aperturas psicoanalíticas

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revista internacional de psicoanálisis

Número 049 2015

Filicidio y destrucción del vínculo fraternal (Cap. 13)

Autor: Jaitin, Rosa

Palabras clave

Filicidio, Vinculo fraternal, Incesto.


FILICIDIO Y DESTRUCCIÓN DEL VÍNCULO FRATERNAL (Rosa Jaitin)
La seducción no es el incesto
El vínculo fraternal tiene una potencialidad incestuosa (R.Jaitin, 2006), en el sentido de que la seducción es constitutiva del vínculo fraternal. De la misma manera que el niño explora su cuerpo, explora también su lugar en la hermandad construida como doble narcisismo. En efecto, la seducción en la hermandad resulta de un pacto que hace el lazo: es mejor compartir el erotismo entre los padres y los hermanos, y obtener su amor, que considerarlos enseguida como rivales mutuos para destruir. Esta lógica de renunciamiento no es solamente depresógena. Ella hace de lo fraternal un vínculo intermediario entre el mundo interno y el mundo externo, es decir, el lugar psíquico de compromiso y de reparto de ideas comunes.
En la evolución del niño, el destino libidinoso ligado al complejo fraternal, esposa y acompaña la desaparición del complejo de Edipo. Las inversiones del objeto, por temor de la castración suscitada, son entonces abandonados y remplazados por una identificación secundaria. La identificación primaria, que funde lo negativo del vínculo va a ser, por una parte, superado al perfil de una doble identificación, que, según nosotros, se acondiciona a partir del lugar de ciertos hermanos, pero igualmente a partir de la prohibición de los padres llevando a la destrucción de un objeto proveniente de su unión.
En este sentido, podemos pensar la seducción entre hermanos y hermanas, objetos accesibles, como parte de las experimentaciones iniciáticas de la infancia y de la adolescencia donde se trataría de “jugar” la seducción antes de lanzarse en el baño de la seducción con respecto a los pares. La inquietante familiaridad del incesto fraternal queda como una tentativa iniciática contribuyendo a la elaboración del hermafroditismo psíquico de la inquietante extrañeza del otro y de su diferencia sexual. La excitación de la pubertad es, así, temporalizada en un acercamiento incestuoso fraternal, que funda, de esta manera, un viático hacia el objeto sexual no incestuoso. Este acercamiento pasa, por ejemplo, por las confidencias, notablemente cuando ellas portan sobre las relaciones sentimentales. Estas confidencias entre miembros de la hermandad constituyen una escena de seducción, llevando representaciones incestuosas (el acercamiento) y edípicas (el relato de relaciones amorosas con un objeto no incestuoso). El hecho de compartir el mismo objetivo infantil, el amor de los padres, se transforma entonces en compartir un objetivo venidero, acceder al objeto amoroso extra familiar. La seducción en la hermandad pasa, por consecuencia, por la construcción de un espacio común y compartible. La confidencia, desplegada en este espacio transitorio, hace oficio de tercero en la seducción incestuosa, otro deseo al exterior de la familia (F.Houssier, 2003).
Incesto y filicidio
Los deseos infantiles que atraviesan las generaciones pueden tomar diferentes formas. Así, proponemos la idea de que el incesto fraternal sería una forma de muerte del vínculo fraternal ligado a los deseos filicidios (filicídicos) de los padres y portado por la madre al vínculo de filiación.
Concebimos el vínculo de filiación como una estructura de relación que contiene la transmisión de la filiación entre las generaciones (Robert P., 2009).
La muerte simbólica de la madre, en su relación identitificatoria da nacimiento a la representación de un tercero. En revancha, el odio que puede impregnar el lazo filial induce una violencia destructiva que será desplazada sobre el vínculo fraternal.
Los deseos (de) infanticidios y los deseos (de) parricidios se organizan como una pareja de opuestos. El carácter paradigmático de esta faceta escondida de la parentalidad forma parte de una clínica de extremos cuando actúa, pero ella pertenece también al núcleo de la vida psíquica desde el momento en el que participa a la vida fantasmática de la construcción del sujeto, en los niños y luego en los adolescentes (F.Houssier).
El incesto fraternal (R.Jaitin, 2006) es considerado desde una perspectiva transindividual, es decir, como una problemática que compromete al conjunto del grupo familiar y que pone en evidencia las interferencias de las transmisiones psíquicas. En estas familias se producen problemas en las relaciones provocando la ruptura en los vínculos de agrupamiento en los que la prohibición del incesto, como contrato de apoyo mútuo, ocupa un primer plano.
Cuando los continentes del negativo transgeneracional se desbordan por la no transformación de los contenidos, la destrucción de las alianzas inconscientes provocan fallas en las barreras de las excitaciones que no llegan entonces a transformar las cantidades en cualidades psíquicas representables, creando así una confusión en los orígenes, una indiferenciación entre la pulsión de vida y de muerte, lo que provoca la indiferenciación entre el adentro y el afuera de la familia.
El pasaje al acto en el incesto estaría así ligado a las dificultades de articular la muerte simbólica del hermano (en sus relaciones identitarias) a la muerte simbólica de los padres.
El grupo fraterno, para poder hacer frente a la representación mítica del padre arcaico de la orden primitiva fraternal, va establecer un pacto denegativo (Freud, Totem y Tabú). El pacto entre los hermanos tiene como objetivo la búsqueda de la autonomía parental. Esta alianza estructurante permitiría el pasaje a un orden simbólico de prohibición de muerte y de incesto.
Este pacto es una forma de alianza inconsciente estructurante del lado del negativo radical que permite que lo pulsional quede fuera de representación para preservar el vínculo. Es decir, que permite establecer una comunidad denegativa del grupo como conjunto, del exceso pulsional que debe quedar irrepresentable para proteger el vínculo.
En las familias que presentan un déficit de continencia del negativo, lo pulsional va a estructurar las envolturas de contención. En esta situación, la triangulación de los afectos de amor y odio hacia los padres representados por el padre de horda de Freud o por la madre arcaica (M. Klein) no puede organizarse. Entonces el vínculo triangular, padres-hermano-sujeto, no se diferencia.
La fratria reviene entonces a un funcionamiento de proto-grupo (de indiferenciación) en donde las pasiones son movilizadas en una aceleración del ritmo pulsional que no puede ser contenido.
La construcción de la fratria es pues inherente a la indivisión primitiva del cuerpo materno. En este sentido, la manifestación clínica del incesto fraterno está ligado al deseo maternal de separación imposible con sus hijos, lo que impide el pasaje a la representación simbólica de la prohibición y la diferenciación interno-externo.
Así, el incesto sería una forma de matar el vínculo, como tentativa de separación, expresión paradojal de la denegación del vínculo de filiación. Es por esto que el incesto sería una forma de exterminación grupal del vínculo de filiación.
Estaría ligado a las dificultades de articulación entre la muerte simbólica de los padres y la muerte simbólica de los hijos, expresión de una imposible separación.
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