aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 034 2010 Revista de Psicoanálisis en Internet

Vías de entrada y sistemas motivacionales en los estados depresivos. Una aproximación durante la gestación

Autor: Dávila Zárate, Patricia

Palabras clave

Sistemas motivacionales, Estados depresivos, Depresion materna.


Este capítulo forma parte del informe final de la investigación La depresión materna. Su efecto en las interacciones madre hijo/a en el primer año de vida”,  realizada con el apoyo económico del CONACYT: SEP-2003-CO243690/A-1 (PRONABES), INPerIER. 212250-50091 y la Asociación Psicoanalítica Mexicana (Lartigue et al., 2004). Fue publicado en el libro: Lartigue, T. y Varela, O. (comps.) (2009). Género y psicoanálisis. Contribuciones contemporáneas, editado por María Teresa Lartigue, México(versión CD). Publicado en Aperturas Psicoanalíticas con autorización de las titulares del copyright.
En el Instituto Nacional de Perinatología, ubicado en la ciudad de México, se llevó a cabo una investigación que tenía entre uno de sus objetivos, el identificar las vías de entrada y los sistemas motivacionales predominantes en los trastornos depresivos que experimentan algunas mujeres durante el periodo perinatal (Dávila, 2004). Para tal fin, se aplicaron 102 entrevistas audiograbadas, siguiendo los lineamientos de la Guía para la Entrevista Clínica Psicodinámica de los Estados Depresivos con base en el modelo de Hugo Bleichmar (elaborada por Lartigue, 2005, 2006). Cabe destacar que para comprender los significados de los diversos tipos de depresión resultó de vital importancia, seguir una metodología cualitativa y crear un tercer elemento (que surge de la danza entre las embarazadas y la entrevistadora) que permita lograr  la articulación de los diversos módulos en el proceder hermenéutico (Prado, 1992). 
Caso clínico
La historia que a continuación se analiza es de una mujer embarazada que durante toda o la mayor parte de su vida ha estado deprimida, sólo que ahora, resalta de manera particular su estado de ánimo de índole depresiva.  A la paciente se le da el nombre de Aurora, se escogió este nombre porque inicia con la primera letra del abecedario y es la primera paciente que se analiza con la metodología que se explicita al final del capítulo. Al mismo tiempo, este nombre conduce al cuento de la Bella Durmiente, que pasa dormida muchos años de su vida, por lo que simboliza la vida de la paciente “dormida en vida” como una forma de la narradora de nombrar sus depresiones. Se trata de una entrevista inconclusa, ya que no respondió a las últimas preguntas debido a que tenía otra cita en el hospital.
Aurora es una mujer que cursa su sexto embarazo, tiene 29 años, estudió una carrera técnica, y ha vivido con dos parejas; con la primera tuvo una hija que actualmente tiene 11 años y dos abortos provocados, estos abortos ocurrieron entre los 18 y 20 años de edad. Con su actual pareja tiene un niño de ocho años, otro aborto provocado y el embarazo actual. Su compañero tiene 31 años, es electricista, lo conoce desde que Aurora tiene 12 años. Lo describe como una persona responsable, que les proporciona comida, vestido, atención médica. Comenta que lamentablemente “empezó a tomar” hace dos años de una manera constante durante varios días. Sus dos hijos y su actual pareja viven con ella, depende económicamente de su esposo. Es decir, es una mujer joven, con estudios, con tres abortos provocados que la colocan en un embarazo de alto riesgo, vive en una familia reconstruida.
Es importante mencionar que Aurora fue abandonada por su madre (quién contaba en ese entonces con 18 años de edad) cuando tenía tres meses, la dejó con su abuela materna, quien junto con sus tíos y tías la criaron; le dieron a decir de la paciente “comida, vestido y estudios aunque no me dieron cariño, caricias, palabras de amor”. Mientras vivía con su abuela, Aurora quedó embarazada a los 17 años de edad y después del parto, se fue a vivir con el padre de su hija. Comenta que dejó a su primera pareja porque no era responsable ni con ella ni con su hija, pasaba muy poco tiempo con ellas, la paciente refiere que “no les hacía caso”; debido a esta situación, cuando tuvo dos embarazos más, prefirió abortarlos porque no “quería embarazarse de él”.
Su abuela tiene 70 años, vive enfrente de ellos, por lo que va seguido a visitarla, aunque no se queda mucho tiempo porque su abuela padece de migraña, no tolera el ruido y como sus hijos son muy “inquietos” su visita es rápida.
Describe la relación con su abuela como “buena, dentro de lo que cabe” ya que fue una mujer muy exigente con ella, dura y poco cariñosa; aunque en su embarazo, tanto su abuela como sus tíos y tías la apoyan completamente. A diferencia de cuando su madre y una de sus tías se embarazaron, pues uno de sus tíos las corrió de la casa. Aurora comenta que la tía que también se embarazó joven y fue corrida de su hogar, es a quien más se siente “pegada”, tiene una buena relación; pues la visitaba constantemente, le llevaba comida, ropa y tenía atenciones con ella cuando era niña. La considera una mujer que sabe “afrontar situaciones difíciles, pues también tiene un marido alcohólico, está sola y ha sabido sacar adelante a ella y sus hijos”, la admira. 
En contraste de la relación que tiene con su tía, con su madre tiene una “mala relación”, desde pequeña se ha sentido rechazada por ella, piensa que la dejó porque no quería ser responsable, quería seguir en fiestas, la visitaba poco y no le “llevaba nada”. Cuando Aurora se embarazó, su madre la regañó, esta situación la paciente la vivió fuera de tiempo, ya que a decir de Aurora “quería estar presente cuando nunca lo estuvo”. La paciente comenta que ha intentado alejarse de su madre, mantenerse separada; aunque últimamente su madre la busca constantemente, pero ella no cede con facilidad ante este acercamiento.   
Aurora tiene tres hermanos menores de diferentes padres. Comenta que se lleva bien con ellos, aunque le hubiera gustado convivir con sus hermanos cuando era pequeña. Dice que su madre tiene la “culpa” de que sus hermanos sean drogadictos o que anden en “malos pasos”, pues roban, no trabajan o están aislados de la familia.
Con respecto a su padre, menciona que no lo conoce, sabe cómo se llama, que es “drogadicto” y estuvo en el reclusorio. No le ha preguntado a su madre por él porque piensa que no obtendría una respuesta de parte de ella, así como tampoco está interesada en saber más sobre la vida de él, ni por qué no pudo vivir con su madre.
 Otra descripción importante es con relación a lo sucedido durante la entrevista. Al escuchar la entrevista se percibe que su tono de voz es bajo, con ritmo lento y pausado; su tiempo de reacción a las preguntas es largo, aproximadamente de 20 segundos, lo que da la impresión de que sus pensamientos están bloqueados por sus emociones; aunque también podría ser que piensa mucho sus respuestas para no equivocarse. 
Por otra parte, cabe señalar que después de los primeros 10 minutos de la entrevista, a mí como entrevistadora me sucedió lo mismo; es decir, hubo una resonancia a la que se respondió de manera automática. De la misma forma en que Aurora hablaba, yo hacía las preguntas en un tono de voz bajo, con ritmo lento y pausado. Sin embargo, después apareció una reacción de ansiedad de mi parte. Hay varios aspectos que llaman la atención de la interacción que se dio entre la entrevistadora – entrevistada: cuando el tiempo de reacción de respuesta se acercaba a los 20 segundos, la entrevistadora intervenía para acelerar la respuesta o hacía más preguntas. Este tipo de reacción conduce a la reflexión en cuanto que despierta desesperación; lo que llevó a la entrevistadora a ser co protagonista de la entrevista. 
Otro aspecto es que a veces no se sigue el hilo conductor de las respuestas por lo que no se profundiza en el tema; la reflexión en este punto es una posible disociación ideo - afectiva a un tema doloroso como una posible reacción contratransferencial. Cuando en Aurora hay llanto por el tema doloroso, hay conexión afectiva, empatía, el tono de voz es suave cuando se señala el estado emocional. De esta forma, se puede confirmar la resonancia: cuando hay disociación en la paciente, resuena con disociación, cuando hay integración, resuena con integración.
A lo largo del proceder hermenéutico, se realizan dos anotaciones de las asociaciones libres, la primera cuando se subrayan las tres categorías con sus diferentes dimensiones y la segunda, en la escucha de la audio grabación. Al revisar los apuntes, la respuesta de la resonancia fue la misma al leer, que al escuchar la entrevista; a lo largo de la lectura se identificó que no se deja hablar mucho a la paciente, la entrevistadora está ansiosa, ansiedad que termina actuando. La desesperación provoca que se quiera terminar rápidamente de leer la entrevista, crea distracción y falta de concentración. Surge una hipótesis, la pasividad de Aurora despierta una reacción activa de aceleración del proceso, se crea un tipo de estructura de relación pasiva-activa. Por otro lado, un isomorfismo que lleva a una homeostasis que la mantiene en un círculo, con un mismo tipo de sentimiento, pensamiento, una misma visión de su vida. 
El tiempo en el que se ubica la paciente es subjetivo, su relato constantemente la mantiene en su mundo interno: percibe su vida a partir del abandono/rechazo que vivió de su madre como punto de referencia. De esta forma, vive en un pasado – presente: “ver a mis hermanos en esa situación pudiera ser que mis hijos también cayeran en eso”. 
Otro punto importante de Aurora, es que tiene ocho meses acudiendo a una terapia psicológica por insistencia de la maestra de su hija, “eso de remover cosas del pasado pues como que sí me ha ayudado pero también me ha hecho estar confundida”, probablemente emergen sentimientos de ambivalencia hacia la terapia, cuestionándose si le está ayudando o no, así como hacia las representaciones de sus figuras significativas. Dicha ambivalencia se puede observar asimismo en la entrevista; en específico, en la confusión de sentimientos que a veces no logra identificar, no sabe qué siente: enojo o culpa hacia su madre, pareja e hijos; y en el tiempo de dar sus respuestas porque no sabe qué responder. Esta podría ser una razón por la que no terminó la entrevista, dejando inconclusa las últimas preguntas debido a una cita en ultrasonido, justificación razonable pero que hace cuestionar qué tipo de sentimiento o fantasía le despertó el proceso que surgió durante la entrevista que la movió a terminar huyendo. Del mismo modo, podría ser que debido a que acude a psicoterapia, sus sentimientos, pensamientos y fantasías emerjan más fácilmente. Esta disyuntiva en la vida de Aurora conduce a la hipótesis de que podría estar escindida. Tal vez ella se preguntará: ¿la psicoterapia es buena o mala, soy buena o mala mamá?
De esta forma se analizaron las diferentes variables que se encontraron en el material observable e inferido de la entrevista, tocando seis puntos: ficha de identidad, descripción de la paciente de su familia nuclear, actitud durante la entrevista, interacciones de la relación en la entrevista con las posibles hipótesis y preguntas para confirmar, el tiempo en el que Aurora narra su historia y la emergencia de sentimientos por acudir a psicoterapia. 
Ahora bien, para continuar el análisis de las depresiones de Aurora, el siguiente punto es el Núcleo Central de la Depresión (NCD) en el cual la impotencia que vive, siente y piensa recae en la sombra del yo, como dice Freud (1917) en Duelo y Melancolía. Otro punto de vista se encuentra en Kohut con relación al self, el cual disminuye su autoestima, autoconcepto y autonomía que se ponen en juego al enfrentar las diferentes situaciones de su realidad externa. Esta impotencia retroalimenta la irrealizabilidad del deseo, en la cual podemos inferir cierta ambivalencia hacia la posibilidad de llegar a ser una buena madre, tener una buena relación con su propia madre y con su pareja versus cómo se representa a ella misma en el pasado, presente y a veces futuro. Duda de sí misma, hay inseguridad, desconfianza de alcanzar su ideal del yo, de ser una buena madre, que se manifiesta en ansiedad generalizada produciéndole sentimientos de displacer que identifica como tristeza, preocupación, nerviosismo, tensión, sentirse mal e incluso llegó a pensar que estaba loca. Una de las posibilidades por las que no hay inhibición psicomotriz en Aurora es porque tiene depresiones ansiosas de tipo persecutorio hacia sus hijos que la llevan a moverse, a no quedarse “estancada” por ellos, como si fueran su motor.
A partir de la historia de Aurora se pueden identificar tres componentes de la unidad que forman el Núcleo Central de Depresión, que permiten confirmar el diagnóstico: la impotencia, irrealizabilidad del deseo y displacer, que se definen en las palabras de Aurora como: “me sentía que ya no podía con el problema… tirar la toalla y olvidarme de todo, que pasen las cosas y que vengan como vengan; irme lejos, no estar cerca de nadie, me siento mal, me pongo a llorar, ansiosa, encerrada, muy nerviosa, muy tensa, no podía dormir, me angustia, me preocupa, me siento bien mal, pensaba que estaba loca, me siento triste” La irrealizabilidad del deseo se centra en dos aspectos: que su madre la quiera y ser buena madre.
La pregunta que ahora salta a la vista es ¿cómo llegó Aurora a sus depresiones? Una vía de entrada es la realidad externa traumática (RET) que es importante para las depresiones de Aurora por las múltiples pérdidas que ha vivido durante su vida, iniciando con la pérdida de su madre cuando tenía tres meses, que corresponde a la etapa preobjetal de Spitz (1965) del primer organizador de la respuesta de sonrisa. Esta etapa cobra significancia porque el bebé se da cuenta de que puede oír sonidos que produce él mismo y que son diferentes de su medio ambiente, experimenta por primera vez omnipotencia, se toma a sí mismo como objeto. Idealmente, al final del primer año, podrá reemplazarse a sí mismo por un objeto, es decir, de libido yoica a libido objetal de acuerdo a Freud. Sin embargo, esta libidinización objetal no se lleva a cabo por la ausencia de objeto, por lo que se confirma que sus depresiones recaen sobre el yo. También coincide con la posición esquizo-paranoide de Klein (1946) que involucra la escisión del primer objeto tanto como de los sentimientos hacia él. El odio y la ansiedad persecutoria se ligan al pecho frustrador (malo) y el amor y el reaseguramiento al pecho gratificador (bueno). 
En Aurora es palpable la sensación de sentirse abandonada por su madre desde bebé, que resignifica en la creencia de no ser suficientemente buena para ser un objeto amado, libidinizado “si ella realmente me hubiera querido, hubiera luchado contra todo para tenerme junto a ella”. Es decir, no existió especularización por parte de un objeto hacia Aurora y cuando ella intentó catectizarlo no hubo receptor; esto la condujo a permanecer en la elección de objeto narcisista, por lo que sus depresiones recaen en la sombra de su yo. Desde el punto de vista de Kohut,  al no existir una imago parental idealizada por la ausencia real de ambos padres o imaginaria (su abuela, tía) Aurora no pudo idealizar figuras con quienes identificarse, y por medio de esta identificación, lograr que la idealización cayera sobre sí misma; sucedió que fue la devaluación lo que recayó en ella. Ahora bien, la vía de identificación con figuras parentales será tratada más adelante, se menciona porque forma parte de la complejidad de las depresiones de Aurora, recordando que es una articulación de componentes lo que mantiene dormida a la bella durmiente. Siguiendo la misma línea, está el sentimiento de no pertenencia hacia su familia de origen, ya que se percibe como externa a su madre y hermanos, al mismo tiempo reconoce que es la nieta y sobrina de la familia en la que se crió; no conoce a su padre y no le gusta la forma de ser de su madre, hecho que le deja un sentimiento de extrañamiento de sí misma: ¿a quién y a dónde pertenezco?
Otra de las pérdidas significativas es en el ideal del yo que había construido para su vida como mujer autónoma e independiente, ya que el primer embarazo no fue planeado ni deseado con su primera pareja. La devaluación de su ideal del yo se acentúa con la decisión de abandonarlo porque no cumple con todas las expectativas proyectadas y desplazadas a él. En este sentido, las expectativas hacia su actual pareja son cumplidas parcialmente, lo que lo convierte en un objeto parcialmente bueno y parcialmente malo, pues “empezó a tomar cada ocho días, varios días…”. Sin embargo, la frustración, la agresividad continúa en Aurora: como no es capaz de tolerarlo en ella misma, proyecta su enojo hacia la hija. Dicho enojo, también está relacionado con el reclamo que le hace a su madre porque es una figura ausente que quiere ser presente ahora en la realidad externa, sólo que en la realidad psíquica de Aurora no hay cabida para su madre como objeto significativo; a lo mejor para ningún objeto, los expulsa, los aborta. La significancia de su tía puede ser explicada a partir de que el ideal del yo lo proyectó en ella, quien es amada y admirada porque contiene las partes buenas de su yo, dejando un vacío en Aurora.
A partir de aquí, los abortos podrían ser la actuación de su enojo, coraje, resentimiento y orgullo por haber sido abandonada; ahora ella actúa lo que en pasividad vivió en sus primeros años de vida como una forma de elaborar el rechazo. Ante la acumulación de situaciones en su vida hace dos años, Aurora presenta un derrumbe yoico cuando le diagnostican a su hija Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad; es la sobrecarga de las realidades externas traumáticas lo que la conduce a representar y resignificar sus pérdidas tempranas.
Una segunda entrada a sus depresiones fue la Identificación con figuras parentales, reconoce la “mala” relación desde su abuela/madre/ella, hacia la cuarta generación, por lo que quiere detener la transmisión transgeneracional. En el tipo de vínculo que se establece en la relación madre – hija, la identificación con el sentimiento de ser “mala madre” fue inoculado en la temprana infancia por la díada abandono/rechazo en la que ante la falta del otro, se pierde el sentimiento de potencia, incorporando impotencia y desesperanza, así como un ideal del yo pobre, bajo, de poco valor. Probablemente su madre también se sintió impotente, pudo haber estado deprimida, y tal vez su abuela también, mandando mensajes inconscientes o conscientes de impotencia. Ahora bien, Aurora tuvo dos figuras con quienes identificarse, una madre abandonadora “mala” y una abuela proveedora “buena”, ambas con carencia afectiva. En la escisión estructural, la parte buena impulsa a la ayuda, al cambio, a la realizabilidad del deseo, a la construcción de la esperanza; la parte mala detiene, castiga y disminuye al yo, destruye, promueve la irrealizabilidad del deseo.
Por otra parte, identifica a su madre como culpable de los problemas que presentan sus hermanos incluyéndose a ella misma. En un tipo de pensamiento lineal, si su madre es mala y culpable, ella es mala y culpable. Este último sentimiento dirige la atención hacia la tercera vía de entrada, la Culpa, que está ligada a la ansiedad.
De acuerdo a Klein (1948) la ansiedad es consecuencia del peligro que siente el niño de que sus necesidades no sean satisfechas porque la madre está ausente (pecho malo) dejándola al cuidado de su abuela (pecho bueno). De acuerdo a esto, durante los primeros meses Aurora escindió en un objeto lo malo y en otro objeto lo bueno. En Aurora el peligro interno se convirtió en realidad, pues fue abandonada, este sentimiento se experimenta internamente y se intensifica, los elementos agresivos predominaron en la relación con su madre y la frustración de su partida los despierta intensamente, por lo que requiere ser externalizado, proyectado a su madre; estos componentes escindidos de su yo siente que controlan a éste en forma agresiva y destructiva, componentes que regresarán a ella. La consecuencia de escindir al yo y a sus objetos internos es el sentimiento de que el yo está hecho pedazos, tiene un yo incipiente. De aquí podemos inferir que el debilitamiento y empobrecimiento del yo se debe a una excesiva escisión e identificación proyectiva, por lo que Aurora queda vacía, pues lo bueno/ malo y el ideal del yo/ agresividad está proyectado en objetos externos. En otras ocasiones, Aurora se identifica con los objetos malos internalizados, siendo ella mala madre; en otras, se siente perseguida por los objetos malos externalizados. Ante la ausencia real de su madre, proyecta la agresión en su hija. A partir de que asiste a psicoterapia, empieza el proceso de integración, que genera en ella sentimiento de culpa por el daño ocasionado a sus hijos, con el deseo de repararlos. Sin embargo, sus objetos tempranos todavía están escindidos, en ellos todavía no existe el deseo de resguardarlos.
Siguiendo el hilo conductor, si Aurora se siente vacía y en otras ocasiones mala, entonces existe en ella una permanente baja autoestima, en esta pobre representación de sí misma se siente impotente, incapaz de alcanzar el objeto del deseo en lo que quisiera llegar a ser, tanto buena madre como ser querida por su propia madre, y en el sentimiento de vergüenza que su esposo e hijos puedan observar esta inferioridad. Esta combinación conduce a los Trastornos Narcisistas como otra vía de entrada para que se mantengan sus depresiones. Se representa a sí misma de una manera dañina para quienes la rodean, dice: “a veces pienso que el estar cerca de mis hijos, de mi pareja, es hacerles daño, en la forma en que soy… ellos llegaran a pensar que soy una mamá mala…” la introyección, incorporación e identificación con los objetos malos constituyen su falso self, al tratar de dar una imagen de sí misma que no es real, usando mecanismos defensivos para mantener esta falsa cohesión.
La proyección de objetos malos realizada a su madre e hijos despiertan por una parte el temor de venganza de los objetos hacia ella, la Angustia Persecutoria y por otra que sus hijos, en específico su hija, actúe las depositaciones de sus proyecciones que la calificarían como mala madre. Entonces, podría ser que la preocupación que manifiesta hacia su hija sea resultado de una formación reactiva, ante la posibilidad de que sea confirmada como objeto malo dejando en ella una herida narcisista, reconociendo su propia agresividad, disminuyendo su self  y fragmentando a su yo; por lo que estaría de acuerdo a Klein en la posición esquizo-paranoide, en lugar de la posición depresiva como se podría pensar por el aparente deseo de reparar a sus objetos. Desde esta visión, es posible que la culpa sea un mecanismo de defensa y una vía de entrada.
Uno de los resultados de la articulación de los diversos componentes en Aurora es la confusión como parte de los Déficits Yoicos, que limitan su capacidad para establecer relaciones interpersonales con su madre, hijos y pareja: “Un poco confundida… remover cosas del pasado me ha hecho estar confundida… mejor que no estuve con ella (mamá) y luego digo pues sí porque ella es mi madre, no sé, no sé qué decir… “; asimismo, conduce a la duda en el pensamiento que paraliza las funciones yoicas y toma de decisiones, con la respectiva disminución de autoestima que repercute en su self.
En la danza infinita de la interpretación, se encontraron siete vías de entrada para las depresiones de Aurora: realidad externa traumática (abandono materno a los tres meses), identificación con figuras femeninas “malas”, culpa, agresividad, trastornos narcisistas, angustia persecutoria y déficits yoicos. Todas articuladas entre ellas para retroalimentarse y mantenerse: el abandono materno que se ha realizado desde hace tres generaciones ha mantenido la identificación con madres ausentes, deprimidas, “malas madres”, generando agresividad hacia los objetos primarios; en un segundo momento a la hija, que representa la madre ausente. Al mismo tiempo se tiene miedo que estos objetos regresen para vengarse; surge la angustia persecutoria y en formación reactiva la culpa que desencadena en los trastornos narcisistas, con su respectiva baja de autoestima, pobre autoconcepto y falso self. Debido a que unas modifican a otras y a sí mismas, se desencadena el efecto hacia los sistemas motivacionales.
En la combinación de las vías de entrada con los Sistemas Motivacionales,  se puede inferir que Aurora es una madre hostil y rechazante hacia sus hijos, en especial hacia su hija mayor, con la que repite el apego evitativo como una estrategia de adaptación que usó con su propia madre - abuela, como objeto sustituto. Debido a que no fue una bebé querida, estimada o valorada por su madre, Aurora tiene baja autoestima, su autoconcepto es de inferioridad y no tiene autonomía. Tanto su madre como su abuela no desplegaron hacia Aurora cuidados para aliviar la tensión o expresar cariño, por lo que ella misma no es capaz de manifestarlos; con respecto a este punto también podemos inferir que por una parte se sintió cuidada con relación a su sobrevivencia, ya que le da mucha importancia a todo lo relacionado con el sentimiento de protección primaria: alimento, vestido, techo; mientras que por otra, no sintió la hetero-autoconservación psíquica, lo que dificulta que ella pueda conservar internamente al otro, y redunde en su tendencia a “abortar” a sus objetos.
Durante el proceder hermenéutico sobre la historia de Aurora, sobresalió una parte que llamó la atención a la entrevistadora: hay ciertas figuras en su pasado, como la tía y abuela; en el presente su actual pareja, la maestra de la escuela de su hija y probablemente la psicóloga con la que acude a terapia, que dan la impresión de haber rescatado a Aurora en el sentido de que la protegieron, la han nutrido de ciertos elementos positivos que le han permitido ligarse a la vida y actuado como nuevos self objects parcialmente buenos.   Esta constancia objetal parcial del pasado y más constante del presente puede llegar a ser suficiente para que Aurora despierte de sus depresiones, adquiera mayor capacidad de insight y con el trabajo terapéutico logre la integración estructural, que le permita simbolizar su vida con diferentes ojos y desde una nueva perspectiva. 
En la autorreflexión de la narrativa, la entrevistadora percibe que en la combinación de la realidad externa traumática y la historia de Aurora es fácil dejarse guiar hacia la misma visión depresiva, sin salida, con dificultades, avasalladora, que la paciente tiene sobre sí misma, por lo que es una tarea importante del clínico/a, tener la habilidad para entrar y salir del proceso para que pueda tener conciencia de no quedarse atrapado por la perspectiva de la paciente deprimida.
De acuerdo a las interpretaciones realizadas hasta el momento de la historia de Aurora, parece ser que el componente que marca cierta pauta hacia las depresiones, por la combinación entre los módulos con el apego evitativo es el abandono, o mejor dicho, la representación que ha realizado Aurora en el a posteriori del abandono del que fue “víctima” por parte de su madre. Lo que haya escuchado y vivido acerca de este abandono es un parte aguas para su realidad psíquica.   La victimización con la que se representa está en juego  la mayor parte de su vida, a través de “acusar” ante los demás  la falta emocional de su madre y no sólo la parte de la pérdida real, característica típica de la melancolía según Freud; por lo que probablemente la sensación que despierta en los otros puede ser clave como Herramienta de Diagnóstico, es decir, la resonancia en la entrevistadora ante la reacción de la díada pasividad/desesperación de Aurora.
Proceder hermenéutico
El primer paso  fue identificar la unidad del Núcleo Central de la Depresión (NCD) en las entrevistas de las gestantes, objeto de estudio. Se realizan cuatro lecturas de cada entrevista transcrita verbatim, usando colores de plumón para subrayar las oraciones y frases de las diferentes dimensiones que abarcan la primera categoría. Al realizar la lectura, se anotan las asociaciones libres que surjan en el nivel teórico, de resonancia y contratransferencia.Una vez identificadas las oraciones se vacían en un cuadro para facilitar el procedimiento; las cuatro dimensiones que constituyen el NCD son: irrealizabilidad del deseo, impotencia/desesperanza; presencia del afecto displacentero e inhibición psicomotriz o hiperexcitación; se incluye también la manera como cada gestante definió su estado depresivo (sus frases u oraciones específicas).
Este mismo procedimiento se realiza con la segunda categoría de vías de entrada en sus nueve módulos[1], con nueve lecturas, cada una con su respectivo color y cuadro para obtener los diferentes caminos por los cuales estas mujeres embarazadas del INPer llegaron a sus depresiones. Al realizar la lectura, se anotan también las asociaciones libres que surjan en el nivel teórico, de resonancia y contratransferencia. Cuando las oraciones son identificadas se vacían en un cuadro para facilitar el procedimiento; las nueve vías de entrada son: realidad externa traumática (siempre significada por la fantasía), identificación con figuras parentales, culpa, agresividad, déficits yoicos, trastornos narcisistas, angustias persecutorias, estereotipos de género y enfermedades médicas.
De la misma forma, se continúa con el análisis de la última categoría, lossistemas motivacionales, que a partir de la técnica de análisis de contenido con el significado latente se hacen inferencias respecto de cuáles son los sistemas que se identifican en las mujeres. Al realizar la lectura, de igual manera se anotan las asociaciones libres que surjan en el nivel teórico, de resonancia y contratransferencia. Cuando las inferencias son planteadas se vacían en un cuadro; los cuatro sistemas motivaciones descritos por Bleichmar (1997) son: apego, hetero conservación, narcisista y sensual/sexual.
Una vez identificadas las tres categorías con sus diversos módulos, se realiza la escucha de la entrevista audio grabada, en la que también se anotan las asociaciones libres que surjan en el nivel teórico, de resonancia y contratransferencia. Si hay omisiones o equivocaciones en la transcripción verbatim, se realizan los cambios; también se reacomodan las categorías de los módulos en los cuadros ya llenados, se les ordena de acuerdo al tema o contenido. Si surgen nuevas dimensiones durante la lectura o escucha de la entrevista, se realiza un cuadro diferente, con las características descritas previamente. En ese momento, en el cuadro del Núcleo Central de la Depresión, se vacían las palabras que usaron las pacientes para definir su depresión[2].
En la continuación del proceder hermenéutico aplicado a los casos, la narrativa se inicia con la descripción de los datos generales de la paciente embarazada: ficha de identificación, familia nuclear, actitud durante la entrevista, interacciones de la relación en la entrevista, tiempo en el que narra la paciente, situaciones únicas encontradas en la paciente. De manera general, se narra la historia de vida de la paciente. En este punto, se compara, coteja o sincroniza la resonancia identificada en el texto escrito y en el cassette audiograbado como parte de la intersubjetividad paciente – entrevistadora. Siguiendo el mismo proceso, se prosigue a la categoría de núcleo central de la depresión, describiendo los tres módulos; después las vías de entrada, con sus nueve módulos para finalizar con los cuatro sistemas motivacionales. Se integran las interpretaciones para concluir con la identificación de las categorías.
El método hermenéutico descrito previamente se realiza la mayor parte del tiempo desde un punto de vista de narradora testigo, en otras ocasiones de narradora protagonista u observadora. Se usan los cuadros de las tres categorías para relatar las depresiones de las pacientes, se les da significado a sus palabras textuales, se reflexiona sobre sus pensamientos, sentimientos y los de la entrevistadora, para volver a cuestionarlos y hacerlos propios; haciendo referencia a diversos autores de la teoría psicoanalítica, así como también al contexto e historia de la paciente y entrevistadora.
Hacia el final del proceder hermenéutico se realiza la articulación de las diversas interpretaciones encontradas en las historias de las mujeres para concluir con el tercer elemento que surge de la danza entre las pacientes y la entrevistadora, que resalta el significado intersubjetivo de las depresiones de estas mujeres y la entrevistadora durante el embarazo. Al finalizar el análisis de las distintas mujeres entrevistadas por mí, estaré en condiciones de diseñar una guía para el tratamiento psicoterapéutico de embarazadas aquejadas del mismo sufrimiento psíquico.
Bibliografía
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Dávila, P. (2004). Interpretación de la intersubjetividad de gestantes deprimidas en condiciones de vulnerabilidad social. Tesis para obtener el grado de doctora en psicoterapia. Centro de Estudios de Postgrado. Asociación Psicoanalítica Mexicana.  En proceso.
Dio Bleichmar, E. (1991): La depresión en la mujer. España: Temas de Hoy
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