aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 007 2001 Revista Internacional de Psicoanálisis Aperturas

La complacencia como cooperación, la complacencia como defensa: un ejemplo de tensión dialéctica en el intercambio clínico

Autor: Lichtenberg, Joseph D.

Palabras clave

Abuso sexual, Complacencia, defensa, Intercambio clinico..


El trabajo de Joseph D. Lichtenberg “Compliance as Cooperation, Compliance as Defensive: One Example of Dialectic Tension in the Clinical Exchange” fue originariamente publicado en Psychoanalytic Inquiry: A Topical Journal for Mental Health Professionals, vol. 19, No. 1, pp. 61-81. Copyright © 1999 de Melvin Bornstein, Joseph Lichtenberg & Donald Silver. Traducido y publicado con autorización de The Analytic Press, Inc.

Traducido por: María Elena Boda

[N.T. Complacencia: acto de complacer, de causar placer o satisfacer a alguien, de hacer lo que alguien pide o desea.]

 Una característica especial del análisis es que las tensiones cambiantes en el encuentro entre las actividades del analizando y las del analista crean un intercambio relacional que requiere  una caracterización del mismo y un conjunto comprensible de significados que tengan carga emocional. Así, lo que provee la relación entre el analista y el analizando es más que la base de trabajo para el análisis: las tensiones cambiantes aportan datos cruciales de los cuales se derivan los aspectos más significativos para la comprensión (del proceso, N.T.).

 El analizando estará bajo todas las presiones y tensiones que ha traído consigo al análisis como consecuencia de la acumulación de perturbaciones regulatorias no resueltas y conflictos del pasado. En el análisis, el analizando se verá atraído, como demanda inmediata, hacia una internamente obligatoria (y analíticamente necesaria) expresión plena  de sus necesidades y deseos percibidos por él. Al mismo tiempo, el analizando estará arrastrado por el deseo de cumplir con el objetivo, compartido con el analista, de restringir la acción y la interacción sólo a la exploración de significados (Lichtenberg, 1983,  p. 235).

 "En la interacción, el analista debe sentir los deseos y necesidades del analizando como asimismo sus inclinaciones subjetivas en respuesta a ellas" (Lichtenberg, 1983, p. 236). El analista se encuentra tironeado entre organizar respuestas en complacencia con las necesidades y deseos del analizando, tal y como las formula el paciente, o como son construidas por el analista. También se establece  una cierta tensión para el analista “al oscilar entre una máxima inmersión en el particular estado mental inmediato de un analizando" (Lichtenberg, 1983, p. 236) y el uso de un nivel cognitivo basado en la teoría, que es más distante.

 La complacencia, el tema de este artículo, debe ser conceptualizada en la dialéctica de las tensiones cambiantes en el punto de encuentro del intercambio relacional entre analista y analizando. Para que un intercambio relacional se forme y progrese cada participante debe mostrar grados variables de cooperación (complacencia) con las necesidades y deseos del otro. El asunto crucial es si un caso particular de complacencia contribuye a un movimiento de progreso en un análisis. Detrás de esta cuestión se plantea si lo que acontece es una complacencia momentánea o duradera, ya sea de parte del analizando o de parte del analista, y que esta complacencia no sea reconocida; y por tanto, si fuera problemática, nunca se convertirá en tema del análisis. La complacencia no reconocida puede adoptar la forma de un acuerdo del analizando con la interpretación del analista basado en el deseo consciente de agradar y en el deseo inconsciente de preservar la dependencia y/o de subvertir o evitar el proceso analítico. Sin embargo, en muchos intercambios analíticos que se desarrollan con fluidez, el analista no tiene necesidad de señalar la complacencia otorgándole una vigilancia mayor que la relacionada con cualquier otra actuación (enactment) problemática que esté influenciando el campo intersubjetivo. El acuerdo del analizando con la intervención del analista y la aceptación del analista de una comunicación del paciente cuando el trabajo se está desarrollando bien es, por lo general, el resultado de la voluntad o apertura de cada participante a considerar el punto de vista del otro en el intercambio clínico.

 La complacencia problemática por parte del analista se refiere a la coalición con el paciente, probablemente consciente o inconsciente, de no identificar e interpretar la naturaleza defensiva del sometimiento caracterológico del paciente o el acuerdo complaciente con una interpretación particular. Yo vería esta clase de complacencia por parte del analista como constituyendo una forma de contratransferencia problemática. Pero el asunto se complica por las predilecciones de las diferentes posturas teóricas y las caricaturas que se derivan de ellas. Detrás de cada acción complaciente, los kleinianos podrían ser vistos por los no kleinianos como que están percibiendo agresión, los psicólogos del yo como que están viendo conflicto y  una defensa contra la revelación de una fantasía inconsciente, y los psicólogos del self como estando tan dedicados a preservar la postura empática que no podrían ni reconocer ni interpretar la complacencia problemática. Las caricaturas muestran extremos, pero las críticas que contienen no pueden ser simplemente ignoradas. Por lo tanto, voy a establecer mi posición teórica y luego trataré de ilustrarla clínicamente.

 En la teoría que he desarrollado del self y los sistemas motivacionales (Lichtenberg, 1989; Lichtenberg, Lachmann y Fosshage, 1992, 1996), el desarrollo evolutivo y todas las íntimas interacciones subsecuentes surgen a partir de un campo intersubjetivo fluido, y con frecuencia impredecible, de influencias mutuas. En esta concepción, la complacencia durante el análisis debe ser bidireccional. Las tensiones habituales entre el analizando y el analista durante una fase de trabajo son manejadas por parte del analizando estando de acuerdo con la intervención del analista como resultado de una buena disposición para considerar el punto de vista del éste; y el acuerdo del analista con la aceptación, modificación o rechazo como resultado de una apertura a considerar el punto de vista del paciente. Esta concepción de una complacencia en dos direcciones durante un análisis exitoso basado en la influencia regulatoria mutua no implica igualdad de influencia sino, más bien, una dominancia cambiante entre los participantes. En su mayor parte, el análisis implica una relación asimétrica que se halla en algún punto entre la relación más desigual de la regulación padres-hijos y la más equilibrada de una mutualidad marital. La principal responsabilidad del paciente está en la comunicación; debe revelar su vida interior a través de asociaciones. El analista tiene su principal responsabilidad en guiar el proceso hacia una mayor revelación de la experiencia consciente e inconsciente, la comprensión creciente de la motivación y una autorreflexión orientada al insight acerca de los significados de los intercambios que están teniendo lugar. La complacencia, en sentido amplio, requiere que el paciente haga lo que él o ella debe hacer para comunicar, revelar, entender y autorreflexionar, y que el analista haga lo que necesita hacer para escuchar, interpretar y autorreflexionar. Esta complacencia en sentido amplio forma el trasfondo de un intercambio analítico en el cual la percepción empática es el principal componente de la técnica. Esta forma positiva de cooperación básica me pareció que caracterizaba la experiencia analítica con el paciente del cual voy a exponer el material del caso presente. El relato completo del análisis se encuentra en The Clinical Exchange: Techniques Derived from Self and Motivational Systems (Lichtenberg, Lachmann y Fosshage, 1996).

 Las cuestiones acerca de si una respuesta específica, ya sea de parte del analizando o del analista, era cooperativa o defensivamente complaciente, asumieron un significado particular  basados en  la experiencia de la paciente de sometimiento a abusos sexuales. Presentaré tres sesiones de notas textuales que ilustran los pequeños momentos de intercambio clínico. Incluiré en el proceso notas sobre mi comprensión de mis intervenciones tal cual he reflexionado sobre ellas después de la sesión. Luego tomaré algunos de estos intercambios y los discutiré desde el punto de vista de la complacencia. Además, describiré una intervención que involucra la complacencia con una actuación del rol (enactment) entre la misma paciente y yo.

 En la teoría de los sistemas motivacionales, la defensa y la resistencia son vistas como aspectos de respuestas aversivas, ya sea de antagonismo o retracción. Así, cuando la complacencia por parte del analizando o del analista se considera defensiva o resistente, las preguntas que surgen podrían ser: ¿cuál es la fuente de la aversión (ya sea en el intercambio o proveniente de otras fuentes), qué la desencadenó, qué impacto emocional está siendo experienciado o qué objetivo emocional se busca?

Resumen del caso

 Nancy, técnica de laboratorio y estudiante de doctorado en Filosofía, comenzó el tratamiento conmigo cuando tenía algo más de treinta años con la finalidad de poder ser capaz de establecer una relación profunda y duradera con un hombre.

 La madre de la paciente se casó con el padre de la paciente, un hombre 15 años mayor, cuando ella tenía 22 años, por miedo a ser una solterona. La familia de la madre, una familia de buena posición del sudoeste, sintió que se casaba por debajo de su posición. El padre de Nancy provenía de una familia de granjeros establecida en un estado del este. Durante una recesión en los negocios, el padre decidió retomar la actividad de la granja, separando así a su esposa de su familia.  La madre de Nancy, que tenía reputación de ser una "santa", aceptó la decisión de su marido pero nunca se sintió feliz. Matt, el hermano mayor de Nancy, había nacido tres años antes que ella.

 La madre de Nancy estuvo enferma durante el último trimestre de su embarazo de Nancy y pasó este tiempo con su familia en el sudoeste. Nancy pesó menos de dos kilos y medio al nacer pero era sana. Su madre se recuperaba lentamente y se decidió que la bebé volviera a la granja con su padre; la madre los seguiría un tiempo después. Así, Nancy recibió sus cuidados iniciales de su padre y de su abuelo paterno. Nancy creía, incluso después del regreso de su madre a la familia, que el sentimiento de afecto que existía entre su madre y Matt nunca se estableció con ella. Hasta los 5 años de edad Nancy comió sentada en el regazo de su padre y hasta los 3 años durmió en el dormitorio de sus padres. Tres años es también la edad que tenía cuando su abuelo, a quien ella quería mucho, murió. Nancy fue anoréxica hasta los 11 años y recibió frecuentes enemas por su estreñimiento.

 La relación de Nancy con Matt ocupaba un rol importante en su vida. Un recuerdo temprano es el de su abuelo blandiendo su vara hacia Matt que la estaba molestando y atormentando. Matt atacaba los juguetes de Nancy, desmembrando y quemando su muñeca favorita. A una edad temprana, Matt comenzó a restregar su pene contra la pierna de Nancy y más tarde se tendía sobre ella y se masturbaba. A pesar del abuso, Nancy lo seguía a todas partes, buscando desesperadamente su compañía. Nancy comenzó a rebelarse contra la actividad sexual a los 11 años de edad. Matt la amenazaba con pegarle si  se lo contaba a su madre y la sobornaba con dinero para continuar. Después de cerca de un año más, Nancy insistió en parar y Matt se volvió hacia las pocas amigas que Nancy había logrado hacer. Se sintió doblemente traicionada al ver que Matt y sus amigas se alejaban de ella para entenderse entre sí. Nancy y su  mejor amiga participaban en juegos sexuales exploratorios.

 Aunque Nancy era una buena alumna en la escuela, nunca pensó que  pudiera ser tan brillante y rápida como Matt. En la adolescencia tardía aprendió que podía confundir a su padre y a Matt enunciando sentencias dogmáticas o inflexibles y que luego se sentía contenta de haberlo hecho. Matt dejó el colegio superior (college) por fracaso y su padre se negó a darle dinero a Nancy para que ella pudiera estudiar. Le dijo que si Matt no lo había logrado que ella ciertamente tampoco podría y que, de todas maneras, una chica no es para el colegio. Una tía le dio el dinero para el primer año y Nancy continuó los siguientes con becas.
 

7/12/85 - Jueves (3 1/2 años desde el inicio)

    [Durante la sesión del miércoles, Nancy había estado más abierta de lo habitual para explorar sus relaciones con los hombres, el flirteo y su ambivalencia acerca de la desconfianza del analista y de otros hombres acerca de cuestiones sexuales].

          (Nancy llegó 4 minutos tarde)

Paciente: Mi lavadora se desbordó otra vez y la tuve que limpiar... Cuando me fui ayer, pensé que había sido una buena sesión pero que algo sigue estando mal en el fondo. Se han perdido escritos de mis alumnos. Me ocupé de eso. Luego como una idiota no comprobé el dispositivo de residuos y mi lavadora se desbordó. Lo otro es que no he pagado mis facturas. Puedo, pero a duras penas. No sé qué es lo que está pasando. Ayer me fui después de una buena sesión. Me dije a mí misma que me tengo que relajar, tomar las cosas como vienen, verlas con usted, y todo va a estar bien. Ahora estoy otra vez en un gran pánico. (Suspiro).
Analista: ¿Su suspiro?

    (Nancy está repitiendo un modelo habitual de ir ganado comprensión en una sesión o en el trabajo de una semana y luego entrar en pánico como respuesta a una situación de estrés externo o autoinstigado. Habíamos pensado que esta modalidad era a veces la manera que ella tenía de asegurarse la continuidad de mi atención; si ella estaba bien, yo alegremente la dejaría para que se las arreglara sola. Otras veces, el pánico por dinero, por el trabajo en la escuela o por un error en el laboratorio servía para bloquear el acceso a sus problemas sexuales. Decidí trabajar con su afecto inmediato, el suspiro, y seguir sus asociaciones para enterarme de cuál era el sistema motivacional dominante.)

P: Estoy muy perpleja por la desaparición de los trabajos de los alumnos. Es cierto que era tarde cuando me los dieron. No creo que yo haya sido descuidada. Uno se perdió allí. Luego otros dos me dijeron que habían pasado escritos atrasados bajo mi puerta. Estoy perpleja. ¿Tiene importancia?
A: La importancia que usted está observando es que se siente tan alterada por esto que no puede seguir el plan que se había propuesto ayer.
P: Yo me digo a mí misma que no puedo asumir la responsabilidad por los alumnos que pasan escritos atrasados por debajo de la puerta de mi dormitorio. (Suspiro) Le dije a una alumna que o rehacía el trabajo o promediaría sus otras notas. Me dijo que reharía el trabajo. No es agresiva como lo han sido otros alumnos. He tomado la decisión de que tienen que rehacer los trabajos. Pero no puedo dejarlo correr. Me quedo preocupada e insegura. (Suspiro) Es tan rutinario para mí actuar así. Estoy enfadada, no tendría que reaccionar de esta manera. Es un escape pero soy consciente de que usted no va a estar el próximo miércoles (yo le había dicho unas semanas antes que estaría fuera). Es difícil meterse en un plan de trabajo con tantas paradas y reinicios. Tengo que reconocer que así son las cosas. Usted se tiene que ir. Yo también, y no puedo venir cuatro veces por semana. Tengo que aceptarlo y trabajar cuando pueda. Suena razonable, ¿no es cierto?... Pero estoy tan insatisfecha, incompleta, ansiosa.
A: ¿Se sentiría tan insatisfecha, incompleta, si siguiera el plan que describió?
P: Me sentiría más completa.
A: Pienso que sí.

    (Por experiencias anteriores reconocí la tentación de Nancy de responder con una intensa aversión a  cualquier separación o contratiempo, dando como resultado un estado afectivo caótico que hacía imposible la exploración. Después del trabajo analítico previo, ella se hizo un plan para reaccionar emocionalmente de una forma no caótica. Ambos sabíamos cuál era la opción que pendía de un hilo en todo momento, y a esto me refería yo de una manera un tanto muy indirecta.)

P: No lo sé. Probablemente me estoy evadiendo... Me fui de aquí el miércoles y Karl llamó. Quedamos para la semana que viene. Él me dijo que está bien si tú estás muy ocupada. Yo dije que sé que es lo que parece, pero que no me refería a eso. Hablamos. Estuvo bien pero incómodo. Me di cuenta de lo difícil que se lo pongo a los hombres el acercarse a mí. Michel (el hombre con quien ella tuvo su primera experiencia orgásmica) me tuvo que poseer en el pasillo; tan poco caso le hacía. Sigo estando muy ocupada. Pienso en hablar con usted. El problema es que esto parece decadente.
A:¿Decadente?

    (Nancy ha optado por oponer resistencia a hundirse en la autocompasión o en la rabia narcisista. Reabre el tema de cómo ella aparta a los hombres, se refiere rápidamente a hablar conmigo y menciona la enigmática expresión "decadente". A lo largo del resto de la hora estoy perplejo de por qué el hablarme es "decadente".)

P: Algo placentero y útil. Si es doloroso y bueno para mí, no es decadente. Qué tal si vengo en los tres días que me corresponden y hablo de cómo van las cosas en casa con Jim y Sally [compañeros de piso] y así aclarar esto y que quede resuelto. Luego no tendría la carga de algo miserable, horrible, sucio, incómodo. Podría ser divertido y yo tendría tiempo para hacer lo que necesito. Eso es decadente; demasiado bueno para ser verdad. El otro término en el que pienso es masturbación mental. El Dr. Moser [un internista] lo usó cuando me dijo que yo no debería ir a análisis. Me dijo que por qué comprar un Cadillac si lo único que necesito es un VW y que, aparte, es masturbación mental. Es una frase estupenda. Se aplica al placer de hablar con usted. Es autoexcitante y autogratificante.
A: Umhum.
P: Es gracioso. Antes de decirlo, me pareció que estaba por decir algo horrible. Pero es cierto. Hablar con usted es autoexcitante y autogratificante. Pero no es lo mismo que masturbarse porque de esto algo surge. Es lo que negaría el Dr. Moser... He estado notando una saliente en el techo, como un pezón. Lo asocio con el trasero de la gente. No estoy segura de por qué sigo interesada en esto... Como éramos granjeros producíamos leche. Le estaba contando a Jim acerca de lo difícil que había sido para mi madre ser generosa conmigo. Lo fue unas pocas veces en los últimos años pero no antes, y yo no tenía con qué retribuir. Cada vez que hablo de los traseros blandos de las mujeres, vuelvo a mi madre y a su incapacidad de abrazarme, mimarme o alimentarme cuando era bebé. O de acurrucarme. Le decía a Jim que ya he zanjado este asunto. Lo lamento. Deploro que ella no me haya podido alimentar. Esto surge porque lo que pasa aquí de una manera decadente es que yo hablo con usted sobre de las relaciones con la gente. Sin alimentarme, usted me está ayudando a crecer.
A: Y eso es, como usted dijo, placentero y útil.
P: ¡De modo que no es decadente! Pero parece decadente en contraste con aquello a lo que estoy acostumbrada.

    (Nancy ha identificado una experiencia beneficiosa en el tratamiento como la fuente de su sentimiento de decadencia. Simbólicamente, hablar entre nosotros le provee una satisfacción alimentaria sensual y facilita su crecimiento. Todavía siente alguna vergüenza o culpa, evocando un delito de transgresión moral tal como se sobreentiende en "decadente" [me recuerda el concepto de masoquismo moral de Freud] si no se sumerge en el sufrimiento.)

P: Percibo que hay algo erróneo en esto. Significa que soy dependiente, débil. La manera en que Jim y yo nos ayudamos mutuamente es agradable. Está teniendo terrores de fin de semestre pero me ayudó cuando se desbordó la lavadora. Eso no es crear dependencia, es brindar cuidados.
A: Usted habla de esto como si fuera una virtud chapada a la antigua.

    (Esta frase salió de mi boca tan espontáneamente que tanto Nancy como yo nos quedamos algo sorprendidos. He estado asociando con decadente y buscando un vocabulario acorde, diferente del de mi expresión habitual.)

P: ¿Por qué se le ocurre eso? John [un ministro (se refiere a un ministro de una iglesia protestante. N. de la T.)] pensaría de esa forma. La manera de cómo es la gente, que no intentan ser virtuosos.
A: ¿Se sintió molesta por lo que dije?
P: No, en absoluto. Es una expresión que la gente no usa: una expresión moral, de dudosa reputación... Todavía estoy tratando de resolver lo que pasó con Jane. Yo estaba tratando de ser una virtuosa amiga chapada a la antigua, de pensar en sus necesidades y no crear dependencia, y esto se volvió confuso.

    (Jane es una condiscípula a quien Nancy ayudaba frecuentemente con sus niños. Nancy se volvió muy crítica con la manera  en que Jane trataba a sus niños (ignorándolos), y la amistad estalló, acusando Jane a Nancy de tratar de hacer que Jane dependiera de ella. Esto fue una amarga decepción para Nancy. No había surgido en el análisis en varios meses.)

Es sorprendente que, dado mi deseo de ser una buena amiga, lo que hice pueda parecerle a ella tan opuesto, generar dependencia.
A: ¿Y algunos de los problemas tenían que ver con la disciplina de los niños?
P: ¿Por qué es eso importante? (Cautamente) Es cierto. El problema mayor era mi creciente sensación de que a Jane los niños la cansaban, que le impedían hacer lo que ella quería hacer. El único problema con la disciplina era que Jane no podía hacer dormir a los niños.
A: ¿Sería mejor que yo me refiriera al tema de vivir con niños de una manera en que pudiera ser placentera y útil.
P: Sí. Eso es.

    (Ayudándome a hacer un planteo más correcto del problema con Jane, llegamos, más claramente que antes, a asociar a Jane con la madre de Nancy.)

 Discusión 1

 El primer intercambio que voy a comentar es acerca de mis referencias al plan que Nancy había comentado al inicio de la sesión: "Me dije a mí misma que me tengo que relajar, tomar las cosas como vienen, verlas con usted, y todo va a estar bien." Llamé su atención sobre el hecho de que estaba tan al borde del pánico por el estrés inmediato que era incapaz de seguir su plan. Ella trabajó sobre su tendencia a "estar preocupada e insegura". Luego asoció con que yo iba a estar fuera la semana siguiente, indicando que esta asociación podía ser una evasión, y terminó describiendo su sensación de "insatisfecha, incompleta, ansiosa". Yo pregunté (retóricamente) si estaría tan alterada si pudiera seguir su plan. Contestó que se sentiría completa, y yo estuve de acuerdo.

 Como mi tensión aumentaba entre mi deseo de que Nancy permaneciera dispuesta a la exploración y su inclinación a bloquear su conocimiento de los problemas que estábamos tratando, la alenté a tomar conciencia de que se estaba lanzando a un estado afectivo de pánico que le era familiar, durante el cual se veían comprometidas sus capacidades cognitivas. Pareció reconocer esto y contenerse por un momento, para luego entrar con mayor impulso en un estado afectivo perturbado (mi ausencia de una sesión), identificando su asociación como una evasión. Retomé su plan y ella se tranquilizó e hizo un viraje hacia el problema central de esta fase del trabajo: sus relaciones con los hombres. Visto de esta manera, mis intervenciones alentaron exitosamente el que tomara en consideración una alternativa más flexible, lo cual ya había ocurrido previamente en el análisis colocándose de una manera inconsciente (automáticamente) en situación de desamparo, y luego estuvo algo más abierta a tomar una determinación consciente.

 ¿Qué alternativas deberían considerarse antes de poder aceptar una evaluación positiva? Un factor que debe ser evaluado es que en este ejemplo de Nancy, el logro de un control interno temporal de su tendencia al pánico surgió sin que se haya interpretado ninguna creencia inconsciente o fantasía específica. En el periodo que nos conduce a esta sesión, los estados afectivos de pánico han sido discutidos como representando una respuesta severa a una amenaza específica o como poniendo en acto (enacting) un estado que pudiera garantizar mi interés y mi compromiso con ella. En esta sesión mi intervención derivó de mi suposición de que ella sentía aversión a continuar explorando los problemas sexuales que habíamos estado tratando en la sesión anterior y estaba inconscientemente explotando su potencial de generar una tormenta de afectos para hacer imposible la exploración. Nancy había estado conscientemente prevenida de su repugnancia a revelar deseos y sentimientos sexuales desde el comienzo del análisis, de modo que su aversión no requería de un trabajo interpretativo en sí, sólo su relación con el estado afectivo actual y su potencial control del mismo.

 Para resumir: se puede abarcar de un vistazo el hecho de que cuando el paciente y el analista suscriben un plan para que el paciente ejercite su autorregulación en ese preciso momento de la sesión, esto promueve resistencia. Mi punto de vista es que mi intervención fue para prevenir una resistencia improductiva a la exploración, impuesta por un estado afectivo intenso tal como el pánico (Lichtenberg, Lachmann y Fosshage, 1996, capítulo 5). El propósito era despejar el camino para que paciente y analista pudieran investigar el problema subyacente de sus relaciones con los hombres. Nancy luego asoció con mantener a los hombres apartados, con el análisis como masturbación y con su intenso deseo de una alimentación sensual. El analista observó estas asociaciones y los intercambios entre ellas como indicadores de que el progreso se estaba llevando a cabo por la senda de las experiencias inconscientes conflictivas y problemáticas. Naturalmente, esta suposición acerca de las asociaciones posteriores puede ser errónea. El paciente podría estar implicado en un esfuerzo consciente o inconsciente de apaciguamiento, de decepción, de una complaciente pseudo-asociación libre.

 ¿Cómo puede el analista decir que esto no está sucediendo? Uno de los indicadores utilizados era que Nancy estaba afectivamente implicada. Daba la impresión de estar luchando por mantenerse en una pista asociativa que le daba repugnancia abordar. Lo estaba haciendo a pesar de la vergüenza y la turbación. Además, sus reacciones a las intervenciones finales del analista ofrecen una confirmación posterior de que la alianza defensiva complaciente con el analista no estaba dominando la dinámica. El analista estaba siguiendo sus propios rastros asociativos paralelos y embrollándose con la decadencia como una metáfora que no terminaba de comprender del todo. Cuando el analista utilizó la frase "una virtud chapada a la antigua", la cual estaba más en su línea de pensamiento que en la de la paciente, ella se alarmó. Esta paciente, cuando la alianza complaciente estaba operando, era capaz de tomar la frase y jugar con ella intelectualmente. Mi hipótesis es que ella estaba asociando libremente, sumida en una experiencia intersubjetiva con entonamiento empático.

 Stern (1985) estudió el entonamiento experienciado entre madres y niños. Cuando las madres rompen el entonamiento aunque sea levemente, los bebés reaccionan con susto, interrumpiendo momentáneamente su actividad. Un ejemplo adicional que descarta la coalición o alianza  complaciente es la respuesta cautelosa de Nancy al recuerdo ligeramente erróneo del analista del problema que ella había tenido con Jane un año antes. La cautela no es la respuesta de una persona en estado de sometimiento sino más bien la de alguien que está en guardia contra el malentendido y contra el reservarse algo que ella piensa que es incorrecto. Luego el analista brindó su cooperación complaciente con la corrección de Nancy. Lo que ella dice al final, "Sí. Eso es", fue, desde mi punto de vista, una confirmación de que había llegado el momento de un acuerdo auténtico entre ambos por medio de un ajuste mutuo.
 

12/12/85 - Martes

    [El comienzo de la sesión transcurrió con comentarios acerca de que había hecho progresos en una serie de áreas pero se sentía deprimida. Si todo estuviera en orden, no tendría excusas para eludir los problemas. Yo estuve de acuerdo en que entonces ella tendría que hablar conmigo acerca de sus problemas sexuales tal y como había empezado a hacerlo la semana anterior. Se quedó físicamente sin fuerzas, quieta y callada. Le pregunté qué estaba experienciando.]

P: Niebla. Siento que estoy en la niebla cuando intento pensar en mis problemas sexuales.
A: ¿Puede usted penetrar en la niebla para percibir alguno de los factores?

    (Hice una pregunta ambigua para que ella pudiera asociar con la niebla o con sus problemas sexuales. Eligió lo último.)

P: Estar en el dormitorio de mis padres, observar sus relaciones sexuales y estar confusa. Recibir enemas. La actividad sexual con mi hermano. Ser echada de las rodillas de mi padre. Ser echada siempre por mi madre. No ser capaz nunca de abrazarla o de acurrucarme junto a ella.

    (Esto tenía la tónica de un recitado de lecciones aprendidas pero, al mismo tiempo, de rescatar de la represión los resultados de gran parte del trabajo analítico previo, que es lo que aparece y desaparece en la niebla. Es notable que haya omitido su enuresis.)

P: Todo ha ido tomando la misma característica, de ser mala, desobediente. Recibía enemas porque era mala; no iba al baño y era mala porque las enemas me producían mucha estimulación. Me gustaba. Me echaron del regazo de mi padre por la sobrestimulación que me producía, mi respuesta mala. No podía estar cerca de mi madre porque yo era mala; se dijo que era dependencia pero yo no sé qué era. No era eso. [Su tono de voz refleja una mezcla de turbación y culpa, entre serio y jocoso.] Todo lo sensual es muy malo. Tocarme, masturbarme, mirarme, abrazar a mi madre, retorcerme en las rodillas de papá. Todo termina siendo malo; querer adherirme como pegamento a mi madre. No ir al baño. Molestar a Matt, tener actividades sexuales con él. Todo son problemas. Mi juego con Margaret y las muñecas no parece tan problemático; era nada más que una actividad de niñas de 10 años. ¿Qué significa que yo no piense que era problemático?
A: ¿Lo puede describir?

    (Contesto una pregunta con otra pregunta, lo cual de hecho es una sugestión, con el propósito de rellenar la fachada narrativa por medio de un movimiento desde lo demasiado general a lo específico, desde lo ya conocido a lo nuevo.)

P: Jugábamos con nuestras muñecas, haciendo de madres que trataban de darles el pecho, aunque por supuesto que no teníamos pechos. Sosteníamos a las muñecas contra nuestros pechos y les dábamos de mamar. Otro días estábamos preocupadas por el cáncer de mama, explorando nuestros pechos planos [se ríe] con 8 ó 9 años. No recuerdo haber tenido mucha sensación. Yo estaba interesada en mi cuerpo. Teníamos fantasías de estar enamoradas de estrellas de cine (el mío era Perry Mason) y yo era Della Street. Jugábamos al doctor. Una estaba enferma, la otra venía a auscultar el pecho de la paciente, y el estómago. Teníamos estetoscopios de juguete. Estábamos parcialmente desvestidas. No tenía nada que ver con los genitales. Todo tenía que ver con nuestros inexistentes pechos... No era sucio. Era limpio. No había secreciones. Con mi hermano, era su eyaculación lo que era repugnante, obsceno. Como usted dijo antes, en el juego con Margaret éramos iguales. Mi hermano se frotaba contra mí, contra mi pierna, mi vientre, hasta que eyaculaba. Me sentía muy sucia y utilizada.

    (Esto aportó una considerable riqueza de detalles, enunciado con sentimiento pero sin la sensación de estar agobiada por la revulsión, como en el pasado.)

A: ¿Tenía la sensación de no ser apreciada por sí misma sino por el propósito para el que servía?
P: ... Las mujeres a menudo hablan de lo enfadadas que están por ser receptáculos. En un sentido es lo que son, sólo un lugar para que los hombres se deshagan de su excitación sin que tenga nada que ver el ser de la persona. Estoy enfadada con los hombres por tomar a las mujeres por receptáculos. Estoy enfadada con las mujeres por ser lo suficientemente vulnerables como para permitir que esto suceda y peor aun, propiciar que ocurra.

    (La paciente está manifestando dolor y rabia profundamente sentidos, pero lo hace con tantos rodeos que desconecta el tema de ella.)

A: Y eso a usted la hace sentir mal consigo misma, por haber estado propiciando que ocurra. La alternativa de ser ignorada era una opción muy dolorosa.

Discusión 2

 En esta sesión, le señalo otra vez el uso que ella hace de la angustia presente para evitar hablar de problemas sexuales. Su respuesta es tanto física (laxitud silenciosa) como emocional (la niebla). Luego, como respuesta a mi estímulo para que penetre en la niebla, ofrece un listado de problemas que tienen que ver con el goce sensual y la excitación sexual, con lo que había estado trabajando previamente. El tono de recitación me lleva a la incertidumbre de si se trata de una complacencia defensiva o cooperativa. Me inclino por la última y retomo sobre el nuevo aspecto de sus asociaciones: el sentimiento de un interés sexual que no era malo, es decir incestuoso, perverso. Ella estableció luego un contraste entre una curiosidad sexual más o menos apropiada para la edad y la excitación sexual y el juego incestuoso con su hermano, y se permitió a sí misma sentir el dolor y el ultraje del abuso con una intensidad mayor que antes. Basado en su enfoque claro y su implicación afectiva, percibí que podía ofrecer la interpretación de que ella optó por invitar a su hermano a acercarse, pareciendo el abuso una alternativa mejor que el sentimiento de abandono.

 Esta interpretación, hecha al final de la sesión, deja abierta la posibilidad de que Nancy la ignore, volviendo a un estado de pánico, o que continúe el proceso exploratorio. La sesión siguiente es el único barómetro que podemos utilizar directamente, aunque el proceso real va a tener lugar en el intervalo. Los sueños son con frecuencia nuestro mejor indicador de la continuidad del proceso en un nivel inconsciente de conocimiento (actividad mental del sueño).
 

14/12/85 - Jueves

P: Voy a usar 5 minutos para quejarme del proceso y después me pongo a trabajar. Tengo que hablar un poco de vez en cuando y odio hacerlo. Pienso que debería ser capaz de ser brillante y maravillosa. Cené con Karl. Primero fue embarazoso. Después estuvo bien y surgieron muchas cosas. No quiero ocuparme de esto. Me gusta más cuando todo esto está tapado. Cuando me fui el martes, lo último que me dijo me hizo sentir mal. Es una situación deplorable cuando una mujer se deja usar como un receptáculo. Ustedes los hombres les echan la culpa de todo a las mujeres (en tono de pseudo-ultraje). No quiero tener que estar fastidiando a Jim ni tener que pensar en ello. Vencí mi enfado con usted. Hay que decir que es cierto que yo propicié esa respuesta. No. Suena defensivo pero no es cierto. Lo que usted dijo es que la alternativa era muy dolorosa. Es difícil sentirlo ahora pero el martes pude, que no habría podido sobrevivir al aislamiento. No habría podido, ni físicamente. Era demasiado... Parecía tan real. Era real para mí en ese momento. Ya no es real. No tengo que estar aislada, y si lo estuve, tengo la fuerza para arreglármelas. Entonces no podía. Es un triste estado de cosas como estaban las cosas. (Suspiro)
A: ¿Su suspiro es su sentimiento acerca del triste estado de las cosas?
P: Estaba pensando en qué podría haberlo cambiado. Muchas cosas. Pero no estaban ahí. Mi madre no estaba ahí para cuidarme. Ella simplemente no estaba ahí... De vuelta a casa estuve pensando que lo que usted dijo pone las cosas bajo una luz diferente. Mi rabia hacia mi hermano se mitigó. Él no tenía supervisión, ni reglas, ni orientación. Estábamos ahí todos juntos. (Suspiro). No me gusta la manera en que me trataba. Realmente él no me gusta. Puedo ver que él también era un niño, respaldado y mantenido en la idea de que podía hacer lo que se le diera la gana... Después de la cena con Karl; oh, surgió en un sueño acerca de Jim [compañero de piso]. Estaba nerviosa por cómo estaría Jim. No le había dicho que iba a salir con Karl, aunque él sabía que Karl había llamado. Jim salió del cuarto y yo me preocupé por si pudiera estar celoso. Así eran las cosas en el pasado con mi familia, celos.
A: ¿Por parte de quién?
P: Mi hermano. Cuando yo estaba en el instituto (high school) y en el colegio superior (college), todos me hacían saber que mi lugar estaba con mi padre y con mi hermano. Ningún chico que llevara a casa era lo suficientemente bueno porque implicaba una amenaza. Una vez que yo estaba en casa de visita, un hombre con el que yo estaba saliendo me pidió que regresara. Mi hermano me escuchó cuando hablaba y me dijo tú sabes dónde está tu lugar. En un sueño que tuve anoche, yo estaba en el suelo levantando algo. Jim se acercó. Yo puse mi brazo alrededor de su pierna. Sólo que no era su pierna, sino su entrepierna. Cuando me di cuenta, traté de retirarme pero él no me dejaba. Yo quise hacerle un gesto afectuoso, de hacerle saber que no me había ido, y después se me trastocaron Karl con Jim. Pero de dónde viene esto. Usted sugiere que es de mi vida con mi familia, mis recuerdos. En el sueño, una cosa estaba clara en cuanto a cometer equivocaciones. La primera fue entender mal dónde había puesto mi mejilla. Luego él no dejándome ir. Es como con mi hermano. Yo no intentaba poner mi cara cerca de sus genitales. Yo trataba de compartir afectos. Es también lo que trataba de hacer en el sueño.
A: ¿Qué estaba haciendo usted al principio del sueño?

    (Nancy estaba progresando con sus asociaciones. Yo quería que permaneciera en contacto con las imágenes del sueño y no me quedaba en claro cuál era la imagen inicial.)

P: No lo sé. Estaba de rodillas recogiendo algo. Tal vez una tarjeta. Él entra. Yo quiero hacer un gesto afectuoso, estirar mi brazo y apoyar mi cara, podría ser en su pierna o en la parte superior de su pantorrilla. Luego la dimensión de la perspectiva cambia, de niño a adulto. Es importante porque esto es lo que se concluye aquí, que me siento como una niña... Yo tenía una pregunta: ¿Entiendo yo la importancia de lo que estoy diciendo? (Suspiro) La respuesta es no. Como cuando digo algo y usted me lo repite y entonces lo veo.
A:  ¿Me está pidiendo que lo repita?
P: Tal vez.
A: ¿Quiere que preste atención a los deseos que fueron tan fuertes para usted en la infancia?
P: Mi respuesta inmediata es decir ¡No! No lo haga. Es un asunto que no quiero tocar [en tono juguetón]. Pero si no lo hago, seguirán surgiendo fuera de lugar en un contexto adulto, ¿no?
A: Sí.
P: Bueno. Empecemos con el número uno. Usted puede continuar y formularlo si quiere. (Risa falsa) Yo no puedo.
A: ¿El deseo de que algún otro asuma el comando y la responsabilidad?

    (El intercambio había asumido un carácter jovial. Yo participaba del talante, pero señalando el problema que parecía ser el más inmediatamente manifiesto en el contexto intersubjetivo.)

P: Eso no es tan malo. Parece bastante normal para una niña, ¿huh?... ¿Y qué más?...Una cosa que está clara es lo de querer estar cerca de la gente, ser tratada con ternura y afecto... (Suspiro)

    (Yo podría haber retomado fácilmente el conocido tema de que ella desea una experiencia positiva de apego, pero dejé  que continuase el largo silencio).

¿Hay cosas peores, que den más miedo? Estas no parecen dar mucho miedo.

    (Yo supuse que la paciente decía que estaba preparada para ocuparse de un área problemática nueva.)

A: ¿Un deseo podría servir para explorar cosas desconocidas y que dan miedo?
P: Correcto. Y no tener que hacerlo sola.
A: Sí... y la entrepierna de un hombre podría ser justo un área de curiosidad e interés.
P: Parece razonable que lo fuera. (Risa falsa) Y pechos y traseros, me gustaría comprender todo o que está tapado. (Suspiro)
A: ¿Su suspiro?
P: No hay manera de que eso no me haga sentir depravada. Tiene sentido. Una niña quiere ver el cuerpo de los adultos y el suyo propio. Hacerlo y librarse de los miedos. Mis padres temían que el interés por mi cuerpo y por el de otros me llevara a la depravación. No sé qué podría ser.
A: ¿Qué forma podría adoptar la depravación?

    (Yo podría haber comentado el uso que hacía Nancy de ciertas formas de discurso de distanciamiento ("una niña quiere"), pero elegí no hacerlo, asumiendo que ella utilizaría un discurso más directo cuando se sintiera más cómoda en su área de exploración "desconocida y atemorizante".)

P: No lo sé... Podría decir que nunca vi a mi padre desnudo, pero sí en calzoncillos ajustados altamente reveladores. En esa época se puso muy loco porque yo entré en el baño estando él y me quedé estupefacta con la vista clavada en sus genitales. Esto me pone loca. No había nada de malo en que él no cerrara la puerta con llave. Soy yo. Ahora me interesa. Ahora todo tiene esta cualidad sexual genital.
A: Y parece mantener la cualidad de "es tu culpa" o "no es tu culpa; es la culpa de alguien que no va a asumir la responsabilidad".
P: Así ha sido. ¿Qué se supone que tengo que hacer con eso? (Argumentativa)... Esta es la forma en que me llegan los mensajes.
A: En su sueño usted la distribuye [N.T.: la responsabilidad] de un modo claro.

    (Nancy había estado asociando de una manera relativamente libre. Luego aumentó su rabia y se volvió levemente provocativa. Yo tenía la opción de dirigir su atención a su forma de ser argumentativa conmigo que era como un recrudecimiento de su rabia hacia su padre, algo que yo he hecho muchas veces en el pasado, o tratar de trabajar más con las asociaciones y explorar el significado de su sueño. Como la hora estaba llegando a su fin y se avecinaba una interrupción de fin de semana, elegí lo último.)

P: Sí. ¿Qué está sugiriendo? ¿Lo podría haber hecho de niña? ¿O la podría distribuir [N.T.: la responsabilidad] ahora y no lo hago?
A: ¿Usted cómo lo ve?
P: Pienso que no lo podría haber hecho de niña.
A:  Umhm.
P: Pienso que podría ahora. Pero estoy atrapada en esto. Pude cuando me fui el martes. Comencé a pensar que hacen falta dos para bailar el tango. Después pierdo el hilo y vuelvo a que todo es mi problema. Luego pienso que los niños necesitan de los adultos para aprender. Es un problema real que esto no esté disponible.
A: Sí.
P: Yo puedo asumir la responsabilidad de querer averiguarlo todo.

    (Nancy comienza a ordenar sus pensamientos, nota cómo avanza y retrocede con la culpa. Identifica la responsabilidad parental en un sentido general ("los niños necesitan de los adultos"). Yo confirmo su reconocimiento y ella cambia al pronombre personal "Yo puedo asumir la responsabilidad" - por su curiosidad.)

P: Yo era una niñita muy curiosa. Pero curiosa no quiere decir pervertida. Si se vuelve pervertida es porque algo está mal.
A: Nuestro tiempo ha terminado.
P: Déjeme decir una vez más que odio este trabajo (con buen tono), el trabajo que amo odiar.

Discusión 3

 La tercera sesión de esta serie nos ofrece muchas posibilidades por la presencia de una complacencia no reconocida, no analizada,  por parte de la paciente y/o del analista. ¿Es el recuerdo de la última sesión por parte de la paciente y su pseudo-indignación un recurso para evitar un sentimiento más profundo de agresión destructiva? ¿Es la conducta del analista, al aceptar un tratamiento jocoso de los temas, una coalición para actuar (enact) una seducción en vez de interpretar la actitud seductora de ella como se evidencia en el sueño? ¿Marcando y remarcando el abuso sexual y el problema de la responsabilidad con el hermano, y la vergüenza y la culpa que esto evoca, se une el analista a la paciente para no reconocer el significado primordial de una transferencia paterna derivada del Edipo? La respuesta a todas estas preguntas podría ser sí. Al examinar cualquier secuencia en la cual analista y paciente se siguen tan estrechamente el uno al otro como en esta sesión, el teórico que se preocupa principalmente por qué es lo que podría no estar siendo reconocido e interpretado puede encontrar infinidad de indicios de motivaciones conflictivas no consignadas. Alternativamente, el teórico que vela por mantener el contacto empático con el estado interno del paciente, tal y como el paciente lo está experienciando, puede pasar por alto las implicaciones transferenciales que resultan de este intento de preservar un sentido de cooperación en la aventura exploratoria. En palabras de Kafka (1883), "La percepción correcta de cualquier asunto y un malentendido acerca del mismo asunto no son del todo excluyentes entre sí " (p. 216).

 Desde mi perspectiva, encuentro positiva esta sesión por una serie de razones. Nancy pudo traer sus sentimientos de la sesión anterior y describió un sueño con contenido temático relevante. Expresó su repugnancia a acercarse a la "depravación" por su interés en las entrepiernas. Luchó con su ambivalencia acerca de la responsabilidad e hizo una distinción importante entre la curiosidad como interés y la perversión. Considero positiva esta sesión también en cuanto a que opté por responder al desafío lúdico que ella me ofrecía. Reconocí el peligro de una coalición defensiva, de modo que me mantuve alerta para observar si las asociaciones siguientes iban por ese camino. También en referencia a la clara adjudicación de responsabilidad en su sueño (ella lo busca a él, se quiere retirar cuando se da cuenta de lo que está haciendo, pero él no la deja) reconozco que estoy optando por mantener la escena del sueño delante de nosotros, antes que la transferencia rabiosa padre-analista. No creo que se trate de cuestiones acerca de lo correcto o incorrecto, o incluso de coalición o cooperación como polaridades, sino como opciones que pueden terminar siendo más o menos efectivas en despejar el camino para la toma de conciencia de motivaciones inconscientes previas, experiencias, fantasías y creencias patológicas.

 El ejemplo final de complacencia en un intercambio clínico sucedió alrededor de un año después de que Nancy iniciara el análisis y tres años antes de la época que corresponde al material presentado. Nancy estaba llorando, deprimida, rabiosa y agitada cuando la sesión llegaba a su fin. Yo estaba intranquilo por tener que interrumpir la sesión estando ella tan alterada. Yo declamé una de mis frases de finalización habituales, "Tenemos que interrumpir ahora", en un tono que para mí significaba ternura, comprensión y consuelo. Estiré el "ahora" . Nancy se sentó abruptamente, se volvió hacia mí con furia y me dijo: "¡No vuelva a decirme eso! ¡No quiero nunca volver a oír ese ahora!" Yo estaba estupefacto, murmuré un "está bien" y ella salió como una tempestad. En la sesión siguiente le pregunté inmediatamente por su reacción. Me dijo que le había sonado arrogante y condescendiente. Con excelente mímica repitió mis palabras, permitiéndome oírlas como las había oído ella. Luchando contra mi turbación, rápidamente reconocí que yo estaba utilizando una inflexión vocal que mi analista utilizaba conmigo cuando yo estaba alterado. Yo también la encontraba ofensiva pero, a diferencia de Nancy, yo era demasiado complaciente y sumiso como para incluso identificar el porqué, y mucho menos para objetar abiertamente. La sesión se desarrolló con Nancy describiendo experiencias anteriores con hombres arrogantes para quienes ella había trabajado, como asimismo con su padre y su hermano. Más tarde en el análisis, la pseudo-santidad de su madre se convirtió en una fuente incluso más importante de su intensa reacción hacia mí. Declaró que lo que yo hacía realmente era echarla, mientras trataba de parecer simpático para presentarme ante ella bajo una luz favorecedora.

 Como la hora llegaba a su fin, me fui poniendo progresivamente más alerta por mi incertidumbre acerca de qué decir para terminar. Le pregunté a Nancy qué preferiría ella. Me contestó que sabía que se tenía que ir. No tenía sentido darle mucho trámite. Tenía que ir sólo a lo real, como por ejemplo "Se acabó el tiempo". Traté de controlar mi voz para parecer llanamente práctico y dije "Tenemos que interrumpir". Ella dijo "está bien" y se fue. A partir de ahí, cambié mi frase de finalización y el tono con Nancy, y me volví más sensible a este respecto también con otros pacientes. Esta experiencia me parece que refleja las dos direcciones que puede tomar la regulación mutua. Nancy contribuyó a mi efectividad en no crear una perturbación iatrogénica al haber yo cooperado con ella. Ella también contribuyó a mi tardío reconocimiento de una ejemplo de coalición complaciente entre mi analista y yo. No desafié sus arrogantes intentos aplacatorios de mi transferencia rabiosa hacia él. Mi analista, supongo, tenía la necesidad de mantener la ilusión sobre sí mismo como la de un ser amable, y de mí como apreciativo. Le escuché a Nancy decirme "Nunca trate de parecer un santo, porque no lo es, ni se niegue obstinadamente a satisfacer mi petición y continúe terminando innecesariamente las sesiones de una manera que me ofende". Considero mi estar de acuerdo con ella como expresión de ser complacientemente flexible y abierto de mente.

Bibliografía

Kafka,F. (1883), The Trial. Schocken Books, New York: Knopf, 1984.

Lichtenberg, J. (1983), Psychoanalysis and Infant Reserch. Hillsdale, NJ: The Analytic Press.

___________ (1989), Psychoanalysis and Motivation. Hillsdale, NJ: The Analytic Press.

___________ Lachmann, F. & Fosshage, J. (1992), Self and Motivavtional Systems, Hillsdale, NJ: The Analytic Press.

___________ (1996), The Clinical Exchange. Hillsdale, NJ: The Analytic Press.

Stern, D. (1985), The Interpersonal World of the Infant. New York: Basic Books.

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