aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Último Número 076 2024 Contexto en transición y adolescencia

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Adolescencia y sexualidad en la época de Internet: una mirada psicoanalítica

Adolescence and sexuality in the Internet era: A psychoanalytic approach

Autor: Pallás Serrano, Daniel

Para citar este artículo

Pallás Serrano, D. (2024). Adolescencia y sexualidad en la época de Internet: una mirada psicoanalítica. Aperturas Psicoanalíticas, artículo e6.


Reseña de cuatro artículos de The Psychoanalytic Study of the Child, 74(1) (2021).

 

Nota: cuando me refiero a pornografía, me referiré a pornografía online a no ser que especifique lo contrario.

Devenir sexual en la era digital: riesgos y daños en la pornografía online, por Alessandra Lemma

Pornografía online: ¿un problema de salud pública?

Lemma nos aporta datos de un estudio de Reino Unido (Martellozzo et al. 2016): el 28% de los niños del rango de 11 a 14 años y el 65% del rango de los 15 a los 16 han visto porno online. Dato que señala la imposible tarea de regular el acceso a los y las jóvenes menores de 18 años. Si bien es cierto que el acceso a Internet puede facilitar el acceso a información y educación sexual relacionada con el bienestar no es menos cierto que supone un riesgo para la salud de los más jóvenes y además desestima la naturaleza pro-social del sexo.

Algunos estudios como el de Wéry y Billieux (2016) correlacionan el uso dela pornografía con la disfunción eréctil, la baja libido y dificultades para llegar al orgasmo y otros estudios (Sun et al. 2015) señalan que a largo plazo se desarrolla una preferencia por la pornografía por encima del sexo real. Yendo más allá, hay evidencia (Park et al. 2016) de que el cese del consumo de pornografía online puede devolver una funcionalidad sexual sana.

También se ha asociado un aumento de la visión de pornografía con un inicio precoz de experiencias sexuales, mayor número de parejas y encuentros casuales (Livingstone y Smith, 2014). Algo que se ha observado en millenials es que hay una tendencia a tener menos sexo por el reemplazo de lo online. La autora opina que hace falta mayores estudios a este respecto, pero aporta su hipótesis: estas tendencias podrían reflejar cómo la opción tan accesible del sexo tecnológicamente mediado proviene del tirón narcisista que aporta una sexualidad remota y menos relacional: la otredad es físicamente demandante, si mediante la tecnología podemos atajar el encuentro con el otro, puede suponer un alivio para los jóvenes que tienen problemas con su cuerpo y su sexualidad, haciéndoles más fácil la experiencia.

La autora también lleva nuestra atención al impacto que la pornografía tiene en jóvenes, sobre todo mujeres, en relación a la imagen corporal y la autoestima. Esto se ha traducido en incrementos importantes de cirugías como la labioplastia y a la depilación íntima. También los jóvenes se ven afectados por los estereotipos de belleza masculinos del porno, aumentando la preocupación por su aspecto.

En su aspecto social, el uso del porno online se ha relacionado con la violencia, verbal o física, hacia las mujeres, además de su objetificación. Esto parece darse más en el consumo de porno especialmente violento.

Además, nos dice Lemma, jóvenes con una limitada experiencia sexual pueden interiorizar la pornografía online como algo real y no como la fantasía que es, transmitiendo en sus relaciones reales actitudes negativas e insatisfacción.

La autora nos invita a tomar todos estos resultados con cautela en lo que se refiere a la agresión sexual, que está multideterminada, y a no caer en la trampa de la causalidad. Pese a ello, dice, es importante no obviar la parte de la pornografía online que contribuye negativamente a la salud sexual y relacional de los jóvenes.

El rol de la velocidad y su impacto en el “trabajo de deseo”

Para la autora una característica clave de lo online es que saca de la ecuación (o la reduce al mínimo) la experiencia de tener que aguantar hasta que se produce la satisfacción del deseo. Lo que en un entorno cara a cara podría ser un impedimento, como la vergüenza u otros factores, temporalmente desaparece en el mundo virtual. La velocidad de esto reduce la distancia entre el deseo y la satisfacción, sin esfuerzo y sin espera. Para la autora, esto es importante en tanto esa espera entre el deseo y su satisfacción hace posible que se configure una representación del deseo en la mente. Sin esa espera, sin esa frustración, se pierde una representación completa del deseo. Todos los estímulos que existen online, especialmente una intoxicación de estímulos sexuales online, es problemática porque no permite a la mente representar lo que quiere o necesita ni si el deseo le proporciona bienestar o puede ser dañino. Lemma ha descrito el término blatancy (que traduciríamos como obvio, en el sentido de intencionalmente descarado) en oposición al periodo de latencia (latency) freudiano. Para la autora describiría a los niños y niñas que estando en periodo de latencia, parecen estar muy sexualizados y se caracterizaría por niños que permanecen tan excitables como en el periodo edípico, manteniendo modos infantiles de sexualidad.

Para la autora ya no tendría sentido hablar de periodo de latencia. El proceso psíquico de hacer se adolescente empieza normalmente con una revisión de la identidad personal que cambia junto al cuerpo y los cambios que produce la pubertad. Aquí cobra importancia el tipo de pornografía que se consume, puesto que estamos hablando para la autora de cómo psíquicamente se relacionan los adolescentes con ellos mismos y sus parejas, siendo diferente consumir porno suave a excitarse a tan temprana edad viendo pornografía extrema.

El espejo negro: ¿pero, de quién es ese deseo?

Evolutivamente, explica la autora, los adolescentes buscan figuras más allá de los padres para que les hagan de espejo y elaborar y consolidar su identidad. El espejo negro (la tableta, el móvil, el ordenador...) ha suplantado a muchos de estos espejos que antes eran el grupo de iguales y medios culturales como el cine o los libros. Este espejo negro difiere de la forma pre-Internet en el sentido de que ahora bombardea con imágenes sexuales, pero además no especulariza, sino que proyecta intrusivamente imágenes y sensaciones en la mente y el cuerpo. Las imágenes y fantasías impuestas por el espejo negro en última instancia no se van a sentir como propias, además la alienación de la elección de las propias las fantasías sexuales de uno mismo en combinación con el mandato que hacen estos medios de seguir consumiendo, supone una desestabilización de la persona adolescente.

Lemma describe el caso de Janine. Consumía porno a diario a los 16 años y empezó a verlo a los 7 cuando amigos de su hermana mayor se lo mostraron. Quería hacerse una labioplastia para parecerse a una actriz a la que quería imitar y por la que se sentía muy excitada. Estaba confusa sobre si era homosexual o bisexual y otras veces le asustaba la idea de que simplemente pudiera odiar el sexo. Desde los 13 pensaba que sus pechos, cada vez mayores, eran asquerosos, costándole la integración de su nuevo cuerpo adolescente. A los 11 años sufrió la agresión sexual de uno de los amigos de la hermana, estando él borracho. Odió el momento y fue muy doloroso, pero luego afirmaba haber estado enamorada de él a pesar de ser mucho mayor, afirmando que tenían un vínculo especial. A sus 13 años el chico desapareció de su vida y parece que fue entonces cuando empezó a refugiarse en el mundo online. Acostumbrada al porno, cada vez necesitaba consumir imágenes que la excitaran más y se llegó a sentir fuera de control. Cuando más descontrolada se sentía, más quería controlar lo que ella sintió más fácilmente controlable: su peso. Este problema de alimentación es lo que llevó sus padres a contactar con Lemma. Janine se sintió a merced de un cuerpo nuevo y desconocido y sintió fuera de control una preferencia sexual de la que no estaba segura complemente segura que fuera suya.

Para la autora, el medio online no causa problemática psicológica en sí mismo, sino que provee un vehículo fácilmente accesible y culturalmente reforzado para actuar conflictos relacionados con nuestra naturaleza corporeizada al que muchos adolescentes están predispuestos debido a su historia. Lo online es el medio perfecto para ser mal utilizado para gestionar experiencias desagradables de otredad sentida en el propio cuerpo. En palabras de la autora:  ofreciendo una ilusión de lo que es real, se pasa por alto la necesidad del trabajo psicológico necesario para entender que la realidad interna y externa están conectadas, más que o bien ser equivalentes, o bien estar escindidas la una de la otra (en un medio online artificial).

Espacio virtual y la personalización hecha a medida

Un joven paciente de Lemma, que sufría depresión, tenía un fetiche muy concreto que solo podía satisfacer online. Mientras estaba online se sentía en control de sus estados mentales aversivos, pero se sentía más alienado respecto a su novia (que desconocía su vida online y su fetiche). Su vida sexual online intercambiaba la sensación de control sobre sus estados mentales durante un rato por una sensación a largo plazo de desesperanza mientras se iba distanciando más y más de la raíz de sus problemas.

Lemma describe que el estado mental de los jóvenes que usan pornografía reduce la otredad ingobernable de las personas reales a una versión de una otredad y un otro hecho a medida para ser controlado completamente por el yo, favoreciendo un estado mental de omnipotencia. En la vida real hay que tener en cuenta el deseo sexual del otro, tomarse su tiempo, cosas que no pasan en la inmediatez de lo online.

Mentalizando el deseo sexual

Una tesis principal de la autora es que el uso de la pornografía online desentrena o de alguna manera impide la capacidad de mentalizar tanto el propio deseo sexual como el del resto, siendo esto la mayor amenaza de la era digital para el desarrollo sexual. Si los guiones dados por el porno online son tomados como realidad, pero a menudo no tienen nada que ver con lo que el compañero o compañera sexual desean, las relaciones personales se ven profundamente minadas en el sentido de que pudieran darse actitudes denigratorias o desagradables porque son normalizadas en el porno.

Conclusión: proteger el desarrollo de la sexualidad

Para la generación actual la pornografía online supone un nuevo contexto para la curiosidad sexual y la experimentación por lo que es razonable suponer que juega un rol importante en el desarrollo sexual. Para Lemma la teoría y práctica psicoanalítica debe ser articulada desde este nuevo contexto, el de la mediación tecnológica. Para ella, la cura va más allá de proponer soluciones tecnológicas y también sale de la consulta: quizá la solución pase por educar a los jóvenes con la definición de políticas o intervenciones psico-sociales a gran escala que alerten del riesgo de la pornografía online y no tanto prohibir algo que es imposible cercar.

Impacto de la pornografía online en la organización mental del adolescente hombre, por Alan Sugarman

El autor comienza reflexionando sobre si la pornografía va a ser siempre y en todos los casos algo negativo para el desarrollo del adolescente. Sugarman piensa que, en general, en el caso de un adolescente que no ha desarrollado formaciones de compromiso desadaptativas, ni existan problemáticas estructurales en la familia y haya tenido un desarrollo sano no tiene por qué afectar indefectiblemente de manera negativa.

¿Es la pornografía online diferente de la pornografía de otras generaciones?

La primera diferencia que enumera el autor es la disponibilidad. Antiguamente había que tener 18 años para consumir revistas pornográficas, y para entonces la mente estaba suficientemente desarrollada como para que fuera menos probable que el contacto con el porno resultara nocivo.

Para Sugarman otra diferencia sería la cantidad de pornografía que existe y el número de veces que se visita. Juntas, la disponibilidad y la cantidad es probablemente lo que contribuye a la desaparición de la latencia.

También la variedad ingente de géneros, tocando todo tipo de perversión humana. Desde mutilaciones y películas snuff a pornografía infantil.

Por último, el autor plantea que hay que considerar la intensidad emocional del porno de hoy en día. Antiguamente se requería de la imaginación para fantasear con imágenes estáticas o relatos, ahora no es necesario ningún ejercicio interno. Piensa el autor que la pornografía da un guión que controla la intensidad emocional a través de lo vívido que resulta lo que se ve y escucha, fomentando un rol pasivo de espectador: el contenido da forma a la fantasía del espectador, mucho más de lo que la fantasía determina el contenido en contraste con el porno que se veía hace años.

El rol de Internet independientemente de su contenido en el desarrollo adolescente

Al considerar el impacto de la pornografía, es importante entender el hecho de que el medio -Internet- produce un gran impacto en su efecto que tiene sobre el adolescente. La ubicua disponibilidad de este medio podría hacernos pensar en el dispositivo con Internet como una extensión de la mente o la personalidad, una parte más del mundo intrapsíquico del individuo. Para el autor el riesgo es precisamente este: que el porno incluye una inmersión en el ciberespacio. El autor cuenta cómo lo virtual ha dejado de requerir la imaginación y la intuición, cambiando su significado: la virtualidad online es un terreno solitario en el que se encuentren objetos que no han sido creados por la interacción de intersubjetividades. Se crean otros distantes, de existencia ficticia, y se generan dentro de un espacio sensorial autoerótico. La falsa ominipotencia de Internet interfiere con las funciones mentales que deberían volverse autónomas y autoreguladas, pues esta sensación omnipotente del yo interfiere con el desarrollo mental.

«Joseph»

Sugarman nos presenta el caso de un joven de 8 años, ya en periodo de latencia, el más joven de seis hijos, cuyos padres demandaban tratar sus conductas oposicionistas y desafiantes y las continuas palabrotas que profería. Los padres tenían al joven idealizado (especialmente el padre), afirmando que era el más inteligente y físicamente capaz de todos sus hijos, aunque Joseph no mostraba ninguna de estas cualidades en su rendimiento: pese a su alta puntuación en test estandarizados, no mostraba el rendimiento académico que se esperaría ni continuaba ningún deporte. Ni la historia de su vida ni las primeras entrevistas sugerían que conflictos relacionados con la competición o la agresión fueran lo que determinaba estos fracasos. Joseph afirmaba sentirse desmotivado: si sacar la mejor nota no tenía un valor tangible, si explotar su talento musical o deportivo no le proporcionaba ningún placer, ¿para qué intentarlo? Tras una exploración más profunda, el autor del artículo percibió que el joven no sentía pasión ni excitación que caracteriza a los chicos de su edad, no tenía hobbies, ni amigos íntimos, ni intereses. Además, presentaba una marcada indiferencia y cierto aire de desdén especialmente hacia los adultos. Su superyó era diferente al de un joven en periodo de latencia. Pese a las similitudes, las sesiones con Joseph no indicaban que su comportamiento fuera causa de conflictos con un superyó rígido: no externalizaba culpa ni vergüenza. Se veía a sí mismo como un igual a los adultos, ante los cuales no debía mostrar obediencia. Pese a la demanda de los padres, ellos apoyaban esta omnipotencia complaciendo sus necesidades, y no tenían conciencia de que su modo de actuar tuviera repercusiones en la conducta de Joseph, al que nunca castigaban, sino que intentaban razonar con él como si fuera un adulto. Parece que la idealización de los padres y el fallo para establecer límites eran parte del problema.

Para sorpresa del autor, a Joseph le gustó acudir a consulta: no experimentó visitar al analista como un insulto a su autoestima como un niño narcisísticamente vulnerable. Pronto Joseph relató lo mucho que estaba sobre estimulado sexualmente. El autor tuvo que evitar comportarse paternalmente o actuar como un “puto viejo”. El joven usaba un lenguaje muy descalificativo y sexual. Usando el humor y procurando imitar su lenguaje, a través de los juegos con el lenguaje podían llegar a alguna asociación sobre su lenguaje. Tras esa barrera omnipotente, Sugarman percibía que se escondía un niño desesperanzado y profundamente triste y que no se sentía amado. Pronto salió a relucir el uso de Joseph de la pornografía, lo cual parecía no tanto una adicción sino una travesura que le generaba alegría a sabiendas de que sus padres no se enteraban de ello. Tenía la fantasía de que su padre se masturbó con una película porno que encontró en la televisión. A Sugarman le impactó lo poco conscientes que eran sus padres de los conflictos y ansiedades que ese tipo de película despertarían en un chico de ocho años. La terapia terminó pronto, a los dos años, pese a que el autor consideraba que aún había cosas que trabajar, los peores síntomas remitieron y empezó a sacar buenas notas.

Años más tarde, cuando Joseph tenía 16 años, volvieron a contactar con Sugarman. Sus notas eran excelentes, pero le habían diagnosticado de diabetes y los padres estaban preocupados por el potencial impacto en la salud mental del joven. Él no pensaba que la diabetes fuera un shock, pero le contó al autor tras seis años sin verse que sacaba buenas notas, le iba genial en el gimnasio y se “follaba a muchas chicas”. La mayoría de las sesiones se las pasaba hablando de sus intereses sexuales. Se hacía obvio que no tenía ningún interés más allá de su físico y de que parecieran estrellas del porno, además de presentar una fuerte desinhibición sexual. Muchas veces implícitamente hablaba del tema de la dominancia-sumisión, en relación al sexo anal y en cómo preparaba a las chicas para la sodomía. Para Joseph era necesario que los encuentros sexuales se parecieran lo más posible a lo que veía por Internet. Sus compañeras sexuales no parecían sentirse molestas por cómo las trataba.

Sus padres se negaron a comprarle coches de lujo y otros artículos y decidió ganar dinero por su cuenta, para lo cual invirtió un dinero que heredó de una pariente lejana en una compañía nueva. Sus padres estuvieron en contra, pero él tuvo éxito, lo cual magnificó su omnipotencia. Esto entró en conflicto cuando no fue admitido en su universidad de preferencia, lo cual fue su responsabilidad por no haber cumplido los requisitos extracurriculares, habiendo preferido buscar compañeras sexuales.

Ese verano invirtió dinero en páginas para tener sexo. Joseph continuó sin interés en entender sus acciones, tratando la terapia como una oportunidad de fanfarronear y buscar admiración. No quiso continuar online ni buscar otro analista cuando se fue a la universidad, su segunda opción, en la que sí fue admitido.

El impacto del porno online en la organización mental del adolescente

Con el caso de Joseph el autor pretende explorar la idea de que no se puede reducir la patogénesis a una causa única. Aunque la pornografía online influyó determinantemente en su estructura de personalidad narcisista, también lo hizo su familia y el uso del chico como una extensión narcisista de ellos mismos. Joseph se parecía haberse identificado con una cultura familiar en la que nadie se sentía merecedor de amor o valía.

Disrupción de la latencia

El caso de Joseph ejemplifica que los cambios en la tecnología de la comunicación y en las estructuras familiares han causado una desaparición del periodo de latencia. Este joven estaba ya sobreestimulado sexualmente cuando tenía 8 años y no mostraba la calma de los impulsos edípicos y fálicos que caracterizan la latencia. Joseph pasó sus años de latencia sintiéndose superior a sus padres, además la permanencia de la omnipotencia edípica impidió la internalización y desarrollo de una capacidad de autorregulación acorde a su edad, por lo que su estructura egoíca sufrió. En un desarrollo sano, la frustración de impulsos amparada en un encuadre ambiental de límites junto a la ausencia de excesiva estimulación de los impulsos lleva al pensamiento concreto-operacional. Este sirve para la formación de defensas y para distinguir entre representaciones del self, representaciones de objetos y objetos externos. La capacidad de construir relaciones inversas y recíprocas entre pensamientos permite al niño transformar el self y los objetos representados independientemente de interacciones externas con otros significativos (Greenspan, 1979).

La ausencia de defensas adecuadas y una continua ilusión de omnipotencia impiden el desarrollo de un esquema del yo organizado, jerárquico y diferenciado. Estando sus impulsos tan estimulados por la pornografía, además de tener la creencia de que era un competidor edípico más válido que su padre, para Joseph fue imposible la sublimación como defensa. Su tendencia a culpar al mundo externo de su mal comportamiento no tenía que ver con externalización de la culpa o estar decepcionado con su self. Su fallo para desarrollar un mundo representacional más jerárquico y estructurado le impidió formar superyó autónomo e internalizado.

Gestionando la adolescencia tras una inadecuada transformación de la latencia

Un adolescente, como Joseph, que no ha conseguido los hitos del periodo de latencia y las capacidades operacionales, enfrentará diferentes problemas sin la capacidad necesaria de enfrentar problemas abstractos o simbólicos que le permitan alcanzar el equilibrio entre el mundo interno y externo.

Las funciones regulatorias requieren una mente que pueda usar capacidades abstractas y simbólicas. Por desgracia Joseph era incapaz de acceder a estos fenómenos transicionales: no tenía interés en la música, ningún ídolo ni ideas políticas. Era un claro ejemplo de cómo las funciones autónomas del yo pueden ser afectadas por el conflicto. Su capacidad intelectual le debió permitir adquirir estas capacidades de sobra, pero su falsa omnipotencia apoyada por la familia y la sobre exposición perjudicial a la pornografía interfirieron con su potencial innato. Sugarman no escuchó nada que sugiriera que Joseph estaba usando la defensa de la sublimación. En sus propias palabras, el autor fue incapaz de crear en terapia un espacio transicional en sus interacciones, en los que ideas, emociones, miedos o fantasías pudieran ser miradas y experimentadas desde diferentes ángulos. La fijación del paciente era siempre concreta y tangible. Cuando entraban en juego sentimientos siempre eran eliminados, gratificados o actuados. Sus representaciones se mantenían reales, concretas: su rivalidad edípica con su padre o el diagnóstico de diabetes que pudo hacerle ver que no era omnipotente nunca estuvieron disponibles para explorar.

Sugarman piensa que es poco probable que Joseph se haya desenvuelto bien en la vida adulta, al menos desde los estándares desde los que los psicoanalistas definen una adultez exitosa. No tenía hobbies ni aficiones, salvo el porno. Sin una adecuada transición, el destino de Joseph, escribe el autor, parece ser permanecer en el narcisismo, auto-absorbido en un sistema sado masoquista.

Conclusión

La conclusión más contundente de Sugarman es que una exposición excesiva a la pornografía puede deteriorar la capacidad del adolescente de transicionar del periodo de latencia a la adolescencia, dejando al adolescente estancado en la tarea de promover la identidad del yo y afrontar los desafíos de la adultez. La probabilidad de que esto suceda se ve incrementada en estructuras familiares que enfatizan sin darse cuenta la gratificación sexual y narcisista, lo que promueve que los niños se vean inmersos en la adolescencia sin el grado de estructura y la capacidad auto regulatoria necesarias. Para el autor, el porno online toma una cualidad compensatoria de todo esto mientras continúa disminuyendo capacidades de autorregulación simbólicas y abstractas.

Regulación narcisista

El autor cree que es importante para los adolescentes adquirir sublimaciones propias de su edad para promover una sensación de valía y adecuación, lo que los ayuda a desarrollar un adecuado narcisismo mientras que permanecen en la realidad.

Regulación de los impulsos

Esta meta está guiada por objetos desplazados y metas que ofrece la subcultura adolescente del momento. Los cambios hormonales, corporales, la creciente sexualidad y demás cambios del adolescente hacen los impulsos cambien y han de fijarse nuevos rumbos. Para ello deberán usar la sublimación, desplazamiento y simbolización para regular la expresión de esos impulsos y su satisfacción, usando sus nuevas capacidades de abstracción simbólica. Por eso el excesivo uso de la pornografía puede llevar a un ciclo infinito de estimulación sexual y satisfacción en el que nunca es necesario desarrollar del todo sus capacidades cognitivas o relacionales.

Integración del superyó

El autor dice que la barrera del superyó debe permanecer lo suficientemente fuerte como para mantener la prohibición del incesto, pero ser flexible como para permitir el atrevimiento de dirigirse hacia nuevos objetos adecuados a la edad. Existe el peligro de que el decremento de la eficacia del superyó en la adolescencia temprana debido a la separación de las representaciones parentales puede suponer el riesgo de descargar los impulsos directamente. Los chicos pueden rebelarse ante el superyó, pues usan la acción para defenderse de la pasividad mientras que las chicas podrían dar un giro a la promiscuidad para defenderse del tirón regresivo hacia la madre pre-edípica.

Funcionamiento yoico

El yo del adolescente queda ahogado por la necesidad de acomodar y gestionar los cambios, regresiones, transformaciones en el narcisismo, impulsos y superyó. Los fenómenos transicionales que ofrece la subcultura adolescente son necesarios para prevenir las regresiones del yo que se observan en adolescentes psicóticos y borderline. La formación reactiva, el desplazamiento y la intelectualización refuerzan la represión y permiten distanciarse de los impulsos. El oposicionismo y el desafío a los padres son más aceptables cuando el adolescente cuestiona los consejos parentales enfatizando sus propias ideas y altruismo.

El ascetismo y la posterior intelectualización son formas esenciales en las que en la adolescencia media se puedan desplazar y neutralizar la expresión de los impulsos, especialmente la agresión. Por ejemplo, se ve en la tendencia de los adolescentes a luchar por causas justas como el cambio climático o la paz.

El funcionamiento sintético debe establecerse y estabilizare durante la adolescencia, lo que requiere una reorganización jerarquizada de las funciones del yo (transformación no lineal).

Adolescentes como Joseph no tienen acceso a símbolos abstractos ni los pueden usar para sintetizar su mundo.  La idea de amar o buscar éxito por la propia pasión e interés no existe en ellos, se busca el cuerpo perfecto, el mejor orgasmo o el mero éxito para fanfarronear.

Relaciones objetales

El pensamiento abstracto permitirá al joven adolescente crear un mundo representado en su mente coherentemente, que le ayude a formar una red amplia e integrada de sentido del yo-en-relación-con -otros y además proveerá estimulación emocional y cognitiva que le lleve a vivir el yo como algo intencional y autónomo mientras se consolidan los límites de su yo y contra-actúa los impulsos regresivos.

Joseph mantenía sus fantasías de omnipotencia infantiles, por lo que sus relaciones siempre estaban a un nivel de parte-objeto y los otros eran valiosos en tanto confirmaban su auto imagen de omnipotencia.

Chicos adolescentes y pornografía: notas sobre un sistema complejo, por Robert M. Galatzer-Levy

El autor pretende hacer un análisis de cuestiones clínicas o sociológicas que enriquezcan la comprensión del rol de la pornografía entendiendo que esto no es aplicable a todos los adolescentes, incluyendo cómo la pornografía puede ser útil en el desarrollo de algunos jóvenes. Se centra en hombres porque el significado del porno difiere en gran medida entre hombres y mujeres jóvenes (Peter and Valkenburg, 2016).

Problemas del porno

Galatzer-Levy explica en este apartado diferentes aportes de la literatura tanto psicoanalítica como empírica que le llevan a concluir que existen dos sesgos que llevan a la comunidad científica a pensar que la pornografía es más dañina de lo que en realidad es: uno que anticipa y por tanto encuentra efectos adversos y otro que viene de la confusión con la relación entre la psicología individual y los fenómenos sociales generales. Por ello, para el autor el uso de pornografía por parte de adolescentes solo se puede entender bajo el prisma de un modelo psicológico multi-capa, que este artículo procura desglosar. 

El porno como educación

El autor relata la experiencia de un analizando en la que este recuerda, con 11 años, ver bonita a una chica de su clase y cómo esto le hacía sentirse contento, pero no recordaba haberse sentido excitado. Al volver a verla más tarde, no le pareció especialmente guapa, pero se fijó en el tamaño de sus pechos, por lo que entendió que eso es lo que contribuyó a que de pequeño le llamase la atención. Otro analizando describía como con 13 años se quedaba fascinado en las medidas de cintura de los pantalones Levi de sus compañeros, lo que más adelante entendió como parte de su interés homoerótico. Con estos ejemplos el autor pretende explicar que los comentarios de los analizandos podrían entenderse como operaciones defensivas, pero también es importante entenderlas como los pasos madurativos de una sexualidad emergente, entendido por los jóvenes como algo difuso al principio. La consolidación de la naturaleza del deseo es más difícil cuando el joven se enfrenta a la sensación de que lo que desea es algo peligroso o inaceptable.

Vygotsky (1934) definió la zona de desarrollo próximo, que a grosso modo viene a decir que el aprendizaje es posible cuando la nueva información está cercana a lo que ya conoce, pero la amplía. El autor piensa que la pornografía actúa de un modo educativo en este sentido. La disponibilidad de representaciones de comportamientos sexuales da al joven adolescente la información de comportamientos comunes (ocasionalmente de otros menos comunes) que se consolida con el deseo emergente que ellos van, a veces, experimentando. Las imágenes sexuales en medios fácilmente accesibles públicamente indican de alguna manera que otros desean lo que el adolescente desea, enseña al joven que otras personas quieren realizar las actividades sexuales que ellos buscan.

Este aspecto informativo y a la vez liberador de la pornografía juega un rol importante entre jóvenes de género queer que pueden encontrar representaciones de un amplio abanico de actividades sexuales y roles, como un visitante en un museo.

Asimismo, las prácticas encontradas en las páginas de pornografía frecuentemente tienen la capacidad no solo de reflejar un convencionalismo social, sino que de alguna manera pueden darle forma. El autor ejemplifica esto diciendo que actualmente es normal que la pornografía actual incluya planos en los que el autor eyacula fuera de la vagina, no solo como prueba de que el actor no finge el orgasmo, sino que supone el final de la acción repetitiva de la penetración. Stoller (1991) afirma que esto era una práctica atípica en la época previa a la masificación de la pornografía, antes de los 90. Actualmente los jóvenes lo hacen así porque “es así como se hace”.

Como material educativo la pornografía puede servir para adoctrinar más que para generar nuevas oportunidades de aprendizaje. Un analizando se dio cuenta viendo una película de que era homosexual, lo cual para él fue tan aterrador como liberador. En dicha película se decía que había cinco tipos de gais, lo que le llevó a intentar encajar en uno de esos estereotipos (en los cuales no encajaba) y le produjo muchos años de malestar.

El autor piensa que, como con otras formas de educación, lo que el adolescente aprende de la pornografía depende del material que se ve y la capacidad del joven de afrontar críticamente el material. El adolescente que reciba pasivamente o adopte/rechace actitudes de la pornografía es menos probable que aproveche cualquier aprendizaje que un adolescente que activamente sea crítico con el material.

Lo que se aprende de la pornografía es contingente con el contexto social: la actitud de los iguales frente a ella normaliza su contenido y apoya el mensaje. Si el acceso al material pornográfico normaliza el contenido, la conversación con otros tiene igualmente un efecto de peso. El autor nos lo ejemplifica así: un joven vio en Internet prácticas escatológicas y, al compartir con un compañero y este expresar su asco, abandonó el interés.  No obstante, hay jóvenes que debido a su nivel de aislamiento no tienen contacto con otros jóvenes. Nos pone el ejemplo de un joven de 17 años que, bajo riesgo de entrar en prisión por haber compartido fotos de menores, no veía eso como algo malo porque empezó a consumir ese tipo de imágenes desde muy pequeño y eso le llevó a tener contacto con gente con ese interés y nunca con personas con gustos convencionales, explica el autor. Aclara que obviamente esta no es la única causa de su comportamiento, pero que la ausencia de interacción con sus iguales en un momento crítico fue importante.

Pornografía y la neurobiología del sexo

La neurobiología del funcionamiento sexual humano todavía es algo incierto (Calabro et al., 2019). Lo que está claro, dice el autor, es la complejidad de los sistemas implicados.

La idea de la localización de funciones del cerebro en áreas específicas poco a poco deja espacio a la evidencia de que esto solo tiene sentido en el contexto del cerebro y las funciones mentales como sistemas integrados. Los elementos identificados por la neurociencia, sus sinergias y elementos aún desconocidos dan forma a la sexualidad, no como una suma de sus partes sino como una interacción de todo el sistema. Estos elementos identificados incluyen circuitos evolutivamente arcaicos que comparten respuestas periféricas, interconectados con el tronco encefálico y centros del mesencéfalo que se han dado a conocer como fuentes de impulso y con varias representaciones simbólicas asociadas con la excitación y la inhibición de respuestas sexuales.

La excitación sexual, explica Galatzer-Levy, puede elicitarse por factores que están fuera de la conciencia y su naturaleza no puede precisarse, lo que tiene que ver con la expresión de que el pene tiene un cerebro propio. Aunque más bien la razón sería que parte del sistema sexual opera fuera de la conciencia y solo puede inferirse por sus manifestaciones más obvias. Un paciente no encontraba excitante la pornografía entre mujeres maduras y chicos jóvenes, al contrario que sus amigos. Explorando esto descubrió que sí que le excitaba, pero le daba asco el nombre de esta categoría de porno (MILF, acrónimo en ingles para “madres con las que quiero tener sexo”). Darse cuenta de esto permitió ahondar en su propia sexualidad y explorar temas edípicos.

El tipo de aprendizaje del ejemplo anterior se considera bayesiano porque nace de cambiar creencias existentes para sincronizarlas con nueva información disponible, método clave en la estadística bayesiana. De acuerdo a este modelo, el sistema nervioso intenta predecir la conducta futura, incluso la de uno mismo. Modelos actuales el funcionamiento cerebral parecen indicar que el cerebro no funciona solo procesando información, sino que indica acciones basadas en el estado actual del modelo de redes neuronales de características abstractas de la realidad basadas en experiencias repetidas y repetidamente va afinando esas computaciones predictivas basándose en nuevas experiencias.

Visualizar pornografía y responder ante ella puede verse como un método de investigación mediante el cual el joven podría aprender sobre la complejidad de su sexualidad. El autor explora esta idea y llega a la conclusión de que la pornografía, como el juego, crea un ambiente el que el hombre joven puede aprender a predecir sus propias respuestas y las de otros, y puede hacerse más efectivo en su mundo erótico. Con predicción aquí se refiere a la capacidad cerebral de predicción, como la necesaria para atrapar una pelota en el aire. Este sistema erótico podría contener elementos mucho más elaborados y complejos de lo que podría sugerirse por la mayoría de caracterizaciones sociales del interés sexual. El autor explica que se ha intentado entender esto como una máquina aprendiendo desde diferentes ecuaciones. Otra manera de considerar el aprendizaje mediante la pornografía incluye dos vías diferentes. Una de ellas implica adherirse a un modelo fundamental y usar información para ajustar el peso dado a varios aspectos del modelo. El autor pone el ejemplo de tener preferencia por los pechos o por los glúteos, incorporando datos dándole diferente valor a los contenidos de la “ecuación”. Otra supone ir más allá de la ecuación o modelo, lo que supone explorar modelos cualitativamente diferentes que incluyan otros posibles factores. 

El sistema sexual de adolescente podría provenir, según estudios del ciclo vital, de la reorganización fundamental de los significados de la sexualidad.

El trauma de la pornografía

El autor explica que jóvenes que se excitan con pornografía que es inconsistente con sus valores previos podrían reaccionar traumáticamente a ciertas presentaciones de porno. La explicación que le da a esto es que algunas imágenes podrían estimular a niveles traumáticos las vías primitivas del asco y la ansiedad. La situación es más compleja que esto, pues además podrían incurrirse en compulsiones a repetir el material que resulta tan aversivo. Esas mismas imágenes podrían ser liberadoras para algunos jóvenes en tanto les hacen consistentes de dimensiones de su propia respuesta sexual que no estaba bien definida.

El autor nos cuenta el caso de un joven de 17 años que consumía repetidamente pornografía en la cual hombres se acostaban con mujeres transexuales con pene. Se sentía mal consigo mismo por visualizarlo y además comenzó a tener pesadillas y flash-backs durante el día cuando veía mujeres que él pensaba que podrían ser trans. Al tener relaciones con una chica que él pensaba que podía ser trans tuvo una crisis de pánico que requirió intervención psiquiátrica. La explicación que da el autor es que para este joven la activación que le suponía ver porno se enfrentó a ideas preexistentes sobre lo que debería excitarse y se sintió asustado y repelido por su propia excitación, incapaz de comprenderla. Freud entendería esto como que el descubrimiento inconsciente fue narcisisticamente intolerable y rechazado. Galatzer-Levy piensa que esto podría ser ampliado con la idea de que la persona tiene un distema dinámico no lineal cuya conciencia no ha sido capaz de predecir o comprender. Un cerebro bayesiano (en el sentido que se ha explicado anteriormente), al recibir nueva información cuya complejidad impide que sea actualizada satisfactoriamente, resulta en un estado caracterizado por descargar la información (negarla) o haciendo esfuerzos urgentes por procesarla, lo que explicaría la preocupación constante del joven con el tema, los sueños y los flashbacks.

El autor cree que el aprendizaje mediante la pornografía difiere un poco al ímpetu de saber cosas nuevas de los adolescentes, pues el objeto de la pornografía supone urgencia para el joven por encima de otros tipos de conocimiento por su significado práctico inmediato.

Implicaciones clínicas

Entender el uso de pornografía como algo común y a veces incluso útil, aceptando esto como parte del proceso de aprendizaje del adolescente sobre su sexualidad y sabiendo las dificultades que pueden aparecer puede enriquecer la clínica e incrementar el entendimiento de los jóvenes mediante la exploración de experiencias, el estudio de los sueños y fantasías masturbatorias. Eso puede llevar a un entendimiento al que no llega la discusión sobre experiencias sexuales interpersonales.

La fascinación inconsciente de la pornografía online en la adolescencia y la adultez, por Heather Wood

Para Wood la fantasía sexual es central en el ámbito de la sexualidad humana: ningún animal puede genera excitación sexual mediante la fantasía. Los pensamientos, incluso los que están fuera de la conciencia, son una parte integral de la excitación sexual y su funcionamiento.

La autora recupera el concepto de Laufer (1976) de “fantasia masturbatoria central”, describiéndola como un guión que recoge las relaciones de objeto particulares del individuo y las características del otro que provocan interés sexual y excitación. Este autor considera que la masturbación adolescente ayuda al yo a reorganizarse alrededor de la supremacía de la genitalidad, lo que implica la aceptación del cuerpo sexuado adulto como perteneciente al self y no ya a la madre. La masturbación permite explorar y consolidar la organización sexual adulta, a la vez que es una especie de ensayo previo a la intimidad sexual. Este desarrollo idealmente culminaría en una “organización sexual final” que incluye la intimidad como una experiencia egosintónica y no conflictiva o avergonzante. Los jóvenes que no pueden usar la masturbación en esa forma llegarían a una especie de “punto muerto”, que la autora relaciona con el uso compulsivo de la pornografía online (aunque el planteamiento teórico de Laufer sea muy anterior a la aparición de esta y se halle muy ligado a una idea clásica del desarrollo sexual). La masturbación en ese punto deja de ser una manera placentera de exploración del deseo y se hace repetitiva y rígida, dificultando la relación con los objetos.

Muchos pacientes recuerdan la soledad, la lejanía con sus padres, compañeros o hermanos y como hallaban solaz en la distracción que suponía la pornografía, aparentemente llenando un hueco.  La fascinación consciente por la pornografía parece evidente: el sexo es una fuente de placer. Una pequeña parte de la población desarrolla una relación problemática con el sexo por Internet y se hace importante preguntarnos: ¿qué ofrece la pornografía online al inconsciente que la hace tan irresistible?

Ilustración de un caso

Danny, un trabajador social al final de la veintena buscaba ayuda por su uso compulsivo de la pornografía. Era popular y exitoso en su carrera. Las imágenes que veía eran “legales y de heteros” pero le preocupaba la cantidad de tiempo que pasaba consumiéndolas y se sentía incómodo con la agresión implícita en el porno y la imagen que da de la mujer.

Era el hijo único del matrimonio de sus padres. Su madre los dejó a él y a su padre para irse a vivir con otro hombre, pero durante mucho tiempo le dijeron que se fue porque estaba enferma. No volvió a verla hasta muchos años después. A los dos años de la separación su padre se volvió a casar y Danny recuerda a  su madrastra fría y distante. El nuevo matrimonio, para Wood, tenía un estilo de parentalidad reservado e inexpresivo. Danny no recuerda expresiones verbales de amor y en terapia fue por primera vez que pudo sentir la soledad de su infancia. Se crió pensando que un hombre no era tal si expresaba sus sentimientos y pese a su campo laboral le irritaba que otros hablaran mucho sobre cómo se sentían. Su madrastra se burlaba de su padre de manera cruel, Danny decía que disfrutaba observándolo.

A los 9 años encontró la página arrancada de una revista pornográfica y quedó impactado por la imagen de la mujer. Desde los 13 años empezó a consumir pornografía “bastante dura”, encerrado en su cuarto y excitado por el secretismo. Ya de adulto le resultaba imposible masturbarse sin pornografía. Otro uso de las pantallas para Danny era que era incapaz de irse a dormir sin ver la tele o series en su tableta. A continuación, la autora enumera y describe varias formas en las que la pornografía cumplía funciones defensivas para Danny.

Evitación de los peligros de la intimidad mientras se crea una fantasía del compromiso

En sus relaciones personales tenía temor al compromiso, a sentirse atrapado y a que la gente quisiera de él más de lo que podía dar. No quería a las personas muy cerca, pero en esa distancia se sentía cansado y deprimido. En este conflicto con la distancia la pornografía le permitía hacerlo soportable. Podía imaginarse la intimidad, pero sólo bajo su control:  imaginar tener una familia lo hacía sentirse como una carga, les dejaría sin energía.

Glasser (1979) define un complejo nuclear como un dilema universal con génesis en experiencias de la infancia temprana. La respuesta a la separación del objeto primario es la de desear una fusión feliz con otro y perderse a uno mismo en un estado de unión, pero esto amenaza con la pérdida del yo. Una solución a esto es la evitación narcisista que lleva a un estado depresivo y de soledad. Otra es la de desarrollar perversiones en las que se mantienen unidos al objeto, pero se le hace sufrir. La pérdida traumática que supuso el abandono de la madre de Danny podría haber amplificado este complejo nuclear, añadido a que tenía el modelo de relación sádica entre su padre y su madrastra. Este complejo supone una especie de dilema claustro-agorafóbico: la cercanía amenaza con la claustrofobia, pero alejarse supone soledad insoportable. Danny se masturbaba con pornografía después de haber estado pasando un rato agradable con sus amigos: era la transición de estar con otro a estar solo lo que era doloroso para él. Con la masturbación tenía la presencia ilusoria de otra persona.

Wood plantea que Danny no solo busca a nivel de la fantasía consciente una mujer adulta, sino que a nivel más inconsciente existe una fantasía [phantasy] de una relación simbiótica con una madre reconfortante en la que refugiarse, pero sin la amenaza de ser devorado por ella o de perderla de manera traumática. Aquí Woods aclara, en nota final, la diferenciación no exenta de dificultad entre la fantasía consciente [fantasy] y la fantasía inconsciente [phantasy], que representaría una relación de objeto, proceso o pulsión, que se infiere pero que no es accesible directamente.

Fomentando ilusiones de control parental

El sexo con otra persona implica emociones de sentirse expuesto, vulnerable y de pérdida de control en presencia de otro. Eso no existe en la masturbación, sino que se fomenta una ilusión omnipotente de control por la auto-suficiencia para sentir placer a través de los propios actos. Internet ofrece un estado mental particularmente omnipotente y maníaco debido al porno a la carta. Además, para la autora el anonimato y la ilusión de que no hay testigos que produce Internet al usuario disminuye su autoconciencia y la culpa por seguir sus fantasías. Danny describía este estadio maníaco como un colocón, cómo entrar en Internet suponía inmersionarse en sensaciones y mundos de fantasía.

Uso del dispositivo electrónico como objeto transicional o fetiche

Las pantallas podrían pensarse como un objeto electrónico transicional, para abrazar y sentirse a gusto, sentir la presencia de otro o un sí mismo en relación a otro en la fantasía. La autora piensa que la noción de Winnicot de objeto transicional se aplica en el contexto de haber tenido una madre suficientemente buena. En el caso de una relación adversa con la madre, el niño tiene una sensación de su propio cuerpo distorsionada y podría haber erotización prematura. Para algunas personas el uso de pornografía mediante pantallas no supone un paso transicional para llegar a la realidad de la separación del otro sino un retiro compulsivo hacia un fetiche. Danny mira las imágenes de mujeres sabiendo que no son su madre idealizada, sus cuerpos no son reales y su respuesta sexual está actuada. Parte del trabajo terapéutico será llorar la pérdida original, saber lo que echa de menos y lo que le falta para comprender que no va a encontrar la madre perfecta en la que acunarse. Danny entró en un bucle en el que ilusoriamente buscaba una madre reconfortante y excitante lo que le dio a su comportamiento un matiz de compulsión y desesperación, que le causaba gran malestar.

Contrarrestando ansiedades sobre la masculinidad en la creación de un yo masculino potente

Danny era una figura paterna para muchos jóvenes y familias con los que trabajó. En una ocasión le ascendieron y la autora pudo observar cómo cesó durante semanas el interés en la pornografía. Normalmente inseguro sobre su masculinidad, de alguna manera esto le empoderó.

Evitación de una fantasía sexual generada internamente

El analizando usaba la pornografía para bloquear fantasías sexuales generadas internamente, atemorizado de descubrir su propio deseo sexual. Él podía tolerar reaccionar a estímulos externos, pero era incapaz de soportar saberse agente y actor de deseos sexuales y agresivos. La pornografía asalta con partes fragmentadas de cuerpos, partes del cuerpo y actos sexuales puntuales. En este sentido la pornografía resulta involucionadora y no permite trabajar con los contenidos de la propia sexualidad.

El enactment del derecho, el agravio y la venganza contra un objeto privador

Danny miraba pornografía cuando sentía que se merecía una recompensa. Tras este sentido de recompensa, se observaban sentimientos de privación. Además, bajo tras la recompensa, él se quedaba asqueado porque sabía que no estaba bien cómo se trata a las mujeres en esos vídeos. La rabia por la privación no se enmascara por su excitación sexual, se actúa: mujeres superfemeninas son explotadas y maltratadas. Inconscientemente logra su venganza contra la madre privativa, pero también siente culpa.

Desafiar a un superyó persecutorio y evitar la culpa y la vergüenza

Una vez un inspector criticó el trabajo de Danny y después, indignado y furioso, se masturbó. Esto es un ejemplo de cómo el ver pornografía se convirtió en un acto de desafío contra su persecutoria voz interna y como forma de transformar sentimientos potenciales de ira y culpa en placer sexual y sensación de triunfo. En otros pacientes, vemos un patrón parecido, en el que encuentran placer no solo en el desafío sino en la gratificación sadomasoquista de verse envueltos en un mundo de pornografía que se sabe que es perverso. Puede entenderse, para la autora, la pornografía como un modo de autoinfligirse daño. Nathanson (2016) describe cómo estos comportamientos pueden ser una forma sexualizada y desafiante de perseguir un sentimiento de unión con un objeto malo.

Negar una realidad intrapsíquica dolorosa

Danny no era una persona que elaborara especialmente bien sus emociones, pero al cabo de dos años de terapia expresaba cómo la soledad que imaginaba que deseaba podría llegar a hacerle sentir muy solitario. Expresaba cómo todos en su familia tenían baja autoestima y cómo dio señales de auxilio en su infancia que fueron desestimadas.

Danny canceló un par de sesiones tras decir que quería arreglar un asunto pendiente y luego volvió a escribir para decir que de momento no continuaría con la terapia.

Discusión

En la experiencia de Wood, las preocupaciones sobre el sexo (pese al foco que ponen aquí los pacientes) tienen más que ver con aguantar la soledad y encarar los peligros de la intimidad. A veces es como si un exceso de deseo sexual se usara para tratar la ausencia de deseo sexual, para enmascarar un deseo sexual muy conflictivo, o para enmascarar el miedo de acercarse a alguien física y emocionalmente.

El caso de Danny se formuló con un encuadre de una sesión semanal, cara a cara. La autora dice que empleó menos la interpretación de la transferencia de lo que haría con otros pacientes, pero aun así piensa que hubo una transferencia hacia ella como una madre benigna y a veces frustrante. El uso del diván puede profundizar el tratamiento, pero en pacientes con problemas de sexualización puede despertar ansiedades de seducción (seducir o ser seducidos) y necesitan ver la cara del analista para ver que no está excitado, asqueado ni tiene una actitud reprobatoria. Estas cosas fueron exploradas en terapia, pues la diada terapéutica ofrece al paciente un modo particular de vincularse con una mujer. Esto supone manejar un equilibrio entre la querencia del paciente de implicarse y ser entendido y el miedo de ser seducido, abrumado, abusado, abandonado o maltratado.

Las diferentes capas de defensas que se han ido comentando en el caso transforman y niegan la realidad intrapsíquica dolorosa y podrían convertir esto en una experiencia tóxica. Conseguir evitar y transformar experiencias aversivas afectivamente y relaciones objetales internas significa que esto puede funcionar como una sustancia adictiva y hacerlo difícil de evitar. Si esto escala puede llevar a las personas a buscar imágenes cada vez más extremas e incuso ilegales. Esto no solo daña a la víctima, sino que pueden ocasionar sanciones legales y esto llevar a un daño mayor de la psique.

El trabajo psicoterapéutico supone abordar estos mecanismos de defensa: explorar los sentimientos, conflictos y experiencias traumáticas ante los que se defienden.

La estructura subyacente de las fantasías sexuales tiene gran parecido con la de los sueños. Estos expresan procesos inconscientes a través del desplazamiento y la condensación. De igual manera, bajo la fantasía sexual hay elementos inconscientes que incluyen representación con gran carga emocional de relaciones (a menudo sobre la intimidad, la fusión con el objeto, abuso, humillación o aniquilación) y recuerdos de experiencias excitantes, desagradables o traumáticas. Como en los sueños, aparece desplazamiento (por ejemplo, de una figura que podría ser peligrosa a otra) y condensación (una posición sexual o un gesto podrían referirse a temáticas inconscientes).

Las fantasías sexuales y masturbatorias suelen ser temas privados y muy personales, por lo que suelen tardar mucho tiempo en aparecer en terapia. La autora afirma que no es raro que en pacientes con problemas con el sexo por Internet aparezcan estas fantasías en la primera sesión, lo que podría reflejar cierto grado de exhibicionismo, pero lo que están mostrando tiene mucha importancia. Se refiere a la autora a las caras, las expresiones en las que se fijan, el lugar en el que se da la fantasía... Todo puede tener significados dentro de la fantasía.

También es importante atender al modo en el que se ven las imágenes: en qué dispositivos, cuándo... Esto puede dar pistas sobre la función psicológica que cumple el comportamiento. 

El impacto de la tecnología

Gracias a Internet es posible encontrar en vídeo una escena equivalente a cualquier fantasía indiosincrásica de la persona. La autora cita a Brand et al. (2016), los cuales afirman en su estudio preliminar que cuando la persona consume pornografía concordante a su fantasía se activan zonas cerebrales asociadas con la anticipación de la recompensa y el craving.

Consumir pornografía online puede pasar por alto la autoconciencia y la culpa, al menos temporalmente: ya no hay que comprar una revista, sino que se puede acceder a ello sin ser visto.

El dispositivo electrónico funciona como un objeto transicional que puede crear la ilusión de la existencia del otro bajo control del sujeto, por lo que el mundo interno se impone a la vez que permite el engaño de que esto es la realidad externa.

La pantalla es un objeto seductor, promete proyectar cualquier cosa que la persona desee.

También puede ser un escenario en el que la persona puede actuar sus dramas internos, o un consultorio en el que explorar fantasías inconscientes, pero no hay ni director ni terapeuta que contenga ni ayude a integrar lo que sucede.

Teniendo en mente el concepto de complejo nuclear, la pornografía da fuerza a una fantasía de un objeto idealizado al que la persona se puede aferrar y que aparentemente puede aguantar la actuación de la sexualidad y de impulsos sádicos hostiles.

Las personas siempre estaremos interesadas en el sexo, dice la autora. En sus palabras, Internet conecta con el niño edípico que habita en el adolescente y el adulto que quiere espiar lo que sucede en la habitación de sus padres. Sin embargo, parece que Internet no solo refleja, sino que cambia y magnifica este interés. Algunas personas son vulnerables a estos efectos, quizá por no haber llegado a una organización sexual definitiva. Wood acaba afirmando que en consulta vemos cómo esto crea una retirada defensiva que provoca fuertes sentimientos de potencia, pero al final no ofrece solución a los conflictos edípicos.

Conclusión

El tema de la sexualidad mediada por redes es un objeto de debate importante en la actualidad y no son pocas las voces que se alzan en su contra. Cada autor deja clara su postura en su artículo, aunque todos coinciden en la importancia de la multifactorialidad de los malestares psíquicos, cómo para la génesis de una problemática hace falta “algo más” que la mera presentación de pornografía online, un posible origen en la biografía del paciente, en la configuración de su psiquismo En este sentido se me venía a la mente la idea de articulación modular del psiquismo de Bleichmar (1997).

Es interesante leer las ideas que plantean los autores sobre las bondades de la pornografía online: la búsqueda de la identidad, de la exploración del cuerpo y del deseo propios, explorar como si de un videojuego se tratase los límites de lo que nos gusta y nos disgusta. Pienso que es importante no demonizar las nuevas tecnologías sino entenderlas como herramientas que pueden ser usadas para algo constructivo o para algo negativo.

Tanto Lemma como Galatzer-Levy dan especial importancia a la psicoeducación, a la necesidad de salir de la consulta y concienciar a la población sobre el mal y el buen uso de los dispositivos digitales. La dificultad que esto entraña es encontrar foros y lugares de difusión sobre esta temática, la necesidad de intervenir temprano y la dificultad social de tratar la sexualidad con los más jóvenes y con una perspectiva adecuada a su edad.

En el artículo de Sugarman es interesante cómo va desgranando las formas en las que la pornografía puede interactuar con el psiquismo y Wood hace una exploración muy rica sobre las cualidades defensivas del abuso de la pornografía. Todos, pero en específico estos dos autores, hacen hincapié en lo interesante que es explorar el uso de la pornografía y las fantasías sexuales para llegar la comprensión integral de la persona, como haríamos con los sueños.

Algo que en mi opinión es importante en la práctica psicoanalítica y transversal a todos los autores de estos artículos es la apertura y el cuidado con el que se tocan temas diversos dentro del psiquismo relacionados con lo sexual, siempre desde el respeto y el amparo a la diversidad de manifestaciones de cualquier expresión de la sexualidad. También es importante tener muy claro lo que es verdaderamente dañino. Algo que enuncia muy bien Emilce Dio Bleichmar (2010) sobre lo que cuestiona su ética respecto a la diversidad sexual: “No la diversidad, sino el abuso del adulto sobre el niño, la explo­tación sexual del hombre sobre la mujer y la violencia de género es lo único que como analista cuestiona mi ética”.

Referencias

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