teoría de la seducción y la sustituyó por la teoría de los instintos. Seligman subraya la crítica de feministas, historiadores y psicoanalistas que han considerado que este abandono ocultó el abuso y otros traumas reales; una sólida perspectiva del desarrollo obliga a mirar con atención los acontecimientos reales de la infancia, necesaria para elaborar tanto el mundo interno como el externo.

Más allá de lo intrapsíquico: el mundo social y político

Círculos cercanos a Freud ampliaron el enfoque psicoanalítico inicial vinculándolo a cuestiones políticas y culturales de la época. Seligman cita como Wilhelm Reich, activista y miembro del partido comunista, al incluir en sus teorías cuestiones de clase y culturales junto con la sexualidad, se adelantó a las integraciones posteriores del psicoanálisis y la teoría sociológica de Levi-Strauss y Parsons.

Las opiniones de Freud sobre el género, la sexualidad y la narrativa edípica

Freud irrumpe en la sensibilidad victoriana de su época al introducir la sexualidad y el deseo, aunque su visión de las niñas y las mujeres se ajustaba a la visión ideológica de género de su época. Sostuvo que la orientación sexual forma parte de la dotación innata y construyó su teoría en torno al relato normativo del complejo de Edipo; la autoridad paterna resuelve el conflicto entre los instintos y lo social, dando una resolución heterosexual. Atribuye al hombre más conciencia social que a las mujeres, vinculadas más con lo instintivo por su dedicación al cuidado de los hijos. El enfoque centrado en el complejo de Edipo ha sido criticado desde el inicio hasta la actualidad, con nuevas perspectivas influenciadas por las teorías feministas, de género, así como por la investigación sobre infancia y otras corrientes de ámbito social.

El énfasis edípico y la distinción edípico/preedípico en la teoría y en la práctica clínicas

 Frente a la distinción edípico/preedípico y a la patología edípica, Seligman considera que se ha producido un profundo cambio por la influencia de distintas aportaciones conceptuales y estrategias de tratamiento, al considerar la organización básica de la personalidad de los pacientes y no solo los conflictos neuróticos específicos.

La falta de atención del psicoanálisis a su propia situación histórica

Para el autor, Freud no tuvo en cuenta, al desarrollar su teoría, su propia situación histórica ni las condiciones políticas, económicas, culturales e ideológicas de su tiempo.

Capítulo 3. El bebé en la encrucijada. El modelo estructural, la psicología del yo y las teorías de las relaciones de objetos

En la década de 1920, Freud propuso el modelo estructural mental tripartito del Ello, el Yo y el Superyó. Los impulsos instintivos y el proceso primario irracional se localizaban en el Ello. Destacó por primera vez las motivaciones adaptativas innatas, localizadas en el Yo, que se enfrentaban tanto hacía atrás a los impulsos, como hacia fuera a las demandas de la realidad del superyó. Tanto el Yo como el Superyó evolucionan a través de la identificación con personas y estructuras sociales, por lo que el desarrollo incluye un proceso continuo de interacción e incorporación del mundo social.

Este modelo estructural original se amplió en la psicología del Yo, especialmente en los Estados Unidos. Los psicólogos del Yo desarrollaron teorías y realizaron investigaciones asumiendo que el Yo tiene sus propias dinámicas y funciones independientes y adaptables: integración, cognición, pruebas de realidad, gratificación retardada, tolerancia a la frustración, lenguaje, relaciones de objetos, control de impulsos, juicio y lo más importante, defensas. Los principales psicólogos del Yo hicieron hincapié en los motivos y estructuras adaptativas innatas. De esta orientación surgieron nuevos modelos del desarrollo, de la psicopatogénesis y de la acción terapéutica analítica. El concepto de defensa fue especialmente importante en esta orientación. La ansiedad como disparador de la defensa, reconfigurada por Freud como señal psíquica de peligro, como una secuencia cronológica de distintas ansiedades que preparaban el terreno para un nuevo modelo de desarrollo: aniquilación, separación-perdida, castración y culpa. Esta serie de ansiedades influyó en las teorías emergentes de las relaciones objétales y psicología del Yo. Destaca Seligman cómo gran parte de la obra de Klein y Winnicott puede leerse como un extenso relato de la angustia por la aniquilación y como Bowlby comienza su estudio del apego y la pérdida haciendo referencia a la angustia por la separación de Freud.

La técnica analítica derivada del modelo estructural con el acento puesto en la defensa, la ansiedad y las estructuras psíquicas se basaba en el trabajo a través de las defensas del paciente, que generaría nuevos contenidos, pero también nuevas defensas y ansiedades. La transferencia siguió siendo central, pero también se entendió como resistencia. Las neurosis se organizan en torno a las ansiedades más avanzadas, las patologías preedípicas implican los temores más básicos y primitivos de la aniquilación, la separación y la falta de amor. La relación terapéutica y sus efectos en la estimulación del crecimiento y la crianza podrían producir un cambio real en la estructura psíquica.

Anna Freud desempeñó un papel destacado en el nuevo pensamiento del desarrollo; además de las líneas del desarrollo, estudió la normalidad y la patología en la infancia. Lideró el grupo freudiano en las controversias con el grupo de M. Klein, que dividieron la comunidad psicoanalítica británica en la década de 1940.

Tras la muerte de Freud en 1939, las controversias se resolvieron con la división de la British Psychoanalytical Society en tres grupos: los psicólogos del Yo, hegemónicos en los EE.UU., los Kleinianos, influyentes en Gran Bretaña y más tarde en América Latina y EE.UU., y el Middle Group, que no estaba afiliado a ninguno de los anteriores.

Para Klein la vida mental infantil se organiza en fantasías inconscientes y relaciones de objetos internos poco influenciadas por las interacciones del niño con sus cuidadores. Este enfoque sirvió como punto de partida ambivalente para muchos de los analistas fundamentales del Middle Group, incluyendo a Winnicott, Balint y Bowlby que recurrieron al interés kleiniano por la infancia, la psicopatología profunda, las ansiedades y las fantasías inconscientes primitivas, pero hicieron hincapié en la primacía de las motivaciones sociales y las relaciones de cuidados reales y en las posibilidades del análisis para reactivar las potencialidades del desarrollo detenidas. Klein transformó el panorama psicoanalítico al describir la infancia temprana basada en relaciones, aunque internas y fantaseadas; llevó las relaciones de objeto al centro del psicoanálisis.

Para Seligman, Bion ha sido el más influyente de los kleinianos. Describió a la madre como transformadora de los sentimientos fantasmáticos intolerables y destructivos proyectados por el niño, al contenerlos y volverlos a presentar. Esto lleva el bebé a un nivel más avanzado de manejo de su primitivo mundo interno, que Bion denominó pensamiento, y que está abierto a la realidad externa. Extendió su modelo a la acción terapéutica, ofreciendo el término contenedor/contenido para captar un proceso similar de transformación analítica de las realidades psíquicas, incluyendo la atención del analista y su capacidad para reflexionar sobre lo que está a su alcance. La atención a la contratransferencia y al manejo por parte del analista de las identificaciones proyectadas del paciente es central en el proceso analítico.

Seligman considera a Winnicott la fuente más influyente de su orientación intersubjetivista. Como pediatra, se mantiene muy cerca de las necesidades y emociones observables y da una gran importancia al ambiente de cuidado del bebé. A lo largo del desarrollo el bebé evoluciona desde una situación de indiferenciación con la madre y, en la medida en que ambos avanzan, surgen las relaciones de objeto transicionales, cualidad “como si”, crucial en la conceptualización winniccottiana y de desarrollos teóricos posteriores.

Bowlby, creador de la teoría del apego, concibió el vínculo temprano entre padres e hijos como un sistema motriz básico, enraizado en procesos evolutivos. Trabajó desde una orientación empírica y se basó en una amplia gama de investigaciones sobre el desarrollo, incluyendo estudios etológicos, relaciones progenitor-hijo de otras especies y en su propia experiencia de la observación de bebés que habían sido separados o que habían perdido a sus padres en la segunda guerra mundial.

Los analistas del Middle Group estaban implicados en actividades científicas y clínicas; la mayoría eran analistas infantiles, como Balint, quien dirigía una clínica infantil y desarrolló un influyente enfoque de las respuestas emocionales de los médicos a sus pacientes; describió cómo la inadecuada atención materna conduce a una falla básica. Estos autores afirmaron las posibilidades de que la relación psicoanalítica evocara las motivaciones naturales y volviera a movilizar las potencialidades del desarrollo previamente paralizado, ya que seguían respetando el papel del conflicto y la interpretación. Para Seligman, el interés del Middle Group por las realidades de la infancia y el impulso del desarrollo prefiguró e influyó en el psicoanálisis del desarrollo actual.

Capítulo 4. Teoría II. ¿Qué es una perspectiva del desarrollo sólida?

El autor, con la expresión “psicoanálisis del desarrollo” plantea un enfoque inclusivo e integrador, basado en diferentes discursos y disciplinas, incluidos el psicoanálisis clínico y la teoría analítica, la investigación del desarrollo, la experiencia directa con niños y adolescentes en su entorno natural, la neurociencia cognitiva y afectiva, la psiquiatría infantil y adulta y las intervenciones en la infancia.

Para Seligman, en la perspectiva del análisis del desarrollo hay una serie de elementos claves:

  • La observación y contacto directo con los niños. La experiencia corporal, el afecto y la biología están involucrados en la teoría del desarrollo, junto con el interés por el crecimiento fisiológico normal. Incorporar la observación directa y el compromiso con los niños en su entorno natural ha permitido ampliar en enfoque del desarrollo y corregir los modelos originales.
  • El crecimiento y la adaptación como motivaciones fundamentales. A medida que los niños crecen tienen más movilidad, son más competentes, más expresivos y su mundo físico y social se amplía. La perspectiva del desarrollo añadió temporalidad hacia delante a la mirada hacia atrás de la perspectiva clásica freudiana. La idea de que el psicoanálisis podía movilizar los flujos de desarrollo que se habían interrumpido pasó a formar parte de las nuevas teorías de la acción terapéutica.
  • Teorías de etapas de desarrollo, conceptos temporales y transformación integrada. En el curso del desarrollo progresivo surgen nuevas capacidades. Los cambios en diferentes partes de los sistemas de desarrollo suelen surgir en la misma época y se integran en las nuevas condiciones sociobiológicas. Esto implica una remodelación básica de la forma en que la persona vive en su mundo corporal, psicológico y social.
  • El desarrollo normal y el movimiento progresivo por etapas. Los movimientos de avance de una etapa a la siguiente se consideran crisis de desarrollo normales con el potencial de un nuevo sentido de sí mismo en el mundo. Los procesos del desarrollo pueden influir hacia atrás o hacía delante, en la medida en que el pasado se conserva en las estructuras psicológicas actuales y, por tanto, es accesible al presente. La bidireccionalidad temporal es un aspecto básico de una concepción evolutiva de la acción terapéutica.
  • Continuidad y cambio: el tiempo y la temporalidad en la perspectiva del desarrollo. El pensamiento desarrollista coloca la temporalidad en una compleja red de movimientos hacia delante y hacia atrás, mutuamente entrelazados, de modo que el tiempo mismo se desvanece.
  • Las relaciones son fundamentales para el proceso de desarrollo. La mayoría de los modelos orientados al desarrollo parten del supuesto de que las relaciones son las motivaciones principales, más que los impulsos. Las relaciones son las unidades primarias dentro de las cuales tiene lugar el desarrollo.
  • Teoría de los sistemas dinámicos no lineales. El desarrollo es un proceso de transformación e integración, a lo largo del tiempo, de las diferentes capacidades y entornos que se modifican mutuamente.
  • El psicoanálisis orientado al desarrollo ha tendido puentes entre mucho de los campos que se ocupan de los niños.
  • Teoría del desarrollo y trabajo clínico. Los enfoques del desarrollo se interesan por fenómenos como los acontecimientos de la infancia, las fantasías inconscientes, las relaciones pasadas y presentes, las instituciones, las emociones, y las configuraciones cerebrales. Todos ellos ofrecen imágenes y narraciones que nos ayudan en cada caso, en nuestros análisis clínicos y en la construcción de la teoría.

Capítulo 5. La diversificación y pluralización del psicoanálisis en la posguerra en los Estados Unidos. La expansión interdisciplinaria, la ampliación del alcance clínico y el nuevo desarrollismo

El autor expone cómo el psicoanálisis arraigó en los Estados Unidos entre las dos guerras mundiales por la emigración de los analistas y más tarde por la necesidad de atender a los soldados que volvían traumatizados. Se crearon vínculos entre el psicoanálisis y las instituciones académicas, incluyendo tanto la investigación como la formación en centros académicos. El psicoanálisis se estableció en la cultura pública como una práctica y una teoría útiles. Los antropólogos y sociólogos consideraron que el psicoanálisis era una fuente fundamental para sus esfuerzos por construir modelos integradores de la personalidad y de la estructura social. Líderes del destacado mundo sociológico estructural-funcional emprendieron su propia formación psicoanalítica formal. Esto también incluyó la observación directa de niños, adultos y adolescentes. Seligman destaca a Spitz, quien estudió a los niños hospitalizados, así como a Mahler y sus colegas, con sus extensas observaciones de niños pequeños separados de sus madres.

Analistas adultos comenzaron a incorporar el pensamiento desarrollista. Kernberg recurrió a las ideas kleinianas y a otras relaciones de objeto para teorizar su patología del trastorno límite de la personalidad. Kohut y sus colegas de la teoría del self aportaron ideas sobre la empatía. Los autores del Middle Group, en particular Bowlby y Winnicott y, en menor medida Fairbairn y Balint, comenzaron a interesar en EE.UU.

En opinión del Seligman, las integraciones psicoanalíticas que realizó Erikson del desarrollo infantil con la antropología, la sociología y la historia son las más amplias y generadoras de síntesis de la psicología del Yo. Desde la década de los 70 comenzó el declive de la psicología del Yo en EE.UU.; la psicología del self de Kohut le ganó terreno. La influencia de las críticas feministas y de la teoría queer, los avances farmacológicos y de la neurociencia básica contribuyeron a que el psicoanálisis se cuestionara.

El autor considera que la tradición psicoanalítica interpersonal se había desarrollado a cierta distancia de los institutos freudianos. Centrados en el Instituto William Alanson White de Nueva York, los interpersonalistas mantuvieron una perspectiva de orientación social desde sus comienzos en la década de 1940, tanto al destacar la interacción inmediata entre el paciente y el analista como por su interés en las circunstancias históricas y políticas. Los interpersonalistas se han mostrado reacios a participar en un enfoque desarrollista, ya que consideran que aleja al analista del compromiso directo, aquí y ahora, con el paciente. El método interpersonalista se basa en el reconocimiento de los potenciales de una relación dinámica reciproca y a menudo cambiante entre la influencia del pasado y del presente en la vida psíquica: las nuevas experiencias de hoy pueden cambiar el afecto sentido en el pasado.

Describe Seligman cómo el psicoanálisis relacional surgió en la década de 1980, dirigido por Stephen Mitchell. Tras su prematura muerte, el movimiento relacional trabajó para integrar la afirmación interpersonalista de la interacción analítica y la naturaleza social del trabajo analítico con la profundidad de algunas de las perspectivas freudianas, incorporando nuevas ideas de la filosofía crítica, como la fenomenología, el constructivismo y la hermenéutica y las teorías feministas y queer. También abarcaba la emergente investigación basada en la observación infantil. En general, destaca Seligman, surgió un nuevo enfoque bipersonal para el análisis, en el que se puso el acento en la influencia mutua entre el paciente y el analista, la importancia de la propia subjetividad del analista, la especificidad de cada relación terapéutica, un enfoque afirmativo de la interacción y la espontaneidad en la técnica clínica, un nuevo énfasis en el trauma y una serie de nuevos conceptos, algunos de los cuales se remontan a las primeras figuras del psicoanálisis, especialmente Ferenzci.

PARTE II. El bebé relacional. Intersubjetividad y desarrollo en la primera infancia

En esta segunda parte Seligman se adentra en el psicoanálisis relacional, considerando que un nuevo paradigma sustituye a la teoría del instinto. Las relaciones son, en este modelo, las motivaciones y las organizadoras de la vida psíquica. La transacción dinámica entre las personas, más que las mentes individuales, son el contexto primario para la construcción de la teoría y la técnica clínica. La realidad se sitúa, al menos, al mismo nivel que lo intrapsíquico y el presente y el pasado se encuentran en una interacción dinámica.

Revisa el autor la importante investigación infantil basada en la observación directa de los bebés para, desde ahí, definir las dimensiones que él considera claves en la perspectiva clínica intersubjetivista relacional.

Capítulo 6. Investigación sobre la primera infancia. Hacia un psicoanálisis de desarrollo relacional

El autor destaca cuatro grandes corrientes de investigación: los investigadores de orientación dinámica, el modelo de sistemas transaccionales, los investigadores del apego y la neurología interpersonal. Todas estas corrientes de investigación han demostrado la continuidad entre la primera infancia y las etapas posteriores del desarrollo, así como la importancia de la intervención temprana.  

Con estas investigaciones se constata que los bebés son más influyentes en su medio y están más organizados cognitiva y emocionalmente de lo que se pensaba. Relevantes investigadores de orientación analítica trabajaron en el poder de las primeras relaciones entre los niños y sus cuidadores: Trevarthen, L. Sander, D. Stern, Emde, Brazelton, Greenspan y otros. Su enfoque microanalítico permitió observar que los progresos se producen en intervalos muy cortos, a veces en segundos, que las motivaciones sociales son primordiales y que los bebés responden a otras personas desde el primer momento de la vida, como puso de manifiesto el experimento del rostro inexpresivo de Tronick. El cerebro y el cuerpo humano conocen, desde muy temprano, las experiencias de los demás y reaccionan a ellas. De este modo nos construimos y reconstruimos en las interacciones con nuestro entorno.

El modelo de sistemas transaccionales plantea que cualquier factor depende de los demás elementos con los que interactúa, que cada vida evoluciona como resultado de una compleja interacción entre factores genéticos y epigéneticos, el desarrollo biológico individual, la familia, la cultura y todos los diferentes entornos sociales, culturales, económicos e históricos.

Seligman, al hablar de apego, se refiere a los modelos específicos relacionados con la seguridad sentida por el bebé con el cuidador y a las reacciones a la separación, más que al vinculo paterno-filial, contraponiéndolo al sentido más genérico de otros autores.

La neurobiología interpersonal pone de manifiesto cómo las relaciones tempranas tienen efectos fundamentales y directos en el desarrollo neurológico.

Para Seligman la intervención en infancia, sobre todo en familias con circunstancias socioeconómicas difíciles, ha sido un gran desafío para adaptar su pensamiento psicoanalítico a la intervención.

Capitulo 7. Implicaciones clínicas de la investigación sobre la primera infancia. Afecto, interacción y significado no verbal

En este capítulo Seligman expone cómo el psicoanálisis relacional integra los resultados de investigaciones sobre la primera infancia en su modelo teórico junto con influencias del feminismo, del pensamiento crítico social, del énfasis en la realidad y del constructivismo dialéctico. Como resultado se modificaron los conceptos de subjetividad, intersubjetividad y dinámicas del reconocimiento.

El compromiso se coloca en el centro de la acción terapéutica. Las diadas terapéuticas son bidireccionales y co-construidas, de forma que cada miembro transforma al otro a lo largo del tiempo. Cada proceso analítico es único, la transferencia y contratransferencia se configuran mutuamente, el analista está plenamente comprometido en la técnica.

El modelo relacional-intersubjetivo es un modelo totalmente bipersonal. El pasado es llevado al presente para ser expresado y transformado simultáneamente. La tarea del analista no es hacer la mejor interpretación sino comprometerse de una manera creativa y compasiva a través de múltiples modelos de intervención: interpretación, empatía, nuevas formas de regulación del afecto, renegociación de los patrones de interacción, el trabajo interno del analista, entre otros. Los pacientes y los terapeutas se influyen de manera constante a través de pequeñas variaciones en el tono de voz, el ritmo de voz, los rasgos faciales, las posturas corporales, los gestos físicos. La estructura psíquica se organiza en representaciones de relaciones internas. Seligman considera que el concepto de conocimiento relacional implícito del Boston Change Process Study Group, es actualmente el más utilizado para explicar la estructura psíquica relacional. Se considera que el trauma tiene un efecto directo a lo largo de la vida. Se toma la experiencia subjetiva como legitima en sí misma, “cada vez más el trabajo de Ferenczi se está recuperando como una fuente clave”, (Seligman, 2020, p. 173). La disociación es un concepto tan importante como el de represión en el psicoanálisis clásico. Los múltiples estados del self son experiencias de yo-con-otro, con diferentes expectativas interpersonales y atmósferas afectivas, concepto distinto al de personalidades múltiples, ya que no hay duda acerca de la identidad básica.

Para Seligman que el modelo relacional ponga énfasis en la disociación y los estados del self, no es incompatible con los modelos de regresión; de hecho, señala que “mi propia sensación es que la mayoría de nosotros pensamos en términos de regresión la mayor parte del tiempo” (Seligman, 2020, p.177).

Capítulo 8. Teoría III. El bebé relacional: teoría y técnica psicoanalítica

En este capítulo Seligman revisa temas importantes del psicoanálisis freudiano desde la actual perspectiva del desarrollo de la mente, a partir de las investigaciones de la observación infantil y los modelos teóricos intersubjetivo-relacional. Se pasa del bebé primitivo, desorganizado, y de la familia como agente cultural que socializa al niño, a un bebé más organizado y orientado a la realidad de la interacción social, más activo e influyente en su entorno. Esto tiene consecuencias sobre la psicopatología freudiana, al rechazar la analogía tradicional entre funcionamiento primitivo y psicosis y al considerar el desarrollo infantil dotado de un gran potencial adaptativo y progresivo, lo que no implica que se pase por alto lo muy dependientes que son los bebés y la gran incidencia del trauma infantil. En las teorías freudianas el cuerpo se incorpora a través de los instintos y por este camino físico se incorpora a la vida mental. El modelo intersubjetivo-relacional considera que el cuerpo se organiza mediante relaciones. El género y la sexualidad se construyen en la interacción entre individuos y la cultura.

El autor considera el desarrollo como un proceso innato integrador y transformador y no como el resultado del conflicto entre fuerzas de adaptación-desadaptación de la mente y la cultura.

Capítulo 9. Continuidad desde la primera infancia hasta la edad adulta. El bebé esta fuera del agua del baño

En este interesante capítulo Seligman expone el trabajo de Beebe y sus colegas para explicar que la experiencia temprana determina la experiencia adulta.

Investigaciones anteriores ya habían demostrado que macrofenómenos como la sensibilidad materna y los distintos tipos de apego están interrelacionados. Al añadir la predicción a partir de datos microanalíticos se amplía la visión de sistemas complejos dinámicos no lineales que integran diferentes dimensiones del desarrollo y de la personalidad. Los datos sobre el desarrollo neurológico (anatómico, fisiológico) contribuyen a dar un respaldo similar.

Seligman considera que el trabajo de Beebe, Jaffe marca un punto de inflexión, ya que sus investigaciones microanalíticas se han correlacionado con las predicciones de las clasificaciones de apego. Así mismo destaca que estudios e investigaciones de autores como D. Stern, Emde, Schore, Tronick y Fonagy, además de las aportaciones innovadoras de L. Sander y Trevarthen, demuestran, con un importante respaldo empírico, que la primera infancia afecta al modo en el que los adultos sienten e interactúan con los demás y consigo mismos, que el desarrollo es un sistema complejo con continuidad y coherencia a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones. Gran parte de estas investigaciones se pueden aplicar al trabajo clínico. Se ha podido demostrar empíricamente que cuando falta reconocimiento y consuelo aparece disrupción, angustia y la sensación de peligro en cualquier situación. Los estudios de Beebe y sus colegas demuestran que los patrones de interacción diádica influyen en la formación de la estructura psíquica y describen los detalles de dichas interacciones.

Por tanto, concluye Seligman, los estudios recientes respaldan la intuición mantenida desde hace mucho tiempo de que la coordinación eficaz y coherente de la regulación individual y compartida del afecto y la atención en el ámbito social en el cuidado de los niños muy pequeños proporciona el funcionamiento más flexible y positivo en las relaciones emocionales durante el resto de la vida. Y, por otro lado, este campo de investigación microanalítica proporciona un sólido apoyo para aplicar las investigaciones sobre el desarrollo a la teoría y práctica de la psicoterapia psicodinámica.

Capítulo 10. Teoría IV: la transición a lo maternal: el género, las sexualidades y el complejo de Edipo a la luz de la investigación intersubjetiva del desarrollo

El autor considera que el enfoque relacional desplaza el complejo de Edipo del centro de la narrativa analítica. Poner el acento en la actividad social cooperativa desde la primera infancia significa que la autoridad paterna ya no es el principio esencial del orden social.

El método analítico tradicional insta al analista a frustrar la gratificación instintiva del paciente para que se vea impulsado a plantear sus fantasías, de modo que el analista pueda realizar sus interpretaciones. “La abstinencia analítica lleva al analista a comprender mejor la mente aislada del paciente” (Seligman, 2020, p. 209)

En la reordenación relacional, el analista es un colaborador en el descubrimiento de los potenciales de crecimiento disponibles para el paciente. El poder y la autoridad del analista son tan parecidos a los de la madre como a los del padre. La consecuencia de la influencia del feminismo, de la investigación basada en la observación real de los niños y del enfoque relacional es el reconocimiento de la subjetividad e individualidad de la madre. Las revisiones feministas de los relatos del desarrollo analítico han afirmado más rotundamente el carácter independiente de la madre. Seligman destaca como Choodorow y Benjamin han incluido la subjetividad de la madre como parte esencial del proceso de desarrollo del niño. Un enfoque más abierto y contextualizado del sexo y el género se ha abierto camino en el discurso psicoanalítico.

Parte III. Apego y reconocimiento en el proceso clínico. Reflexión, regulación y seguridad emocional

En esta tercera parte, Seligman muestra su opinión sobre las teorías de la intersubjetividad y el apego y sugiere que, desde ellas, se exploren los vínculos entre los procesos de reconocimiento mutuo, la seguridad del apego, la capacidad de reflexión y el intercambio intersubjetivo vital, tanto en el desarrollo normal como psicopatológico.

Presenta de forma extensa un caso clínico para ilustrar conceptos como influencia mutua, construcción conjunta e identificación proyectiva.

El autor plantea como objetivo a lo largo de los capítulos de esta tercera parte releer las ideas kleinianas desde la perspectiva intersubjetiva.

Capítulo 11. La intersubjetividad hoy en día: la orientación y el concepto

En este capítulo Seligman fundamenta en las investigaciones empíricas la motivación intersubjetiva y destaca la obra de los que considera investigadores más relevantes en este campo.

Trevarthen, psicólogo etológico de la Universidad de Edimburgo, que lleva a cabo estudios rigurosos sobre el desarrollo infantil, en un artículo de 2009 expresa “que nuestro mundo compartido  […] depende de una simpatía en acción intrínsecamente motivada, el sentimiento de compañía, y de la pretensión creativa” (Trevarthen, 2009). Para este autor, las bases de la sociabilidad radican en un patrón básico de movimiento y sensaciones compartidas y coordinadas, que se van articulando en el tiempo y en el espacio interpersonal.

Gallese, de la Universidad de Parma, investigador neurocientífico y pionero del hallazgo de las neuronas espejo, demostró que el registro mental de la experiencia de otras personas está determinado por la estructura del cerebro, de manera similar a la visión, la audición o el movimiento. Existe por tanto una base neuroanatómica para la empatía y la identificación. Para él, el encuentro con el mundo es un encuentro intersubjetivo.

Ammaniti y Trentino, de la Universidad de Roma, con sus propias investigaciones y su revisión de las realizadas sobre la crianza de los hijos en distintos campos (afectos, teoría del apego, neuronas espejo, neurociencia, crianza de los hijos, psicoanálisis) demuestran que la crianza de los hijos es un sistema coherente que se basa en una serie de subsistemas articulados en los distintos niveles del cerebro, las emociones, la cognición, la interacción diádica, el apego y la vida familiar. Su revisión muestra que los sistemas biopsicosociales humanos se entienden mejor como parte de los sistemas integrados que soportan la especie y los aspectos más tiernos, pero complejos y robustos, de lo que nos hace humanos; para ellos, el hecho de que el paradigma intersubjetivo organice tan amplios conjuntos de datos corrobora el postulado fundamental de la motivación intersubjetiva.

Capítulo 12. Teoría del apego e investigación en el contexto. Implicaciones clínicas

En este capítulo el autor repasa el desarrollo de la teoría del apego, desde su creación por Bowlby hasta las teorías actuales de Main, Fonagy y Target, deteniéndose brevemente en las aplicaciones clínicas de esta teoría.

Considera que el apego y la teoría del apego se refieren a un cuerpo teórico y de investigación particular que, basándose en observaciones directas de niños pequeños, afirmó que el vínculo del niño con sus cuidadores es un sistema primario autónomo y no secundario a los impulsos y fantasías inconscientes que los freudianos tradicionales consideraban la motivación fundamental.

Seligman describe la aportación de Ainsworth al desarrollar una situación experimental, la llamada “situación extraña”, y validar tres clasificaciones específicas de apego: seguro, inseguro evitativo y inseguro ambivalente. Posteriormente se ha añadido a la clasificación una cuarta categoría, el apego desorganizado. Describe los modelos internos de trabajo de cada clasificación de los apegos como estructuras representativas estables que regulan la sensación de seguridad en función a la proximidad a los cuidadores principales.

El autor considera que esta teoría ha tenido un desarrollo en su aplicación a los adultos con la creación de la Entrevista de Apego Adulto, que predice de manera fiable la seguridad en la edad adulta.

La teoría actual del apego plantea que el apego seguro es parte del mismo proceso psíquico que la capacidad de comprender la diferencia entre la mente propia y la del otro. Supone, señala el autor, un gran aporte con implicaciones en la psicología, la técnica clínica y la acción terapéutica.

Capítulo 13. Reconocimiento y reflexión en la primera infancia y la psicoterapia. Convergencias de la teoría del apego y el psicoanálisis

Seligman lleva a cabo en este capítulo un diálogo entre las teorías de la relación de objeto y la teoría del apego.

Considera que las relaciones reflexivas aumentan el sentido de coherencia y seguridad personal e interpersonal, la capacidad de agencia, la capacidad de comprender que otras personas tienen otras mentes y la objetividad. La autorreflexión y el reconocimiento por parte de los demás define el espacio entre separación y relación. El reconocimiento y el pensamiento son a la vez contenido y proceso en la intersección vital entre el individuo y el entorno. Cuando estas dinámicas se rompen, el espacio interno y externo colapsan y hay una ausencia de vitalidad, de sentido de agencia y de empatía.

En este marco, las perspectivas de diferentes corrientes analíticas pueden acercarse más. El autor analiza la teoría de Bion y considera que este llevó el modelo original kleiniano de la infancia en una dirección intersubjetiva añadiendo el papel central de las relaciones en el origen del pensamiento reflexivo. En la identificación proyectiva normal, la madre tolera y modifica las proyecciones amenazantes del niño y por tanto permite reintroducirlas de una manera menos primitiva y más manejable; es el prototipo de la dinámica central de desarrollo de la teoría bioniana de continente y contenido.

También el autor considera que el modelo de desarrollo de Winnicott se construye en torno la matriz madre-bebé; la dependencia absoluta que tiene el bebé de la madre es fundamentalmente relacional.

Los kleinianos contemporáneos, entre los que el autor señala a Britton y Caper, destacan el reconocimiento de que los demás tienen mentes propias y que los hechos difieren de las creencias subjetivas.

Analistas contemporáneos que han recurrido a la filosofía fenomenológica, la hermenéutica hegeliana y la investigación intersubjetiva de la infancia, sugieren posibilidades de síntesis entre los modelos unipersonales y bipersonales.

Por otro lado, los nuevos hallazgos correlacionan las relaciones tempranas entre el niño y sus padres, la clasificación de apego, la personalidad adulta y el desarrollo del cerebro. Se han aclarado los vínculos entre la regulación de las emociones, el apego y la seguridad personal en la infancia y la etapa adulta. Las investigaciones contemporáneas del apego han destacado el hecho de que el niño va más allá de la realidad inmediata de su experiencia particular y es capaz de diferenciar esa experiencia inmediata y el estado mental que la sustenta (teoría de la mente) y han analizado el funcionamiento reflexivo y la mentalización; pensar de una manera reflexiva y darle significado es crucial para sentirse seguro o los déficits en estos desarrollos llevarán a dificultades.

Desarrolla el autor las implicaciones clínicas de la función reflexiva, la metacognición, la coherencia y la objetividad de la realidad en la psicopatología y en la relación analítica, ilustrándolo con viñetas clínicas.

Capítulo 14. Mentalización y metáfora, reconocimiento y dolor: formas de transformación en el espacio de reflexión

En este capítulo el autor muestra el proceso de trabajo terapéutico con su paciente Mark, de 50 años de edad, cuyos sentimientos habían sido constantemente descuidados a lo largo de toda su vida. Se adaptó a estas experiencias de descuido subestimándose y criticándose, con un intenso sentimiento de que siempre estaba equivocado.

Nos muestra su modo de trabajar desde un enfoque del desarrollo amplio e inclusivo que refleja con claridad los altibajos de la práctica analítica diaria: el trabajo con la transferencia-contratransferencia y la identificación proyectiva, el déficit en la mentalización, el riesgo de las interpretaciones prematuras, la importancia de construir metáforas que permitan el diálogo intersubjetivo y la expansión diádica de la conciencia.

Capítulo 15. Interacciones entre progenitores e infantes, fantasías inconscientes y una psicología interna bipersonal. Perspectivas kleinianas e intersubjetivas de la identificación proyectiva y transmisión intergeneracional del trauma

El autor desarrolla mediante el análisis de dos casos propios (Jamal y Daniel con sus respectivos padres) la descripción microanalítica de las interacciones que le sirve para mostrar como el moderno pensamiento kleiniano, unido a la investigación intersubjetiva de la infancia, crean un sólido modelo psicoanalítico de la vida psíquica orientado a una teoría de las estructuras bipersonales. Plantea como la lectura contemporánea intersubjetivista de la investigación de la observación infantil nos permite una nueva comprensión de cómo las pautas no verbales en las primeras interacciones diádicas expresan y dan forma a las estructuras internas de significado en dimensiones preverbales, afectivas y cinéticas de la experiencia de uno mismo con otro. Muestra así mismo cómo la diada progenitor-niño constituye un sistema de regulación e influencia mutua bipersonal.

Seligman considera las identificaciones proyectivas en los adultos como repeticiones de relaciones coercitivas en la primera infancia y aplica este planteamiento en la relación terapeuta-paciente, considerando la identificación proyectiva como un fenómeno bipersonal.

El autor sostiene que los kleinianos contemporáneos se encuentran entre los observadores analíticos más acertados de la compleja interrelación entre los campos intrapsíquicos y de la transferencia-contratransferencia, por lo que según él hay una mayor superposición con los paradigmas intersubjetivos emergentes de lo que habitualmente se piensa.

PARTE IV. Vitalidad, actividad y comunicación en el desarrollo y la psicoterapia

En los dos capítulos de esta cuarta parte, el autor relaciona las interacciones momento a momento con la experiencia personal de lo que se siente al vivir en el mundo. La acumulación de interacciones micro refleja y sostiene las estructuras macro que solemos describir en el trabajo analítico. Propone una dimensión de la psicopatología que denomina trastornos de la temporalidad, un deficit básico en el sentido del tiempo que puede observarse cuando los pacientes se presentan sin esperanza de que puedan tener nuevas experiencias y lo relaciona con las experiencias de un niño con un progenitor crónicamente insensible.

En un segundo capítulo de esta parte, hace una reseña del libro de D. Stern, Forms of vitality (2010).

En ambos capítulos propone actualizar y reconfigurar el modelo original de energía del instinto freudiano, enraizado en la experiencia directa de una mente encarnada, en lugar de considerarlo una fuerza que proviene de algún otro lugar que no sea la experiencia vivida del propio cuerpo.  

Capítulo 16. Cobrando vida en el tiempo. La temporalidad, la privación temprana y la sensación de un futuro vivo

El tiempo en análisis no es un factor lineal, sino que depende de la vivencia de cada uno, de las diferentes situaciones en que se esté, de las distintas etapas de la vida, de la edad, de la personalidad, de la historia y de los sentimientos vividos, de cómo son sentidos emocionalmente y de la memoria de ellos, etc. Es lo que denomina temporalidad.

Como psicoanalistas, la duración objetiva del tiempo difiere de la valoración subjetiva del mismo. No es que el tiempo sea una secuencia, no es que el presente precede al pasado, sino que se determinan mutuamente. En las sesiones de análisis se pone el foco en esta relación temporal y se ayuda a deshacer la mezcla de tiempos creada y la desorientación generada, como añadió el mismo Freud, como ocurre en los sueños y en las transferencias.

Para Seligman, en las sesiones el paciente puede sentirse reconocido y entendido o sentirse abrumado y derrumbado. Ahí es donde está en juego la intersubjetividad y la subjetividad, donde se co-crea un yo-con-otro coherente en un mundo receptivo, al decir de Seligman. Y esta vitalidad subjetiva-intersubjetiva se mantiene a lo largo del tiempo en múltiples ocasiones como un espacio relacional que da un sentido de temporalidad. Si esto no ocurre, si no ha habido una respuesta intersubjetiva, vemos a personas con apatía sostenida en el tiempo, como “un yo inane, sin vida en el tiempo” (Seligman, 2020, p. 328). Seligman habla de Trastorno de la temporalidad, cuando nada de lo que hace el bebé importa a nadie. No solo hay problemas para vivir el presente, sino también para estructurar el futuro al haber una alteración de la temporalidad misma, que está colapsada; solo hay un pasado terrible que ha impedido la constitución de una fluidez ordenada en el área emocional, ha habido muchos destrozos y una privación de posibilidades. De ahí que la propia subjetividad se reduzca a un trastorno de la secuencialidad temporal, que se produjo por un fallo básico en la intersubjetividad:

La imagen de un infante cuyos padres ignoran sus intereses, sus emociones, ofrecimientos para que le presten atención, dejándole la sensación de que nada de lo que hace importa realmente, privándole de la sensación del intercambio vital  que se produce cuando otros le reconocen para ofrecer un mundo en el que aquello a lo que uno presta atención importa y tiene un efecto (Seligman, 2020, p. 336).

No hay coherencia del Yo ni agencia, sólo desesperanza, indiferencia hacia las cosas y las personas, permanencia de las experiencias que dan la sensación de que nada cambia, de tristeza, con falta de modelo para aprender que las cosas tienen sentido, de aburrimiento, de confusión. Es una experiencia abrumadora constatar que en el ambiente externo no hay, ni ha habido, una persona atenta que cuide los estados de ánimo. Esto mismo se puede vivir en las sesiones de análisis, donde puede producirse un retorno al mundo en el que no hubo temporalidad ni vitalidad.

Seligman diferencia y describe dos tipos de trastornos de temporalidad y sus implicaciones clínicas: los trastornos de simultaneidad (el pasado y el presente están fusionados) y los trastornos de la ulterioridad (los déficits más esenciales en el sentido básico del tiempo en el campo intersubjetivo, existe la sensación de que las cosas no cambian en el tiempo).

Capítulo 17. Formas de vitalidad y otras integraciones. La contribución de Daniel Stern al núcleo psicoanalítico

El autor destaca la contribución de D. Stern al proponer un modelo general, clínicamente resonante, flexible y analítico de la vida mental, enraizada en el contacto directo con la experiencia vivida, basada en el cuerpo real, las emociones y lo que está sucediendo momento a momento tanto dentro de la propia mente como entre las mentes. Su planteamiento se basa en las disciplinas científicas contemporáneas más cercanas al psicoanálisis: las neurociencias, la psicología del desarrollo y cognitiva, la filosofía y las artes. Stern fue uno de los primeros en observar a los niños y aplicó lo que vio a las cuestiones centrales de la teoría psicoanalítica y al trabajo clínico. Utilizó el análisis fotograma a fotograma de las grabaciones que realizó para estudiar los diferentes patrones de interacción entre madre e hijos. Vio todo un mundo de significado y emoción en cada fracción de segundo de la coreografía del cuidado. Conjuntamente con otros colegas pioneros como Sander, Brazelton, Bruner, Trevarthen, entre otros, presentó el mundo del significado y la emoción que se comunicaba y construía a través de la actividad no verbal de los cuerpos que se movían juntos, especialmente cuando entraban en juego los contactos visuales, los sonidos, los gustos y el tacto.

Repasa el autor la bibliografía de D. Stern, deteniéndose en su último libro Forms of vitality: Exploring Dynamic experience in psychology, the Arts, psycotherapy, and developmeent, (2010), en el que se ocupó de lo que constituye el fundamento de la experiencia consciente e inconsciente. Propone el concepto de formas dinámicas de vitalidad como las formas fundamentales de todas las experiencias sentidas al tratar con otros humanos en movimiento; se trata de fenómenos mentales, no solo de sensaciones. Explica como las formas de vitalidad enlazan cinco cualidades dinámicas: el movimiento, el tiempo, la fuerza, el espacio y la intención, que, en conjunto, dan lugar a la experiencia de vitalidad.

PARTE V. Conciencia, confusión e incertidumbre: dinámica no lineal en la práctica diaria

En esta última parte del libro el autor desarrolla, en los dos primeros capítulos, su compromiso con las teorías de los sistemas dinámicos no lineales (SDNL), comenzando con la observación de que, tanto los analistas como los pacientes, soportan una gran cantidad de ansiedad e incertidumbre en sus prácticas diarias. En el contexto especial de la relación analítica y por la dedicación del analista al prestar atención a lo que sucede, el compromiso con la indeterminación es un elemento central que potencia el cambio. Para el autor, el enfoque de los sistemas no lineales incorpora las mismas sensibilidades que el análisis: destaca los patrones cambiantes, la complejidad, el flujo y la caudalosa interacción de la ambigüedad y el orden, la estabilidad y la inestabilidad y el valor natural de la incertidumbre y el caos generativo. Este enfoque permite al pensamiento psicodinámico establecer vínculos con otras disciplinas.

En el tercer capítulo de esta parte brinda un homenaje a Louis Sander.

Capítulo 18. Sentirse desconcertado mientras se presta atención. La mentalidad analítica como agente de cambio terapéutico

Este capítulo, comenta el autor, fue escrito originalmente para formar parte de un conjunto de artículos en los que exploraba las posibilidades de integrar las ideas y la práctica tradicional freudianas en el emergente giro relacional. Desarrolla observaciones de lo que sucede en la relación analítica, tal y como se vive realmente en el día a día. Insistiendo en la cuidadosa atención que el analista debe de prestar al paciente, advierte a los psicoanalistas relacionales del peligro de falta de atención determinado por la intensa participación interactiva del analista. La ansiedad y la incertidumbre que soportan tanto analista como paciente, son otras características de la práctica psicoanalítica; es incomoda, impredecible y desordenada.

El autor desarrolla el papel del caos en la experiencia del analista, la incertidumbre como fuente de cambio dinámico, la atención como presencia y la atención del analista a su propia atención.

Tras esta revisión concluye que el enfoque relacional emergente tiene los suficientes métodos para permanecer enraizado en el compromiso con la atención y la comprensión, que también incorporan otras orientaciones psicoanalíticas, aunque con la idea más realista de que no tenemos otra opción que estar atrapados en la influencia de los pacientes cuando nos permitimos ser permeables a ella.

Cita a un supervisor clásico, Herbert Lehmann, en una comunicación personal, “si algo he prendido en mis 40 años de práctica analítica es que si dos personas se reúnen y una de ellas se compromete a comprender a la otra, algo bueno sucederá” (Seligman, 2020, p. 379).

Capítulo 19. Las teorías de sistemas dinámicos como marco básico para el psicoanálisis. Procesos de cambio en el desarrollo y la acción terapéutica

Para Seligman, las teorías de sistemas dinámicos ofrecen conocimientos importantes para comprender lo que ocurre en el psicoanálisis. Considera que la mayoría de los psicoanalistas contemporáneos comprende el binomio analista/paciente inmerso en patrones continuos y complejos de influencia mutua y el psicoanálisis como un sistema diádico y dinámico. Las teorías de sistemas no lineales ofrecen una perspectiva que se apoya en las ciencias, pero que armoniza con una perspectiva contemporánea constructivista-intersubjetivista, que valora la naturaleza cambiante y dinámica de la experiencia de la realidad y la verdad, especialmente en la situación analítica. Considera la teoría de sistemas dinámicos no lineales cómo una ventana hacia una nueva metapsicología del psicoanálisis.

Sostiene el autor que las teorías de sistemas nos ayudan a pensar en la acción terapéutica del psicoanálisis: ¿cómo es que algunas personas se bloquean cuando sin embargo parecen capaces de hacerlo mejor?, ¿cómo es que los tratamientos tienen efectos tan poderosos, cambiando los patrones de vida, incluso cuando muchas de las situaciones de la vida del paciente refuerzan esos patrones?

En este capítulo, a través de ejemplos clínicos, el autor plantea el psicoanálisis como un sistema dinámico no lineal y desarrolla su planteamiento.

Capítulo 20. Buscando los principios básicos: la síntesis de Louis Sander de los factores biológicos, psicológicos y relaciónales y la psicodinámica del desarrollo contemporáneo

En este último capítulo, Seligman realiza un homenaje a L. Sander, a quien considera unos de los autores psicoanalíticos más “ambiciosos, completos y profundos de nuestro tiempo” (Seligman, 2020, p.413). Murió en 2012, a los 94 años.

El autor señala, entre otros, las siguientes contribuciones de Sander: comenzó a observar a los bebés y a sus padres en la década de 1950, utilizando métodos creativos y originales; mostró como los detalles más concretos del cuidado de los niños dan forma a las estructuras psicológicas, siguiendo los mismos principios que regulan los sistemas biológicos más complejos; como inspirador y miembro del Boston Change Process Study Group, trabajó en demostrar cómo la atención cuidadosa a los detalles de la interacción paciente-terapeuta da acceso a los niveles más profundos de la vida psíquica; mostró como la regulación mutua construye la capacidad de autorregulación; entendió que el sentir es el camino hacia la significación. Sander enfatizó las relaciones, de manera similar a los contemporáneos intersubjetivistas-relacionales americanos, al estar básicamente interesado en los sistemas; sus conceptos de reconocimiento, agencia y los momentos encuentro son directamente paralelos a los de los relacionales.

Comentario personal

Stephen Seligman profesor, editor, investigador y clínico, comprometido socialmente, relaciona en esta obra, publicada en 2018 en EE.UU., sus diferentes intereses y motivaciones, reflexionando sobre la relevancia de la infancia en la teoría psicoanalítica y en el trabajo clínico y enfatiza cómo la comprensión de los bebés y los niños determina nuestros modelos psicoanalíticos, permitiéndonos ayudar mejor a los pacientes de todas las edades. Nos ofrece de forma muy didáctica, no carente de complejidad y profundidad, una integración evolutiva de las diferentes etapas y corrientes del psicoanálisis, subrayando la importancia de tener un amplio registro de conocimientos para utilizarlos según las necesidades del complejo trabajo terapéutico.

Desde una perspectiva psicoanalítica contemporánea, revisa la historia y evolución del psicoanálisis, muestra cada corriente y cada autor en su contexto histórico, plantea las principales propuestas, junto con su evolución, y aclara los conceptos básicos y las cuestiones clínicas implicadas. Esta exhaustiva revisión histórica resulta especialmente interesante al proporcionar una descripción de las aportaciones a las teorías originales, que han permitido una evolución del psicoanálisis y la incorporación de investigaciones realizadas en otros campos científicos. Resulta coherente que su revisión de la historia del psicoanálisis le lleve a adoptar un planteamiento tanto teórico como clínico intersubjetivista-relacional.

Destacaría como la incorporación de la investigación sobre el desarrollo temprano del bebé al psicoanálisis ha contribuido a su avance y ha permitido nuevas prácticas efectivas en el campo de la prevención y la intervención en primera infancia.

Seligman consigue que, con la lectura de este libro, reflexionemos en torno a los diferentes marcos teóricos, diferencias y síntesis que han surgido en la evolución de la teoría y la clínica psicoanalítica.

Referencias

Seligman, S. (2020). Las relaciones en el desarrollo. Primera infancia, Intersubjetividad y apego. Editorial Eleptheria

Stern, D. (2010). Forms of vitality. Exploring dynamic experience in psychology, the arts, psychotherapy and development. Oxford University Press

Trevarthen, C. (2009). The intersubjective psychobiology of human meaning: Learning of culture depends on interest for cooperative practical work and affectation for the joyful art of good company. Psychoanalytic Dialogues, 19(5), 507-518